lunes, 28 de mayo de 2012

NEGOCIACIÓN (ENTRE DOS FUEGOS: HISTORIAS DE INGENIEROS) - ESCRIBE FRANSILES GALLARDO (MAGDALENA - CAJAMARCA)




NEGOCIACIÓN

Fransiles Gallardo

Artidoro Yopla, secretario general, Tarcisio Alejos y Josefino Mayta, secretario de organización y defensa del sindicato; no logran convencernos ni sustentar como es debido el “item treintaidós” de su propuesta “la empresa contribuirá con una asignación mensual del diez por ciento de sus ganancias brutas, para el fortalecimiento gremial de nuestro glorioso sindicato y de apoyo a las bases clasistas, que luchan por el proletariado nacional y la toma del poder popular”.

La negociación del pliego de reclamos con el sindicato de obreros, está en un punto neutro.

Desde el pasadizo del segundo piso de la fábrica, observo el patio central de la fábrica y la optimista inscripción “sólo cuando el mundo deje de vestir, textil San Rafaelito dejará de existir”, me incita a creer “que todo está bien, que nada malo está sucediendo”.

-Es cuestión de óptica y percepción- me comenta el mayor GC Rodríguez, jefe de seguridad de la planta, en tanto revisa la cacerina de su revólver- por si acaso, ingeniero; nadie sabe- y se aleja rumbo a su caseta.

Muevo la cabeza, negativamente “así como van las cosas, es cuestión de tiempo, nada más”, apesadumbrado.

-Pensar que cuando llegué hace ocho años, éramos la mejor textilera de Lima; solo La Unión nos igualaba- nostálgico y triste- de a pocos la vamos destruyendo-  me lamento.

  Alicia Medrano, mi secretaria; con su sonrisa de niña buena y su entornada mirada, de cuando las cosas están difíciles; me dice:

-Ingeniero, el presidente del directorio quiere verlo- poniéndose el lápiz sobre sus labios pintados de café oscuro- está reunido con el gerente general.

Lo miro asombrado.

-¿No sabes para que es?- niega moviendo su enrulada cabellera negra y por su mirada “tres años trabajando juntos”, puedo afirmar que conoce el motivo “no va a decirme nada”, sospecho.

-O es para botarme o para nombrarme gerente general- le digo sonriendo nervioso- para que otra cosa pueden llamarme- poniéndome el saco que está sobre el perchero, detrás de la puerta –tu sabes que siempre he sido perfil bajo; sólo cuando hay dificultades, me llaman- me quejo.

Sonriendo me mira intensamente con sus ojos claros, como adivinando mis pensamientos.

Reviso mentalmente los últimos sucesos y las decisiones tomadas dentro de la fábrica.

 La situación está movidaza: han parado los empleados, los obreros hace quince días que están de huelga, atacaron  la fábrica y las ventas han bajado; la situación no puede estar peor.

 A lo largo de la carretera central se ha instalado el terror.

-Adelante míster inginiers- me invita don Saúl Blackerson, mezclando el español “mucho difícil” con el inglés “veri gud”; desde su sillón de respaldar bajo “tan chiquito para un hombre tan grandazo”, sus vivaces ojos azules y su cara colorada.

-Buenos días- saludo y atravieso los cinco metros alfombrados, que hay desde el ingreso hasta su enorme escritorio de caoba “tendrá por lo menos treinta años ese mueble”, las patas talladas como garras de león.

Con el ingeniero Roberto Suaznábar, gerente general de la fábrica revisan unos documentos.

Dos tazas de café a medio consumir sobre el escritorio, delatan que la reunión, tiene por lo menos un par de horas.

-Usted negouciar pliego de reclaumos con sindicatou de obreuros- me dice sin pestañear - de usted depender que fábrica no perder; pero sindicatou creer que ha ganadou- moviendo su sillón de un lado a otro –pedir barbaridades.

 Alargando su brazo me entrega un fólder amarillo, donde supongo se encuentran los reclamos.

Usted saber queu estaumos casi quebraudos- poniéndose mas colorado todavía.

En la pared del fondo, la foto en óleo de don Otto Blackerson Berenesky “lo conocí muy viejito ya, siempre con su pipa en la mano” un judío polaco venido al Perú, después de la segunda guerra mundial y fundador de la empresa a principios de los años sesenta.

-Pero…señor?- entendiendo la magnitud del encargo.

Desde la ventana se ven los telares en movimiento y  el ir y venir de los obreros llevando fardos de tela.

-Tomar providencias, sou tiempo, inginiers; si querer caja chica hablar con administrador- me dice acomodándose el nudo de su corbata, “tiene dibujos del pato donald”  y sonrío “ah, ser bonitou regalo de mi mujer, por navidad” dice, adivinando mis pensamientos.

El Ingeniero Suaznábar se levanta.

-Solo es cuestión de que ponga su cara de buena gente, ingeniero y todo saldrá bien- dándole la mano a don Samuel Blackerson; me toma del brazo, explicándome en el trayecto, las estrategias que hay que seguir.

