sábado, 13 de abril de 2013

UN OASIS ESPIRITUAL - POR WALTER VIDAL TARAZONA (LLAMELLÍN)

Un oasis espiritual


De: Llamellín en prosa y en verso
Walter A. Vidal Tarazona. Lima, 2003.

MI HOMENAJE AL ALMA MÁTER DEL MAGISTERIO NACIONAL,
A LOS MAESTROS, ALUMNOS Y PADRES DE FAMILIA QUE
EMPUÑANDO LA LUCHA POR LA DIGNIFICACIÓN
MAGISTERIAL MARCHARON A LIMA.
Sábado 13 de abril de 20013


UNE- 2012


MI PEQUEÑO LEBREL DE ESPUMA

Por las callecitas estrechas de Huaraz

El pensamiento, tras los cansados senderos del recuerdo, trata de ganarle al tiempo -¿cuántas veces en la vida?- cual un pequeño lebrel de espuma. Hoy, se ha asomado, por ejemplo, por sus callecitas estrechas tiernamente empedradas, a mi Huaraz querido. A su plaza iluminada pálidamente en las noches de emoliente, de canela y calicha ...

Aroma aún aquel ponche humeante el delicado frío nocturno de nuestros paseos alrededor del parque con la música de Atusparia, por radio “Huascarán”. De pronto, también, el sudor salvaje, el tambor que redobla nuestro pecho cuando caminamos persiguiendo aquellos pasitos dulces por el jirón Sucre, cada mañana, de lunes a sábado, a la distancia de media cuadra, rumbo al Colegio Santa Rosa de Viterbo; otros, por la calle Comercio rumbo al Instituto Industrial de Mujeres, “cristina al cinto, aire de muchacho, cuadernos bajo el brazo”, como lo recuerda Néstor Espinoza, en su “Carta a un Amigo”de 1987. “Mi pensamiento voló -nos dice nuestro poeta- a los rincones donde un día, una tarde, muchas noches, henchimos de asombro nuestros ojos por el dulce hechizo de su rostro angelical. Recuerdo vivamente lo de aquella tarde, cuando bajo su balcón deshojábamos nuestros versos adolescentes, como aquello de,
camina, viento, camina
con mi plegaria
hasta su alcoba”.

Y tú, mi pequeño lebrel de espuma, camina, ¡camina hasta 1956!

°°°
Quillcay querido, diciembre de 1956. Te dejaré con tus piedras blancas tendidas como pañuelos de despedida, con tus veleidosas nubes tratando de esconder los alabastrinos senos de la cordillera, te quedarás con aquellas trenzas retintas mojadas por tus aguas, tratando de ocultar su cuerpito de canela y capulí; aquellos ojitos negros turbados en el azul cielo de ensueño, no volverán más a mi vista. Ni mi boca disolverá otra vez el dulce apetito de sus labios de jora a la sombra de los eucaliptos entrando de bajada al río Santa. No sé si continuará sin mí, quitándose su uniforme azul con botones blancos. A mí me espera un cielo gris y un frío baboso con olor a harina de pescado.

No más plazuelas de Belén, Huarupampa, San Francisco, Soledad. No más los pocos amigos que salieron por Tacllán, o Calicanto, o Monterrey. Yo salí por Tacllán, un día del cual no quisiera recordar hoy. Tampoco me recuerdes, mi querido lebrel de espuma, los siguientes años perdidos en un lecho de dolor y angustia del Hospital “Dos de Mayo”de Lima. Por favor, mi pequeño amigo, saltemos aquella barrera de los dos últimos años de los cincuenta...

Como estampita siquiera

Yo era como otros tantos muchachos que no sabían aún lo que querían ser. [...] Para mis hermanos ser un contador, o economista (aún no se sabía lo que era eso), podría ser excelente para mí. Mis padres felizmente no me dijeron nada. Yo trataba de ser condescendiente con mis hermanos, más por que estaba perdido en Lima. Sin embargo, después de “aterrizar” a través de la claraboya desde la azotea hasta las gradas del segundo piso de la casa donde vivía, veinte meses después, estaba caminando un poco encorvado -mi mente más que mi columna- con las manos en los bolsillos por los corredores de Escuela Normal Superior“Enriqque Guzmán y Valle” de La Cantuta. Lo único que quería, todavía tercamente, era tenerlo a Huaraz cerca de mí,“como estampita siquiera”.

Los estudiantes ancashinos -no he sabido explicarme porqué aún no me sentía integrado a ellos- tenían en la Escuela una asociación y un periódico mural. Me atreví a escribir para aquella vitrina algo sobre Huaraz. Me encaminé al lugar más apreciado de la Escuela, el edificio mejor diseñado y mejor conservado, con sus tres pisos y sus respectivas salas, sin contar el hermoso sótano, totalmente amueblados y brillando de limpios: la biblioteca.

La biblioteca, verdaderamente, era un continente venerable, no sólo por su presentación sino, y básicamente, por su contenido de libros frescos y maduros, con sus ambientes en el último piso para apreciación musical, pintura, teatro, danzas, etc. Un pensamiento de Santo Tomás de Aquino, escrito en la pared del primer piso con letras de bronce, te recordaba: “Temed al hombre de un solo libro”. Estar en su interior era como estar en un templo. Yo no pedí nada; me senté con mi block y lapicero a escribir el artículo.

