sábado, 28 de enero de 2012

28 DE ENERO, DÍA DEL ARTISTA NACIONAL - PLAN LECTOR: ARTISTA ES EL PUEBLO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA


Construcción y forja de la utopía andina


2012, AÑO DE LA DEFENSA DEL AGUA PARA LA VIDA Y

CONSTRUCCIÓN DE LOS ANDENES NUEVOS


ENERO, MES DE LA DEFENSA DE LIMA
DEL NACIMIENTO DE ARGUEDAS, HERAUD

Y LOS PARADIGMAS DE MACHUPICCHU


SÁBADOS 7 PM. AULA CAPULÍ:

CONFERENCIAS Y SIMPOSIOS SOBRE CULTURA ANDINA


PRÓXIMAS ACTIVIDADES DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA:


SÁBADO 28 DE ENERO

HOMENAJE A JOSÉ MARTÍ, EN EL DÍA DE SU NACIMIENTO

DANTE CASTRO: VIGENCIA DEL PENSAMIENTO DE JOSÉ MARTÍ

CHARO FEIJOÓ: LECTURA DE TEXTOS DE JOSÉ MARTÍ


DEL 18 AL 20 DE MAYO, 2012


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CAPULÍ 13,
VALLEJO Y SU TIERRA

PEREGRINACIÓN A SANTIAGO DE CHUCO, TIERRA DE VALLEJO

FESTIVAL TRILCE DE LA CANCIÓN, LA POESÍA Y DANZA ANDINAS


CONFIRMACIONES
, ANTERIORES Y RECIENTES, DE PERSONALIDADES

QUE ASISTIRÁN A CAPULÍ 13, VALLEJO Y SU TIERRA

CARLOS HUAMÁN LÓPEZ, UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

ALFRED ASÍS, POETA DE ISLA NEGRA, REPÚBLICA DE CHILE

GUSTAVO ROJAS VELA, PRESIDENTE DE EDUCAP

JOSÉ LUIS AYALA, POETA NACIONAL DE IDENTIDAD AYMARA

LIDIA VÁSQUEZ RUIZ, ABOGADA Y PROMOTORA CULTURAL, PODER JUDICIAL

EDMUNDO TORREJÓN JURADO, SOCIEDAD DE ESCRITORES DE BOLIVIA

FREDERIC SOTOMAYOR, GESTOR CULTURAL UNMSM Y CAPULÍ, PERÚ

CÉSAR VALLEJO YNFANTES, PATRIARCA DEL VALLEJISMO EN EL PERÚ

RAMÓN NORIEGA TORERO, DIRECTOR DE LA CÁTEDRA DE SABIDURÍA ANDINA
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA

CARLOS CASTILLO MENDOZA, DIRECTOR DE RELACIONES INTERNACIONALES
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA


JAIME SÁNCHEZ LIHÓN, DIRECTOR DE PATRIMONIO E IDENTIDAD
DE CAPULÍ,
VALLEJO Y SU TIERRA. USA

LUCINDA MARTÍNEZ ZUZUNAGA, POETA, PRESIDENTA DE SIPEA-PERÚ

Aula Capulí:

Tacna 118, Miraflores.

Cuadra 3 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República

Teléfonos Capulí:

420-3343, 420-3860
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CALENDARIO DE EFEMÉRIDES

28 DE ENERO

DÍA DEL ARTISTA NACIONAL


"Todas las Sangres"



PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA
ARTISTA ES EL PUEBLO



Por Danilo Sánchez Lihón


“Todo acto o voz genial viene del pueblo
y va hacia él, de frente o transmitidos
por incesantes briznas,...”
César Vallejo

1. Cultivo del espíritu

El 28 de enero de cada año se celebra en el Perú el Día del Artista Nacional. Por eso, yo quiero dedicar algunas páginas al artista pueblo, dejando por un momento al artista de cartel, a aquel personaje entronizado en una galería o academia o puesto sobre un pedestal.

Y para ello permítanme referirme a mi lar nativo, a mi terruño que es Santiago de Chuco, en donde nací, me crié y me formé, estudiando en la Escuela Elemental de Varones 271, también conocida como el Centro Viejo y después en el Colegio Nacional César Vallejo.

Pero antes debo decir que el territorio en donde está asentado mi pueblo, en época anterior a la invasión española es tierra sagrada, un lugar en donde consultaba al oráculo más acertado del reino que era el del dios Catequil. Y funcionaba allí la escuela de catequiles que eran líderes y maestros que iban luego por el ámbito del imperio instruyendo a la gente.

Por eso usaban como distintivo un sombrero doblado hacia arriba en la parte delantera, símbolo del cultivo de la mente y del espíritu. Por dichas razones yo he tenido varios privilegios en mi vida en relación al arte, y que paso a exponer.


