jueves, 31 de mayo de 2012

YUNGAY, POR SIEMPRE INSEPULTA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN (CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA)


YUNGAY, POR SIEMPRE INSEPULTA
.
Danilo Sánchez Lihón

1.




Sidra
y ajenjo bebí anoche en el Goyescas,
herido
por el derrumbe de un alud e infinidad
de muertos
en las faldas de la Cordillera Blanca,
de nieves
eternas y hoy panteón de inocentes.



Así anduve
a tientas, deteniéndome en alguna
esquina,
frente a escudos, blasones y charcos,
mirando
el final de las avenidas; enseñándole
los dientes,
al sol, perro alado, mosca o tábano.

Beber
así, para un hombre desgarrado
y entristecido
hasta el fondo del alma, es grave.
Es rodar
por un abismo sin centro ni orillas.
¡Es fatal!

2.

Después
vino un amigo y me habló largamente
de su muchacha.

Lloró hiriendo sus manos con cardos
y ortigas
silvestres que adornaban la mesa. Yo
no quise
recordar tus ojos, Yungay, ni el clavel
de esa fuente.
Ni la tarde en tu plaza donde la garúa
mojó
mis cabellos y esta pena sin camino
ni posada.

En donde hundí mis manos laceradas
en el agua
quieta de sus pilastras abandonadas.
Ahora
en el cuenco de piedra ya no te hallo
amor
mío. ¿Adonde torcaza has volado?

3.

Hoy al amanecer, copio, loco,
aterido
y otra vez delirante estas notas:

"En Yungay
todo desaparecido. Nada ha
caído
ni se ha roto, porque todo yace
sepulto.
No son restos de una vasija
rota;
ni es un campo sin puertas
expuesto
para las alimañas y las ratas.



Allí
donde Almagro "El viejo" ordenó
acuchillar
a quinientas mujeres grávidas,
cercenando
él mismo sus senos con la mohosa
espada!
Ahora, sólo el hilo de las arañas
queda.
¡Caminos que se quebrarán también
un día!"


4.

Después
me encontré contigo en el parque
¡oh ánima
sobre la luz descorazonada! Y
dijiste
a tientas detrás de la lluvia que
empezó
a caer: que no sentías nada, que
tres
palmeras en un pantano no eran
la clave,
ni el signo ni el gesto de un dios
inclemente
ni despiadado sobre la tierra silente,
y desolada
sino nada, sólo la roca sin alma
y sin mente.

Es decir:
¡nada! Y eso en verdad ¡era cierto!

5.

Vi
después en tus párpados fugaz
congelada
y sin apenas nacer un lágrima.

Fue
allí entonces que te pregunté
por Irene.

Y dijiste:
"Caído el puente, las mujeres
con sus hijos
arrodillados esperaron la avalancha.
¡Piedra
y nieve sepultando a un eterno
y dolido
corazón! Fue en ese instante que
vieron
al diablo escapar con el rabo entre
las piernas
huyendo como a Almagro “El malo”
insidioso
por la Pampa de las Vizcachas".

6.

En Lima Diego de Almagro, tú y yo,
seguimos
salvos, mirándonos frente a frente
en el Goyescas,
sabiendo que es él quien mueve
la tierra,
quien rebusca tesoros matando lo
tierno.
Quien ahoga los gritos y lamentos
con su mohosa
espada, aún no reseca ni de esa
sangre,
ni de esas lágrimas.

7.

Y hoy tú,
amor mío, fuiste conmigo, en esta
tarde
atroz y asombrada al Panteón
de Surco,
donde otra vez escuchamos llorar
a la cuculí
en la tumba de los muertos. Y en ese
sitio
era nuevo y salvaje otra vez
su canto.
.

Texto que puede ser reproducido
citando autor y fuente 

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