Hoy que recuerdo... (sácame un rato de aquí, lebrelillo) ¿qué será de Moreno Jimeno, Jaime Cisneros y muchos otros brillantes maestros?. Con Oswaldo Reinoso me encontré en 1996 en el almuerzo de reencuentro organizado por Félix Murillo (“cabrito”) en el INEI, al maestro Peñaloza, no recuerdo exactamente dónde, lo he visto bastante canosito, leo siempre sus artículos en las publicaciones de la ANR...últimamente, su ensayo sobre la educación como proceso de hominización, socialización y culturación, sostiene que nuestra universidad sólo está adiestrando a los muchachos para que sean profesionales o técnicos, no está educando; claro que tampoco desea que sólo se encargue de “educar” (concepción elitista de la edad media), sino que adiestre y eduque, para armonizar la formación de los profesionales que el país requiere. Con quien mantengo relación amical, así sea por medio del teléfono, es con mi paisano Walabonso Rodríguez.

Regresemos, lebrelillo, donde estábamos. Saliendo de aquel venerable templo, la biblioteca, con el escrito sobre Huaraz para el periódico mural de la asociación de estudiantes ancashinos, me detengo en la puerta, antes de bajar las escalinatas, a contemplar el verdor del ambiente y sus pequeños sauces llorones. Un leve olor a pescado llega con el aire que viene de Lima; pienso en las pulsaciones del hedor de la harina de pescado martilleando la mucosa pituitaria (Un motivo para no ir este fin de semana a Lima).

[...] peleando con mi pequeño lebrel, teniéndolo todavía a Walabonso en mi mente, se filtra un discurso de “bienvenida a los cachimbos” que yo habría pronunciado talvez cuando era director de escuela en la FCE de la UNAC.
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Queridos alumnos:
Tenéis aquí una nueva casa de formación para ser un profesional de alto nivel, capaz de liderar acciones destinadas a solucionar los problemas que surjan de la realidad. Para hilvanar unas palabras de bienvenida, no encuentro más adecuadas que las magistralmente escritas por mi maestro Walabonso Rodríguez en 1997, quien, con un coloquial estilo, te dice: “Tú, joven, ahora que inicias tu preparación en la universidad, has de notar pronto que el trabajo intelectual universitario abarca varios aspectos”.Uno: “escuchar y tomar apuntes”[...] Al escuchar y hacer tus apuntes estás usando tus ideas preexistentes para trabajar la información nueva, es decir la estás “asimilando”; o bien estás modificando o sustituyendo tus conceptos preexistentes por la información nueva, es decir estás “acomodando” tu mente al nuevo conocimiento, tal como lo afirma Piaget.
El segundo trabajo que tienes que hacer es: “leer bastante” [...] tercero: “estudiar”, [...] “fichaje”, que todavía no ha desaparecido. “Cuántas ideas, cuántas críticas, citas, opiniones, etc., se pierden para siempre porque no las registramos en el momento oportuno”, dice Esteban Ocampo en su libro –creo- Método de Investigación Social [...] “rendir exámenes” [...] “trabajo personal de producción”, [...]para producir traes un potencial fabuloso labrado a lo largo de tu vida preuniversitaria que será el aporte humano, libre y espiritual a nuestra universidad. [...] “trabajo en grupo”[...] “intervenciones orales”, [...]“Aprendizajes específicos diversos”,como manejo de la computadora, equipos de filmación y grabación, trabajos de laboratorio, trámites administrativos, prácticas pre-profesionales, las que van a mejorar tu ventaja competitiva de tu accionar. [...] “liderazgo” [... ] “oratoria” [...] “uso de los centros de documentación” [...] “elaborar una monografía”, como consecuencia de tus investigaciones bibliográficas, que supone “el primer esfuerzo por producir algo propio.” [...]“Iniciación en la investigación científica [...]”; yo agrego otro trabajo, especial, a los 14 que señala Walabonso: Preparar y sustentar la tesis universitaria [...]
En fin, amigo, vienes con muchas cosas buenas que nos vas a enseñar también, pero básicamente traes disposición para aprender y un espacio interior limpio para recibir nuevos saberes. En este sentido, quiero terminar estas palabras trasmitidas con afecto con un pensamiento de W. Dyer que espero te haga reflexionar: “Cuando estás verde creces y cuando estás maduro te pudres. Permaneciendo verde, evitarás la maldición que representa ser un experto”.
°°°

- ¿Y qué título le pongo a este escrito, mi fiel y pequeño compañero?.
- “Como Estampita Siquiera”...

¡La ciudad de los collares de nieve!... [...] A Huaraz es mejor ir con la compañía del río Santa, después de la subida: Lima-Pativilca-Conococha. Una delgada cinta de asfalto ribetea las orillas del Pacífico hasta Pativilca. El carro, después, sube, soplando tierra, hasta Conococha. Allí nace el río Santa. Dulce, cristalino, caprichoso, se culebrea en su lecho de ichu. Cantando su huaynito, baja, uniendo por sus raíces a la Cordillera Blanca con la Cordillera Negra y separándolos en el azul firmamento. En Ticapampa le inyectan una suave dosis letal de plomo y basura, pero él asimila y sigue bajando mientras va cantando su huaynito. (río Santa, río Santa/ caudaloso/ quiero que lleves/ todas mis penas al olvido)
Más abajo duerme Huaraz. Duerme con sus soñolientas luces colgadas en cada esquina, con sus eucaliptos salpicados de paca pacas, con sus estrechas callecitas empedradas amorosamente, con sus mujeres que van al cine, con sus campanas que llaman al rezo.
Pero allí mismo, por donde pasa el río Santa, Huaraz también se despierta con sus picachos blancos, con su arado sembrando la semilla dulce en el campo, con sus retamas rezando para que no le enturbien el aire con oscuros metales, para que no le ensucien el suelo con los plásticos y pesticidas y no le echen veneno a sus aguas.
ººº
Las Palmeras, la luna y una carta

Junio de 1957. Hospital Dos de Mayo, San Juan de Dios, cama 5. Una mezcladora tritura, dentro de mi cabeza, con fiereza e infernal ruido, las piedras de Quillcay junto con los discos quemados al rojo del negro mar de Magdalena. Lo único que es, es posiblemente el dolor existencial. No sé si soy nube deshilachándose en las cordilleras o gasa que cubre mi vértebra rota a pedazos. Como cuando, lacerado, no sé si su cuerpo o su espíritu, el sol levanta con sus espadas rojas las nubes de la inmensidad del océano y lo deja oleando en la noche, hay algo que, a veces, nos saca no sé si de nuestra muerte, no sé si de nuestro sueño, no sé si de nuestro cuerpo.

