jueves, 2 de mayo de 2013

REQUIEM POR ELADIO RUIZ CERNA - ESCRIBE DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA

Construcción y forja de la utopía andina


2013 AÑO

EVANGELIO VALLEJO DE LA SOLIDARIDAD

Y UNIVERSALIDAD DEL MUNDO ANDINO


MAYO: MES DE LOS TRABAJADORES,

DEL LEGADO DE LA PAPA DEL PERÚ

AL MUNDO, Y DEL MAESTRO ENCINAS



 REQUIEM

POR ELADIO

RUIZ CERNA
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FOLIOS

DE LA

UTOPÍA
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 Danilo Sánchez Lihón


Ayer 1 de mayo del año 2013, casi a la media noche, hace apenas unas horas, murió en la ciudad de Trujillo, el grande e inmenso pintor de mi tierra Eladio Ruiz Cerna, hombre austero, lacónico y sin concesiones.

Después de César Vallejo es el artista más grande que ha producido esta tierra generosa, que ha dado a luz a hombres de valor imperecedero en todos los campos, sea en las artes, las ciencias o la milicia; sea en el sindicalismo, sea en el mundo académico o bien como montoneros en la defensa de los sagrados intereses de lo humano y lo divino.

Eladio Ruiz Cerna fue un hombre absoluto, quien sabía lo que hacía, y fue insobornable en su arte, ya sea ante la figuración o el dinero; con una adhesión profunda por la justicia social y su compromiso con los humildes y desheredados de la tierra, sin acatar modas o tentaciones de ninguna especie.

Es pintor legendario, celebrado en Francia, Alemania, Italia e Inglaterra donde exponía en los últimos años, y no tanto entre nosotros que colocamos en las paredes de galerías y museos espantajos, extravagancias y trivialidades reemplazando a aquella verdadera pintura que se desvela en los desvanes.

Santiago de Chuco su pueblo ha quedado indeleble transpuesto en sus lienzos. Cada rincón, fogón o techumbre; cada pared, esquina o balcón; como también sus caminos, sus colinas, sus parvas y bajíos; como la luz y la sombra de sus amaneceres y crepúsculos.

Rezo desde aquí en Lima; y siento que las flores silvestres que recogimos ayer primero de mayo, ya sea en sueños o despiertos, no eran para ponerlas al pie de las cruces hacia donde fuimos a florecer este día, sino para deshojar sus pétalos y ungir su frente y las sienes de este combatiente por la causa del hombre que muere en la batalla, y que ahora reposa para iluminarnos desde la eternidad que lo acoge y donde desde ahora mora.




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EL MÁS GRANDE

DESPUÉS DE

CÉSAR VALLEJO


HOMENAJE


En homenaje a su memoria doy a conocer unas notas y una entrevista que yo le hiciera, y que se publicó en el N° 8 de “Santiago de Chuco, Revista Anual de Cultura, Ciudad Vallejo, 1996”.

Eladio Ruiz Cerna fue mi profesor de Dibujo y Arte Manual en el Colegio César Vallejo cuando este llevaba aún el nombre de Santiago el Mayor, a quien lo encontrábamos al amanecer, en los lentos mediodías o cayendo la tarde, en cualquier recodo imprevisto de una calle, una colina, o en medio de un sembrío; de pie frente a su caballete, con su figura esmirriada y severa, disputándole visiones, ternuras y crepúsculos a los espantapájaros que detrás de él abrían los brazos asombrados de ver revelarse en la tela idénticos y distintos colores a los que veían sus ojos fantasmales.

El fue el primer cronista, confidente y amante de su pueblo, Santiago de chuco, a quien yo conocí y admiré desde que yo era un niño. Quien andaba como en zancos, con los ojos entrecerrados, oteando siempre a lo lejos y al fondo de los horizontes y las cosas, sorbiéndose el derecho y el revés los paisajes y el gesto de las gentes.

Y, ¡oh paradoja de lo íntimo!, para que en los últimos años desde sitios tan lejanos como Polonia, Yugoslavia, Rusia y Alemania –tres exposiciones recientes en este último país: en la Galería Weidenmdnn, en la Universidad de Humbold y en Kollinschin Park– no puedan con él el asedio de los lentes fotográficos, el parloteo de la radio, el paroxismo de la televisión, la catalepsia del fax, ni la congestión de la vía satélite.

