domingo, 15 de julio de 2012

POESÍA DE RODOLFO ASCENCIO BARILLAS, DIRECTOR DE PRENSA INTERNACIONAL DE ASOLAPO-EL SALVADOR


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POESÍA DE ROLDOLFO ASCENCIO BARILLAS,


DIRECTOR DE PRENSA INTERNACIONAL DE ASOLAPO - EL SALVADOR



“PANTERA”

Rodolfo Ascencio Barillas

Yo soy el íngrimo carnicero de la noche solitaria
Y me vi en medio de la selva umbrosa
Y en la fría soledad de mi instinto homicida
Y en el verde esmeralda de tu carroña estremecida
Y en la hambruna de tu furia ponzoñosa
Y en la agonía feroz de tus garras embusteras
Y en la sombra perniciosa de tu repentina embestida.
Yo era el carnívoro que devoro tus entrañas maternales
Y el lascivo deseo de tus pechos macilentos
Y el impúdico helor de tus manchas inconscientes
Y la carroña que ata tus afiladas pretensiones
Y los canidos orgullos de tu inhumano sosiego
Y la presa que manaba en tu caliginosa guarida.
Yo era un patriarca en la sabana de tu reino
Y el Serengueti cancano de tus pantanos
Y los fisípedos ataques de tus atribuladas emociones.
Yo era el depredador de las penumbras borrascosas
Y la fiera temible de tus intrépidas pasiones
Y el espanto terrible de tus félidos alaridos
Y los híbridos fantasmas de tus impiedades desbordantes.
Yo existía para estremecer las congojas de tus praderas
Y destrozar tus atrevidas calamidades
Y destruir la paz de tu silencio amazónico
Y abatir la existencia de tus maculas ilusiones
Y morir en la tundra de tus insípidas tentaciones.
Yo era el nato asesino de tus amores
Y el destructor que mata sin rencores
Y acepta la muerte de tus triviales amaneceres,
Mientras tu furia acechaba mis dolores
Y crecías fuerte junto a los abismos de tus razones
Y desvelabas el gemido de tus indignas emociones,
Y a lo lejos se escuchaba el llanto de tus rubores
Y la desolada cañada escondía tus intrépidas seducciones.
Yo era un carnicero entre los carniceros
Y fiero en las indefensas caricias de tus venenosos labios,
Y la oportunidad en el claroscuro tus devoradas sensaciones
Y la sedienta emboscada que tus sueños destrozaban
Y las crueldades de mi espuma con tu sangre se mezclaban,
Y yo lentamente huía de tus vivérridos quejidos
Y lamentando el misterio de tus atávicos bramidos
Y los fastidios infernales de tus infinitas tentaciones.
Yo era, anillado y pardo en la oscura noche de valles fríos
Y el dolor del espanto que mi presa corrompía… 



“DIRECCION” 

Rodolfo Ascencio Barillas

Yo fui integro en el camino de todos tus senderos
Y anduve por los precipicios del mundo entero
Y me enrede en la confusión de tu amargo destino
Y me forje en los laberintos de tus sueños perdidos
Y llore en las ilécebras ponzoñosas de tu tormento.
Y cuando espere el retorno de los años de gloria
Aprendí a defender la causa de tus menesteres compungidos.
Yo fui el llanto de tus ignotos pesares
Y mi dolor aumento en detrimento de tus ardientes pasiones
Y mi lamento es interminable en tus impúdicas tentaciones
¡Oh! Impostura Ignavia de mis extraviadas ilusiones
Hasta cuando volveré a ver el camino de tus ansias perdidas
Y los rayos de luz que se filtran en tu alma erguida
Y los capullos que despiertan en el albor de un nuevo día
Y las burbujas vivientes de tus cristalinos manantiales,
Pero yo que he vivido en los bordes de tu universo enrarecido
Y he viajado en los pletóricos placeres de tu carne envilecida,
Y hoy que me doy cuenta de tus místicas razones
Y veo la claridad abundante de tus horizontes oscurecidos.
Yo que cabalgue galopante con las alas del viento
Y encontré pasadizos factibles en los misterios del mundo
Y en el prurito existir de tu creciente hierba entumecida
Y aprendí en la humildad que engrandece tu sediento intento,
Y yo en la tierra fui un esclavo de tus propios instintos
Y hoy presiento que la vida se nos va acabando
Y también la existencia en un soslayado lamento.
Ahora que los momentos felices van pasando
Y mi porvenir se convierte en un solo espanto
Allá en los viejos años de conmovidos recuerdos
Y el polvo del viento me ahogue en un grito de sangre
Y las flores marchitas olvidadas en el canto
Y mis ojos segados en sombras tenebrosas de llanto
Y recorra los senderos soñolientos de un prologado conticinio,
Y reprima mis emociones con tu imperecedero aliento
Y fenezca en la agonía de tus propias fantasías
Y la realidad que abate mis desastrosas conclusiones,
Yo busque soluciones en caminos equivocados
Y halle abismos en las distancias que el alma presiente
Y entonces regrese por respuestas impolutas
Y quise abrigar utopías de silenciosos pesares
Mientras agravios que dañaron el cosmos
Yo supe entender luceros que no llegaron
Y noches en la penumbra de tus manos silenciosas
Y tristezas en los ojos de tus gemidos estrepitosos
Y lamentos en los labios de tus caminos perniciosos
Sin embargo te vi en la soledad de tu lecho exaltado
Y llore en el manto de tu rostro compungido
Y en la llanura que acaricia tus verdes prados
Y en la mirada de tus mustios encantos,
Así viviré para soñar junto a tu iluminada sonrisa
Que hoy despierta con el atardecer del alba
Y con la sabiduría de tu palabra… 


