lunes, 17 de diciembre de 2012

ESPAÑA EN EL CORAZÓN – POR CARLOS MANUEL CASTILLO MENDOZA (MIEMBRO DEL COLECTIVO CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA)



“¡Cuídate, España, de tu propia España!”. César Vallejo 

Carlos M. Castillo Mendoza
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 Miembro del colectivo Capulí, Vallejo y su tierra 

1. España madre y maestra 

Llegué a ti con mis ilusiones y mi bagaje étnico, cultural e histórico en busca de la sangre que tú misma infundiste en mí, cuando asomaste por primera vez a mi heredad y me conectaste con el mundo nunca antes conocido. Vine a ti para la sangre y para la vida. Me asomé a tus playas seguro de lo que desde niño mis maestros en la escuela me enseñaron: que eras la madre patria y que durante mucho tiempo habité tu vientre hasta que llegó la hora de partir para vivir mi independencia. Arribé colmado de lo que hemos compartido siempre: el mismo idioma, los mismos protagonistas, las mismas coplas, la misma historia y la misma fe.

Porque eras mi madre socorrí a tus necesidades con el oro y la plata que guardaban los andes milenarios, te abrigué con la bayeta trabajada en los obrajes tiñendo los lienzos con los colores del arco iris que asoma por los cerros cada vez que calma el aguacero. Compré tus baratijas usándolos para resaltar mi belleza; canté tus versos y repetí las palabras que cultivaron Miguel de Cervantes, Pedro Calderón de la Barca, Teresa de Ávila, Miguel de Unamuno y Rafael Alberti. Como me lo habías instruido en los templos, aprendí a rezar a Dios de la biblia que también era el tuyo, y puse en los techos de mi casa tejas color ocre para resaltar la belleza de mis andes. Me entristecieron tus desventuras cuando el tirano te envolvió y como Federico García Lorca grité por tu libertad y amé la república. 

Porque tú me refundaste, España, “madre y maestra” te he alimentado con el maíz y la papa de mis campos, ensalcé tu prestigio y gloria recitándoles a mis hijos versos de Jorge Manrique, Gustavo Adolfo Bécquer y Amado Nervo. He disfrutado con la obra de tus pintores, músicos, cantantes y artesanos. Amoroso y filial me uní a ti desde el Río Grande hasta Tierra del Fuego y te engrandecí con mi músculo y mi voz. 

Madre patria, patria amada, ¿qué te he hecho, o en que te he aflijo para qué a mí, hijo de lejano compromiso, unos quieran tratarme como ajeno, intruso y sin amor? ¿No he cultivado y recogido la cosecha de tus campos y por ello te has sentado en la eurozona? Fiel a la ternura que es mi herencia ancestral sigo velando por tus ancianos, niños, desvalidos y enfermos, impidiendo que el egoísmo y el mercado te hicieran fría y pertinaz. Todo eso lo hice porque eres mi origen y “raíz de mi espiral” (W. Castillo). 

2. Oro para la vida y para la muerte 

Fue mi oro el que deslumbró desde el primer momento a Pizarro y a los que llegaron después de él, metal que te permitió comprar los barcos de la Armada Invencible de la cual se ufanaba Felipe II. De la misma veta provenía el oro que se llevó Napoleón Bonaparte a cambio del gobierno de su hermano José al que el pueblo motejó como “Pepe botella” por borracho y desatinado. 

Fue con oro de América que el dictador Francisco Franco Bahamonde pagó la Aviación Cóndor de Alemania que destrozó Bilbao, Guernica, Málaga y Barcelona. Oro de América andina exhibe hoy en Roma el techo de la Iglesia Santa María la Mayor, el guía de turistas dijo que fue un obsequio del emperador hispano al Papa, buscaba quizá de esa manera que Dios se apiade de sus maldades y asesinatos en ultramar. 

Por si eso fuera poco, 594,000 monedas de oro provenientes de Lima-Perú acaban de llegar a tus arcas, amada España en crisis y objetada por la banca mundial. Era uno de los tantos envíos dorados para tu disfrute rescatado por la empresa Odyssey cerca de Gibraltar, allí quedaron cuando la fragata “Nuestra Señora de las Mercedes” se hundió en 1804. 

3. Señora siempre presente 

Garcilaso de la Vega, mestizo en el cuerpo y el espíritu, llegó a tu puerta en busca de su propia identidad. Sor Juana Inés de la Cruz, desde México empezó la revaloración de sí misma y de su género con palabras que aprendió en el convento entre la vida y la oración. Desde entonces, desfilamos por tu casa interesándonos por ti, madre que un día nos trajo al mundo y nos bautizó con nuevo nombre. Y en ese esfuerzo año a año, siglo a siglo, te seguimos rondando señora siempre presente, viendo tu trajinar unas veces fulgurante y otras veces afligido. 

Rubén Darío, en 1888 publicó “Azul” cuando sólo tenía 21 años y sorprendió a la Real Academia Española de la Lengua con sus versos modernistas para, luego de infortunios y desdichas, adherirse a ti desposando a Francisca Sánchez del Pozo, natural de Navalsauz, provincia de Ávila, convirtiéndola en su compañera hasta los últimos días de su vida. 

Fuiste tú la que inculcó en José Martí, a sus escasos 18 años de edad, las ideas por la revolución forjando sus ideales de independencia y libertad. 

Josefina Lozano, hija de un comerciante de Cádiz emigró a Méjico y se casó con un hijo del general zapatista Don Irineo Paz. De ellos nació Octavio, el nobel que cinceló los versos que los rebeldes enarbolaron contra la insurrección franquista, escribiendo un poema que fue como un grito de guerra por la causa republicana, el nobel lo dijo levantando el rostro y la voz: 

“No pasarán.
Amigos, camaradas,
que no roce la muerte otros labios,
 ue otros árboles dulces no se sequen,
que otros tiernos latidos no se apaguen, 
que no pasen, hermanos”. 

