lunes, 19 de noviembre de 2012

LITERATURA INFANTIL CHANCAYANA - POR ROBERTO ROSARIO VIDAL, PRESIDENTE DE APLIJ - II ENCUENTRO DE INTEGRACIÓN CULTURAL HUACHO / AEPA 16, 17 18 NOV 2012




LITERATURA INFANTIL CHANCAYANA
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Roberto Rosario Vidal 
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II Encuentro de Integración Cultural HUACHO / AEPA
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16, 17 18 NOV 2012
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En la década del setenta visitaba con frecuencia la entonces provincia de Chancay, cuya capital era Huacho. Ciudad apacible donde todos se conocían. Paseando por la plaza principal donde parecía haberse detenido el tiempo, a mis amigos, sin duda por la edad, saludaban respetuosamente chicos y grandes. Ahora que ha transcurrido el tiempo me sorprende como entonces los jóvenes, ávidos de información recurríamos a los mayores, quienes amenamente narraban historias sazonadas con anécdotas y picantes chascarrillos que la prensa ni los historiadores son capaces de ponerle tanta salsa verde como hizo con picardía y gracia, don Ricardo Palma.

Sucede también que los amigos a los que recurría entonces, no eran ciudadanos común y corrientes, sino personajes de mucha relievancia en sus respectivos pueblos. Personas que me triplicaban la edad, sin embargo mantenían una vitalidad envidiable. Estos señores eran educadores, maestros en el mejor sentido de la palabra. Yo tengo mucho respeto y admiración por los  educadores, principalmente por los que tienen las cualidades de mis viejos amigos huachanos. Pienso que en el magisterio la más alta categoría es ser maestro, mérito que se logra por esfuerzo propio, por suerte, sin la intervención del Ministerio de Educación, que anda ocupado en burocráticos menesteres.

Los amigos a los que me refiero, Maestros a carta cabal, personajes prestigiosos de la región son: Andrés Marmol Castellanos, educador y arqueólogo por vocación, gestor del museo arqueológico de Huaral, que inicialmente construyó en su propia vivienda y el año 1976, el día que Huaral celebró su ascenso a la categoría de provincia, se trasladó a un espacio cedido por la municipalidad en la plaza de armas, oportunidad en la fuimos invitados por el gestor de esa efemérides, don Carlos Mora Parra. Andrés Marmol Castellanos era director fundador del Colegio Moderno de Huaral. 

Otro maestro distinguido que participaba con menor frecuencia en los encuentros en Huacho, era el poeta chancayano Jorge Ortiz Dueñas, con quien tuvimos la oportunidad de visitar la escuela de Végueta, donde ejerció la docencia hasta su jubilación, una escuela camino a la playa que sin duda motivó sus tiernos y prístinos poemas con sabor a mar, a sal, a puerto. 

Otro viejo amigo de esa época era el narrador Fernando Valle Buendía, autor del célebre cuento El lustrabotas, y el profesor Rosell, director del Liceo Moderno de Huacho quien gastaba celebradas bromas con sus amigos, luego de servirnos el famoso chupín de pejesapo en la caleta de Carquín o el delicioso cebiche de pato regado por caseros vinos en las campiñas de Hualmay.

            -Está llegando el mono Ortiz –decía Rosell cuando asomaba Jorge Ortiz Dueñas, alto, colorado, con los cabellos rebeldes como gallito de las rocas, todavía no muy blancos, como en los últimos años.

            Escuchándonos reir a carcajadas, Jorge Ortiz sospechaba que sus graciosos amigos reían a sus costas. Entonces con gracia saludaba engolando la voz:

            -¡Ex simios, profesores…! 

Y estrechaba la mano a Fernando Valle y a Rosell, a quienes sus colegas apodaban Mono Rosell y Mono Valle. 

Finalmente los tres amigos, junto con Roberto Manrique, iniciaban prolongadas tertulias, recordando aventuras y palomilladas juveniles. Entonces mis cuatro amigos ya estaban jubilados, en cambio la profesora Flor de María Drago Persivale, dirigía todavía el centro educativo 21006 de Huacho. 

