jueves, 22 de marzo de 2012

22 DE MARZO: DÍA MUNDIAL DEL AGUA - PLAN LECTOR: "EL AGUA HA SIDO VENDIDA" - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA


Construcción y forja de la utopía andina


CALENDARIO DE EFEMÉRIDES

22 DE MARZO DÍA MUNDIAL DEL AGUA


PLAN LECTOR PLIEGOS DE LECTURA

EL AGUA HA SIDO VENDIDA



Por Danilo Sánchez Lihón

 
“Yo tengo un Dios, el agua” Antonio Morillo
(Poeta Chuco)

1. Principio de vida

Nuestro planeta fue denominado por Neil Armstrong desde la luna, el 16 de julio de 1969, como el planeta azul, porque así se lo contempla desde el firmamento por la claridad del agua que se mece o se revuelve en nuestros mares y océanos.

Pero no solo este astro prodigioso es principalmente agua, sino que los hombres estamos hechos de agua. El 75% de nuestro organismo es agua al momento de nacer, porque es ella el principio de todo lo que existe.

En el agua hemos sido formados como especie, habitando el légamo y emergiendo desde la humedad de los piélagos. Y cada día cuando un ser humano es concebido en el útero materno flotamos en un elemento vital que es agua, el líquido amniótico.

Con el agua hemos sido bautizados, significando así que con este elemento Dios ha querido que nosotros podamos ungirnos y ratificarnos como hijos suyos. Y en todo es el agua el factor principal para la vida.

Podemos pasar un período considerable sin probar alimentos, pero apenas unos cuantos segundos sin aire, y solamente unos cuantos días sin ingerir agua.


2. Hielo que arde

El agua sana, da vida y salva. Es dócil, es buena, es entrañable y servicial al hombre.

Sin embargo las aguas que calman la sed de mi pueblo acaban de ser vendidas, rematadas al martillo, han sido enajenadas y puestas tras las rejas.

Han sido encarceladas tras alambres de púas, para servir a las minas, quitándolas y arrebatándolas de su función de calmar la sed de la gente.

Y siendo así esta es una hora aciaga, en que yo debo denunciar. Y denuncio. Y hago de esta una condena a un hecho criminal y macabro.

Hay una mano perversa en todo esto. Y lo perpetra a todas luces alguien que fue elegido para defender el bien público. ¿Quién? El gobierno.

Quizá por eso Dante Alighieri confinó en el círculo más atroz y vergonzoso del infierno, enterrándolos en hielo, que es hielo que arde, mucho peor que el fuego, a todo tipo de traidores, desde Caín; pero hizo una alquería especial más espantosa para los que traicionan a la patria.

Son los peores felones, porque primero rogaron tu confianza, te aseguraron todo tipo de recompensas, en este caso si votabas por ellos. Y aún así te dieron las espaldas, tramaron tu muerte y vendieron hasta tu aliento, como en este caso el agua. Para esos pérfidos Dante vislumbró un lago, para hundirlos eternamente y condenarlos, porque son los peores perversos, porque reclamaron primero tu confianza. Y votaste por ellos.


3. Los ríos y suelos

Ese lago helado del noveno círculo del infierno es el Cocito, hecho precisamente de la preferencia de nuestros gobernantes actuales: el “agua de minas”.

Dante los hundió en lo que tanto les entusiasma, en los relaves; que aquí los están creando por todas partes.

A los traidores a la patria los hunde en el círculo más feroz y abominable, y si lo puso allí el Dante es porque eso no es nuestro, nos ha venido de Europa, porque así no es el mundo andino.

Aquella agua que servía a nuestro pueblo ya no podremos verla por esta traición. Se la ha enrejado y levantado un cerco de alambres de púas alrededor del complejo de lagunas que tenemos en la parte alta del pueblo de Santiago de Chuco.

Aducen que ahora es propiedad de las minas. Y la lucen presa tras alambradas.

Y alguien ha recibido una bolsa muy repleta de dinero por ello.