2. Hechas con arte sutil

En primer término nacer en Santiago de Chuco es trascendental, un pueblo ni muy grande ni muy pequeño, del tamaño ideal para correr aventuras, de seis mil casas de patios empedrados y huertas ensimismadas.

Capaz de dar pábulo a nuestras exploraciones, curiosidades y sueños, porque en un mismo día lo podíamos recorrer de canto a canto y hacia todos sus horizontes y ya estar en la campiña, chapoteando en las aguas de un río o contemplando arrobados el panorama abierto de todo el valle en lo alto de una cumbre.

Pero quizá lo más importante sean sus tradiciones, sus costumbres, su cultura; un pueblo de abolengo, castizo en su origen indígena y en su asimilación del afluente hispano. Esto era importante sobre todo porque participábamos de hechos en verdad prodigiosos.

En un mismo día podíamos ser peregrinos en una procesión, marchar en un desfile, ver el nacimiento de un bebé, gozar de una boda o entristecernos en un entierro, donde se amalgama lo nativo y occidental. Y cada una de estas actividades hechas con arte sutil, empezando desde la banda de músicos que acompaña estos actos entonando, según sea el caso, cashuas y marineras, tonderos y serranitas, como también tonadas andaluzas y marchas fúnebres de los grandes maestros de la música universal.


3. Y recordarlas en el alba

El segundo privilegio es que en el pueblo en que nací todas estas actividades de carácter religioso, cívico, deportivo, cultural y familiar, son abiertas a los niños y entonces pude participar en ellas. Y en todo orden de cosas están hechas con acendrado talento artístico en sus mínimos aspectos y detalles.

Siendo así también podíamos conocer en cada momento a sus protagonistas, algunas personas encumbradas como otras sencillas. Sean los mayordomos o los personajes típicos y desasidos. Sean los artesanos como los alguaciles. Sean los que cumplían en la vida tareas relevantes cual otros con oficios humildes. Como por ejemplo el que eleva los cohetes hacia el azul del cielo. Y del pueblo conocer cada puerta, cada balcón, cada zaguán. Y de la familia que allí vivía. Y, si uno es joven, tomar de cuenta a la niña preciosa que habita tras esos muros adorables.

Así, fiestas como los carnavales, la Semana Santa, las velaciones del patrón Santiago, los santos y cumpleaños de la gente, las fiestas de cada distrito, anexo y caserío nosotros éramos los que estábamos presentes.

Así como en las actividades agrícolas, artesanales y ganaderas; todo, incluyendo la Navidad con sus comparsas, sus nacimientos, las levantadas del niño; sin olvidarnos de las serenatas que son un dechado de expresión artística del arte musical que todos las escuchamos al despertarnos por la noche y recordarlas en el alba.


4. ¿Qué es sino arte?

El tercer privilegio a destacar es haber vivido en una época en la cual las costumbres, tradiciones, efemérides, así como la vida diaria, común y corriente del lugar estaban en su mayor apogeo y esplendor.

Y todo se hacía como un dechado de arte. Así los carros alegóricos, la corrida de toros, el Corpus Christi, eran festividades que lucían hermosas, así como también los atuendos de la gente.

Todo en mi pueblo era arte. Los vestidos de las niñas con sus faldas de vuelo bordadas con grecas y encajes. La manera de plegarse la falda al sentarse o al andar. La curva de las mangas, el borde de los puños en las chompas o en los sacos.

Cada botón y cada arete en el pabellón de sus orejas no hay joya en el mundo ni obra de arte comparable a las que lucían ellas. Y que eran dijes de vidrio o de metal hechos por los artesanos del lugar.

El peinado de sus trenzas, el lazo y la peineta en sus cuellos, ¿qué es sino arte? Y luego sus silencios, su misterio y su recato. La manera de estarse en la mesa o de levantarse e irse, la postura de cruzar la mano sobre el vientre o de ir por el corredor y luego por en medio del patio, salir y cerrar la puerta.


5. ¡Rompan los tambores!

Y el cuarto privilegio es ser hijo de un padre que era un artista natural, del quehacer diario, cotidiano y magisterial; artista en su aula, en el trabajo y en la vida.

Mi padre era un músico consumado, pero creo que a ningún campo dedicaba tal concentración y se consagraba tanto como era en preparar a la banda de guerra de su plantel escolar. Enseñaba a sus alumnos a cómo hacer girar el banderín agitándolo en el viento. A cómo emboquillar en los labios el aro de la corneta, cómo soplar en el tudel, y sacar los sonidos sin que se nos reventaran los pulmones, ni se inflaran los carrillos. Y, como él decía, “sin que se nos caigan las orejas por el esfuerzo”.

