miércoles, 10 de julio de 2013

10 DE JULIO: BATALLA DE HUAMACHUCO - FOLIOS DE LA UTOPÍA: DONDE SEMBRAMOS LA SANGRE QUE FLORECERÁ MAÑANA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2013 AÑO
EVANGELIO VALLEJO DE LA SOLIDARIDAD
Y UNIVERSALIDAD DEL MUNDO ANDINO
 
JULIO, MES DEL MAESTRO;
DEL SANTUARIO HISTÓRICO
DE MACHU PICCHU; BATALLA
DE HUAMACHUCO, LEONCIO
PRADO; Y FIESTAS PATRIAS
 
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
 
AULA CAPULÍ
SÁBADO 13 DE JULIO, 7 PM.
 
EL HONOR
DE SER
SOLDADOS
 
EN CONMEMORACIÓN
DE LA BATALLA DE HUAMACHUCO
MARCAVALLE, PUCARÁ Y CONCEPCIÓN
 
PROGRAMA
 
1. PALABRAS DE BIENVENIDA Y PRESENTACIÓN
A CARGO DE DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
PRESIDENTE DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
 
2. RAMÓN NORIEGA: EL ESPÍRITU MONTONERO
DE LOS DEFENSORES DEL PERÚ ETERNO
 
3. ÁUREO SOTELO: MI VIDA DE SOLDADO
COMO SARGENTO HERRADOR DE CABALLERÍA
DURANTE SIETE AÑOS EN EL EJÉRCITO DEL PERÚ
 
4. WALTER VÁSQUEZ VEJARANO, EXPRESIDENTE
DE LA CORTE SUPREMA DE LA REPÚBLICA:
TRADICIÓN DE MILICIA Y HEROÍSMO EN EL PERÚ
 
5. DISTINCIÓN A SOLDADOS DE LA PATRIA
 
6. CANTO, POESÍA Y MÚSICA
 
SÁBADO 13 DE JULIO, 7 PM.
CENTRO CULTURAL ROALHUASI
RAMÓN DAGÑINO 265, ALTURA
CUADRA 6 AV. AREQUIPA
CERCA AL CENTRO CULTURAL
DE ESPAÑA. LIMA, PERÚ.
 
INGRESO LIBRE
SE AGRADECE SU GENTIL ASISTENCIA
 
*****
 
Teléfonos Capulí:
420-3343 y 420-3860
99773-9575
 
capulivallejoysutierra@gmail.com
dsanchezlihon@aol.com
 
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10 DE JULIO
 
BATALLA
DE HUAMACHUCO
 
 
 
CALENDARIO
DE EFEMÉRIDES
 
 
BATALLÓN
LIBRES DE
SANTIAGO
DE CHUCO
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
DONDE SEMBRAMOS
LA SANGRE QUE
FLORECERÁ MAÑANA
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
"¿Batallas? ¡No! ¡Pasiones precedidas
de dolores con rejas de esperanzas,"
César Vallejo
 
"Y para siempre
vivirá la esperanza"
Javier Heraud
 
 
1. No
estoy solo
 
Avanzamos de la noche al amanecer. Ayer hicimos una larga jornada desde Santiago de Chuco, nuestro pueblo, hasta Tres Ríos donde nos unimos al Ejército de la Resistencia de Andrés Avelino Cáceres.
Y ahora caminamos a Huamachuco en donde ingresaremos a batalla. Es la decisión tomada por el Consejo de Guerra y el juramento que la tropa hemos hecho en Tres Ríos.
Este avance de la oscuridad a la alborada es el que me contenta, me sirve de alivio, apacigua mi cansancio y mis heridas.
Y el hecho de ser contingente y batallón, de ser conjunto y agrupamiento, de ser un colectivo humano, unidos por un destino común.
Me sirve de amparo saber que no estoy solo, y que lo que siento y pienso los siente y piensa a mi lado un corazón y una mente de hermano.
Que juntos estamos haciendo el mismo camino y el mismo destino. Y es muy seguro que tendremos el mismo final y que urgentemente será mañana, porque mañana es la batalla.
 
2. Este
día
 
Avanzamos de la sombra a la luz. Esta dirección quizá sea de un significado especial y hasta providencial para todos nosotros.
Sobre todo, al comprobar esto, pienso en mis hijos y en las generaciones que vendrán.
Y pienso como nunca en quienes nacerán después, en esta tierra, a quienes no se les olvidará este momento ni esta hora.
¡Que no desconozcan esta jornada, ni este instante ni esta hora suprema en que cruzamos la encrucijada de un camino!
Porque siento que no solo actuamos para este día ni mañana, sino para la posteridad.
Como nunca se nos hace consciente que los actos de hoy, de este día son para los hombres del porvenir.
Que no se trata este de un hecho que hoy acaba, sino que recién comienza. Y para eso este valor, porque siento que todos aquí estamos imbuidos de valor, que es lo único que nos sostiene, el coraje y el pundonor.
 