Hasta aquí la anécdota.
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FLOR DE MARIA DRAGO PERSIVALE
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  (Huacho, 1925-1982).

La conocí cuando aún ejercía la docencia en la escuela 21006 de Huacho y alguna vez la visité en su casa.  Recuerdo una puerta externa desde donde se accedía a otra puerta con primorosas cortinas. Una sala pequeña delicadamente decorada, rodeada de sillas con cobertores bordados y una mesita de centro con sencillos recuerdos.

-Pase profesor – invitaba desde adentro con una voz fina, cantarina, como cuando declamaba sus poemas en ceremonias públicas o en la salita de su acogedora casa, para deleitar a sus amigos que la visitábamos.

Nos conocimos por primera vez con motivo de un concurso de literatura infantil que convocó el área en la que yo trabajaba en la segunda Región de Educación. Poco tiempo después, habiéndose iniciado la reforma educativa del año 1972, cada vez que viajábamos a los frecuentes cursos de entrenamiento magisterial en el Norte Chico, tuve oportunidad de escucharla declamar sus bellos poemas.

La poesía de Flor de María interpreta estampas costumbristas de su tierra natal: Soy huachana, la lechera, la cebichera, la alfarera, la tejedora veguetana, pelea de gallos…Son testimonios de vida, pregones, elogios, que demuestran el orgullo por su pueblo, su raza, sus costumbres. Sin lugar a dudas es una de las más importantes escritoras costumbristas de la costa peruana.

Tengo en mi poder un manojo de poemas de la poetisa huachana, no se si alguno de ellos todavía es inédito. Voy a leer un  par de estos poemas, el primero titulado Dos reliquias, dedicado al balcón y a las campanas de Huaura:

¿Qué dirá ese balcón?
¿Qué dirá esa campana?
¿Qué dirán los viejos muros
Y las rejas centenarias,
Y las casas solariegas,
Y las huertas perfumadas,
Y las torres sileciosas,
De la calle solitaria?

¿Qué dirán aquellas pampas,
Y los pastos de ese valle,
Los caminos polvorosos
Y hasta el viento de la tarde,
Y los cerros pedregosos,
las arenas de las playas
y ese frío que murmura
y también a veces calla?

¿Qué dirá ese balcón?
¿Qué dirá esa campana?

Otra estampa extraordinariamente lograda lleva por título La lechera:

¡La lecheeeee ¡
¡Caserita!
¡La leche, fresquecita!

Traigo la leche fresquita,
Leche fresquita de vaca,
Esta leche es bien purita,
Y forma muy buena nata.

Tengo una sola vaquita,
Que la crio en mi potrero,
Pero casi toda la leche
Se lo mama su ternero.

Es por eso que no puedo,
A usted, casero, atender,
Sino la leche con agua,
Lo tendría que vender.

Y, eso a mí no me gusta,
De veras, se ve muy mal,
Y también a mí me asusta,
La policía municipal.

Yo lo vendiera, casero,
La leche con mucho agrado,
Pero la pidió primero,
Mi compadre Wenceslao.

Antes de despedirme,
Un favor quiero pedirle:
Si alguna vez se derrama,
En la candela, la leche,
Yo lo suplico que al fuego,
Un poco de cal lo eche.

Es una cosa secreta,
Que me enseñó mia aguelita,
Pa que a mi pobre vaquita,
No se lo raje su tetaa.

¡Lecheee…!
¡Fresquecitaaaa…!

Con este testimonio inicial tributo homenaje a mi querida amiga Flor de María, en cuyo honor se realiza este importante evento.
 .
CARLOTA CARVALLO DE NUÑEZ 
 .

(Lima, 1909-1980).