Un día, una noche, un instante quizá, no sé si el aliento que hierve en el averno de algún destino que huracanea el espíritu o el murmullo de una cristalina fuente que riega los hirsutos ichus de la carne, casi empezando 1958, me despertó de un largo, no sé si sueño o si muerte, la vida. Que como siempre necesita de su muerte para vivir; también el amor, que como siempre, no conoce el mal, aplacarían definitivamente mi dolor. La ciencia y su tecnología se encargarían de soldar los huesos. En un hospitalario amanecer escribí una carta; la que, misteriosamente, será respondida de muchísimos años después.

Lima, Hospital Dos de mayo, 1958.
Amor mío:
No sé dónde te encuentres, ni sé si sabes que aún te quiero en medio de mi dolor que se distancia a ratos y a ratos todavía me estruja. Sería irresistible si no recordara los momentos felices que vivimos casi a escondidas. ¿Recuerdas que te conocí en marzo de uno de los primeros años de los cincuenta que se va?. En las vacaciones de diciembre de aquel año, viajé a mi tierra con tu retrato en mi pecho. ¿Y recuerdas la noche de luna que te besé, “de casualidad”, en el viejo portón y que cogiditos por la cintura temblando llegamos en silencio hasta el solitario capulí que había en el pequeño patio empedrado? Terminado el segundo año de colegio, todo un libertano de verdad, me sentía que te tenía aunque no te decía nada; sabes, mi amor, no sé a quien se le habría ocurrido arrancarme de los brazos del Ande y de tus brazos para traerme a Lima...
[...] Quisiera seguir escribiéndote de tantas cosas, pero, también decirte algo de ahora y de acá... por ejemplo decirte que allá afuera, una palmera amiga, frente a mí, en las noches, callada a la luz de la luna, cuida de mí y mis horas sin sueño, sin madre y sin ti definitivamente...

°°°
[...]
Pescando la respuesta
Últimos días de setiembre del año 2001. Sentado frente al monitor abro mi correo, tratando de escabullirme de mi fiel compañero. Y mira, amigo mío, lo que en la pantalla aparece:
wavita@hotmail.com
Leía tu carta escrita en el hospital, cuando un avión rompió como un puñal el edificio. Recogeré algo de mi corazón despedazado para enviártelo antes de arrojarme abajo donde la muerte me espera, amor mío.
He leído muchas, pero muchas, veces aquella rara respuesta del 11 de setiembre del 2001, clavado por mis ojos al monitor; pero hoy, cuando lo hacía una vez más, aparece con el ruido del cpu, mismísimo ruido del Marañón, el Colca de enero de 1952. ¡Cosas de nuestro travieso lebrel de espuma!.

Miel, huarapo y algo más
El sol se oculta rociando en el infinito motitas de grana y un acero orillado de púrpura bello. La luna, juguetona, se asoma por detrás de las cumbres que se van oscureciendo, imponiendo paz y orden en el cielo entre las estrellas, que titilantes, se disponen a brillar. Es un hermoso disco de oro pálido; dentro, San José y la Virgen, con su Niño montada en un burrito, caminan por las calles de Belén.
Abajo, aquí, en el valle, apenas se distingue, como un hilito delgado, el corto camino zigzagueante que baja hacia el lugar donde descansa en silencio el viejo trapiche de madera [...]
Arriba, con el aire que viene desde el río Marañón y el riachuelo de Matca, recogiendo el sabor de los shahuintos y las chirimoyas malogrados durante el día en disputas protagonizadas por los zorritos y papagayos chillones del valle, sube desde “El Trapiche”, añadido a la fragancia de los limoneros, el olor de las chancacas recién vaciadas en los moldes de molle. Desde atrás (estoy con la frente al platanal de la chacra de abajo y mi vista apenas distingue la playa donde el riachuelo de Matca agrega sus aguas limpias al río Marañón), desde el cuarto de [...] se escapa un cálido y cautivo aire con olor y sabor a mosto, acerado, plátanos morados y chirimoyas y tal vez también con algo de miel y huarapo.
[...]
Ya todo parece haberse dormido. Se diría que el valle se ha callado si no quedara el chirriar de los chiyampuyesy el ruido del riachuelo acompasando el monótono canto del río Marañón. Afuera, a la espalda de la casa, la luna ilumina el ancho camino que llega al portón pasando por los restos de lo que fue -dicen- el panteón. Al interior de aquel escombro y silencioso lugar, tal vez algun alma solitario pena su ensangrentada y violenta muerte o quizá, cuidando alguna olla llena de plata o de oro. Algunos viajeros, que de paso pernoctan detrás del portón junto a sus acémilas, cuentan haber visto encenderse en llamas hasta más de dos sitios bien ubicados en aquel lugar en las noches sin luna. Pero aquel día de enero no había un solo pasajero en la casa.
Siento deseos de tender mi cuerpo a la cama, y por ratos, de ir hacia mí. No es nada fácil entrar a nuestro mundo interior, [...] Aspiro profundamente el aire fresco de la noche, y con él en mis pulmones y algún zancudo que zumba a mi oído, vuelvo la espalda abajo a los oscuros cañaverales, al río, sus playas, sus huarangos, los platanales, chirimoyos, paltos y también a “El Trapiche”; empiezo a subir la escalera de madera envejecida [... se] filtra una canción que en otra oportunidad lo he escuchado cantar también a “Papá Ahuichu”. Japallá cuyacunata/ Japallá huayllucunata/ Megan garacurá/ Tipshipar pasarillán.