Pero también los ríos y suelos antes sanos y feraces por acción de las minas ahora están enfermos.


4. Los ciclos del agua

Para sustentar lo que vengo diciendo permítanme remontarme a la primera sensación de totalidad y de poder del agua que yo tuve en mi infancia.

Fue en mi primer viaje que hice de Santiago de Chuco, mi pueblo natal, a Trujillo, la capital del departamento de La Libertad, ciudad colonial y de abolengo, viaje que hicimos con mi madre y mi hermano Juvenal, cuando yo tenía 8 años. Y fue para dejar internado a mi hermano mayor en el Colegio Nacional de San Juan.

Fue un viaje asombroso, alucinante y mítico, porque debido a la intensidad de las lluvias que convertían a la carretera en lodazales estuvimos tres días atascados con el vehículo en el cual viajábamos, sin avanzar ni retroceder en plena jalca, envueltos en la permanente neblina, acosados por la llovizna y la cellisca, en donde el viento frígido ulula a toda hora.

Sin poder apearnos de la caseta del camión, desde donde vimos los amaneceres y atardeceres de la puna, techo del mundo, en donde esos fenómenos naturales son espectáculos prodigiosos, pero también contemplamos delante nuestro los ciclos del agua, hecha cierzo, granizo, copos de nieve, y arroyos que se deslizan para luego congelarse en los chorrillos en el momento de desprenderse.


5. Un arcángel

Como también nos sumergimos enmudecidos en la admiración de arcoíris fascinantes, o callamos ateridos bajo los relámpagos que flameaban encima de nosotros y en lontananza, como nos embelesamos con el bramido del viento en los pajonales, distinto a escucharlo compungidos y arrobados cuando la noche invade el mundo.

Esperando que pasara algún camión que deambulara por esos parajes de desolación y de miedo, a fin de poder ser rescatados, con riesgo de que también ese otro vehículo se hunda en la tierra humedecida, convertida en fango y lodo.

Por eso, mi visión de las lluvias en los caminos y de los arroyos y quebradas, así como de la neblina, el granizo y la tempestad ha quedado en mí ser a partir de aquel viaje, como páginas de una épica, de una dramática y de una fantástica sobrenaturales.

Felizmente, a los tres días pasó una góndola destartalada que surgió ante nuestros ojos como un arcángel, adonde trasbordamos rumbo a las minas de Quiruvilca, lugar que me pareció onírico por lo oscuro, pese a estar tan alto.

Y de donde después bajamos por la cuenca del río Moche hacia los arenales caliginosos del litoral en donde se asienta la bella ciudad deTrujillo.


6. Nada de eso existe

Pero lo increíble de esa experiencia fue conocer y viajar a la vera de un dios, el río Moche, en aquella época de epopeya, río tutelar, un verdadero patriarca y un apu.

Una deidad en toda su magnitud, plenitud y fortaleza, siempre deslizándose a nuestra vera en remolinos, cascadas y turbiones, mientras la góndola jadeaba, él se precipitaba estremecedor, espumoso y bravío.

Era la divinidad de los legendarios mochicas allí presente, que yo todavía pude ver en todo su esplendor y omnipotencia, querida, adorada y reverenciada.

Aquel río por el pueblo de Samne pasaba rozando los muros y las puertas de las casas. Y entrando por acequias a regar las huertas, ricas en árboles frutales y cultivos de pan llevar.

En donde la gente salía a ofrecer por las ventanas de las góndolas, a los pasajeros alertas o soñolientos: frutas, tamales, empanadas. Y, sobre todo, causa de trucha pescada en el río.

Las alcanzaban hasta nuestros asientos, envuelta en hojas de plátanos, que eran cogidas de los mismos árboles que se balanceaban sobre nuestras cabezas. Y, en realidad, así como esta comida, había muchas otras que allí nos ofrecían.

Era una feria de abundancia, fertilidad y proliferación de productos de todo tipo y que nos brinda la tierra.

Sin embargo, todo eso acabó, desapareció, se esfumó. Ahora nada de eso existe.


