lunes, 24 de junio de 2013

24 DE JUNIO: EL MUNDO ANDINO - FOLIOS DE LA UTOPÍA: SOLIDARIDAD Y SOLEDAD ANDINA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2013 AÑO
EVANGELIO VALLEJO DE LA SOLIDARIDAD
Y UNIVERSALIDAD DEL MUNDO ANDINO
 
JUNIO, MES DE LOS NIÑOS,
DEL MEDIO AMBIENTE, DE LA GLORIA
DE ARICA Y DE LA IDENTIDAD ANDINA
 
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IMÁGENES DEL FESTIVAL TRILCE
DE LA CANCIÓN, LA POESÍA Y DANZA ANDINA
DEL XIV ENCUENTRO INTERNACIONAL ITINERANTE
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
EN SANTIAGO DE CHUCO, EN MAYO DEL AÑO 2013
 
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
 
MISA DE AÑO
EN CONMEMORACIÓN
DE CÉSAR VALLEJO YNFANTES
 
JUEVES 27 DE JUNIO, 2013, 7 PM.
IGLESIA DEL INMACULADO
CORAZÓN DE MARÍA
(IGLESIA DE LA CÚPULA)
ENTRE AV. SUCRE
Y JR. 28 DE JULIO
MAGDALENA DEL MAR
 
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CONVOCATORIA
 
XV ENCUENTRO INTERNACIONAL
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
TELÚRICA DE MAYO, 2014
 
LIMA:
MARTES 20
Y MIÉRCOLES 21
 
TRUJILLO
JUEVES 22
 
SANTIAGO DE CHUCO
VIERNES 23
SÁBADO 24
Y DOMINGO 25
DEL MES DE MAYO
 
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CALENDARIO
DE EFEMÉRIDES
 
24 DE JUNIO
 
 
EL
MUNDO
ANDINO
 
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
SOLIDARIDAD
Y SOLEDAD
ANDINA
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
“quisiera yo tocar todas las puertas,
y suplicar a no sé quién, perdón,
y hacerle pedacitos de pan fresco
aquí, en el horno de mi corazón”
César Vallejo
 
 
1. Asumir
nuestra identidad
 
El mundo andino es cultura de solidaridad, pero también de soledad fecunda y energizante. Soledad en armonía con el acendrado sentido de comunidad, que aquí entre nosotros alcanzó a desarrollarse hasta el punto de hacerse gesta y epopeya.
La verdadera soledad entonces no tiene ese contenido adverso que tiene en la cultura occidental de aislamiento e incapacidad, sino más bien es de naturaleza buena en la posibilidad de conocer y asumir nuestra identidad.
Porque la soledad existencialmente es necesaria a fin de saber quiénes somos hacia adentro, como también lo es para situarse frente al panorama exterior vasto e infinito.
Alumbrado todo ello desde una conciencia personal que supera lo individual y el predominio del ego, alentando el espíritu de solidaridad.
 
2. Auténticos
y plenos
 
Menos aún es el mundo andino apretujado ni congestionado como es la trama, peculiaridad y el trasfondo de la ciudad contemporánea.
Tampoco es de índole o característica que lo emparente con la masificación, fenómeno contrario a la esencia de lo que es la solidaridad.
Más bien todo lo andino es vasto, amplio y abierto, dando lugar a una toma de conciencia trascendente acerca de los distintos aspectos de la realidad.
Todo en él es integrador, de manos y brazos abiertos, y totalizador.
Sin embargo, es a la vez la capacidad de sentirse únicos, auténticos y plenos, como personas humanas.
 