            No se puede hablar de literatura infantil Huachana, chancayana o del Norte Chico sin mencionar a Carlota Carvallo Wallstein, quien nació en Lima el 26 de junio de 1909, hija de don Armando Carvallo Argüelles, peruano de ascendencia portuguesa y doña Eugenia Wallstein Muller, de nacionalidad húngara, quien  a muy temprana edad viajó con su familia a Huacho, donde su padre tenía negocios.

En Huacho, recibe sus primeras lecciones de música y algo de pintura. Llena sus ojos ávidos con el paisaje marino, sus oídos con el trino de los pájaros y nutre su alma, sus sueños y fantasías con los relatos costumbristas de los campesinos y pescadores que tocaban su puerta llevando productos a vender o se quedaban a ayudar a su madre en las labores domésticas.

            En las playas de Carquín y Végueta, pescadores artesanales tendían redes que platinaban en las noches, repletos de peces de diversa especie, que recuerda en sus poemas:

            La niñita linda
            se quedó dormida,
            una mañanita
muy cerca del mar.

¡Cállense las olas,
dejen de bramar,
que la niña linda
se puede asustar!

¡Que se calle el viento,
deje de soplar,
que la niña linda,
dormidita está!

Callen las gaviotas,
dejen de graznar,
que la niña linda
se va a despertar!

¡Que bramen las olas,
viento, echa a soplar,
graznen las gaviotas,
la niña se va!

             (La niña y el mar)

            En el valle de Huacho se cultivaba algodón, caña de azúcar, vid y productos de pan llevar. De las serranías de Cajatambo (Oyón, Gorgor, Huancapón, Churín, Mallay y Naván) bajaban tubérculos y granos con los que se completaba la dieta familiar. Huacho era entonces un puerto terrestre donde confluían usos y costumbres de la costa y la sierra y, sin duda, en las apacibles noches de luna, se entablaban prolongadas tertulias familiares en torno al fogón de la cocina. Maravilloso ambiente en el que las tradiciones orales, mitos y leyendas, así como la historia de los ancestros, era revisada desde el inicio de los tiempos. En los  artículos publicados por la autora en la revista Urpi, en repetidas oportunidades relata su experiencia de vida en el apacible pueblo costero, colindante con las pródigas campiñas de Hualmay, paseos a pie y en caballo, recuerdos de personajes, relatos, tradición oral, recuerdos.

Recién a los 17 años se establece en Lima con su familia.

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JORGE ORTIZ DUEÑAS 
 .

 (Chancay, 1917- Lima-1998).

Amigo desde los años setenta,  publica el bello poemario La canción menuda (1945) con prólogo de Francisco Izquierdo Ríos. Tiempo después, en 1982  presenta Las Plumas del Nido que incluye gran parte de los poemas publicados en su primer libro y otros poemas, producto de su larga y proficua labor creadora.

            Bello el metafórico poema, Barredor de mar, de Jorge Ortiz Dueñas:
           
            Remero en su bote
            barriendo…barriendo
            con sus dos escobas
            las aguas del mar.

            Como ese que pasa
            barriendo…barriendo…
            Yo quiero ser, papi,
            barredor de mar.

Diálogo:

-Yo te quiero como quiere
El naranjo a la naranja;
A los ángeles el cielo,
A las rosas el rosal.
-Yo no quiero que así quieras
A tu hijita que te quiere.

-¿Cómo quieres que te quiera?

-Como quiero a mi muñeca
Así quiero que me quieras.
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 FERNANDO VALLE BUENDIA
 .

  (Nazca, 1921-Lima, 1985).

            Maestro, poeta, novelista y ensayista residió muchos años en Huacho, desempeñando su labor docente primero en Végueta, luego se traslada al C. E. 20318 en huacho. 
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Fernando Valle Buendía es autor de: Cuentos: El lustrabotas, Apracha, Como un camote asao,  El viajero de la noche, Una víspera de navidad.  Poesía: Cantos al alba en 1956 y Raíces  en 1958. También incursionó en otros géneros literarios como teatro, ensayo. Ejerció el periodismo y fue socio fundador de la Asociación Cultural Ínsula Huacho.