3. Esto
es mío
 
La arenga de Cáceres y el juramento que hicimos ayer en Tres Ríos quedará para cada uno de nosotros como una marca indeleble de fuego en la frente, como una diadema y como una medalla en el alma, como un emblema total y sublime. ¿Para qué ya otra gloria que el deber que se cumple? Y eso no tiene precio, ni siquiera el precio de una victoria.
De la noche al amanecer es el signo de esta hora aciaga, de este camino y de esta marcha en donde recién se perfilan las luces del amanecer que marcan y bordean el horizonte. ¿Dónde estamos? Por Yamobamba, me dicen
Marcho a defender este grumo de tierra, este árbol, este río cuyo rumor resuena en la oscuridad. Todo esto que me era extraño ahora me es más querido y entrañable.
Esta choza a la vera del camino que aún duerme, recortada a la luz de la luna es algo que voy a defender. Voy a entregar la vida por ella.
Cada piedra del camino es mi heredad, aquí he nacido, esto es mío. Y ahora hay un invasor que siembra muerte, desolación y que todo lo ensucia y lo corrompe. Que impone cupos, que avasalla, que busca el oro y el botín como si eso fuera la ley de la vida.
 
4. Dan
la vida
 
He aquí el silbar del viento y el perfil de la montaña. He aquí la luna que ilumina los campos. ¿Qué significa ahora todo esto?
Yo voy a defender algo irrenunciable. Voy a defender valores. Voy imbuido de fuego sagrado, voy a enfrentar una batalla.
Admiro a mis compañeros. Han dejado recién sembrados sus campos, han dejado sus hijos tiernos y otros recién concebidos, han dejado sus casas aún con la teja por ubicarla en su verdadero lugar.
Han dejado todo por hacer. La costura a medio hilvanar. La silla a medio componer. El cuaderno a medio empastar.
Han dejado al animal en su camada y la casa a medio sostener, todo por venir aquí, a esta cita de honor con la muerte, implantada por un invasor sin escrúpulos.
Somos los voluntarios del amanecer, de la alborada, de la mañana que vendrá.
Somos los voluntarios del alba, de quienes se alinean con la aurora, con los rayos del sol que fecundan y dan la vida.
 
5. Esta noche
cantamos
 
No somos soldados quienes vamos a luchar como son esos esbirros y perros de presa, gente que lucha por la pitanza, que recibe paga y el botín después de la matanza.
Porque después de cada batalla se le da rienda suelta a sus instintos de bestias.
Contra esa caterva vamos a luchar hombres sencillos, labriegos, artesanos y pastores de ovejas.
Somos los voluntarios de la vida, del honor, y de la dignidad.
No recibimos sueldo, al contrario aportamos nuestra comida, donamos nuestro aliento y nuestras vidas, con su tesón y su cansancio, con su magnificencia y su modestia.
¿Qué clase de ejército somos? Somos ejército que defiende, somos resistencia, somos la moral que no debe faltar a ningún pueblo. En nosotros está el niño y el anciano, la madre y la doncella, la abuela y la criatura que recién nace.
Por eso esta noche cantamos. Más que armas tenemos guitarras, quenas y andaritas, y nuestras voces que cantan yaravíes.
 
6. La guitarra
y el rondín
 
Y somos pedernal, que es lo que veo más en el camino ahora que amanece. Como el pedernal encierra en su ser la chispa que enciende, el fuego que ilumina, que calienta y abriga.
Somos paz, tranquilidad, sencillez. Pero en el fondo late en nosotros también el fuego voraz, como en el pedernal.
Somos capaces de atravesar el camino de la muerte sin que esta nos arredre ni nos acobarde.
Somos pedernal azul a la orilla del sendero. Somos ariscos, pulidos, sueltos, capaces de volar como una pedrada.
Somos hombres pedernal, curtidos por el frío, la nevasca y la tempestad, en quienes si se nos mira está la luna, el sol, el rayo fulgurante.
La nuestra es la mirada o el perfil del pedernal, filudo, resistente. Nos ha curtido el agua, la lluvia, los caminos. Pero también la música, la antara, la guitarra y el rondín que hoy entonamos.
 
7. No
se rinde
 
El coronel Andrés Avelino Cáceres es un misterio verlo. Estos son hombres en otra dimensión. Lo que sienten, lo que piensan, lo que tocan está fuera de todo lo ordinario.
Lo he visto y no resistí mirarlo. Tiene luz, tiene fuego. Es como mirar a un astro. Hace cinco años que lucha y resiste indomable. ¿Quién como él?
¡Qué fuerza de hombre! Porque mantenerse sobre victorias es llevadero, pero sobre adversidades es sobrehumano. Sobre lagos de sangre derramada de personas que defienden su patria, pero se comprometieron con él.
Cáceres, hasta su apellido es fuerte, contundente, es una descarga de fusilería o de metralla. Es incluso cacerina, la pieza de un fusil.
Es un guerrero mítico. Ha puesto su pulso, su mente, sus latidos por la causa de su lar natal. Quien después de cinco años de guerra sigue luchando.
Batalla tras batalla, casi todas con resultados aciagos. No claudica, no se rinde. Después de decenas de batallas perdidas, no se doblega.
Porque lo peor es acostumbrarse a que el mal es inevitable. Lo peor es aceptar que las cosas son así y no pueden ser de otro modo. Lo peor es creer que el mundo tal como nos ha sido impuesto es la única manera de que el mundo sea.
 