3. Íntegras
o sabias
 
¿No es digno entonces tomar en cuenta este desafío del hombre andino ante tanto absoluto impuesto como soledad pero tornado valerosamente en solidaridad?
En las punas hieráticas y en los espacios desolados tenemos no solamente la sensación sino la evidencia de cómo el hombre andino afronta de manera tan directa la soledad.
Y la insume y la incorpora dentro de lo que es su sentir, su expresión y su cultura. Y la convierte en solidaridad sin excluirla sino decantando su acíbar y su veneno, pero sin que deje de ser fecundo y promisorio dolor.
Este asunto puede ser incluso demoledor para culturas débiles, o menos profundas y consistentes, o menos íntegras o sabias ante la soledad. Y convertirse en enfermedad, desarraigo y alienación para paliar lo cual se recurre al consumo de estupefacientes.
 
4. Relación
con lo cósmico
 
Aquí ante la vastedad y lo absoluto, pasando de lo inhóspito del suelo, se corrige lo cruel de la existencia y el medio circundante con la solidaridad.
Y, en esto, haciéndonos fuertes, poderosos e inmensos. Y asumiendo la vida como una manifestación de la heroicidad
Tanto es así en el hombre andino que este se convierte  en un ser que trabaja con estas categorías y elementos, como con otros, para transformarlos y convertirlos en esencias, y con ello modificar la historia.
En el caso de la soledad para hacerla solidaridad. Y solo escojo este detalle de la soledad para dar un ejemplo.
Como también su relación con lo cósmico e inconmensurable, que finalmente lo ha incorporado a su concepción de la vida y el mundo.
 
5. El lado
opuesto
 
Todos estos retos y desafíos, que son absolutos existenciales, el hombre andino los ha asimilado y los ha puesto al servicio de su manera de sentir y pensar, y resumirlos en una actitud.
Dentro de esta perspectiva un factor y presencia del mundo andino que conmueve mucho es la inocencia y el candor como resultado de esta asimilación, en contraste con la argucia, la codicia y la mala intención.
Así como igualmente la ternura como práctica de vida, en contraste con aquello que tanto daño hace desde el lado opuesto, cual es el abuso y la explotación.
Acaso, ¿no es grandioso? ¿No es excelso? Sobre todo asumirla ante todo lo que es intrincado y fragoso, por lo menos en relación al territorio.
Y a las montañas. Y a lo que es la apariencia física de nuestro medio ambiente abrupto, inaccesible y accidentado.
 
6. Mujer
niña y madre
 
Y la pregunta que surge entonces es: ¿cómo  puede dar lugar a voces tan entrañablemente finas, crédulas y tiernas una realidad aparentemente tan hostil, tan hosca y escabrosa?
Dentro de esa fragosidad, muy pocas culturas tienen el privilegio de mostrar una ternura tan honda y acrisolada, como es la cultura andina.
Y la ternura representada en la mujer niña y madre. Y matriz en la acepción no biológica de procrear sino de amparar, adoptar y proteger.
Maternidad que acuna y resguarda la vida y la sostiene entre tanto abismo, fosa cósmica y huecos negros que nos acosan.
Porque el precipicio de los andes no sólo está hacia abajo sino, y sobre todo, hacia arriba y hacia adentro.
Y como tal es más hondo, desolador e inacabable.
 
7. Tanto
es así
 
La ternura incluso, y quizá como compensación ante la naturaleza árida y despiadada.
La dulzura, el afecto y el apego como contraparte y oposición a lo arisco y rijoso.
La intensidad y la flor como protección de la vida ante tanta desolación e inclemencia y desamparo.
Pero relacionado a todo esto que venimos hablando, otra faz que aparece vinculado a lo andino es la del dolor. Huella del sufrimiento y rictus de pena que es nuestra marca en la frente y en el alma.
Más que debilidad, capacidad. Más que carencia, fortaleza, ya casi proverbial. Y hasta definitoria de lo que es ser peruano.
Tanto es así que se identifica, a ambos referentes, peruano o andino, como un mundo de aflicción y congoja. Casi consustancial a lo que es ser persona o ser humano en quienes nacemos y moramos aquí.
 