Te amó entrañablemente Pablo Neruda y nunca saliste de su corazón. Al estallar la Guerra Civil no pudo más y terminó gritando: 

“Generales
traidores:
mirad mi casa muerta,
mirad España rota:
pero de cada casa muerta sale metal ardiendo
en vez de flores,
pero de cada hueco de España
sale España,
pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos,
pero de cada crimen nacen balas
que os hallarán un día el sitio
del corazón. 

Preguntaréis por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal? 

Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!” 

4. Caminando junto a ti 

Fueron miles los hombres y mujeres, hijos tuyos, que huyendo de la guerra fratricida iniciaron la diáspora y llegaron a las costas de América para encontrar paz y sosiego. Y se quedaron a vivir entre nosotros, porque nada de lo que había les era ajeno. Entonces los apellidos Sardá, Prat, Padrós, Noguera, Apraiz, Ferrer, Vidal, etc. se juntaron a los que ya conocíamos y seguimos caminando juntos, hasta ahora.

Por ello, desde Buenos Aires, Jorge Luis Borges también te enalteció con versos llenos de afecto y pertenencia familiar escribiendo: 

“España de los patios,
España de la piedra piadosa de catedrales y santuarios,
España de la hombría de bien y de la caudalosa amistad, 
España del inútil coraje,
podemos profesar otros amores,
podemos olvidarte
como olvidamos nuestro propio pasado,
porque inseparablemente estás en nosotros,
en los íntimos hábitos de la sangre,
en los Acevedo y los Suárez de mi linaje,
España,
madre de ríos y de espadas y de multiplicadas generaciones,
incesante y fatal”. 

5. Palabras castellanas que nos son comunes 

Gabriel García Márquez, otro Premio Nobel de la América mestiza, recuerda la tarde aquella en que su abuelo Nicolás le entregó un diccionario de la lengua española diciéndole: 

- Este libro no sólo lo sabe todo, sino que es el único que nunca se equivoca. 

- ¿Cuántas palabras tiene?, le preguntó el niño. 

- Todas. Le respondió el viejo. 

Y creció mirando ese libro y otros… y otros, hasta recrear el habla hispana, desde Macondo en este lado del mundo, iniciando la aventura de su vida y de su obra generosa y gigante que nos es más que la continuidad de esa revelación que un día envolvió su mente y su corazón viéndose obligado a subyugar la palabra. 

Es tanta nuestra adhesión a ti Madre querida que hasta el Premio Nobel otorgado a Mario Vargas Llosa lo hemos compartido contigo, pues todo lo escrito por él está plasmado en hojas blancas con palabras castellanas y signos que nos son comunes y nos hace miembros de una misma familia. Al recibir ese Premio, en diciembre del 2010, orgulloso de su filiación confesó: 

“Quiero a España tanto como al Perú y mi deuda con ella es tan grande como el agradecimiento que le tengo... España me concedió una segunda nacionalidad cuando podía perder la mía. Jamás he sentido la menor incompatibilidad entre ser peruano y tener un pasaporte español porque siempre he sentido que España y el Perú son el anverso y el reverso de una misma cosa, y no sólo en mi pequeña persona, también en realidades esenciales como la historia, la lengua y la cultura”.

6. “¡Cuídate, España, de tu propia España! 

¡Ah madre España, unas veces piadosa otras veces frívola! Cuando parecía que tu prosperidad no tendría retorno, hoy te agobia la crisis económica y tus socios te soslayan, mientras tus hijos carecen de horizonte, el pan escasea y languidece la copla. 

Los banqueros que nunca tienen patria, a quienes entristece la condición de la muerte y tienen como único dios a su vientre, te sedujeron afirmando que eres ya del primer mundo y te envolvieron con quimeras para seguir disfrutando de tu carne y poblar tus playas dorándose en tu sol, ellos son los que ahora ríen y se expanden. 

¡Pero no estás sola, y no lo estarás nunca por lo que fuiste y por lo que serás! No lo estarás por lo que tienes y por lo que eres. Como ayer, siempre estaremos contigo, no sólo en tus alegrías, también en tus tribulaciones. 

No olvides jamás la palabra aún vigente de otro de tus hijos, el mismo que antes de morir anunció su retorno al vientre original diciendo: “¡Me voy a España!” Y hacia ti partió nuestro poeta mayor César Vallejo no sin antes advertirte: 

“¡Cuídate, España, de tu propia España!
 ¡Cuídate de la hoz sin el martillo,
 cuídate del martillo sin la hoz!
 ¡Cuídate de la víctima apesar suyo,
 del verdugo apesar suyo
 y del indiferente apesar suyo!
 ¡Cuídate del que, antes de que cante el gallo,
 negárate tres veces,
 y del que te negó, después, tres veces!
 ¡Cuídate de las calaveras sin las tibias,
 y de las tibias sin las calaveras!
 ¡Cuídate de los nuevos poderosos! 
¡Cuídate del que come tus cadáveres, 
del que devora muertos a tus vivos!
 ¡Cuídate del leal ciento por ciento!
 ¡Cuídate del cielo más acá del aire
 y cuídate del aire más allá del cielo!
 ¡Cuídate de los que te aman! 
¡Cuídate de tus héroes!
 ¡Cuídate de tus muertos! 
¡Cuídate de la República! 
¡Cuídate del futuro!” 

(Texto que puede ser reproducido señalando autor y origen)


Juan Rivera Saavedra, Carlos Manuel Castillo Mendoza y Danilo Sánchez Lihón
Municipalidad de Santiago de Chuco, MAY 2010 – Foto: Nalo Alvarado Balarezo

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