En 1971 obtuvo un premio otorgado por la fundación “Givre” de Argentina y Mención honrosa en el concurso de cuentos “Hispamerica” en los Estados Unidos de Norte América con el cuento El lustrabotas, evento en el que participan como jurado el paraguayo Augusto Roa Bastos, el argentino Julio Cortázar y nuestro Nobel Mario Vargas Llosa. Este libro debe ser lectura obligada en las escuelas, porque además de interpretar el lenguaje de la región, muestra la problemática social que aún se vive en estos tiempos.

            Fernando Valle también publicó poesía:

MI HAMBRE

A César Vallejo

Mi hambre está hecho de multitudes
de quijadas mundiales,
de vacíos intestinos universales,
de quejas cuajadas en la boca de la muerte.

Yo miro y me miran,
las tripas y las panzas de los hartos.
Yo miro y me miran
los abdómenes y los retorcidos colones sanguinolentos
de los escuálidos

Mi hambre, es un hambre que no será satisfecho
ni por la tierra que cubra mi cadáver
aunque ella, también estará hambrienta.

Hambre de pan, de ciencia, de vida y de edades
multiplicadas hasta el infinito,
de justicia, de sol y de tiempo.

He ahí mi hambre miserable y humano, injusto y eterno.
El hambre que siento
sacude al mundo de confín a confín.

SER

¿Qué es ser?
Lo mismo que
Siendo, sido, será

Lo mismo que:
Vivir, viviendo, vivido; vivirá.
Lo mismo que:
Morir, muriendo, muerto; morirá.

No hay muerte absoluta.
Ni vida absoluta.
Donde hay vida, hay muerte.
Vida y muerte IGUAL SER.

Cada día, se va viviendo...
Cada día, se va muriendo.
Se vive para morir
SER: morir, partir, vivir; SER.
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ANDRES MARMOL CASTELLANOS
 .
 
 (Jauja 1906-Huaral 1988).

Del maestro y arqueólogo por vocación Andrés Mármol Castellanos publicamos en el libro La barquita de papel (Lima, 1979) dos poemas: Vuelo de cometas y Quitpullìn maromero.

Tempranito, a las seis,
El quitpullìn maromero,
Con su solo de violín,
Hace gimnasia en el aire.

Salta a la cuerda, da volantines,
Y saz, del trampolín
De una rama a otra,
Se lanza como un serpentín.

Luego se da un duchazo de sol,
Agita las alas, se encrespa,
Y pulsando su cuerda sonora se va.

Se va, se va, se va…remando,
En la brisa mañanera,
Como un barquito al azar…

Agradezco a la Asociación de Poetas Ancashinos AEPA, por haberme permitido traer a la memoria a tan distinguidos maestros y excelentes educadores huachanos, cuya sensibilidad social y literaria hizo posible lograr los objetivos sublimes de la educación. 
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Jorge Ortiz en el Primer Encuentro de la APLIJ 1982.
 De espaldas hablando, Roberto Rosario.
 
En el festival de poesía en el Campo de Marte que organizamos el año 1983
 aparecen Magdalena Espinoza García, Matilde Pérez Palacio, Andrés Mendizábal,
 Jorge Ortiz Dueñas, Jesús Cabel, Catalina Recabaren, Martha Muñoz de Coronado,
 Gustavo Armijos, César Toro Montalvo y Carlos Zúñiga,
 amigos integrantes de la Flamante APLIJ fundada un año atrás.
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Apreciando los frutos de su trabajo, pienso que los educadores de vocación, son además artistas, gente con el alma cultivada, capaz de emocionarse ante la maravilla de la naturaleza, el dolor humano, el triunfo de sus hermanos. Hombres o mujeres abiertos al cambio, prestos a la creatividad, como los viejos poetas huachanos cuyas anécdotas hemos recordado.
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Pido un aplauso por ellos.
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