sábado, 18 de febrero de 2012

SINTÁMONOS ORGULLOSOS DE SER LATINOAMERICANOS - RODOLFO ASCENCIO BARILLAS, DIRECTOR DE PRENSA INTERNACIONAL DE ASOLAPO-EL SALVADOR

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POESÍA DE ROLDOLFO ASCENCIO BARILLAS,




DIRECTOR DE PRENSA INTERNACIONAL DE ASOLAPO - EL SALVADOR








SINTÁMONOS ORGULLOSOS DE SER LATINOAMERICANOS






Por Rodolfo Asencio Barillas


Los pueblos del continente americano somos hermanos, todos con raíces ancestrales y solidarios en la construcción de un mundo mejor. De grandes simientes y estirpe milenaria. Identificados por sus costumbres, características y pensamientos que nos unen en una sola Gran Nación.

Estoy orgulloso de Alaska, por sus hielos árticos y sus hermosos paisajes, por el mar de Bering

Estoy orgulloso de Canadá, por sus bellas ciudades y sus altas cumbres, sus ríos y sus lagos en el Québec y Ontario.

Estoy orgulloso de Estados Unidos, por sus grandes lagos, sierra nevada y su majestuosas cataratas del Niágara.

Estoy orgulloso de México por su revolución social e histórica. Por el templo mayor de los Aztecas, Huey, Teocalli y de sus ruinas Tlahuic.

Estoy orgulloso de Guatemala, por su ciudadela Tikal de la cultura maya, patrimonio de la humanidad.

Estoy orgulloso de El Salvador, por sus ruinas del Tazumal de los Pipiles, las ruinas de Asan Andrés, y la joya de Ceren

Estoy orgulloso de Honduras, por sus ruinas del Copan, los mayas, toltecas y otros

Estoy orgulloso de Nicaragua, por la vieja ciudad colonial de León y Granada

Estoy orgulloso de Costa Rica por sus ruinas el Guayabo

Estoy orgulloso de Panamá por el transoceánico canal de Panamá

Estoy orgulloso por el desierto de Atacama entre el Perú y Chile

Me siento orgulloso por Machupicchu (INKA) y Chichén Itzá (MAYA), maravillas del mundo

Estoy orgulloso por las sabanas del Brasil.

Estoy orgulloso por los climas de tundra y subsolares y las cuencas amazónicas y la cuenca del Orinoco

Me siento orgulloso por los riós: Amazonas, Marañon y Ucayali

Estoy orgulloso por la cordillera de los Andes, de los nevados Yarupa y Chimborazo

Estoy orgulloso de la pampa argentina y del Rió de la Plata

Estoy orgulloso de los nevados Huascarán, Huandoy, Tucu Chira, Jirishanca, Yerupajá, Coropuna, el Cóndor, Auzangate y Tunsho.

Estoy orgulloso de las islas Galápagos, del cabo de Hornos en la tierra del fuego y la puna.

“PERO ME SIENTO INMENSAMENTE ORGULLOSO DE SER LATINOAMERICANO”



PARA QUE SIRVIERON TODAS LAS COSAS





Por Rodolfo Asencio Barillas



Para que sirvieron en el mundo

Las primeras ilusiones que murieron

Y las viejas esperazas que no llegaron


Por esta ruta

Pasaron los peregrinos

Y los últimos suspiros

Que ahogaron el sudor de su voz


Ayer cultivé la tierra

Y la tierra cultivó mis sueños

Y los sueños se esfumaron

Con las travesías

De la juventud



Yo fui pantano en el desierto

Yo vi tus manos sobre las mías

Yo esperé la luz del alba que no llegó

Yo vi un forastero morir de sed


Y quise embrearme de su dolor

Yo no supe volver al infinito

Ni al universo de tu alma

Yo busqué estrellas en el mar

Y quise edificar mil castillos

Pero tu ausencia desoló mi nostalgia


Yo busqué los placeres del mundo

Y quise vivir en sus locuras

Y siempre quise visitar tu luz

Y beber la tarde con la noche


Para qué sirven los grandes avances del mundo

Si los hombres destruyen la naturaleza

Aunque mañana haya una nueva esperanza

Ayer tuve sed en mi garganta


Y tus aguas pasaron sin dejar huellas

Ahora los hombres viven en las tinieblas

Y el dolor es espina en mi corazón


Después vi en una roca, un manantial

Que sosegó tus labios ardientes,

Y cuando fui niño, añoraba mares sin fronteras


Yo creía que el mundo eran los cerros que me rodeaban

Y el universo, el cielo azul que mis ojos miraban

Quise acariciar las últimas etapas de mi infancia


Después vino el grumos en el roció de la noche

Quise besar los claros días de mi juventud

Y las lozanas mañanas que acariciaban el brillo de tus ojos


Yo, saludaba los montes de mi tierra

Y recibía con regocijo la lluvia de las tardes

Y en mis manos, cual poza de mis sueños


Que detenía la brisa en los altos árboles

Y el primer amor que viví en mi infancia

Solo fueron sueños de noches estrelladas


El tiempo pasó irremediablemente

Y no pude detener el llanto de tus ojos

Y tus lágrimas anegaban la pupila de mis ensueños



¿Para qué sirvieron todas las cosas?