°°°
Regresé a Colca, en las vacaciones del 53 y también del 54. No todas las vacaciones las pasaba en este hermoso valle. Subía a comer roscas y jugar carnavales a Llamellín. Visitaba también a mis abuelos en Huacaybamba llevando un par de barriles de huarapo y miel a lomo de un burro. Una vez le llevé, a escondidas, en mi alforja, una botella de chajta a mi abuelo Angel. El mismo día se dejó sentir sus efectos. Todos me miraron como a un criminal. Al siguiente día estaba dejando la hermosa villa de Huacaybamba. Un año, de chiquillo, estuve de alumno libre en la sección de transición, en la escuela de Huacaybamba. Recuerdo que los profesores me hacían cantar y bailar. Paso el puente, paso el río/ solamente por quererte/ chilllillín campanillita.
Las últimas vacaciones de colegio, las del año 1955, me despedí de Colca, “chillillín campanillita”.
Adiós al colegio

1956. Quinto año de media. Cinco años en Huaraz, como un solo pedazo de nieve, sentía derretirse en mis manos aquel accidentado año académico, justo al empezar el segundo semestre. El temor a ser expulsados nos intranquilizaba; pero nuestra huelga tenía apoyo mayoritario de la ciudadanía huaracina, también de los profesores más queridos, para citar sólo uno, Almanzor Bocanegra; entonces, lo que se derritió fue más bien nuestro temor. “¡Viva el Colegio Nacional de la Libertad, ¡Viva!”;“¡Abajo el Director R de L !” “¡Abajo!”; “¡Fuera con sus chanchos y sus patos!” “¡Fuera!”... “¡Viva!”.

Aquella mañana, 16 de Agosto, la ciudad amaneció con el cielo rutilante. Sus picachos, más blancos que nunca, pincelaban en el azul de ensueño un ramillete de esperanzas juveniles. Sin embargo un suave airecillo hacía temblar, por ratos, nuestras extremidades. Así estábamos ya en perfecta formación, por aulas, en el segundo patio del Colegio, listos para entonar el Himno Nacional, antes de entrar a nuestros salones de clases. Pero esta vez cantamos con la cuarta estrofa... luego en lugar de ir a las aulas como se nos indicaba, avanzamos hacia el portón de salida para tomar la calle; en perfecta formación, los más bajos a la cabeza...
¡Minutos trágicos, por Dios!. “Pata e’fierro”, profesor de historia, muy respetado y querido por nosotros por el dominio que tenía de su materia y su porte esbelto (decían que en su juventud fue un buen futbolista), atravesó su cuerpo entero, con las piernas abiertas, la hoja pequeña de la puerta grande, delante de nosotros, para impedirnos el paso. Los minutos se hacían más trágicos aún. Quien está tocando las teclas de esta computadora, hoy con los dedos casi temblando, tenía también las dos piernas bailando de miedo cuando la crecida presión atrás me puso frente a ese inmenso cuerpo como la V invertida. Felizmente alguien, desde atrás -o no recuerdo quién o no logré verlo jamás, sólo estaba seguro que tenía una mano grande- agarró mis cabellos para jalar mi cabeza atrás y lanzarla contra la parte inferior del vientre de mi querido profesor, haciéndolo retirar del lugar con paso de tinyaexcelentemente ejecutado. Salimos tres o cuatro chicos. Nuestra desesperación crecía al ver que el resto salía de a gotas. ¡Qué minutos tan trágicos, Dios mío!
Hasta que, por fin, el inmenso portón cedió a la presión interior, abriendo sus dos hojas grandes par en par [...]
Habría sido un día de octubre de 1956, lo tengo en mente, mi querido lebrel de espuma, la primera clase después de la huelga. Al frente lo teníamos de pie, con la sonrisa dibujada que jamás habíamos conocido... ¿a quien?, nada más ni nada menos que a nuestro querido, pero también bien temido, profesor de historia Dr. Lorgio Vega (“pe-cas”) quien cuando tomaba examen se sentaba frente a nosotros y se ponía a leer su periódico, previamente ahuecada con un clavo para pescar a los plagiadores. Asomaba la cabeza detrás de su periódico cuando pescaba por el huequito a alguien queriendo hacer algo malo; y lo ubicaba de esta forma: ¡A ver ese idiota, que está sentado detrás de ese imbécil, al costado del burro ese...
[...]

Un oasis espiritual

Viene, regresa, vuelve a irse, siempre corriendo, siempre volando, brincando, el pequeño lebrel de espuma; después de haber galopado los recodos desertificados de los últimos años de los cincuenta, ha entrado al camino que se abre ancho en la bruma de los años de los sesenta. Avista un oasis y se detiene en mayo de 1961: un año desde que a la ENS “Enrique Guzmán y Valle” le quitaron su autonomía y le arrancaron su categoría universitaria, mediante una ley que expandió el sistema universitario de manera caótica con la creación desordenada de universidades privadas y sin un cambio racional de la estructura profesional que urgía.
Económicamente, habíamos pasado la cresta más alta de la economía agro-exportadora, basada desde los treinta en la producción y venta del algodón y el azúcar, y daremos paso a una economía minero-exportadora más diversificada. Las cifras macroeconómicas mostraban una recuperación relativamente rápida de la crisis del año 1958, gracias a la subida de los precios del algodón y el azúcar.