Situados todos al frente de sus obras, tratan de transmitir a todos los rincones del orbe y en traducción simultánea, el hechizo de un alero que se quiebra o de una luz que agoniza y otra que se subleva, junto a los grumos de polvo de un muro de Santiago de Chuco que se desmorona y que gracias a Dios están eternizados ahora en sus cuadros.
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ENTREVISTA


Al visitar la ciudad de Trujillo, en marzo de 1996, he tenido la suerte de realizar esta entrevista al pintor santiaguino. La entrevista se lleva a cabo gracias a Hermes Torres, amigo y paisano quien tuvo la gentileza de hacer posible el encuentro, y quien también interviene en esta conversación.

Eladio Ruiz Cerna goza de gran reconocimiento por su obra pictórica; es invitado a exponer constantemente en galerías de arte importantes de Europa, principalmente en Alemania en donde sus trabajos cada día se reputan y valoran más y más. Le agradecemos por eso sus palabras, las mismas que las trasmitimos a continuación:


D.S.L. Profesor, la pintura peruana actual, ¿cree que expresa auténticamente nuestra realidad?

E.R.C. Si, efectivamente. Es rica, a pesar de las diferentes líneas y de los lugares donde radica el artista. Es muy interesante y expresa aquel venero inagotable que tiene el país en este campo. Hay cosas sumamente valiosas, hay una variedad infinita de estilos, de maneras de expresarse.

D.S.L Habiendo gran diversidad, corno Ud. señala, ¿ubica a su pintura dentro de determinada escuela o corriente?

E.R.C. No, yo no ubico mi pintura dentro de ninguna escuela o corriente. Más bien lo ubican a uno. Las personas, de acuerdo a los intereses de cada cual, lo catalogan, lo bautizan a uno. Eso depende pues de la gente, de cómo aprecian, y de cómo ven las cosas.

D.S.L Pero, ¿cuáles son los principios que a usted le animan a pintar?

E.R.C. Bueno, en cuanto a mi manera de ver a mí me interesa interpretar el mundo real en que vivimos. Pintar de acuerdo a las vivencias que uno tiene, que son muy ricas, muy interesantes y de acuerdo a ello uno se expresa.

D.S.L. Ahora bien, dentro de este fundamento muy general: ¿Qué es lo más importante en la pintura para usted? ¿Los personajes, la historia, el temperamento, el color?

E.R.C. Lo importante diremos así, es hacer pintura, es expresarse plásticamente. A veces uno sobrepasa la intención que ha tenido. Porque no se hace pintura a partir del conocimiento o de la racionalidad sino de la expresión, de la sensibilidad y la intuición que sí verdaderamente entran en juego. Ya el conocimiento es una herramienta que le sirve a uno de auxiliar, un elemento de apoyo para expresarse.

D.S.L Son los recursos que vienen después, para depurar un contenido mucho más orgánico.

E.R.C. Claro. Ahora dentro de ese aspecto, yo me expreso diríamos en un estilo figurativo. No estoy muy de acuerdo con la pintura abstracta, que es una manera de expresarse en Europa, que allí a cobrado vigor, mucha fuerza últimamente pero que está bien para los europeos. Nosotros tenemos muchas otras vetas, muchas otras fuentes que nos sirven de base y de apoyo. A mi manera de ver la pintura figurativa expresa mejor a la tierra. Como he vivido en Santiago de Chuco mucho tiempo, la mayoría de elementos que hasta la fecha he podido lograr han sido referidos a la tierra.

D.S.L. ¿Qué aspecto del alma humana es el que más le interesa revelar o reflejar en su pintura?

E.R.C. En cuanto al alma humana a mí me interesa el alma de nuestra gente; pura e ingenua, dándole preferencia a ese aspecto de la vida.

D.S.L. Bueno, ése es un tema original y hermoso: la inocencia, el candor, la paz. Que es distinto en relación, por ejemplo, a los muralistas mejicanos que expresaban el sentimiento de lucha, de rebelión, de indignación.

E.R.C. Esa es una posición interesante, pero está de acuerdo al medio y a la psicología del mejicano que ha vivido una experiencia negativa de agresión norteamericana y con los conflictos derivados de la revolución de 1910. Es su carácter. De allí que tuvieron un Diego Rivera, un David Siqueiros, un José Orozco y un Rufino Tamayo. Nosotros vivimos un mundo diferente, son otros menesteres, otro quehacer el que nos embarga.

D.S.L. Es cierto que en sus cuadros se revela una gran quietud, sencillez y candor, sobre todo vinculado al hombre indígena, al hombre de campo. Pero con gran profundidad al mismo tiempo.

