viernes, 21 de diciembre de 2012

NECESARIAS PALABRAS PARA UN GALLARDO Y ESTREMECIDO GATO MONTÉS - POR CARLOS GARRIDO CHALÉN, PREMIO MUNDIAL DE POESÍA




NECESARIAS PALABRAS PARA UN GALLARDO Y ESTREMECIDO GATO MONTÉS
 
 Carlos Garrido Chalén*

Fransiles Gallardo es un ebanista de la palabra  sentida.

El “maestro carpintero/ en el absoluto medio en la jungla equinoccial” que descubre “el cedro apropiado sin herirlo derribarlo” “garlopa  entre las manos la escofina / golpe a golpe   el cincel letra tras letra / tatuar / arabescos  palabras frases / unos versos/ cepillarlos / como zapatos de fiesta o fino mueble/ despacio / barnizar (se) el alma   lentamente antes de usarlo/  mucho antes”. 

Y tal vez también, y por eso mismo, el que más ansia “un mundo  perfecto único/ maravilloso / un palacio real blancos cisnes jardines sin fin/ en la querencia  un río sin agua   un huerto agrietado / una casona en soledad / automóviles del año  deportivos con chofer de gorrita y corbatín / en el corral el achacoso lucero / corroído el apero  desvencijada la silla lerdo trajín / poder dinero gloria figuración / nada de nada todo por hacer / un príncipe azul   montado en blanco corcel  al rescate / solo un traficante de versos    un  ingeniero  tan solo / un aprendiz de poeta  constructor de sueños”.

Su poesía es un verdadero oasis en medio del desierto, a través de la cual encontramos a un hombre cabal, digno e imperturbable, que se contagia de la ternura de un mundo circundante; perseverante y que ha aprendido a amar como un gato montés, sin cortapisas. 

Que también sabe del tumulto de las caídas que ennoblecen, respaldadas por un corazón que se levanta. 

Por eso dice: “No me lamento no por las trompadas/ que de los fracasos recibí / no me aflijo/ por los rectos a la mandíbula  ganchos al hígado / puntapiés en la espinilla / por más que quise propinarles / atrevido / no pude devolverle / a los  fracasos míos desencantado río / desilusionado / sin el privilegio del toma que te doy / diente por ojo / moretón contra moradura / quebrantado / el corazón mi corteza antigua  el alma mía / aún “.

En él, hay una búsqueda inobjetable por “amar lo no amado sin resquemores / re vivir / lo no vivido / sin tardos momentos  sin omisiones / dolorosas / estremecidos / re editar / historias inconclusas  encantos  afónicos cantos / las playas no soñadas  los amores perdidos / sus mares no invadidos / antes del ocaso  a toda prisa    después del mediodía / urgentemente / el puerto y su faro sus riveras minadas / el fuerte / sus torres infranqueables  las quebradas cercadas / amadas  sus colinas armadas / espada en mano / habremos de reconquistar”.

Debe ser porque cuando le apunta el alba, es un “envejecido gato montés entre las grietas / sobre los roquedales refugiado entre los peñascales / agazapado espero / tenso el cuerpo encrespado el lomo / prestos los oídos    atentas las pupilas / las garras afiladas / excitado aguardo / los zarpazos del puma y sus cachorros / los garfios letales del gavilán / mortales dentelladas de la cascabel/ del águila real  su pico fatal / sin resignación desespero / del oeste al norte afinando sonidos / del sur al este de arriba / descifrando ruidos  de abajo  escaramuzas / palpitante el corazón  vibrante / supremo el instante / esperando espero”.

El transfondo de la poesía de Fransiles Gallardo es reflexiva, nueva, coherente, con sangre de rey que se consagra como un aeda de grandes proyecciones. 

Por eso escribe “Nuestras heridas lamemos / con guatopa de acero   las cortaduras cosemos / cuchilladas de la vida / con hilo de cáñamo    restañamos / cicatrizando      calamidades / otra batalla de vida levantando el puño / desafiantes / re comenzamos”. 

Es en esa contextura que crece para asirse a si mismo, y para fecundar en terreno fértil sus más grandes conquistas literarias. 

 “A pecho abierto  impetuosos / apostamos  la yugular / en un instante / cargados los dados dos ases arteros / saliendo en un tiro / retadores / poniéndolo todo  apostando contra el destino / al azar lo no posible la  vida y su bravura / lo probable estadísticamente  improbable / un estandarte blandiendo  un clarín de guerra / fatigado / aún con acezante aliento / la penúltima batalla  comienzo”

Es este nuestro poeta Fransiles Gallardo que también sabe experimentar en los cielos de la desesperanza: “Sobre el potro de la desesperanza tengo / instalado  el dolor su tragedia / perder(te)  es  doblemente  doloroso / mis pies hablan  las manos callan / tironeo / jirones del cuerpo cabestreo  camino solo / dos pasos tambaleo entre charcos de agonía / me derrumbo / está cercenada    el alma mía”