 

“ELEGÍAS DE UN POETA” 

Rodolfo Ascencio Barillas

Yo muero y lloro en la fantasía mía
Y lo que Dios me ha dado, eso será
Porque lo que yo diga, no tiene sentido
Y en mi carne los gusanos serán invitados,
Yo vago por un mundo de sufrimientos
Y sueño con las hermosas musas del pantano
Y veré crecer la hierba en los pastos solitarios
Y en mi hastió moléculas de sangre de los surco de tu rostro
Y mi dolor que yace en las partículas de tu pecho
Y mi lengua en el paladar de tu sombra,
Yo naci en esta tierra de ilusiones lejanas
Y hombres macilentos al par como potros salvajes
Y unos me juzgaron, y otros me acecharon
Y también eran hijos de Dios,
Y yo con mi último aliento encontrare los planetas de tus ojos
Y no renunciare a las rocas de tus astros alejados
Y no callare el silencio de tus luciérnagas de estrellas,
Yo se cual es tu sueño y no perturbare;
Y ahora que vivo en las raíces de tus lagrimas estelares
Puedo acariciar el triste pesar de tu llanto,
Yo creo en los sueños míos, y vivo por ellos
Y nadie puede enturbiar las sombras de tu espanto
Ni espirales contumeriosos en tus recuerdos embravecidos,
Ni la voz molida en la garganta quejumbrosa
Y yo te sueño como eres en la orilla de universos peligrosos
Y no quiero ver lamentos en tus labios entumecidos
Ni llantos en las acuarelas de tus umbrales
Ni anhelos que se esparcen con el viento,
Yo te vi hundir tus sienes en el rio de tus ilusiones
Y te vi acercarte a tus constelaciones siderales
Venías cantando con la agonía en tu pecho
Y en las diáfanas mañanas junto a tus rubores
Y vi la paz de Dios en tu rostro compungido
Y en las discordias irremediables de tu aliento
Y yo rebase con el lúgubre canto de tu noche herida
Y hallare en el misterio místico de tu silencio
Y abrasare los manantiales de tus sombras onerosas
Y te llevare en la más alta colina de tus tristezas
Para que contemples conmigo tu canto
Y yo seguiré por caminos escarpados y espinosos… 


 

“FANTASÍA” 

Rodolfo Ascencio Barillas

Yo quise crecer en los sueños de tu pecho
Y vibrar en las alegrías de tus inhóspitas constelaciones
Y soñar con los jardines de tus frágiles estrellas
Yo quise volver a los bosques de tus espesas humedades
Y a los desbordantes manantiales de tus altas montañas
Yo quise encontrar los tejidos en tus incandescentes soles
Y en los surcos imborrables donde la luna deja tú huella
Yo creo en los universos de tu divino aliento
Y en la leche que fluye de tus tranquilos valles
Y en la noche de tus inciertos lamentos
Y en la paz de tus anhelantes momentos
También eres, la contradicción de tus razones impacientes
Y la hoguera ardiente de tus pasiones inherentes
En los planetas de tus púgiles atracciones
Y en la nimias tristezas de tus inquietas emociones
Y en la habitación de tus mustios secretos
Y en la roca que desliza tu frio corazón
Y en grito desenfrenado de tu inmundo pantano
Y en la niebla que mana de tus tiernos atardeceres
y en el rocío que moja tus frívolas tentaciones
Y en la voz que fenece con tu indiferente hermosura
Y yo, moriré en el regazo de tus cautivas ilusiones
Y mi dolor prevalecerá en tus locos amaneceres
Dulce fantasía de mis galaxias… 


 

“NOSOTROS MISMOS” 