8. Saber y sentir
adhesión
 
En nuestras regiones, incluso la nostalgia y el desgarramiento anterior a la época prehispánica se representan en huacos y ceramios asombrados y estupefactos.
En las expresiones culturales de aquellas épocas remotas están ya presentes el desgarro y la melancolía.
Pero al lado de ello curiosamente también se manifiesta exultante el espíritu de regocijo. ¡Y de fiesta sagrada!
Esta capacidad de sufrir es a su vez la aptitud y hasta la bendición para tener condolencia, que se hace tan evidente entre nosotros incluso en el arte.
Aquella noción y visión de saber y sentir adhesión por el que sufre es la raíz para que aquí brote y finalmente se consolide como valor universal la solidaridad.
 
9. Dolores
sociales
 
Esta nota de aflicción y melancolía no es acaso, como algunos piensan, un elemento de la conquista que se nos haya agregado a lo que es ser andinos.
No es así, porque está en nuestra música anterior a los Incas. Y en todas nuestras artes antes de la conquista.
Aspecto que se sitúa más bien como una sabiduría de vida antes que como una desgracia episódica.
El dolor y el sufrimiento son factores consustanciales en César Vallejo y en José María Arguedas, los representantes más genuinos y máximos de nuestra cultura.
Pero los suyos son dolores sociales, históricos y ontológicos, antes que solo efecto de sus peripecias biográficas.
 
10. Epopeya
y portento
 
Este dolor y laceración mi padre que era maestro y músico, cuando se embebía en el misterio que desgranaban las cuerdas de su guitarra, violín y mandolina, igualmente atribulado con esos mismos quebrantos, lo explicaba a partir de los mitimaes incásicos.
Decía que la pena nos venía desde que esas comunidades enteras dejaban sus terruños, a fin de cumplir un fin civilizador en los pueblos anexados a la gran organización del Estado Inca.
Pero con ser hondas y profundas estas manifestaciones, y con ser estupendas y portentosas las obras materiales que se hicieron aquí, como Machu Picchu, no es todo ello sin embargo lo más significativo.
Es la solidaridad el aporte más importante del mundo andino a la cultura universal. Es aquel sentido colectivista del hombre en el Tahuantinsuyo la hermosa epopeya hecha portento de organización.
 
11. Valor
supremo
 
Es toda la mente y el corazón puestos en velar por la comunidad humana, el extraordinario portento del mundo andino.
Porque no solo es la solidaridad familiar, vecinal o regional; sino la del hombre como totalidad, el aporte más valedero de nuestra cultura a la civilización universal.
Es decir, la utopía ya realizada de desayunar un día todos los hombres juntos, es nuestra bandera flameante y de total y plena celebración.
¿Hay algo más supremo y acrisolado? ¿Hay religión más excelsa?
¡Qué extraordinario que sea nuestra cultura la representativa de lo que es la solidaridad como un valor supremo!
Porque aquí, como en ningún otro lugar del planeta se la practicó como política de Estado y también como actitud cívica, natural y cotidiana de la familia humana.
 
12. Crecer
y fructificar
 
Aquí no había hombres buenos y otros malos; ni unos que eran bendecidos y otros condenados; ni unos ungidos y otros rechazados.
En esto la utopía aquí ha sido pan del día. Sería interesante rastrear cómo es que se ideó, implanto y cultivó la solidaridad de manera que pareciera una flor natural entre los hombres.
¿Qué fue lo que inspiró e hizo posible para que surgiera, creciera y se estableciera aquí de manera tan propia, fuerte y luminosa la reciprocidad y la comunión entre todos los hombres como un paraíso terrenal?
¿Qué inspiró a los sabios y cómo se hizo para implantar esa noción en el corazón de todos los hombres? ¿Qué condiciones se dieron para que prosperara aquella virtud tan difícil de brotar, crecer y fructificar?
Son estas preguntas las que valdrían que sean el centro de nuestra reflexión, práctica y fe en un día como hoy.
 
 
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