Pero es bueno que el poeta se entienda alguna vez cercenado por lo que más le duele, habitado por lo que más cree, porque en ese avatar, en la playa en donde se arrincona el alma, hay un conocimiento que te obliga a crecer en los nogales

MAGULLADO COMBATIENTE  de la vida
herido        mal herido    destruido    
 bien herido

conquistando
una pérdida    en el intento    una mueca
el encierro  y sus suplicios

culminada la contienda      sobre los campos   
tendidos
     
charcos de cariño    rasgaduras de piel
andrajos de ternura  
combatiente    combatido

 también estropeado el  corazón

Y como el mismo dice: “Aquí estamos / de cara a la vida  a un costado de la ausencia / de espaldas a la angustia / con un máuser sin balas  un machete sin filo / una bandera descocida / mostrando el pecho la testa enhiesta / cantando un himno / delante un mechero / que a ciegas   deslumbra / nuestro indescifrable sino”. 

Y también, entre los dedos se escurre / la arcilla de los años / se  agrieta / el verde    verde gris / se resquebraja / el talante    más firme / el coraje más bravo / en mis manos y su alzheimer / ave de encanto / tu trinar reposa”. 

Y además “a la sombra de un naranjo apolillado / desciframos oráculos / auscultamos estrellas profecías marchitas / cumplimos sentencias sin culparnos de nada / sin tirar los naipes cerrados los ojos / sin bastón de ciego  ni perro lazarillo / no hay mañanas de luz  eterno adagio / sin previos ayeres    sin puestas de sol / sin tu regazo    almohada sin paz”.

Fransiles Gallardo es definitivamente, un poeta de gran inventiva, al que no le es difícil bajar como subir las crestas indómitas de los mares, los picos nevados, los valles majestuosos. 

Y por eso no le es impropio entrar y salir de las posibilidades de un paisaje natural en la que hasta la fauna trepita y se hace eco de sus palabras pletóricas de gozo. 

Como cuando trata a ese: arisco toro de las laderas / en la línea del surco  agachada la testa / ida y vuelta jalando el arado manso torete / que no embistes  más / toro matrero de las quebradas / sometido al yugo  tus vigores  reprimidos / no templas  el lazo   más / vigoroso becerro    de las  terneras castas / jubilado padrillo   de las  hondonadas / agachada la testa  no arremetes    más / son tus bramidos  mugidos tan solo / apagado eco  del ternero arisco / sosegada / la moceril ansia    de vestir el becerril cuero / mudarte / al otrora   novillo     indomable novillo / de las laderas y los escarpados”. 

Al bravío torillo de los riscos / fiero de las cañadas    rebelde de los montes / toro curtido   que el lazo moldea / el arado amaestra esculpe la puya / el cuero y sus ataduras / la raya de los surcos    los  pastos amontonados / el barbecho de los campos   el trajín de los molinos / las pircas de los corrales / las cornadas esas  torillo  las patadas aquellas / que nunca    más nunca     volverás a dar”. 

Al:  Cóndor real majestuoso vuelo /vestido de nubes    habitante de altas cumbres / imponente / de los andes    los valles    el mar / de los escombros    barrendero / de la carroña / degustador / minúsculo colibrí     vibrante planeo / ataviado de arco iris     a ras del floredal / pequeñuelo / del parque    los campos  el vergel / de los pistilos vírgenes     fecundador / de los jardines nuevos / humilde emperador” .

Y también  a su burro Medardino: habituado / a los fardos agobiantes    molestos costales / insufribles cargamentos / sobre el lomo / mataduras sangrantes / las garrapatas  jergas deshilachadas / mezquinos rastrojos     que rumiar / barrizales en las cuestas    en los riscos    pleno el sol / clareando la ida    a luz de luna    caminando / regresos con el estrellado azul / se acabaron / las pircas    los espinos   tus joviales ardores / tu trote ligero    rebuznos de contento / en jamonada     convertido    estás hoy / mi buen burro Medardino    embutido oloroso / acompañando / este recién    pasadito café”.

En esa constante, mientras invoca el aire de todas las praderas y también el éter del boscaje, Fransiles se enfrenta: “a la reseca odre del gato montés / oxidado cofre    guardián de silenciadas  antaras / ajadas canciones descordadas guitarras / tembloroso odre / seco arroyo    manantial de cauces sin causas / odre reseco  de recuerdos pleno / desandando prisas persiguiendo rastros / borroneadas pisadas  trastos / reseco odre     tu memoria     de harapos cubierto / remendados vestigios    zurcidos / entre las telarañas / (re) comenzando  desmemoriado / volviendo a empezar”.

Mientras: “como envejecido río, el hombre / habla     solo / del mar    sin saber    que ya es mar / aferrado río  a la vida  envejecido / hablas    solo / de inviernos    sin saber   que las lluvias    pasaron ya / río    envejecido    río / atado     a tu bastón    caminante / hablas    solo / de estancias    sin saber    que son rastros   tus huellas / que no alcanzaste   no alcanzarás”.