Rodolfo Ascencio Barillas

La vida es tan breve que apenas suspiramos en el mundo
Y tenemos la oportunidad de vivir en la abundancia de su existencia
Y reflexionar de lo que aun no comprendemos,
Cuan maravilloso es vivir en los valles de deliciosos prados
Y de poseer la capacidad en prepararnos para la muerte
Y de vivir la sensatez para aceptar los diluvios de las desdichas
Y de comprender las irremediables cosas que no podemos cambiar
Y de evitar los caminos donde existen tantas espinas
Y los dolores que nunca curamos
Y los abismos que nos enseñan sin aprender,
Y a veces el orgullo se apodera de nuestras cadenas,
Y cuando estamos atrapados en las encrucijadas de la vida
Muchas veces buscamos encontrar salidas
Que ciegan el caminos de nuestras impactantes verdades
Y si no sabemos comprender absolutamente
No tendremos la oportunidad de encontrarnos a sí mismos
Y nuestra vanidad es la incierta gloria,
Y cuando no vencemos el miedo de no luchar
Y lloramos antes las adversidades del mundo
Y nuestros prejuicios son océanos de distintos continentes
Y le hacemos el bien a quienes nos pagan con mal
Y marginamos a los que nos develan la verdad,
Y cuando nos enfrentamos a los desafíos del mundo
Y somos fuertes para repeler nuestras debilidades
Y nos damos cuenta que nacimos para servir a los demás,
Y nuestra energía es la fuente en la efímera vida
Y cuando han pasado muchos años nos damos cuenta
Que dejamos escapar nuestros esfumados sueños
Y cuando en la vida pasamos en reuniones, lujos
Viajes, risas, poderes e incoherencias,
Y olvidamos el compromiso que nos empeños cotidianamente
Y cuando encontramos el significado de la majestuosa naturaleza
El aire puro que respiramos de las montañas
Las aves que siempre buscan sus nidos
Las quietas aguas de los silentes lagos
Los renos que deambulan en los fríos inviernos
Y las auroras que aparecen cada día
Y los ocasos que se ocultan en los profundos atardeceres
Y las estrellas que brillan en los ojos del alma
Y después de todo, que nos queda;
Un delirio, una espera y una vida breve
Canten todos y este será mi dolor…


 

“LUZ EN LA OSCURIDAD” 

Rodolfo Ascencio Barillas

Yo creo en ti, destino mío, sueño mío, y esperanza mía
Y en el futuro incierto de tus razones equivocadas
Y en suspiro inclaudicable de tu infatigable lucha
Y en la combativa tenacidad de tus abruptas impertinencias
Yo creo en el roció que beben los pájaros de la sombra
Y en los suspiros de tus incógnitos abismos
Y en el frenesí de tus acorraladas emociones
Y en los absurdos deseos de tu escalofriante boca
Y en los impresionantes besos que tus caricias invoca
En las plomizas mañanas de tus paralelos inviernos.
Yo vi la hierba crecer en tus oscuras manos
Y la impecable quietud de tu atolondrado pecho
Y el impropio silencio que aqueja tu aliento
Y la impudencia perecedera de tus desnudos desengaños
Y los lejanos recuerdos de tus inesperados ensueños
Y le triste pena de tu acelerado tormento
Y los laberintos perniciosos de tus arrebatos clandestinos
Y los padecimientos ingratos de tus decadentes regatos
Yo estoy enamorado de los andes alertos
Y las vertientes ruborosas de tus venas pertinentes
Y los hielos fríos de tus defectibles paraderos
Y los sufrimientos indescifrables de tus estragos someros
Y los desastres que provoca, y que a tus sonrojos provocan
Y el fastidio inmensurable que tu prestancia invoca
Y el dolor indubitable que tu alma desata
Y en los desastres que tus viles prejuicios maltrata
Y que a todos, el corazón, el alma, y el amor también mata.
Estos son nuestros tiempos promiscuos;
Lejanos y apurados de ansiedad
Y con épocas de trampas y engaños
Y de amaneceres decenarios
Y de auroras centenarias
Y de dolores milenarios
Y de sueños cuaternarios,
Y yo he visto las planicies de tu piel inerte
Y discierno mi rabia en tu delicado pecho.
Yo he vivido las decrepitaciones de tu tiempo
Y en la encrucijada inhóspita de tus desapacibles universos
Yo he sido el caudillo de tus apresurados besos
Y te he amado con tus injuriosos embelesos
Y he llorado en los mares de tu canto
Y en la pálida luz de tus tenebrosas penumbras.
Y he sido un estorbo en tus arquitectos aguaceros
Y en los azotes constantes de tus precipitados lamentos.
¿Yo me pregunto?
Quien soy cuando vuelvo desde los abismos
Y quien soy en la pradera de los desiertos
Y en el en el ocaso de tus desolados lamentos
Y quien soy en las delicias de tus interminables placeres
Y quien soy en los irremediables destinos del mundo
Y en los halitos abúlicos de tu estremecido aliento
Y quien soy en los sueños de tus fantasías continúas,
Y me sigo preguntando, quien soy…
Yo soy el hombre en las llamas indomables de tus infiernos
Y el alarido despavorido de tus incautos tormentos
Y el que llora incesante en tus labios de amapola
Y en el ferviente beso de tus siniestros hechizos
Y en los pedazos corrompidos de tus estragos estremecidos
Yo que quise alejarme de tus repetidas tempestades
Ahora soy una voz que recorre los senderos de tu ironía
Y la inmutable voz de tus desastrosas implosiones
Y la ineluctable tragedia de tus complicadas implicaciones.
Yo soy el cosmos de tus fantasías
Y la ansiedad perdurable del alma mía
Yo soy el mundo de tus pérfidas pasiones
Y la prisión de tus cautivas emociones
Y cuando era niño ignoraba las precipitaciones de tu alma
Y cuando fui adulto descubrí tus caóticas conmociones
Y también descubrí la agonía de tus exasperados besos
Y los celajes de tus purpúreas mejillas.
Así como yo soy ¡me aborreced!
Contenedme esta pasión loca
Y que mi dolor en un océano desemboca
Despiérname en tus mares de deseo
Y que en los infinitos placeres, yo creo
Fastidioso, ignominioso y espantoso,
Pecando y navegando
Y su estigma es la estrella de mis tristezas
En la fría noche de un corazón inerte
Y viviré al final de tu sendero
Y seré, lodo, barro y tierra,
Esperad vosotros los designios de tu mente
Esperad todas sus locuras impudentes
Y yo me encuentro atrapado eternamente…