E.R.C. Bueno, esos son aspectos que el público debe apreciar porque la pintura es un medio de expresión y el contemplador es el que estando frente al cuadro capta directamente una emoción; porque si voy a narrar entro en el campo literario que es otro lenguaje, diferente al que estoy expresando a través del lienzo y del color.

D.S.L. Pero, ¿usted es consciente que utiliza algunos símbolos para expresar los contenidos que quisiera plasmar?

E.R.C. El elemento de que se vale uno es una simplificación de la experiencia que ha tenido en la búsqueda de los elementos de expresión. Yo expreso en términos sencillos el alma de nuestra gente.

D.S.L Pero, ¿usted ha utilizado algo como un elemento recurrente en donde podamos encontrar una clave de su pintura? Es decir: un árbol, una mujer, una montaña que representen una entelequia.

E.R.C. Prácticamente es una estilización de la que se vale uno, porque la pintura no es una copia directa de la naturaleza, es una interpretación de ella a través de algunos elementos que directamente uno estiliza. A mí me interesa interpretar el alma del nativo dentro de su pureza absoluta. Ahora, no se sabe si he acertado o no. Eso ya lo dirá el público a través de la contemplación de la obra.

D.S.L. ¿Conciliaría con la apreciación de que fundamentalmente en su pintura predomina el eterno femenino? ¿Qué hay una especie de impronta maternal en su pintura? Quizá coincida esto con su referente principal que es la tierra, que originariamente es matriz y es madre de todo.

E.R.C. Eso depende mucho de la temática que uno elige en determinado momento.

D.S.L. Siendo el color lo que se ofrece al contemplar de primera intención un cuadro, ¿cuál de ellos cree usted que es el que más y mejor lo representa?

E.R.C. Bueno yo busco el color nuestro, de nuestra tierra. No es su elección producto de una especulación consciente mía, sino es natural el que se impone que es el color del ande, de los lugares que uno ha visitado y que conoce bien.

D.S.L En algunos cuadros suyos he notado siempre un amarillo y un rojo impresionantes ¿compartiría la opinión de que esos colores son especialmente expresivos en su pintura?

E.R.C. Debe ser, en vista de que son dos colores que usa mucho el campesino, el elemento santiaguino, como también la gente del Cusco. Casi se confunden tos colores de Santiago de Chuco con los del Cusco.

D.S.L. Hay pintores en la otra orilla, que más bien siguen, diría, una línea imaginista o imaginaria. Que fabulan, que hacen fantasía, que sobreponen a la experiencia real un universo categóricamente distinto al natural y cotidiano. ¿Qué le parecen?

E.R.C. EI asunto es que en la pintura hay que orillar plásticamente. Pero hay otros que dramatizan el asunto, y el resultado es muy teatral, revelando otra cosa. Deja de ser pintura y entra al campo literario, qué es otra manera de expresarse pero para eso está la narrativa o la poesía. La pintura tiene sus elementos con los que procura expresar el mundo y la vida.

D.S.L. Pero la pintura ¿no tiene vinculación con la música, la danza, el movimiento, la poesía? O bien, ¿con otras manifestaciones del arte entre las cuales está la literatura?

E.R.C. EI arte de pintar, por ejemplo, se vincula a la música. Ahora, nosotros tenemos una variedad infinita de contenidos y temas nuestros. En la pintura nuestra también hay música, poesía y danza.

D.S.L. ¿Qué comentario es el que más le ha impresionado de un observador, de un contemplador de pintura acerca de su obra?

E.R.C. Eso es lo que menos me ha interesado, Yo pinto únicamente. Creo que lo que expongo es el resultado de un esfuerzo, de lo que he podido hacer. Ahora, el público, la especulación de la gente que está vinculada a este quehacer, poco lo conozco. Pero por lo general uno se da cuenta, en el momento que expone, o cuando uno inaugura una exposición, uno se da cuenta si ha gustado o no. Y ésa es la mejor compensación que se puede tener. En eso radica el secreto: cuando la gente se impresiona, cuando la gente se impacta.

D.S.L. Permítame que le diga profesor que lo que impacta a la primera vista de su pintura, es la maestría en el ejercicio de su arte. El contemplador, sea iniciado o ingenuo, lo primero que tiene que reconocer al ver sus cuadros es que se trata de un maestro el que está exponiendo.

E.R.C. Tal vez en eso radique la compensación. Ahora, en cuanto a las interpretaciones y a los gustos, cuando la crítica y el comentario son sanos uno, los acepta. Cuando es interesado y malsano, no se le hace caso.