Enseñaba cómo hacer los tambores, empezando desde la curtiembre de cueros y luego el armarlos tan afinados, para lo cual él mismo cosía los templadores de cuero y les daba vuelta, acciones que se hacían a la vista de todos en el patio y corredores de la escuela.

Y luego en los desfiles su arenga, marchando al lado de la banda de guerra, era: “¡Rompan los tambores!” Y era cuando los redoblantes marcaban con fragor el paso marcial de los alumnos convertidos en soldados. Y al final de la calle su abrazo emocionado era para todos aquellos que de verdad le mostraban los tambores reventados.


6. ¿Qué es un altar?

Alguna vez a mi hermano Guillermo le escuché alabar las manos de mi padre, como en verdad lo eran: manos precisas y abarcadoras, sensitivas y seguras, cabales y prodigiosas. ¡Manos fieles!

Con una fina precisión para pulsar la cuerda en el traste del diapasón de la guitarra, y extraer a la melodía una emoción inédita jamás presentida.

Así como también para empastar un libro ordenando sus páginas, coincidentes por el lomo y sin una sola arruga o desnivel en el borde.

O para empapelar una mesa adonde había que hacer algún trabajo manual; como dibujando con la tiza animales y letras de colores en la pizarra o en cualquier piedra que encontrara.

Con una capacidad para tener el pulso, la fuerza y la caricia exacta, si es que exacta puede ser alguna vez en el universo una caricia.

De allí que a mi padre lo llamaban para ser altarero. ¿Y qué es ser un altarero en mi tierra?

O, empezando desde el principio: ¿qué es un altar?


7. Aires, tonadas y giros

¡Ah, los altares de mi pueblo! Hieráticos bajo la candela blanca de la luna y el fulgor carmesí de las estrellas que alumbran desde lo alto. O de las velas y lámparas anaranjadas desde dentro del altar mismo. ¡Y de las fogatas desde el fondo de las casas extasiadas en el abismo de lo ocasional y lo eterno!

El altar se levanta delante del domicilio de la familia que de un año a otro, se han comprometido a cumplir con el ritual de su celebración. Eso incluye traer al apóstol en procesión, con mojigangas y comparsas. Hacerle su altar, rezarle un rosario, servir café con tajadas, para todo el que quiera bastando llegar y entrar a la casa. ¡Y comida para los más allegados!

Para eso el "ínter" del Apóstol, viene y regresa de la iglesia con cohetes y banda de músicos bajo un bosque de guirnaldas de flores, sean de papel o naturales que se extienden de pared a pared de la calle por donde pasa la comitiva.

O bajo los arcos que con artificio primoroso de parantes y travesaños, que rematan en una corona donde hay una canasta llena de pétalos, se plantan en el centro de la calle para lo cual hay que remover las piedras de los huecos que ya se tienen excavados.

Pero a partir de las doce de la noche hay un baile después de los rezos y jaculatorias, rico en aires, tonadas y giros propios de la música de la región.


8. Peregrino invicto

¡Ah los altares de mi pueblo! Nos damos cuenta que ya se armaron y están terminados cuando desprevenidos salimos a la puerta de nuestra casa y los divisamos en lontananza.

O cuando pasamos por una calle a oscuras, y vemos una antorcha encendida a varias cuadras de distancia bajo el telón entenebrecido del mundo; sea en el sector de abajo o sea en una estribación de arriba; o hacia los costados en donde se asientan los barrios de Santa Rosa y Santa Mónica.

¡Son los altares a nuestro Apóstol bendito que la devoción de la gente los ha erigido!

Y entonces, ¿qué representan? ¿Cuáles son sus motivos o imágenes? Puede ser en la calle empinada y rocosa una carabela con sus olas agitadas y en la quilla de su proa, hacia lo alto. Allí ya posa la efigie de nuestro patrón como el capitán infalible que guía esa nave por ese mar proceloso.

O ya puede ser, hecho de maguey o de carrizo, un avión o una nave espacial, hecha de papeles de colores que traslucen su resplandor. Y en la parte más alta manejando el timón nuestro taitito, el Apóstol Santiago, vistiendo su capa “verde majestad” bordada en oro y su bastón de peregrino invicto.


9. El cielo morado

¿Qué arte puede ser más consumado? Arte popular este, arte colectivo, arte basado en nuestras creencias y devociones.

¡Todas estas son obras insuperables! Yo que me he embebido tanto en los libros y en los museos, en los conciertos y exposiciones, nunca me he emocionado tanto como al ver y dejarme fascinar por estos portentos.

Y expreso que no hay nada en el mundo en ningún sitio de la tierra que pueda compararse en magia y donosura con esas obras del ingenio y del alma de la gente sencilla.

Esos son los altares y sus hacedores son los estandarteros.

Ya sé que dejaré para otro día hablarles de expresiones maravillosas de mi tierra y sus detalles, como las andas en las procesiones de la Semana Santa, que ya está cercana, o de las enjalmas de los toros en las corridas, o de los globos encendidos que se elevan en el cielo morado de la madrugada.