¿Para qué se construyeron los amaneceres

Si el alma se evapora en tus manos

Y en mi soledad, vi el río de aguas

Serpentinas.

Yo que amé el tiempo con mis ojos

Y tuve la dicha del placer

Toqué el cielo con mi garganta

En la noche de la emoción.


Yo soy el hombre cósmico,

Que anunciaron las auroras

Yo fui el fruto que no maduró

Y los años que se ahogaron

En el agua de tus pasiones.


Pero ya no están las cosas que amé

El fuego ardiente de tus ojos

Y la alegría de la esbelta primavera

No estaban los sueños de infancia

En el recuerdo de mis umbrales

Ni el canto silente del ruiseñor

En el vilipendio de extraviados

Naufragios,


Ya no están sus manos

Que acariciaban los altos laureles

Ni el rocío que brota en tus ojos

Ni aquellos sueños con imposibles

Ni las grandes ilusiones del mundo,


Para qué sirvieron todas las cosas

Que en cincuenta años no existieron

Yo, fui el manantial de las fantasías

Y conmigo fenecieron los sueños

Que desaparecieron,

En la memoria de los hombres

Yo fui materia nauseabunda

Fui cometa entre galaxias

Me pregunté dónde termina

Lo que comienza soñando

Y conquisté el mundo

En lejanos paraísos


Por aquí pasaron unos peregrinos

La flor que la esperanza no tuvo

El color que opacó el cielo

La lluvia que negó al viento

Sus bondades,

Yo fui abrojo de los arroyos

Que apenas es signo de luceros

Que olvidaron los viajeros.


Yo fui el grito a la mitad de la medianoche

Y en las estepas desnudas cantan

Yo quise coronar tus laureles

En el siglo que se disolvió en el polvo

Yo quise soñar con el polinesio


Dónde las aves migraron tu brisa

Yo soy el sueño de un poeta muerto

Con versos de amargura

Y soy la sombra inhóspita de tus ojos

Yo soy el espanto que va caminando

Y el llanto torrente de emociones


Yo soy el sueño que nunca fue

Soy la roca que jamás despertó

Yo soy la voz fantasmal del silencio

Yo soy la piedra que tropieza en el camino

Yo soy el viento de las tempestades

Yo soy el trigo molido de la campiña

Yo soy las lágrimas que derrama la fuente


De qué sirvieron los menesteres del llanto

Y el lamento del frío invierno

Y aquel que nadie quiso

Y el aliento que ahuyentó a los pájaros

Y las tristezas de la miseria humana


Yo soy el sediento atardecer de la poesía

En el resplandor de la mustia mañana

Yo soy el sobreviviente de los huracanes

Y el susurro que se arrastra en tu lengua

Y la boca de los amaneceres

En el vacío de las profundidades

¿Para qué sirvieron todas las cosas

Donde la muerte piadosa me privara

En el divino soplo de la vida

Misteriosa.

Que me paga con la presea de la muerte

Galopando con las alas de viento.



ELLA





Por Rodolfo Asencio Barillas



No dormía, no comía

No jugaba, ni vivía

En un sueño

Estático me quedaba

En el mundo sin su voz

Mi alma lloraba


Ella, era esplendorosa

Sus alas de carmín

Y pétalos de rosa

Y en el fulgor de la luz

La vi tan hermosa

En el reflejo de la cruz.


Su voz resonó a mi oído

Que en una palabra expresó

Y un suspiro de su boca salió.

Fue en su leve sonrisa

Bajo la luna llena

En los ramajes cuajados de su amor

Ella mi corazón enloqueció.