7. Un río antes pródigo

Ese río, antes pleno de vida, que daba aliento, nacimiento y pujanza a pueblos felices y henchidos, antes pletórico y animoso, hoy es un río remedo, enfermo, contagioso y fatal.

Mata la vida hasta a 9 metros por donde discurre. La daña, la corrompe, la envicia. Pudre las plantas, torna ácidos los frutos, agosta los tallos y carcome las hojas. Es demoníaco.

Todo muere a su paso desde que fueron arrojados a su cauce los relaves de las minas de tungsteno, zinc, oro y plata de los socavones de Quiruvilca, a cargo durante muchas décadas de la Northern Mining Corporation.

Esas minas han causado la muerte entre muchas otras presencias, de un río antes pródigo y generoso, que hacía florecer las tierras por donde tenía su curso, y en cuyo interior ahora no crece ni una ameba.

La mina cuya profundidad reconocida del socavón se hunde hasta una hondura de espanto, ha engrosado las fortunas de empresas, instituciones, accionistas y países de otro hemisferio. Países que eran ricos y ahora lo son más, pero a costa del hambre, el desempleo y la miseria de pueblos enteros que antes vivían allí. Y vivían bien.

Además del deterioro del medio ambiente en el entorno de esas minas, en un radio muy amplio de acción.


8. ¿Y qué ha dejado?

Dejan ríos enfermos que no sirven ni siquiera para adorno. Tampoco para mirarlos ni tomarles fotografías, por ser paisaje deleznable y deprimente, porque sus aguas se han tornado sanguinolentas, de apariencia rojiza, por las moléculas de óxido de fierro que acarrean en su cauce.

Esos relaves han teñido todas las piedras y arenillas de su lecho, de esa herrumbre que configura en toda sensibilidad la imagen de que el río está llorando sangre.

Pero es mucha peor su condición y su destino que llorar sangre, porque eso supondría que está vivo. Porque siquiera para llorar, primero por lo menos hay que vivir.

En el caso del río Moche, que era sagrado, está muerto. Es más, ahora representa lo macabro, configura la parca y lo siniestro, porque todo lo mata a su alrededor.

Hemos convertido a un Dios de vida, como era antes, en un esperpento de muerte, como lo es ahora.

¿Y qué ha dejado la Northern Mining Corporation que desde fines del siglo XIX, ha explotado esos ricos yacimientos?

¡Nada!


9. Incontable en la lejanía

¡O, sí, sí! Cómo no. ¡Ha dejado! Su presencia en nuestro suelo deja como secuela un empobrecimiento calamitoso de la gente, silicosis en personas que mueren con los pulmones carcomidos escupiendo sangre. Y la contaminación atroz, salvaje e insalvable de aguas, aires y suelos.

Ha dejado cárcavas, huecos, cascajos, montículos de chatarra, colinas y valles depravados por los relaves.

Solo una vez, debido a tanta insistencia y gestión, porque queríamos jugar y era abogado de la mina un profesor nuestro, la Northern envió los tableros de basquetbol para la cancha del Colegio Santiago el Mayor, que recién lo habíamos fundado.

Pero, a costa de ello, todos nuestros bosques fueron talados para proveer de madera, a fin de empotrar la mina, para que no se derrumbe por dentro.

A costa de ello, terminó por contaminar todos los campos en donde antes era estupenda y abundante la ganadería.

Cualquier vehículo tenía que andar sorteando en la carretera a las ovejas, cabras y guanacos, que por allí cruzaban. Y a las piaras de ganado vacuno que invadían los senderos, y cuyo número en cabezas se perdía incontable en la lejanía, detrás del horizonte.


10. Parajes ya inservibles

Ahora no hay nada. En todo el trayecto no se encuentra ningún rebaño, todo es yermo, páramo y desierto; porque todos los suelos están contaminados.

El ichu de las alturas, o paja brava, era antes largo, consistente y de un verde luminoso con el cual techábamos nuestras casas y hasta hacíamos escobas.