 

“CATASTROFE” 

Y Rodolfo Ascencio Barillas

Yo fui aquel que habitaba en la soledad de mi llanto
Y el que lloraba cual torrente de abundantes ilusiones
Y el que soñaba con las insaciables noches de placeres
Y que gemía en el lamento de tus extraviados besos,
Yo fui aquel sueño perdido en tus incandescentes brazos
Y el arrogante destello de tus ojos mañaneros
Y el desagravio de tus impúdicas tentaciones
Y el prudente desavío de tus implacables intenciones
Ese soy yo, aquel que pudo amarte con locura
Y el que probó el insípido néctar de tu amargura
Y el que arrastra la brisa en los tamos del viento
Y el que resbala en los peñascos de tu aliento
Y el que vuela en las hojas de tus altos precipicios,
Y fui atribulado por tus vanidades espantosas
Y fui desbaratado en tus ruinas perniciosas,
Yo fui aquel que lloraba en el éxtasis de tus improperios
Y el que soporto la pena de tus infieles seducciones
Y el agobio aflictivo de tus solitarias pasiones
Y el edén paranoico de tus viles emociones.
Yo fui aquel que rebosaba en tus sediciosos encantos
Y el que recurría a tus pecaminosos quebrantos
Y el que una vez amaba tus caprichosos denuestos.
Yo fui aquel queme deleitaba en el oasis de tus viles momentos
Y el rió que corría en agonía a tus desbordantes guaridas
Y tú que eras la fría roca de mi desolado pecho
Y el estropicio viviente de mi perenne tormento.
Yo fui aquel esclavo de tus escalofriantes prisiones
Y el grito desastroso de tus inmoladas perturbaciones
Y el pesar constante de tus indiferentes frivolidades
Y el dolor que calcina el fuego de tus ardientes ilusiones
Y el espanto que asola tus recuerdos agonizantes
Y las tinieblas quejumbrosas de tus inciertos amores
Yo fui aquel que en tu habitación soñaba tus siniestras fantasías
Y el que esperaba con asombro tus abominables suspiros
Y el que vivía adusto en tus detestables aflicciones
Y en las manos avarientas de tus exquisitos manantiales,
Yo fui la carne exhaustiva de tus execrables expectaciones
Así eras, sombra exorbitante de tus concupiscentes placeres
Y a mi vida le brindaste tus exultadas conmociones
Y bebí la cicuta de tus turbulentas seducciones
En la planicie de tus libidinosos amaneceres.
Yo fui aquel que navegaba en los océanos de tus impudentes olas
Y anclado en los puertos de tus apetitos placenteros
Y te amaba en la fatiga de tus embestidas conclusiones,
Ese soy yo, el que soñaba en la inminencia de tus noches perniciosas
Y en las espinas de tus montañas silenciosas
Y en las brasas de tus fuegos temerarios
Yo fui aquel, que escribí los versos de tus acérrimas precipitaciones
Y las tristezas inertes de tus inhóspitas travesías
Pero sigo encadenado a tus despiadadas sensaciones,
Y un día la aurora de tus ojos esmeraldinos
Me librara del cautiverio de tus azotes
Y yo te amaré en mis tristezas…. 





Rodolfo Ascencio Barillas


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ESTAMPAS DE EL SALVADOR (Editado por Nalo Alvarado Balarezo)