AQUELLOS SEMBRÍOS DE TERNURA  que a mano partida
cultivamos    no están más

marchitaron las heladas   consumieron las sequías
ningún rastrojo   queda ya

invaden
los remiendos    lamentos    las telarañas

el troje es soledad

se resquebraja
el alma    las ganas   y sus contentos

la ternura  y sus ansias    a pulmón limpio    bucean
entre charcos y correntadas

buscando

una reivindicación de vida   una estaca clavada
a medio río   los brazos     abrazos

que no llegarán
      
 Para nuestro poeta Fransiles Gallardo, “son nuestros los miedos nuestros / corajes    que huyen     despavoridos / heroísmos    espantados / como desbocados caballos    se van / son los ratones del barco    que hundiéndose está / golondrinas     anunciantes del tornado / que embraveciendo mares  se acercan  ya / corajes     en prisa     arrojos en fuga / valentías escondidas / su huída / se estampa  en el piso / indelebles / señales     de su furioso valor / sobre el aterido pelambre    humedad  visible / tan solo / visible humedad” y no nos queda mas que aferrarnos     a la ternura    a dos manos / firmemente / a ti mismo    al dolor de todos     al dolor nuestro / es decir / a nuestro ensangrentado corazón”.  

Y es que “en nuestra desvencijada carreta tercamente arrastramos / fúnebre  el cortejo de los años    que se van / viejo oráculo   gato montés / adivino de las lluvias   de los tiempos buenos / las sequías / de los fallidos designios de oropel / vestigio heroico  compañero / los vacíos se ensanchan / la guarida es inmensa  en el fogón cenizas y unos leños / la soledad consume / amores eternos   que no regresarán / a media distancia      a distancia y media / camarada aventurero   fisgoneando quedito / atizando esos leños / lo que pudo haber sido / y nunca fue”.   
                     
Entrando a discernir los matices de esta obra, me doy cuenta que estoy frente a un poeta de gran valía; que ameritaría un mayor análisis textual para entrar a su  herramientario, pero también al virtuosismo de un arte que él maneja con maestría y genialidad cuando se propone. 

Como cuando imaginariamente le habla a ese gato montés que es errante pero tiene guarida, y que retrata en su mirada la voz de los tiempos y también ese idioma que nadie conocía – ni él mismo – que habita en su poesía como un regalo del Cielo que se acerca.

ERES     EL CAUTIVERIO    la siempre cierta
guarida     del errante gato montés

amor hembra     mujer   amor de siempre

          vuelvo

abrumado de encantos y veranos nuevos
otoños en primavera    la bella placidez

    sin renuncias

a los leños humeantes    raídas las cobijas
     las fríadas
la soledad    de a dos

convence a mis ganas    el  dulzor de tu abrigo

      el siempre retorno
a no prescindir de la caverna    árida    amada
tempestuosa

a no proscribir    a las antiguas cobijas
   cómplices

los maderos de siempre     la tibieza   de a dos


Celebro por eso este hermoso libro y a su autor increíble; quien hace hablar a las piedras, a la flora, a los vientos y a esa fauna que todo, absolutamente todo, lo engrandece.

SOBRE EL POYO DE LA VIDA   el ocaso

un leño    un tizón de dicha    para la camada  
malherido gato montés
   
del humeante pozo    de la fogata inmensa
de la desolación

un resplandor
para los cachorros y  sus incendios    de la llamarada

una brizna
para las granizadas     la ventisca     los  infames inviernos
que mañana volverán

 Lo importante de todo, es que como nuestro poeta escribe: “ el campo entiende sus silencios / austera    la convivencia nuestra / cañadas llenas de noche    luciérnagas / brisas de nocturnidad / en agosto    se siegan espigas   crujen molinos / oportunas    en diciembre    las lluvias bendecidas / el verde florece   la vida  también / calores a destiempo   sequías anuncian / no habrán en mayo    ni pastores ni  pan / soles con aguaceros     se aterra el campo / una  cruz más  sobre los cansados lomos    los chacareros / perdices en fuga    los recién nacidos / vientos en primavera     mensajeros no son”  y es importante soñar, porque los sueños son agua clara del puquial / donde en cada aurora / se retrata el corazón”.

En ese recomienzo se agita para verse, se empina para tocarse y son sus palabras, fermentadas en el prodigio de su genio creador, las que definen su existencia creadora, el lujo con el que lanza su caña de pescador al agua fabulosa del delirio. 

Termina siendo ese mismo gallardo gato montés, que crea y se amotina.


*Carlos Garrido Chalén, Presidente Ejecutivo Fundador de la Unión Hispanoamericana de Escritores (UHE). Premio Mundial de Literatura “Andrés Bello” 2009 de Venezuela

http://carlosgarridochalen.ning.com

Carlos Garrido Chalén y Fransiles Gallardo en Tumbes- Perú