Y la vi en la tarde

Radiante con el sol

Y su forma de caminar

También me estremeció


Y al pasar el tiempo

Ella, habló discreta

Y con prudencia

Dirigió su mirada

Hacia el cielo

Su voz enmudeció


Ella aumentó mis desvelos

Y aquellas ilusiones que soñamos,

Su indiferencia desperdició


Y el recuerdo de su amor

Me causó muchos sufrimientos

En sus imágenes acariciadoras

Que a mi alma encendió


EL POEMA





Por Rodolfo Asencio Barillas



Una noche de verso

Le escribí a su amor

Su cuerpo rimaba con el mío

Y que saciaba su esplendor


La métrica de sus ojos

Las silabas solía contar

Era un poema libre

Que nunca quise rimar


Escribí los versos

A su resplandor que amaba,

Ella era tan indiferente

Y le dedique catorce versos

Que dibujaban su belleza


Busqué la rima alejandrina

Y el soneto de su amor

En su pura naturaleza


Volví dedicarle con gran inspiración

Los versos de un poema

Que causó gran emoción


Y con metáfora sangrante,

Te amo en tu constante

Con los versos

Que te hicieron suspirar


Entonces, la quise yo besar

Y con mis versos la pude también amar

Y es la utopía de un idílico aroma

Que hallé en el poema,

Los cuartetos que un día te hicieron soñar



MUJER





Por Rodolfo Asencio Barillas


En el frío invierno de una mañana

Que yo le declaré mi amor

Y vi sus ojos negros

Con gran esplendor,

Sus ojos iluminaban mi boca

Y su luz era brillo en mi ocaso

En esta desdicha loca


Por el desplante de su chulería

Y la gracia de su mirada macarena

Enloquecía mis sentidos de hombría,

Era el aliento de su pecho

Que en toda ella

Me sentía satisfecho


Ella convirtió en ilusión

La noche y el día

Ella tiene la majestuosa belleza

Sus ojos dos luceros

Sus manos la ternura de su encanto

Y su pelo se confundía con las estrellas


Yo quise besar sus labios

Tentados por la emoción

Y quise acariciar su voz

Cual saeta del corazón


Son sus flechazos suspiros

Agravios de la razón

Yo le amé como un niño

Que ama la luz de día


Ella era la mujer de mis sueños

Y la alegría que robó mi corazón

Fue la fe de mis empeños

Que expreso con gran emoción.



A MARIA TERESITA




(De su Padre para su inolvidable Hija, 1986)

Por Rodolfo Asencio Barillas


Hace un tiempo, en un bello lugar

En las campiñas de tu casa

Y las rosas que plantaste

Con tanto amor nace otra flor,

Y el roció que cae de los cielos

Baña tus manos de bello color

Donde cantan los ruiseñores

En los hermosos atardeceres


Allá en los cielos de Ilobasco

Donde el brillo de tus ojos

Iluminan el dulce rostro de tu sonrisa

Pero tú ya no estas;

El viento me dice tu nombre

Y las hojas de los altos árboles,

Me recuerdan tus tristes ojos


Y que un día cubrían el techo de tu casa

En tu bella ilusión,

También se marchó en un suspiro,

Y hay lirios frescos en tu cabecera

Lo que queda, de tu eterna primavera

Que con todo el amor, yo te di

Cuando pueda comprenderte,

Conocerte, y amarte.


Donde estás tú, mi gran amor

Eres mi bello ángel de luz

En la eternidad.

Y en mi ensoñación, también vives tú

Y nuestro sueño, en medio de los campos

Donde jugabas tú.

Cuando de niña, mirabas las lágrimas del viento

Y tus suaves manos acariciaban las estrellas.


Yo te miraba con tanta fascinación

Que me hacías sollozar

Y contemplaba tus lindos ojos,

Y las aguas de un manantial

Me recuerdan a ti


Y en mi inmensa soledad

Habitas tú

Mi cielo, mi tierna criatura,

Que robo mi corazón

Y ahora que tu no estás

Muero de dolor


Buscando en otros amores

Lo que me distes tú

Pero nadie puede sustituir

Lo que siento por ti

Y Que jamás morirá.


Y allá en la eternidad

Donde los sueños

Se hacen realidad

Allí viviré para ti


Junto a los aposentos

Nos diremos

El tiempo que pasó

Y el mundo que nos separó,


Mi bello amor, de mis entrañas

La gran ilusión de mi vida

Que vivirá en la conciencia de mí existir

En los días del porvenir

Y en los años que te dediqué.

Y cuando tu vida se alejó,


Llorando me quedé

Esperando a tu regreso

Que no pude imaginar

Largos años de esperar

Donde esperas tú,


Eres mi bella ilusión

Como también soy para ti

Y vibré en tu regazo

Soñando con tu amor

Cuando quieras tú,

Esperé siempre a tu regreso,

Y jamás llegaste

Donde me encuentro yo

Y mi soledad.


Mi ángel, que yo perdí,

Y mi eterna verdad

Que me encontrará

Donde te encuentras tú

Maria teresita de mi corazón.




Rodolfo Ascencio Barillas


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ESTAMPAS DE EL SALVADOR (Editado por Nalo Alvarado Balarezo)

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