NEGOCIACIÓN
Fransiles Gallardo
Artidoro
Yopla, secretario general, Tarcisio
Alejos y Josefino Mayta, secretario de organización y defensa del sindicato; no
logran convencernos ni sustentar como es debido el “item treintaidós” de su propuesta “la empresa contribuirá con una asignación mensual del diez por ciento
de sus ganancias brutas, para el fortalecimiento gremial de nuestro glorioso
sindicato y de apoyo a las bases clasistas, que luchan por el proletariado
nacional y la toma del poder popular”.
La
negociación del pliego de reclamos con el sindicato de obreros, está en un
punto neutro.
Desde
el pasadizo del segundo piso de la fábrica, observo el patio central de la
fábrica y la optimista inscripción “sólo
cuando el mundo deje de vestir, textil San Rafaelito dejará de existir”, me
incita a creer “que todo está bien, que
nada malo está sucediendo”.
-Es cuestión de óptica y
percepción- me comenta el mayor GC
Rodríguez, jefe de seguridad de la planta, en tanto revisa la cacerina de su
revólver- por si acaso, ingeniero; nadie
sabe- y se aleja rumbo a su caseta.
Muevo
la cabeza, negativamente “así como van
las cosas, es cuestión de tiempo, nada más”, apesadumbrado.
-Pensar que cuando llegué hace
ocho años, éramos la mejor textilera de Lima; solo La Unión nos igualaba-
nostálgico y triste- de a pocos la vamos
destruyendo- me lamento.
Alicia Medrano, mi secretaria; con su sonrisa
de niña buena y su entornada mirada, de cuando las cosas están difíciles; me
dice:
-Ingeniero, el presidente del directorio quiere
verlo- poniéndose el lápiz sobre sus labios pintados
de café oscuro- está reunido con el
gerente general.
Lo
miro asombrado.
-¿No sabes para que es?-
niega moviendo su enrulada cabellera negra y por su mirada “tres años trabajando juntos”, puedo afirmar
que conoce el motivo “no va a decirme
nada”, sospecho.
-O es para botarme o para
nombrarme gerente general- le digo sonriendo nervioso- para que otra cosa pueden llamarme-
poniéndome el saco que está sobre el perchero, detrás de la puerta –tu sabes que siempre he sido perfil bajo; sólo cuando hay dificultades, me llaman- me quejo.
Sonriendo
me mira intensamente con sus ojos claros, como adivinando mis pensamientos.
Reviso
mentalmente los últimos sucesos y las decisiones tomadas dentro de la fábrica.
La situación está movidaza: han parado los
empleados, los obreros hace quince días que están de huelga, atacaron la fábrica y las ventas han bajado; la
situación no puede estar peor.
A lo largo de la carretera central se ha
instalado el terror.
-Adelante míster inginiers-
me invita don Saúl Blackerson, mezclando el español “mucho difícil” con el inglés “veri
gud”; desde su sillón de respaldar bajo “tan chiquito para un hombre tan grandazo”, sus vivaces ojos azules
y su cara colorada.
-Buenos días-
saludo y atravieso los cinco metros alfombrados, que hay desde el ingreso hasta
su enorme escritorio de caoba “tendrá por
lo menos treinta años ese mueble”, las patas
talladas como garras de león.
Con
el ingeniero Roberto Suaznábar, gerente general de la fábrica revisan unos
documentos.
Dos
tazas de café a medio consumir sobre el escritorio, delatan que la reunión,
tiene por lo menos un par de horas.
-Usted negouciar pliego de
reclaumos con sindicatou de obreuros- me dice sin
pestañear - de usted depender que fábrica
no perder; pero sindicatou creer que ha ganadou- moviendo su sillón de un
lado a otro –pedir barbaridades.
Alargando su brazo me entrega un fólder
amarillo, donde supongo se encuentran los reclamos.
–Usted saber queu estaumos casi quebraudos-
poniéndose mas colorado todavía.
En
la pared del fondo, la foto en óleo de don Otto Blackerson Berenesky “lo conocí muy viejito ya, siempre con su
pipa en la mano” un judío polaco venido al Perú, después de la segunda
guerra mundial y fundador de la empresa a principios de los años sesenta.
-Pero…señor?-
entendiendo la magnitud del encargo.
Desde
la ventana se ven los telares en movimiento
y el ir y venir de los obreros llevando
fardos de tela.
-Tomar providencias, sou tiempo, inginiers;
si querer caja chica hablar con administrador- me dice acomodándose el nudo
de su corbata, “tiene dibujos del pato
donald” y sonrío “ah, ser bonitou regalo de mi mujer, por
navidad” dice, adivinando mis pensamientos.
El
Ingeniero Suaznábar se levanta.
-Solo es cuestión de que ponga su cara de buena gente, ingeniero y todo saldrá
bien- dándole la mano a don Samuel
Blackerson; me toma del brazo, explicándome en el trayecto, las estrategias que
hay que seguir.
El
ruido de las máquinas, sordamente llega hasta aquí.
-En usted confiar, míster
inginiers- dice finalmente, antes de cerrar la
puerta de su despacho.