Ahora no crece sino unos centímetros, que ni siquiera el ganado alcanza a mordisquearlo.

Y son campos que la gente abandona migrando a las ciudades, a ensanchar y hacer inacabable las filas de los desempleados y los perímetros de indigencia y miseria.

Se abandonan grandes extensiones de terrenos y parajes porque ya son inservibles, siendo antes fértiles.

Y se enrumba la gente a los centros urbanos, donde al no encontrar trabajo, para sobrevivir delinquen y hacen de su vida y de la vida de los otros un calvario.

Este es el diagnóstico. Pero ahora ha ocurrido algo peor: No solo este gobierno ha concedido más licencias y prerrogativas a las compañías mineras, sino que les ha vendido indiscriminadamente las aguas de los ríos y lagunas, aquellas que eran para el uso de las casas de los habitantes de estos y los otros caseríos.


11. Vendidas para las minas

Así: los cauces de los ríos, los espejos de las lagunas, el brote de los manantiales, ahora son propiedad privada de las compañías mineras.

Y esto es macabro, tanto que parece una maldición, pero que lo hayan hecho autoridades y estando conscientes es lo increíble. Y de parte de quien no tiene ningún derecho para hacerlo, porque no le pertenece. Y como gobierno debieran más bien salvaguardarlas.

El agua ha sido vendida a las empresas que registran los antecedentes que hemos anotado, una de cuyas víctimas es el río Moche.

¡Pero el agua es vida, es luz, es autenticidad! ¡El agua es poesía, soplo vital, presencia mágica, hálito sagrado!

Ha sido ahora envilecida por el vil metal. Y convertida en bolsa de dinero.

El agua, a quien besamos cada día, que la adoramos en un vaso de cristal, o en el borde esclarecido de una botella que llevamos a la jornada diaria. Se la ha vendido para hacerse relaves de las minas. Aquella que en recipientes de barro o de calabaza la alzaron nuestras manos fervorosas, ha sido escarnecida.

Yace circundada, encadenada, cercada por una valla de alambres de púas. Las lagunas de los picachos nevados que son tiernas, inocentes y candorosas, han sido infamemente apresadas, corrompidas, vendidas para las minas.


12. ¿Es su botín?

El agua, cuya presencia reverenciaban nuestros antepasados, cuyas acequias se limpiaban bajo el compás de tinyas y pincullos en el trabajo comunal, saliendo a bailar como ella baila en las cascadas, ha sido objeto de negocio y compraventa.

Y alguien ha recibido dinero a cambio de ella. ¿Para enriquecer a quién? ¿Para ir a qué bolsillos?

Hemos sido informados en el Aula Capulí, Vallejo y su Tierra, que las lagunas alto andinas ahora están cercadas con alambres de púas. En el caso de mi pueblo, han sido vendidas por este gobierno para explotar las minas de una compañía extranjera.

Las pacarinas que proveen de agua a nuestros caseríos, con las cuales conecta la acequia legendaria denominada Vicente Jiménez y de cuyo cauce he bebido agua durante toda mi niñez y que era propiedad comunal, han sido vilipendiadas por cheques y monedas subrepticias.

Pero, ¿quién remata de ese modo? ¿Quién negocia con el Perú? Y la respuesta es: el poder ejecutivo, el Congreso de la República, el partido político de turno.

Venden los funcionarios del estado que han pasado a ser rematistas, martilleros, subastadores.

Quienes creen que el Perú, por el hecho de haber salido ellos elegidos, es su presa, su botín y su mesada.


13. Evidencias contundentes

Se reúnen en alguna cueva y allí transan y extienden las bolsas, como los ladrones de los cuentos y de las fábulas.

Y como tienen el poder en sus manos emiten entonces resoluciones, dictámenes y contratos amañados.

Todo esto hay que suponerlo porque nada es claro. Nada se conoce, todo es oscuro. Hay una cortina de humo entre los hechos y las miradas. Pero las evidencias son contundentes:

a. Las lagunas altas que dan agua a mi pueblo, Santiago de Chuco, están cercadas por alambradas en donde se ostenta el rótulo de ser ahora propiedad privada.

b. Todo se acalla con amenazas, con desapariciones, con:

– Vas a ver lo que le pasa a tu familia.