Abriéndome paso a una sombra de unos pequeños arbustos, tarareo tratando de buscarle alguna música a unos versos que están teniendo un nacimiento magullado: Hoy que quiero escribirte/ se cubren mis ojos de agua/ tiemblan mis manos/ como suspiros dentro del alma/.
Busco algo en mi cerebro, sin saber qué cosa. Un suspiro se escapa al aire, por fin, con unos versos para la madre, para que recite un niñito del jardín del colegio de aplicación mañana, en el Día de la Madre.

Madrecita querida
Hoy buscando estoy
La mejor flor de mayo
Para ofrecértela en tu día

También una rosa
Para darle a la madre
De nuestro niñito Jesús
Para que te cuide siempre

Ha trascurrido exactamente un año de aquel Día de la Madre en que alumnos y profesores, en el Gimnasio de San Marcos, rendíamos un justo homenaje a la madre chosicana, por su labor en la recuperación de la autonomía y categoría universitaria arrebatada a “La Cantuta”. La parte más intensa de la lucha por la dignificación del maestro empezó en abril.
°°°

Jueves 21 de abril de 1960. Primera página del diario La Prensa: Encargan Dirección de ENS. Las fuerzas policiales que rodean la Escuela intensifican medidas para impedir el ingreso de personas y víveres. Ayer se hizo presente el nuevo director con el juez instructor, el agente fiscal y tres miembros de la policía judicial; los alumnos agolpados frente al local central entonaron el Himno Nacional sosteniendo una gran bandera peruana. A las 6.54 p.m. una rechifla general del alumnado despidió a la comitiva. Las madres de los niños y los jóvenes que estudian en los Planteles de Aplicación de la Escuelaburlaron el bloqueo policial e ingresaron a expresar su adhesión al Dr. Peñaloza. El Presidente de la Federación de Estudiantes del Perú (FEP) anunció que hoy acatarán un paro de 24 horas los diez centros universitarios del país en apoyo a La Cantuta. Tambiénlos profesores de educación primaria, secundaria y técnica piden la renuncia del ministro de educación y del director de educación normal. El Comercio, informaba que la mayoría de los Centros Federados de la UNMSM había acordado acatar la huelga indefinida decretada por la FUSM, en apoyo a la ENS. Deotro lado, la Comisiónde Amplia Base se declaraba en sesión permanente y conjunta con los Comités Ejecutivos de los Organismos Nacionales del Magisterio con el objeto de coordinar una acción hasta conseguir la modificatoria del art. 87 del estatuto universitario.

El río hablador le va encandilando en su enmarañado lenguaje a mi pequeño lebrel de espuma, que jadeante observa en el río el discurrir del tiempo. Aquí en la ENS, desde hace varios días nuestra ración en la bandeja ha disminuido a media tasa de quáker, medio pan untado con algo de mantequilla; el almuerzo adelantado con media ración, en el que no se perdía, sin embargo, como postre, el humor de siempre. Hasta un delgaducho plátano cortado en dos para duplicar la ración era motivo de risa. Era chistoso, por la forma cómo lo contaban, las ocurrencias cuando el “Cachimbón” se cayó cruzando el río con un saco de papas en el hombro (era fortificante saber que la gente humilde del mercado de Chosica estaba con nosotros, pues nos obsequiaban papas y otras comidas). El problema era trasladarlos a la Escuela sin que se dieran cuenta los policías. Pero entre ellos había siempre uno que otro “buena gente”,que mirando a su costado se hacían de la vista gorda. Siempre sonrío cada vez que me acuerdo del discurso de Futuri Cuturi cuando en una de las acostumbradas asambleas en el auditórium dijo: “¡Compañeros, no estamos solos en nuestra lucha; estamos rodeados...!” (cierto, por los policías).

La noche del 21 de abril de 1960, por fin, emprendimos la larga y silenciosa caminata hacia Lima. Acampamos a las dos de la madrugada a la altura de Ñaña. Dirigentes de la FEP, FUSM, de la Asociaciónde Centros de Ingeniería, de la Universidad Católica y de Agronomía organizaron el campamento. A las 5.15 a.m. levantamos el campamento y seguimos avanzando hasta Santa Clara, lugar donde desayunamos y descansamos media hora. Por Vitarte estuvimos a las 9.15 y a las 11 nos detuvimos a la altura de Santa Anita. En camionetas y automóviles, diversas instituciones nos distribuían bebidas, frutas y otros alimentos. Cuando a las doce del día la caravana llegó a la altura de Hierbateros, encontró en ese lugar al Coronel Muente y al Prefecto de Lima, quienes permitieron el paso de los profesores, alumnos y madres de familia. Silenciosamente ingresamos a Lima a las 12 y 10 minutos, tomando ambos lados de la pista de la Avenida Grau, hasta Abancay, donde nos dieron el encuentro los estudiantes de San Marcos, Ingeniería, Agronomía, La Católicay Bellas Artes. Al pasar frente al Ministerio de Educación, las voces de bienvenida de los estudiantes limeños arreciaron contra las autoridades de ese Ministerio. “Cueva de ladrones”, “Sepulcro Blanqueado”, eran los gritos que parecían retumbar los edificios. Después de 16 horas de marcha ingresamos, al fin, al local del Gimnasio de la Universidad de San Marcos, en medio del aplauso de los estudiantes allí congregados. Se entonó el Himno Nacional con bastante patriotismo y fruición humana. El Presidente de la FEP Oscar Espinosa Bedoya, en un impresionante discurso dijo: ...“habéis escrito una página brillante de la historia de las luchas estudiantiles, con lo que acabáis de realizar, hecho que no se había registrado jamás en el Perú. El estudiantado de todo el país se encuentra firmemente solidario con los estudiantes de la Cantuta, para poder conseguir juntos su autonomía, la dignidad del maestro y su categoría universitaria”. Juan Alberto Campos Lama, Presidente de la FUSM, manifestó “América en estos días ha contemplado dos cuadros diferentes con relación al movimiento de los estudiantes: en el pueblo hermano de Venezuela el estudiantado ha salido a defender al Gobierno que ellos creen representa genuinamente la voluntad de las mayorías populares; y en el Perú estamos viendo cómo el Gobierno arroja a los alumnos de su propia casa”. Finalmente el Presidente de la FEENS, Rafael Urrunaga, dijo: “hemos tenido que abandonar la Escuela porque ha dejado de existir, y volveremos a ella cuando se le devuelva su autonomía y su categoría que ha perdido”. Finalizada la actuación, fue servido el almuerzo preparado por alumnas de San Marcos y la Católica, que consistió en una ensalada, huevo duro, fruta y refresco. En la noche, casi la mitad de los alumnos pernoctaron sobre el piso de madera del Gimnasio, algunos durmieron en el local de la Ciudad Universitaria, otros recibieron ayuda de sus comprovincianos residentes en Lima, quienes pagaron un hotel. En la mañana siguiente tomaron desayuno en el interior del mismo gimnasio donde se improvisó un comedor. Habían cocido papas y preparado avena. La FUSMentregó un número de cupones para que almuercen en el comedor de estudiantes del jirón Cangallo.