D.S.L. Ahora bien, ¿qué apreciación final, sentido preponderante y cómo quisiera a don Eladio Ruiz Cerna, que se le reconozca, que se aprecie su obra? ¿Cuál es su anhelo mayor en relación a su pintura?

E.R.C. Esa es la parte más difícil. Pero en ese campo no he pensado ni tengo ninguna ambición, porque uno procura expresarse del mejor modo, con seriedad y ya la posteridad dirá si vale o no la obra que se hizo. Porque hay muchas cosas que albergan los museos; después de cada tiempo algunas se conservan y muchas van al depósito de trastos. Lo importante es cada vez que uno realiza una exposición, dejar que la obra se defienda sola. Porque se entiende que el contemplador va con un sentido crítico, a valorar.

D.S.L. Hay quienes piensan que el artista debe desligarse lo más pronto de sus particularidades y hacerse universal, para poder expresar un mensaje totalizador acerca del hombre y de la sociedad que le ha tocado vivir. Y hay otros que piensan todo lo contrario, que el artista debe asumir su particularidad, pintar su aldea para hacerse universal. En cuál de estas maneras de pensar se ubicaría usted.

E.R.C. Los pintores figurativos partimos de lo nuestro para internacionalizar la obra, si es que vale. Pero cuando el pintor no sabe dibujar jala por lo que está en boga como una manera de disimular su vacío e inoperancia. Y haciendo la moda se internacionaliza. Eso ocurre con algunos pintores que tenemos, por lo general, que son de los puertos para fuera; gente que mira de la playa hacia el extranjero. Estudia en Bellas Artes, al terminar sus estudios se va a París y vuelve pintando cosas raras. Pero no conoce, ni tiene el menor interés por expresar un retrato genuino de nuestro país.

D.S.L. De quienes sí hacen el retrato genuino de su país, ¿considera que ya han alcanzado su total y plena grandeza?

E.R.C. No, uno sigue. Por ejemplo de la pintura, de la cual es el portaestandarte José Sabogal, esa es una veta que se puede explotar hasta el infinito. Del grupo de Sabogal tenemos a Julia Codesido que es una de las figuras más elevadas y representativas de nuestro medio.

D.S.L. Hay quienes se ubican en este ámbito original, telúrico e indigenista pero fabulando, haciendo mitos, explorando una dimensión onírica. ¿Los aprueba?

E.R.C. Uno admira a los buenos pintores. Hay algunos peruanos y otros extranjeros a quienes unos los admira. Pero más me gustan los pintores primitivos como Urteaga y Pancho Fierro, por su talento y por su valentía. Más que nuestros actuales académicos de la pintura, incluyendo a Francisco Lazo, que es buen pintor pero que cada uno tiene sus preferencias.

D.S.L. Hay una luz tímida y hasta sombría en los académicos, ¿no?

Hermes Torres: Eso es cierto, Danilo. Pero en la pintura de don Eladio todo es distinto: la luz es intensa y en equilibrio con la sombra. Por eso, cuando uno contempla un cuadro de cualquier calle santiaguina con todas sus casas, techos, cerros y cielo añil, necesariamente se vibra de emoción porque allí uno encuentra otra vez su tierra.

E.R.C. Sí, pues. Cuando se hizo la primera exposición en Berlín, lo primero que llamó la atención fue el colorido y la luz. En Alemania he visto luz, he visto color. Pero ellos creen que no tienen la luz ni el color que tiene la América y sobre todo el Perú. Sí, se han emocionado con lo nuestro. Y yo con esa emoción me sentí satisfecho. En vez de llevar pintura abstracta, que ellos la hacen bien, uno les lleva una manera de expresarse de acuerdo a nuestro medio a nuestras vivencias para decirles a ellos como es el mundo nuestro. En la manera de expresarse a través de la forma y el color.

D.S.L.Y el color y la luz no sólo está en la naturaleza sino en la cultura de la gente. En el campo, por ejemplo, las polleras, las frazadas, son de colores muy intensos.

E.R.C. Crudos casi, ¿no? pero son los nuestros.

D.S.L. El fucsia, el naranja, el violeta, el bermellón, el verde...

E.R.C. El verde crudo ¿no?, que es tan arduo de dar con él. En la plástica se torna difícil eso, porque se encuentra uno con muchas dificultades. Es fastidioso, uno tiene que vérselas.

Hermes Torres: Hablando de colores, creo que ninguno de nosotros hemos olvidado los colores de las fachadas de las casas. En el barrio San José tuvimos una casa pintada de color rojo. Otras tenían portones azulinos y paredes blancas. Es decir todos esos colores vivos.