El ruido de las máquinas, sordamente llega hasta aquí.

-En usted confiar, míster inginiers- dice finalmente, antes de cerrar la puerta de su despacho.

Pasado el mediodía, el señor Blackerson renunció como presidente del directorio de la empresa y esta noche vuela a San Francisco.

-Terorismo mi estar arruinando- viajará a donde están su mujer y sus tres hijos, desde seis meses.

Probablemente no regrese “mi retornar depender circunstancias”, la fábrica está en bancarrota “mi platau estar en Gran Caymán”, hay amenazas “patronal explotadora, chupasangre”; otras más “pronto caerán, el sindicato lo hará”, presiones  mi irme con mi familiau” tomándose el último whisky en la sala de espera internacional del aeropuerto Jorge Chávez.

La reunión se inició el lunes dieciocho, a las diez de mañana.

Para  meter presión el sindicato ha movilizado a un centenar de obreros “viva el glorioso sindicato de obreros de San Rafaelito”, “viva”; “viva nuestro pliego de reclamos”, “viva; “viva el proletariado peruano”, “viva”; “abajo la clase explotadora”, “abajo”; “si no hay solución, la huelga continúa”; “palmas revolucionaras, compañeros”, “palmas”.

Han sido largas y tediosas horas de tensión y espera “lo que digan las bases, compañeros”, de argumentos “mejores condiciones de trabajo o nada”, de réplicas “hay serios problemas financieros, que ustedes quieren soslayar”, de llamadas telefónicas y consultas de ambas partes “no acepten nada, compañeros, el pliego completo o paramos la fábrica”, de amenazas y recriminaciones “en ningún lugar del mundo se paga a un sindicato, para que le haga huelga a su propia empresa”.

Estoy agotado, “mucha saliva señores y nada en concreto”, las bases “nos vamos a la huelga general indefinida, compañeros”, los dirigentes del sindicato están exhaustos. Son las presiones; diferentes “pero presiones, al fin”.

Esta mañana el cerco de ladrillos de la fábrica, amaneció con inscripciones “sindicato traidor”, pintas “Artidoro Yopla vendido”, “ingeniero Andrés Arnoldo Valdivia, explotador”; ese soy yo “patria o muerte, venceremos”, amenazas “muerte a los traidores”.

Son las siete de la noche del jueves y treintaiún puntos del pliego han sido resueltos “aumento salarial por la inflación del trescientos por ciento; no cincuenta porque no hay plata; doscientos cincuenta; no setentaicinco, las ventas han bajado; doscientos; cien y no más, tenemos que reemplazar las máquinas que la explosión destruyó”.

Discusiones entre los miembros del sindicato “que se paguen los días de huelga”, consultas “sí; pero que recuperen las horas perdidas”, idas y venidas “aprobado”, otros pedidos “mejores condiciones de trabajo” aprobado y etc, etc.

Es el item treintaidós del pliego, el que ha empantanado la negociación.

 Escuchamos sus planteamientos “lo que aquí se apruebe, tiene que  ser refrendado por la empresa, que es la que paga”, no nos convencen “es gremial, sindical”, los refutamos “la empresa no puede financiar proyectos ajenos a la fábrica“, mas argumentos “tenemos que apoyar a nuestros hermanos en lucha de los demás sindicatos”, refutaciones “apóyenlos con su plata; estamos casi quebrados y a punto de cerrar”, otros argumentos “es solidaridad con los sindicatos en lucha”, réplicas “cuando cierre la fábrica y nos quedemos sin trabajo, quien va ser solidario con ustedes, con nosotros”.

La discusión está en un punto muerto “no hablemos de muertos ni heridos, que la  situación está brava”, empantanada “son las siete de la noche señores, mañana continuamos”, nos miramos “si no hay argumentos contundente; mañana contra la opinión del mundo, cerramos el pliego”;  nos estrechamos las manos “no sea tan radical, ingeniero”.

Salgo al patio central y la brisa que mece a los álamos perimetrales golpea mi cara, “es bueno respirar el aire fresco”.

Dos explosiones seguidas remecen la noche y me asustan “debe ser por Vitarte”, el ruido de las sirenas, me estremecen “sendero está tocando las puertas de Lima”, hay apagones semanales y las banderas de sendero flamean en los postes “la policía busca a Abimael Guzmán por las barriadas y como locos”, antorchas dibujando la hoz y el martillo en el cerro San Cristóbal; desesperados todos.

Llego a casa y me recibe Korycha “linda mi cholita, dando sus primeros pasitos”, con sus manitas abiertas “hola preciosura”, sus ojos grandes “sacó los ojos de la abuela” y su inconsistencia al caminar “pareces el patito lindo del cuento”; la tomo entre mis brazos y la cargo “es bueno volver a casa”, suspiro aliviado.

Mi mujer se acerca tímidamente: “hola amor”, la beso en los labios  ”esto ha llegado”, llorosa.

Es un sobre Manila: “Te mataremos, perro explotador; Partido Comunista del Perú, sendero luminoso”, escrito con plumón rojo.