Yo me fui a Breña a tocar el timbre de la casa en Pedro Ruiz 278. Y me puse a escribir una carta a mi madre.

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Lima, 25 de abril de 1960
Querida mamacita:
Me encuentro aquí, después de una larga caminata desde La Cantuta. En Chosica, la noche del jueves en que partimos, el pueblo nos despidió con una impresionante, multitudinaria y afectiva manifestación de simpatía en adhesión a la lucha que la ENS ha emprendido para rescatar su autonomía y categoría universitaria para la dignificación de la carrera docente.
La gente no entiende que al maestro tenemos que darle el nivel académico que necesita para orientar la formación y el desarrollo de los niños y jóvenes que son los que mañana van a tomar las riendas del país; acabo de darme cuenta que el principal problema de nuestra nación empieza a ser un problema de educación; ¿te das cuenta de la mentalidad de estos gobernantes?, por un lado están abriendo más universidades y por otro lado están negando esta categoría a una escuela que ahora es una de las instituciones más prestigiadas, piensan que deben tener alta preparación los veterinarios (bien hecho), pero no así los maestros, a éstos sólo hay que darles una preparación mediocre y un sueldo de hambre para que los menos se dediquen a esta profesión. ¡Pobre Perú!.
No quiero cansarte, pero sé que me entiendes bien, como diplomada que eres. He llegado a la casa de mi tía E. Estaré allí hasta que regresemos a la Escuela, dile a papá que tendrá que correr con los gastos de mi estadía. Les quiero y gracias por todo. Tu hijo.

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A mediados de mayo de 1960, el movimiento de La Cantuta, que se había iniciado con la promulgación del Estatuto Universitario, tomaba cuerpo político en todo el territorio y simbolizaba una situación de rechazo cada vez mayor al régimen. En el Cuzco una manifestación de estudiantes quemó las efigies de trapo y cartón del Premier Beltrán y del Ministro Rubio. Raúl G., en representación del Comité de Huelga, Eduardo Z., por la Facultad de Letras, ofrecían derramar “la sangre que hemos metido en nuestras ideas para solucionar el problema de la Escuela Normal Superior”, Justo V. y David P. condenaron el abuso con la ENSe hicieron referencia al manifiesto de la juventud cuzqueña el 12 de mayo de 1909, Virgilio V., por el Frente Estudiantil de Reforma, dijo que el Gobierno debe dar educación a más de 20 mil estudiantes que mendigan cultura en el extranjero. Valentín Paniagua, Presidente de la Federación Universitariadel Cuzco, dijo: “Esta noche queremos decir al señor Beltrán que su apellido materno es el sinónimo de la situación espantosa en que debate el país”. Cerca de las siete la gente se movilizó hacia el parque de la Merced, donde habló Aldo E.; finalmente, Gregorio Berríos, por la ENS de La Cantuta.
También en Trujillo, los estudiantes frente al local de la Prefectura, a los gritos de “Huelga”, “Abajo Beltrán”, y acres discursos sobre el problema de la Cantuta, quemaron ejemplares de La Prensa” y “La Crónica”, luego se dirigieron hacia la plazuela “El Recreo” y finalmente a la Plaza de Armas, donde fueron recibidos por un contingente policial que disolvió el grupo a varazos.

Diciembre de 1961. Llegó el día de la graduación. Un escueto programa se cumple fríamente: Himno Nacional, entrega de títulos, juramentación de los egresados, palabras del Director de la Escuela (por cierto no es Peñaloza). Pero terminábamos con un sabor agridulce de haber disfrutado de la denominada “época de oro de La Cantuta”; o lo que puede ser lo mismo, La Cantuta de Peñaloza.



Nos parecía ayer cuando, hace tres años (también hoy, 2003, 42 años después, gracias a nuestro pequeño lebrel de espuma), con nuestras maletas en mano, entrábamos al cuarto 306 del tercer piso del Pabellón de los Cachimbos: César del Pino (limeño), Walter Leyva, (de Pachascucho), Peñafiel (de Cañete) y quien les cuenta (ancashino). Terminaba así, aquel diciembre del 61, lo que pareció ser un oasis espiritual.


Bodas de Plata: Un reencuentro en Huaraz.