Pasado
el mediodía, el señor Blackerson renunció como presidente del directorio de la
empresa y esta noche vuela a San Francisco.
-Terorismo mi estar arruinando-
viajará a donde están su mujer y sus tres hijos, desde seis meses.
Probablemente
no regrese “mi retornar depender
circunstancias”, la fábrica está en bancarrota “mi platau estar en Gran Caymán”, hay amenazas “patronal explotadora, chupasangre”; otras más “pronto caerán, el sindicato lo hará”, presiones “mi irme con mi familiau” tomándose el
último whisky en la sala de espera internacional del aeropuerto Jorge Chávez.
La
reunión se inició el lunes dieciocho, a las diez de mañana.
Para
meter presión el sindicato ha movilizado a un centenar de obreros “viva el glorioso sindicato de obreros de
San Rafaelito”, “viva”; “viva nuestro pliego de reclamos”, “viva; “viva el
proletariado peruano”, “viva”; “abajo la clase explotadora”, “abajo”; “si no
hay solución, la huelga continúa”; “palmas revolucionaras, compañeros”,
“palmas”.
Han
sido largas y tediosas horas de tensión y espera “lo que digan las bases, compañeros”, de argumentos “mejores condiciones de trabajo o nada”,
de réplicas “hay serios problemas
financieros, que ustedes quieren soslayar”, de llamadas telefónicas y
consultas de ambas partes “no acepten
nada, compañeros, el pliego completo o paramos la fábrica”, de amenazas y
recriminaciones “en ningún lugar del
mundo se paga a un sindicato, para que le haga huelga a su propia empresa”.
Estoy
agotado, “mucha saliva señores y nada en
concreto”, las bases “nos vamos a la
huelga general indefinida, compañeros”, los dirigentes del sindicato están
exhaustos. Son las presiones; diferentes “pero
presiones, al fin”.
Esta
mañana el cerco de ladrillos de la fábrica, amaneció con inscripciones “sindicato traidor”, pintas “Artidoro Yopla vendido”, “ingeniero Andrés
Arnoldo Valdivia, explotador”; ese soy yo “patria o muerte, venceremos”, amenazas “muerte a los traidores”.
Son
las siete de la noche del jueves y treintaiún puntos del pliego han sido resueltos “aumento salarial por la inflación del
trescientos por ciento; no cincuenta porque no hay plata; doscientos cincuenta;
no setentaicinco, las ventas han bajado; doscientos; cien y no más, tenemos que
reemplazar las máquinas que la explosión destruyó”.
Discusiones
entre los miembros del sindicato “que se
paguen los días de huelga”, consultas
“sí; pero que recuperen las horas perdidas”, idas y venidas “aprobado”, otros pedidos “mejores
condiciones de trabajo” aprobado y etc, etc.
Es
el item treintaidós del pliego, el que ha empantanado la negociación.
Escuchamos sus planteamientos “lo que aquí se apruebe, tiene que ser refrendado por la empresa, que es la que
paga”, no nos convencen “es gremial,
sindical”, los refutamos “la empresa
no puede financiar proyectos ajenos a la fábrica“, mas argumentos “tenemos que apoyar a nuestros hermanos en
lucha de los demás sindicatos”, refutaciones “apóyenlos con su plata; estamos
casi quebrados y a punto de cerrar”, otros argumentos “es solidaridad con los
sindicatos en lucha”, réplicas “cuando cierre la fábrica y nos quedemos sin
trabajo, quien va ser solidario con ustedes, con nosotros”.
La
discusión está en un punto muerto “no
hablemos de muertos ni heridos, que la
situación está brava”, empantanada “son las siete de la noche señores, mañana continuamos”, nos
miramos “si no hay argumentos
contundente; mañana contra la opinión del mundo, cerramos el pliego”; nos estrechamos las manos “no sea tan radical, ingeniero”.
Salgo
al patio central y la brisa que mece a los
álamos perimetrales golpea mi cara, “es
bueno respirar el aire fresco”.
Dos
explosiones seguidas remecen la noche y me asustan “debe ser por Vitarte”, el ruido de las sirenas, me estremecen “sendero está tocando las puertas de Lima”, hay
apagones semanales y las banderas de sendero flamean en los postes “la policía busca a Abimael Guzmán por las
barriadas y como locos”, antorchas dibujando la hoz y el martillo en el
cerro San Cristóbal; desesperados todos.
Llego
a casa y me recibe Korycha “linda mi
cholita, dando sus primeros pasitos”, con sus manitas abiertas “hola preciosura”, sus ojos grandes “sacó los ojos de la abuela” y su
inconsistencia al caminar “pareces el
patito lindo del cuento”; la tomo entre mis brazos y la cargo “es bueno volver a casa”, suspiro
aliviado.
Mi
mujer se acerca tímidamente: “hola amor”,
la beso en los labios ”esto ha llegado”, llorosa.
Es
un sobre Manila: “Te mataremos, perro
explotador; Partido Comunista del Perú, sendero luminoso”, escrito con
plumón rojo.
He
recibido amenazas en el trabajo “conocen
mi casa”, me desespero “mi familia,
carajo”, se me aceleran los latidos, en el corazón y en el cerebro y ahora?; trato de calmar a mi mujer.