D.S.L. Esos colores eran verdaderamente increíbles.

E.R. Bonitos y de una intensidad única, fabulosos.

D.S.L. Otra de las virtudes de la pintura suya, Don Eladio, es que uno puede ver realmente en ella un testimonio de lo que es nuestro pueblo. O de lo que era antes, con calles y casa muy castizas, con un portón, un balcón, una pileta.

E.R.C. Si pues, en una oportunidad fui a Santiago de Chuco y vi que todo tenía la tendencia a desaparecer. Las casas antiguas no se las cuidaba. Entonces me vine acá y me dediqué, como tenía estudios, apuntes y bocetos, a pasarlos a la tela, como queriendo así perennizar lo mejor que ha tenido ese lar querido.

D.S.L Nosotros los santiaguinos creo que llevamos la tierra adentro, clavada en el alma, ¿no? A usted, ¿qué es lo que más le conmueve de Santiago de Chuco, maestro?

E.R.C. Son las vivencias ocurridas en la niñez, la vida del pueblo, su idiosincrasia.

D.S.L. ¿Usted vivió toda su infancia en Santiago de Chuco, don Eladio?

E.R.C. Sí. Yo he vivido toda mi infancia allí, hasta después de haber terminado mi primaria. Luego me separé del pueblo, viajé a Lima y allí he pasado la mocedad. Regresé a Santiago después de haber terminado los estudios y tuve la oportunidad de trabajar en la docencia. Pensé trabajar un año, después dos. Y así se fueron alargando los períodos hasta haber cumplido 19 años de servicio en el magisterio. Pero en Trujillo ya se había creado la Escuela Regional de Bellas Artes y entonces me vine para acá como profesor. Aquí he completado mi tiempo de servicios y ahora me dedico a la pintura, exclusivamente.

D.S.L. Sin embargo, la vida en Santiago de Chuco de aquella época, era intensa y estimulante. ¿No lo cree así?

E.R.C. Había una clase social citadina, vinculada al agro, compuesta de gente de un refinado gusto en todos los aspectos; porque en la misma vida cultural había gente muy cultivada. Creo que hasta la generación suya, pues es usted mucho más joven que yo, han aprovechado ese ambiente. Ahora se han perdido algunas tradiciones, pero se ha ganado en otras. La gente de ahora no tiene muchos prejuicios, es más desenvuelta y espontánea.

D.S.L. De las costumbres y tradiciones de Santiago de Chuco, ¿cuáles las ha reflejado mayormente en su pintura, por mencionar alguna?

E.R.C. Me he basado en las manifestaciones culturales de ese pueblo del ande. Ahora ya han cambiado, tremendamente. No hay procesiones de Semana Santa que tenían tanto recogimiento y sabor especial, con todo ese fervor religioso de la gente rindiendo pleitesía a los santos. Ahora tiende a desaparecer todo ello y están trayendo otras manifestaciones implantando bailes de Puno que no tiene nada que ver con nuestras raíces. Está bien quizá como conocimiento. Pero se está confundiendo el asunto porque están dejando lo nuestro, para dar preferencia a lo foráneo.

D.S.L. Hay una virtud que usted ha señalado y que muy poco se la ensalza, cual es el candor. Yo me dedico también a la literatura infantil atraído en gran parte por la emoción que me produce encontrarlo en la gente. Pero creo que el alma santiaguina de alguna manera está signada por ese valor. Allí el amor, la mujer, la niñez, las relaciones humanas son muy candorosas.

E.R.C. Claro, todo antes era muy sano y muy noble.

D.S.L. Ahora, el candor no es tontería o ignorancia. Involucra belleza, armonía interior, decantación de la realidad y de la vida. Pero creo que es un buen término para definir lo que a los santiaguinos nos ha sellado tanto. Vallejo era candoroso, digámoslo así.

E.R.C. Sí. Y Vallejo, sólo él pudo hacerse del material y el alma santiaguinos, inclusive en el habla, porque a través de su poesía uno reconoce toda la terminología santiaguina, que le ha dado el material para revolucionar el lenguaje. Mucha gente se equivocó creyendo que él no sabía hablar castellano. La fuente primordial de Vallejo, en todo, es el pueblo sencillo de Santiago de Chuco.
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Raúl Gálvez Cuéllar,  Eladio Ruiz Cerna y José Pablo Quevedo


D.S.L. Así es. En todos los santiaguinos creo que siempre está presente ese manantial. Le agradezco inmensamente, don Eladio, por esta entrevista. Muchas gracias.
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