El Comercio, Lunes 16 de marzo de 1981. Instalación y Juramentación de Junta Directiva de la Asociación de Ex-alumnos de la Promoción 1956.
[...]
En realidad, el deseo de celebrar las bodas de plata de nuestra promoción surgió en Huaraz, donde se formó la Asociación LibertanaPromoción-1956, presidida por el Dr. Demetrio López Santos. Esta asociación en su reunión del 3 de enero de 1981 acordó invitar a todos los integrantes de la promoción para que se adhirieran y realizar diversas actividades con la finalidad de recaudar fondos. En Lima empezamos [... para] hacer el viaje de retorno al Colegio.




Huaraz, aunque nos recibió en el palacio municipal con sendos discursos, era otro Huaraz. Sentimos, más que el cariñoso frío de sus picachos, el frío amable de su modernidad. Pero igual, nosotros beodos de emoción y sentimiento libertano, sin conceder tregua al tiempo, subimos inmediatamente a nuestro Colegio (que tampoco se parecía a la que dejamos); al día siguiente escuchamos una misa en el patio celebrado por nuestro querido ya encanecido P. Alberto González y cantamos, digo mejor gritamos-lloramos, la canción “Tu Reinarás”, mientras la santa hostia, más blanca y más grande que nunca, flameaba en las temblorosas manos del lindo cura. Por fin, encontrábamos algo que no había cambiado: ni una letra ni una gota de su ritmo marcial; algunos comulgaron aun sin haberse confesado con nadie ni de nada.
Del patio pasamos al aula a escuchar “la clase del recuerdo” del profesor Fabio Solís; [...]
Seis años después, en Lima, seguiremos recordando aquél viaje del reencuentro; editamos el Faro Libertano, boletín cuya carátula replica la del primer número -el único- de la revista del mismo nombre que salió en Huaraz en julio de 1955. [...]

En la casona de San Marcos-2013

Una perla verde en la Tierra: El epílogo.

“Termina, lebrelillo, por favor, estás cansado”, le digo así, casi suplicando, al pequeño lebrel de espuma para que finalice su recorrido por los cansados senderos del recuerdo. Mueve la cola mi interlocutor, travieso, al tiempo que husmea en los cielos lo que parece ser un avión. “Perfecto, excelente tiempo-espacio, para que termines tu largo recorrido...”, insisto en mi monólogo. “Ya me has hecho vivir, sabes, y muchísimo”.

Aquel último domingo de abril del 2001, cuando a las 6 de la mañana subimos al cielo -Colo, Pancho, Marcelo y quien te cuenta- desde el aeropuerto Jorge Chávez, no sé por qué me imaginaba que estaba yendo al encuentro de otro pequeño oasis espiritual. Con ese mismo pensamiento bajé. Eran las 3 de la tarde cuando el Director de Relaciones Internacionales del Ministerio de Educación Superior de Cuba, nos daba la bienvenida y ordena nuestro traslado (el mío y de Colo) a la Universidad de Holguín.

De modo que nos llevan a la agencia para seguir el viaje [...] Amanecimos en Holguín; y de inmediato nos dirigimos a la Casa de Visitas de la Universidadpara lo cual tomamos dos “bici taxis”. (El “bici taxi” es una bicicleta a la que se le ha acoplado un asiento más en forma de cesto). En realidad los dos bici taxistas aceptan conducirnos por que nos confunden con cubanos, pues está prohibido conducir en bici taxi a turistas; al percatarse, durante el recorrido, que éramos extranjeros, ambos nos cobraron un dólar. Miramos que se trata de una ciudad no moderna, por sus calles lo que más circula son bicicletas, bici taxis, moto taxis y muy pocos carros. Al parecer no hay construcciones nuevas, pero sí parques con frondosos y gigantes árboles. [...]

Se trataba de un pequeño, modesto, pero acogedor hotel de la Universidad de Holguín, de dos pisos, con amplios ambientes en el primero, jardines, interior y exterior, con pequeñas mesitas y sillas en su interior. En la “tarjeta de huésped”, que nos extiende el administrador, se lee: “le complacerá saber que su estancia en nuestro hotel universitario será, además de un disfrute para usted, un aporte a nuestro propósito de recaudar para la producción de libros de texto de nuestros estudiantes de nivel superior”. [...]

Antes del medio día estuvimos en la Universidad. Nosrecibe la colaboradora de la Directora de Relaciones Internacionales de la Universidad. Acordamostres reuniones de intercambio de experiencias con los profesores de postgrado y un programa de visita guiada, para empezar [...]

[...] finalizada la tarea matinal. Nos sugieren degustar la comida típica en el restaurante Don Tiburcio. Colo le preguntó a la profesora M.R. si nos podía acompañar. “Encantada... vamos”, dijo la bella profesora. “Por aquí cortamos camino”, agregó, señalando un atajo [...] Mientras mi compañero invisible –lebrelillo de m (misericordia)-insistía en trasportarme a las chacras y potreros recorridos por mí en Colca, M.R. y Colo se reían supongo de algún incidente que pasó inadvertido por mí, por culpa de mi fiel compañero invisible (“No quiero que de aquí me saques, pequeño can. Sabes, quiero gozar de todo esto con todos mis sentidos”, le increpo al lebrel de espuma). Salimos del campus universitario y, cruzando una ancha avenida, entramos al famoso restaurante, subiendo unas escalinatas, por la puerta ancha.