-¿Qué va a pasarnos Andrés, que va a
pasarnos?- sentada en el sillón de cuero de la sala, gime silenciosa- mi hija, ¿que va a pasarle?, se lamenta.
-Nada, mi amor, nada; te lo
prometo- mi hija también está llorando “se me parte el alma”; que hacer en este
desesperado momento “siempre he sido
bueno decidiendo cosas ajenas; pero ahora?”.
No
he podido dormir. Que va a pasar.
Los
disparos, me sobresaltan “las sirenas
suenan cerca”.
Cansado
y ojeroso me levanto; me ducho “a ver si
el agua fría, calma mi tensión”.
Hasta
mí llega el olor a café recién pasadito “será
un día batallador”, desayuno apresurado para
ir a la fábrica.
-Enciende el televisor amor,
para ver las noticias- decidido a culminar con la
negociación, hoy día. Si o si.
Un
reportero aparece narrando un crimen de madrugada.
-Alrededor de las cinco y media de la mañana
ha sido asesinado a una persona desconocida; le han disparado dos balazos en el
pecho y lo han rematado con un tiro en la cabeza; al parecer ha sido un grupo
terrorista.
Siento
una corazonada y me paralizo.
Acercan
la cámara y lo reconozco.
- ¡¡Mierda es el Artidoro!!-
exclamo desesperado.
Sobre
su camisa celeste manchada de rojo coagulado; una cartulina “así mueren los traidores” y una hoz y un martillo en rojo.
Su
rostro es una mueca adolorida.
Su
cuerpo es un charco de sangre, sobre el pisoteado polvo de la carretera
central. Un muerto más, que los transeúntes miran sin mirar
En
la fábrica, la noticia la sabían hace dos días.
COMENTARIO:
Mark
R. Cox
Presbyterian
College- USA
REVISTA DE CRÍTICA LITERARIA
LATINOAMERICANA
Año XXXIV, No. 68. Lima-Hanover NH, 2º
Semestre de 2008, pp. xx-yy
BIBLIOGRAFÍA
ANOTADA DE LA
FICCIÓN NARRATIVA PERUANA SOBRE LA GUERRA INTERNA DE
LOS AÑOS OCHENTA Y NOVENTA
Mark
R. Cox
Presbyterian
College
Poco más del 30% de la población
peruana vive en el norte, pero sólo se ha podido encontrar obras de diecisiete
norteños (de Cajamarca, La Libertad,
Lambayeque, Loreto, Piura y San Martín), es decir el 10.1%
del total de escritores.
Éstos han publicado cuarenta y cuatro
cuentos y cuatro novelas, pero la producción se ve aún más escasa, al considerar
que Yehudá Pezaj y Fransiles Gallardo, son responsables de más de la mitad
(veinticuatro) de los cuentos.
Los peruanos y los peruanistas sabemos
que el Perú es un país complejo y con muchos problemas, pero que también es un
país rico y fascinante en su espectro cultural.
Las personas que han muerto y han
sufrido tanto durante esos años, y las que han hecho el esfuerzo de escribir
cuentos y novelas, merecen estudios serios que reflejen las diferentes
perspectivas acerca del país de los peruanos y de la literatura del país.
Gallardo, Fransiles (Cajamarca 1954). Entre
dos fuegos: Historias de ingenieros. Lima: Arteidea, 2007.
1) “Entre dos fuegos”: Después de ser
visitada por los subversivos y los sinchis, una pareja tiene un hijo muerto y
una hija violada.
2) “Hermosura”: Un capitán le enseña a
un ingeniero su metralleta.
3) “Por la madre”: Vuelto a su pueblo
para el Día de la Madre,
un ingeniero es detenido por policías borrachos.
4) “Justina”: Un ingeniero escapa de
una incursión subversiva a un pueblo.
5) “Puente Bayley”: Los subversivos
dinamitan un puente.
6) “Biografía no documentada”: Un
ingeniero escapa de un juicio popular.
7) “Robo”: Un guardián roba la
dinamita que cuida y les echa la culpa a los subversivos.
8) “Publicidad”: Los subversivos
modifican el letrero de un empresa para promover a SL y nadie se atreve a
cambiarlo.
9) “Conocido desconocido”: Miembros
del MRTA detienen un ómnibus y revisan a los pasajeros.
10) “Ráfaga”: Un ingeniero y sus
obreros son sometidos a un juicio popular.
11) “Mañana a las ocho”: Por miedo a
los subversivos, las autoridades de un pueblo expulsan a los ingenieros
contratados para construir una posta médica.
12) “Al paso”:
Un ingeniero es forzado a prestar su camioneta a los subversivos.
13) “De años”: Después de veintitrés
años un ingeniero se encuentra con un amigo, que resulta que es maestro. Cuando
va a visitarlo ocurre un ataque de la subversión a su oficina.
14) “Desconocidos casi amigos”: Un
ingeniero tiene que llevar a un subversivo herido al hospital.
15) “Negociación”: Los subversivos
amenazan de muerte a un ingeniero que negocia con un sindicato.