He recibido amenazas en el trabajo “conocen mi casa”, me desespero “mi familia, carajo”, se me aceleran los latidos, en el corazón y en el cerebro y ahora?;  trato de calmar a mi mujer.

-¿Qué va a pasarnos Andrés, que va a pasarnos?-  sentada en el sillón de cuero de la sala, gime silenciosa- mi hija, ¿que va a pasarle?, se lamenta.

-Nada, mi amor, nada; te lo prometo- mi hija también está llorando “se me parte el alma”; que hacer en este desesperado momento “siempre he sido bueno decidiendo cosas ajenas; pero ahora?”.

No he podido dormir. Que va a pasar.

Los disparos, me sobresaltan “las sirenas suenan cerca”.

Cansado y ojeroso me levanto; me ducho “a ver si el agua fría, calma mi tensión”.

Hasta mí llega el olor a café recién pasadito “será un día batallador”, desayuno apresurado para ir a la fábrica.

-Enciende el televisor amor, para ver las noticias- decidido a culminar con la negociación, hoy día. Si o si.

Un reportero aparece narrando un crimen de madrugada.

-Alrededor de las cinco y media de la mañana ha sido asesinado a una persona desconocida; le han disparado dos balazos en el pecho y lo han rematado con un tiro en la cabeza; al parecer ha sido un grupo terrorista.

Siento una corazonada y me paralizo.

Acercan la cámara y lo reconozco.

- ¡¡Mierda es el Artidoro!!- exclamo desesperado.

Sobre su camisa celeste manchada de rojo coagulado; una cartulina “así mueren los traidores” y una hoz y un martillo en rojo.

Su rostro es una mueca adolorida.

Su cuerpo es un charco de sangre, sobre el pisoteado polvo de la carretera central. Un muerto más, que los transeúntes miran sin mirar

En la fábrica, la noticia la sabían hace dos días.


COMENTARIO:

Mark R. Cox


Presbyterian College- USA


REVISTA DE CRÍTICA LITERARIA LATINOAMERICANA

Año XXXIV, No. 68. Lima-Hanover NH, 2º Semestre de 2008, pp. xx-yy


BIBLIOGRAFÍA ANOTADA DE LA FICCIÓN NARRATIVA PERUANA SOBRE LA GUERRA INTERNA DE LOS AÑOS OCHENTA Y NOVENTA

Mark R. Cox

Presbyterian College

Poco más del 30% de la población peruana vive en el norte, pero sólo se ha podido encontrar obras de diecisiete norteños (de Cajamarca, La Libertad, Lambayeque, Loreto, Piura y San Martín), es decir el 10.1%
del total de escritores.

Éstos han publicado cuarenta y cuatro cuentos y cuatro novelas, pero la producción se ve aún más escasa, al considerar que Yehudá Pezaj y Fransiles Gallardo, son responsables de más de la mitad (veinticuatro) de los cuentos.

Los peruanos y los peruanistas sabemos que el Perú es un país complejo y con muchos problemas, pero que también es un país rico y fascinante en su espectro cultural.

Las personas que han muerto y han sufrido tanto durante esos años, y las que han hecho el esfuerzo de escribir cuentos y novelas, merecen estudios serios que reflejen las diferentes perspectivas acerca del país de los peruanos y de la literatura del país.

Gallardo, Fransiles (Cajamarca 1954). Entre dos fuegos: Historias de ingenieros. Lima: Arteidea, 2007.

1) “Entre dos fuegos”: Después de ser visitada por los subversivos y los sinchis, una pareja tiene un hijo muerto y una hija violada.
2) “Hermosura”: Un capitán le enseña a un ingeniero su metralleta.
3) “Por la madre”: Vuelto a su pueblo para el Día de la Madre, un ingeniero es detenido por policías borrachos.
4) “Justina”: Un ingeniero escapa de una incursión subversiva a un pueblo.
5) “Puente Bayley”: Los subversivos dinamitan un puente.
6) “Biografía no documentada”: Un ingeniero escapa de un juicio popular.
7) “Robo”: Un guardián roba la dinamita que cuida y les echa la culpa a los subversivos.
8) “Publicidad”: Los subversivos modifican el letrero de un empresa para promover a SL y nadie se atreve a cambiarlo.
9) “Conocido desconocido”: Miembros del MRTA detienen un ómnibus y revisan a los pasajeros.
10) “Ráfaga”: Un ingeniero y sus obreros son sometidos a un juicio popular.
11) “Mañana a las ocho”: Por miedo a los subversivos, las autoridades de un pueblo expulsan a los ingenieros contratados para construir una posta médica.
12) “Al paso”: Un ingeniero es forzado a prestar su camioneta a los subversivos.
13) “De años”: Después de veintitrés años un ingeniero se encuentra con un amigo, que resulta que es maestro. Cuando va a visitarlo ocurre un ataque de la subversión a su oficina.
14) “Desconocidos casi amigos”: Un ingeniero tiene que llevar a un subversivo herido al hospital.
15) “Negociación”: Los subversivos amenazan de muerte a un ingeniero que negocia con un sindicato.