En la tarde hicimos la visita programada bajo la conducción y guía de la Directora de Relaciones Internacionales. Captan nuestra especial atención por el desarrollo alcanzado en sus respectivas áreas de conocimiento tecnológico: el Centro de Información Científico, la Facultad de Informática y Matemática, la Facultadde Ciencias Económicas e Ingeniería Industrial, y la Biblioteca General.“Bueno, esperamos les haya sido del agrado todas las cositas que han visto”,nos dice la Directoracon mucha sencillez y amabilidad. “Mañana, 1° de mayo, es feriado, si gustan reunirse con nosotros para el desfile, podemos ir al hotel a recogerlos; la Universidad va a desfilar también”, añadió siempre con mucha amabilidad. Rápido, Colo y yo, nos miramos a la cara y acordamos tácitamente ir al desfile por nuestra cuenta. Colo se encargó de dar las gracias y disculpas de no poder estar con ellos, pero que -agrega- “estaremos aplaudiéndoles desde la tribuna”. Todos festejamos la respuesta y nosotros aprovechamos el hecho para despedirnos.

Aquel 1° de Mayo, bajamos al comedor muy temprano, como habíamos quedado con la señora que atiende los servicios de la cocina, nos sirvieron un vaso de agua helada (que por cierto resultó poca, por lo que repetimos medio vaso), luego otro vaso de jugo de fruta (néctar), café, leche, un plato de huevo frito con una variada ensalada, una canastilla de papas fritas, panes. Después del desayuno, salimos del hotel con dirección desconocida, observamos que la gente se encaminaba a la Plaza de Holguín a participar del desfile. También nosotros, cada uno con su bici taxi, nos enrumbamos a ver el desfile. Los bici taxistas nos dejan a unas 10 cuadras del lugar donde estaba la concentración, y de allí a pie seguimos hasta llegar a la plaza. Realmente, ambos quedamos sorprendidos por la cantidad de gente en la plaza, que en realidad es un inmenso campo lleno de verdor, cerca de la universidad. No encontramos una ubicación buena para espectar todo, por lo que anduvimos por más de cinco lugares, pero logramos ver pasar a casi todas las instituciones y empresas públicas (sector estatal, se supone). De regreso, casi ya de noche, tomamos un taxi que nos condujo al hotel.

El siguiente día se realizó un intercambio académico con los profesores del Área de Estudios de Ciencia de la Educación Superior, y en la tarde, el intercambio de experiencias académicas [...] el jueves 3 de mayo, en la mañana, intercambio de experiencias académico-pedagógicas con el personal de post grado, con presentación de temas sobre el proceso E-A y su incidencia en la formación de valores, en la tarde con los profesores que trabajan en el área de investigación científica [...] El día viernes tuvimos libre para conocer algunos lugares de la ciudad.

Subimos al mirador de Holguín y desde allí observamos la ciudad de Holguín, que lleno de verdor, parecía realmente una perla. Bajamos las 540 gradas de cemento, para tomar un taxi al restaurante “Isla azul”, que queda en la punta de una colina llena de vegetación, cerca al mar. Después de recorrer el agradable ambiente, escogimos para almorzar la sala al que hay que subir por unas escalinatas de madera.

“Hola, cómo te llamas”, le dice Colo a la mesera que amable se nos acercó para tomar el pedido. “Mi nombre es C.”,replica rápidamente; luego me tiende una hermosa mirada al tiempo que sonriendo nos lanza una afirmación. “Ustedes son peruanos, ¿no? Antes que Colo empiece con su habitual broma, me apresuré a contestar: “Así es, somos del Perú; ¿cómo adivinaste?”. “Mi jefa que trabaja conmigo, que también es del Perú, habla igual que Ud.”, me responde. “Llámala... a ella le vamos a hacer el pedido”,dice, muy ansioso, Colo. “Esperen, voy a darle la noticia... pero ella no va a tomar el pedido”, nos dice con aire de inseguridad. Al poco rato retornó con unos bocaditos en un platillo. “Mi jefa les manda estos panecillos de cortesía y dice que la aguarden un momento”, nos asegura al tiempo que puso un platillo con los bocadillos que lucían muy apetecibles. “Por favor, anoten, mientras tanto, aquí su pedido. Aquí tiene la carta”, acotó al tiempo que con una venia nos dejaba para escoger. Ambos teníamos un hambre feroz, pues habíamos gastado energías al subir y bajar el Mirador de Holguín a medio día; lo que interesaba era ver los precios, y que estén al alcance de nuestros bolsillos.

“Hola, cómo están. Me llamo E. y soy del Callejón de Huaylas”, nos decía al tiempo que se acercaba con dulzura a nuestra mesa y nos tendía una tierna mirada. Tenía la tez más blanca que el café, una blusa tan blanca como el Huascarán y un delantal azul intenso como el cielo ancashino. Mi pequeño lebrel de espuma “se cruzó”, yo lo sentía en sus ojos el tiempo haciendo intersecciones de conjuntos. Huaraz y Holguín, los picachos del ande y el mar que flamea allá, abajo, como un beso azul. “Quieres jugar ahora a la montaña rusa, pedazo de cachorro”, en fin, monologaba con velocidad, mientras Colo se lucía manifestando su emoción, su alegría, que sé yo más cosas. Entonces, con la mirada fija a sus ojos negros y casi pegado a su rizo que ondeaba su oreja repetí en mi memoria unos versos que los creía perdidos...

Beso tu voz que se despide
pero aun te sigo al colegio,
tú al llegar, al fin, sonreirás,
entonces yo jalaré del cinto
mi cristina beis al viento
y correré por la Alameda.

El silencio se encargó de reproducir el siguiente diálogo, breve que duró una eternidad, con la complicidad de un amigo y de mi pequeño lebrel de espuma:

- ¿Recuerdas el cielo azúl, sus collares de nieve?
- ¿Y nuestras miradas abrazadas en la esquina de mi colegio?




Lima, restaurante Mochica, Surco 2011. Angel Ayala con el
autor de LLamellín en prosa y en verso

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