– Cuida nomás a tus hijos cuando van o salen del colegio.

– No creas que los accidentes son casuales.

Siendo así este es un Estado delictivo, una mafia y un cartel del delito.


14. Se pierden en el horizonte

En el Aula Capulí un ex magistrado ha expuesto y trazado el siguiente panorama y suceso:

Viajó en misión oficial a establecer varias judicaturas por el Departamento de La Libertad.

Le dijo a su chofer:

– Ya que estamos por aquí, quiero conocer donde queda la Laguna del Toro, que tanto he oído hablar de ella en mi infancia.

Es día nublado, con llovizna en plena jalca.

Los campesinos le orientan, le indican la ubicación y lo ponen en la ruta exacta a seguir. Y allá va él, con su chofer y los dos guardaespaldas que lo acompañan.

Llegan a un campamento desde el cual se extiende a ambos lados un cerco alto de alambres de púas, que se pierden en el horizonte, detrás de los cerros.

Hay allí maquinaria impresionante, volquetes cuyas llantas son más altas que un hombre puesto de pie, nos dice.

Y nos refiere de un espectáculo dantesco: cerros cortados por la mitad, altozanos hechos pedazos, trochas abiertas hacia todos lados, que llevan y traen no sé qué ni hacia qué sitios.

Y todo parece una movilización impresionante para una guerra.


15. Es del pueblo

– Quiero conocer la Laguna del Toro. –Le dice a uno de los guachimanes, que cuida la entrada. ¿Me han dicho que queda por aquí, es cierto?

– ¿Quién es usted?

– Le estoy preguntando, primero, si queda por aquí la Laguna del Toro, para yo después decirle quién soy.

– Sí, queda. Pero no puede pasar.

– ¿Cómo que no puedo pasar? ¡Esta es tierra de la comunidad!

– ¡Y quién es usted!

– Yo soy hijo de Santiago de Chuco.

– Entonces no puede pasar.

– Y qué debo ser, ¿gringo? Pero si esta es propiedad comunal.

– Ahora todos estos son terrenos que han sido comprados, con todos sus aires y sus aguas Ahora son propiedad privada.

– ¡Pero si la Laguna del Toro es propiedad del pueblo! ¡Siempre ha sido del pueblo! Y son las lagunas que proveen de agua a la ciudad de Santiago de Chuco.


16. Hecha esclava

– ¡Retírese o lo detenemos!

Ante esta insolencia los guardaespaldas de este ciudadano, que en ese momento ejercía un alto cargo de magistrado de la República, sacaron sus armas.

Y uno de ellos le dijo al guachimán:

– ¡Más respeto! Estás hablando con una de las máximas autoridades del Perú.

– ¿Quién es?

– Comuníquele a quien sea, que vamos a pasar. –Dijo el otro guardaespaldas.

Y le apuntaron sus armas. Y pasaron.

Y solo así pudo conocer este ciudadano el hermoso complejo de lagunas que antes eran libres y ahora son propiedad privada.

Pero si eso le sucede al titular de uno de los poderes del Estado, ¿qué le ocurrirá a un ciudadano común y corriente que ose acercarse?

Seguramente lo agreden, lo ofenden, lo apalean y luego lo desaparecen.

La Laguna del Toro y el rosario de lagunas que lo secundan es un bello y encantador paraje.

Una maravilla natural, ahora enajenada y que desde siglos ha sido propiedad de las comunidades y del pueblo, ahora hecha esclava.


17. Gota a gota

Si se ha vendido el agua de la cual se provee un pueblo y que es alimentación de la gente, ¿entonces qué ya no se podrá vender?

¿Qué otras cosas no se habrán vendido a espaldas de sus legítimos herederos y de las personas que han de ser afectadas?