8. El deber
no tiene precio
 
Toda nuestra paz ha sido soliviantada para imbuirnos de una misión ineludible, de un signo en la frente, cual es lo que yo debo hacer en cada prueba que la vida me plantee y me exija cumplir, por difícil que sea.
Yo estaré enrolado en espíritu siempre entre estos doscientos hombres que marchan con su corazón inflamado de ira santa, para hacerle frente a un invasor bestializado.
Porque cada valiente deja madre, esposa e hijos. Deja una tierra bendita en donde todo es ternura y fraternidad.
Deja su pan, su leche y su miel, para expulsar a una hiena perversa y voraz.
En primer lugar, los nuestros son voluntarios, no asalariados, no profesionales en matar, no preparados para aniquilar.
Salimos al frente y marchamos al campo de batalla por voluntad propia, en función de amores, quereres e ideales sublimes que defender. En quienes el deber no tiene precio.
 
9. ¿Quién
es victorioso?
 
Lo importante es el fervor, lo importante es la fe. Y con ella marchar por la vida y por la muerte si ella es una obligación afrontar.
Lo importante es creer en algo sagrado, a lo cual no se puede renunciar jamás.
Lo importante es llenarse de espíritu, de lo contrario hasta aquí no se viene ni se marcha, pisando descalzos la escarcha de la cordillera.
Para defender esta tierra razones nos sobran, palabras son las que nos faltan para expresar lo que sentimos.
Fortaleza moral, ser insignes y heroicos, eso cabe. Y siempre dignos, siempre dignos.
Si comparamos los fines por los cuales se lucha, ¿qué pueblo es mejor? Los unos luchan por el botín, por la codicia, por la prebenda.
Nuestra lucha es por la dignidad, por el honor, por los valores sacrosantos.
¿Cuál pueblo entonces es mejor? ¿Quién gana? ¿Quién es victorioso en esta contienda y también siempre?
 
10. La punta
de mi arado
 
En verdad no marchamos a matar a un campo de batalla. Vamos a sembrar un sentido, una moral, una leyenda.
Vamos con arrojo, con coraje a barbechar, a juntar la planta buena. Y a señalar cuál es la maligna y venenosa.
Indudablemente, es nefasta la del invasor, lleno de envidia, de odio, de mezquindad.
Pero nos importa la planta buena de lo que es nuestro porvenir y de nuestra heredad.
Y de que se sepa que después de cinco años de holocausto seguimos con fe en nuestro porvenir.
Vamos a los campos de Huamachuco a cultivar la tierra con lo mejor de nuestro pueblo. Con nuestra sangre colmada de afirmación por lo nuestro. ¡Esa es nuestra siembra! Será una labranza, un cultivo, una almega el campo de batalla. Será un almácigo. Por eso yo llevo la punta de mi arado.
 
11. No vamos
a matar
 
A eso vamos: a sembrar, a ofrendarle nuestra sangre a la tierra. Que a partir de allí nazcan flores, árboles, bosques y un mundo nuevo.
Si al final quedara mi cuerpo regado sobre la hierba, o sobre la arena, o sobre el cascajo, es porque quiero que allí nazca esperanza imperecedera. Por eso marcho por estos caminos ariscos.
Que aquello signifique algo, que se extraiga de aquí esto por lo cual ahora marchamos en silencio, esforzándonos en llegar allí en donde quizá hemos de sucumbir.
Que nuestros cuerpos atravesados de las balas y de la espada o bayoneta sean un interrogante al menos, no una respuesta, porque en las respuestas todo termina.
Porque no vamos a matar. ¿Con qué? Si yo llevo mi arado, mi compañero una pala, el amigo de más allá su pico, y el otro su chaquitaclla.
 
12. Hijos
míos
 
Vamos a sembrar.
Es un campo de batalla adónde no vamos a matar, sino a sembrar nuestra propia sangre para que fecunde una bandera inmarcesible: la esperanza, ¡más roja y más blanca todavía!
Y todo esto exorcizará la pobreza. Hará retroceder el desaliento. Hará que se esfume la apatía.
Hará que no aparezca la desilusión. Que se esfume el derrotismo.
Ya hacemos que el retumbar del golpe de nuestra sangre indetenible fecunde la tierra con nuestro júbilo inapagable.
Es el compás marcial del golpe de la sangre en todo lo que afirma la vida.
Y, a ti me dirijo niño y joven de mi pueblo: ¡Por ti luchamos, por ti enarbolamos esta bandera!
Por ti nos inmolamos, para que sientas que perteneces a una patria digna, para eso hemos llegado hasta aquí a este sacrificio.
¡Es por ustedes, hijos míos, por darles esta patria grande y hermosa!
 
 
 
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