¡Ciudadanos! ¡Alertas! ¡Cuidemos nuestro patrimonio! Echemos de menos todo lo que puede perderse y nos falta. Estamos ante una banda de forajidos y ladrones de pacotilla. Y que no tienen ningún tipo de escrúpulos.

Sin embargo, mi pueblo Santiago de Chuco, ahora se muere cada minuto de sed.

No tenemos agua. Solo una hora al día llega por los caños gorgoteantes.

Y a las personas se las ve echar mano a cualquier recipiente. Y juntan gota a gota. Llenan sus baldes, sus tinajas, sus jarras, sus lavatorios, o lo que sea, porque a partir de las 9 de la mañana ya no gotea una sola lágrima durante todo el día.

¿Qué iniquidad hay entre las autoridades? Ningún alcalde ha dedicado esfuerzos especiales y efectivos en solucionar este problema.

Todos son disimulos, evasiones, apañamientos. Y apariencias de que se está haciendo algo.


18. El agua es vida

Solo rebrillan estos resultados que hablan por sí solos:

1. Las lagunas están cercadas por alambradas, como en los campos de concentración o de prisioneros.

2. Se informa que ya son de propiedad privada.

3. Santiago de Chuco, tierra de Vallejo, muere de sed, inanición y desaliento.

Quizá por eso sea que el último círculo del Infierno del Dante no lo traza ni concibe pululando allí el fuego restallante.

No está tampoco el capataz infernal achicharrándose en candelas devoradoras, sino que en ese noveno círculo están condenados los traidores de todo tipo. Y habitando un lago contaminado de “aguas de minas”.

Chapoteando en los relaves de lo que ahora aquí, en nuestro querido país, se destila, se acumula y se esparce por todas partes: ¡relaves!

El último círculo del infierno son precisamente esos relaves que riegan y siembran aquí las minas con ayuda de las autoridades.

Por eso, ¿no será esto un anuncio de lo que está por venir? Ver mucha gente sepultada en esos relaves.

¿La vinculación del agua que es vida y es bendita, con todo lo que es demoníaco, la envilece y corrompe, qué da como resultado?


19. El eco de las quejas

Porque es infierno que el agua ahora sea para las minas antes que para calmar la sed del hombre. ¿O, no?

¡Es infierno que estén cercadas las fuentes con alambradas de púas!

¡Es infierno estar contaminando el medio ambiente, envenenando ríos, sembrando muerte, hambre y desnutrición por aquí, allá y en todos los contornos!

Las minas están matando la vida natural de los pueblos, comarcas y campiñas.

Por eso, Dante caracterizó el último círculo del infierno no como llamas vivas, sino como un pozo de agua helada, que recoge el “agua de minas”.

Es el agua contaminada, dañada, hecha mala y perversa, lugar que como hemos dicho denominó Cocito.

Lugar terrible cuyo aire se congela con el eco de las quejas de las almas que se duelen sin tener patria.

Ellos están enterrados en el hielo para significar que fueron duros, fríos e insensibles de corazón, sin ninguna piedad para con sus hermanos.


20. Un motivo más

Tal y como ocurre ahora, que se vende el agua del pueblo que aplaca su sed de esas fuentes.

Que no se explica sino por la frialdad de sus corazones y sus mentes que quieren aprovechar los últimos minutos que les quedan de gobierno para llenar sus bolsas repletas de dinero.

Sin embargo, el agua en su estado natural es la representación de Dios. Quizá del Dios mujer.

Porque Dios es mujer en el agua. Mayor razón para defenderla. Es Dios mujer, o en forma de agua o hecha agua.

Por eso debemos aún más amarla y respetarla. Porque es la Pacha Mama amorosa. Por eso, habremos de desagraviarla.

Restituyendo nuestra primigenia cultura del agua. Y en una actitud coherente seamos seres morales, generosos y agradecidos.

Por todo ello, defendamos el agua de nuestras lagunas, ríos y nevados.

Y hagamos del agua y para siempre un motivo más de nuestras luchas, gestas y esperanzas.

Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente

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