10. Estrellas titilantes

Ahora finalizo ocupándome en algo de las veladas artístico-musicales, como aquí se llaman, y que se desarrollan en el local de algún club social, o en el cine-teatro de don Pablo Alcántara, o bien en el patio de alguna casona amplia y espaciosa.

Como por ejemplo la del canónigo Rufino Benites. Todas estas casas con ancestro y linaje, en donde los chiquillos juntamos nuestros cuerpos y extendemos el borde de nuestros ponchos en el empedrado del patio para exorcizar el frío de la serranía, echándonos entre uno y otro el suspiro de nuestro aliento cálido.

Tratando de que sea el más caliente, a fin de que pueda en algo aliviar este zamaquearnos involuntario que nos produce la helada, que cae perpendicular a nuestro cabello tupido por las ilusiones.

Y desciende justo a esta hora. Y al centro de este patio, encarrujándonos el cuerpo, aunque sin movernos nosotros para entibiar las piedras donde estamos sentados, las mismas que por primera vez sienten que pasan una noche afectuosa en sus vidas alucinadas, bajo el absoluto y el infinito que son las estrellas titilantes.


11. Palmas entusiastas

Las veladas son jornadas plenas de nerviosismo, de poesía y de amor a lo propio.

En primero lugar, de parte de quienes actúan con algún rol, en que ponen toda el alma para hacerlo bien, como de parte del público que participa en estas fiestas en las cuales la expectativa es grande, llena de una actitud compasiva y hasta de copiosa ternura.

Sobre todo ante el ajetreo de niñas y niños que intervienen. Así como de las personas mayores, ya sea que salen en algún papel de apoyo o ya sea como animadores, músicos u organizadores de estos acontecimientos.

Al abrirse el telón cesa de repente el murmullo que hasta hace unos instantes hacíamos en el patio, que está empedrado esta vez de cabezas de niños, como también de rostros ilusos de muchachos y adultos candorosos que están sentados en el suelo igual que nosotros y los jóvenes, envueltos en sus casacas de colores estallantes, otros acurrucados en sus ponchos y que prorrumpen en aplausos.

Lo hacemos más por la conveniencia de sacudirnos del frío intenso, haciendo palmas entusiastas en el intento de abrigarnos. Aunque también porque nos emociona la dedicación puesta para que cada número salga bueno y espectacular.


12. Conjunto de hadas

En los corredores del primer y segundo piso permanecen los señores con sus esposas y sus hijas, unas casaderas y otras inocentes como si fueran estampas de catecismo.

Cada una de ellas con los ojos posados siempre en el mundo etéreo de los sueños, en donde tratamos de aparecer nosotros, haciendo cualquier cosa con tal de ganar el privilegio de una sola de sus lentas miradas.

Al tiempo que se abre el telón, con una música de fondo, hecha por mandolinas, guitarras y un violín, que yo veo que pone inquieta a mi hermana Rosita, que hoy día está pegada a las faldas de mi mamá quien ocupa un asiento en la platea.

Ahí es cuando aparece un coro divino de niñas en un escenario mágico que semeja un prado sembrado de flores. Por lo alto, nubes bogando junto a un sol mañanero movido seguro por cuerdas y sostenido por algunos ocultos carrizos.

Este cuadro o estampa arroja lejos la tentación del sueño que habíamos tenido minutos antes. Y allí mismo escogemos, de entre ese conjunto de hadas, a la niña más hermosa para transportarnos con ella a la región pródiga y sin límites de la fantasía.


13. Pregunto con los ojos

¡Pero es increíble! No conocemos a ninguna de esas chiquillas que ahí ondulan semejando flores batidas por una suave brisa.

Todas están, más bien, entresacadas de algún álbum de vírgenes, hermosas y rozagantes. ¿De dónde las han traído? ¿Han venido de algún paraíso cercano que no conocemos por más que correteamos por cumbres y bajíos en nuestros juegos?

Pero, poco a poco, por algún mohín, rasgo o perfil de su rostro, por algunos gestos, por algún movimiento o alguna mirada furtiva detenida en alguno de nuestros compañeros que estamos en el suelo, las vamos reconociendo.

Esa es Lola. La otra es Silvia. La del fondo Haydé. La de este lado y que da vueltas como libélula es Bertha. ¡Esta otra es Sholi!, la otra es Cristina. La de más allá es Aurora. ¡Increíble!

– ¡Oye, pero qué bonitas que se ven!

Una niña encarna a un gracioso tulipán de quien se enamora el picaflor, representado por otra muchacha que revolotea dando saltos en el aire, mientras la orquesta de maestros interpreta la canción alusiva a la primavera.

Veo que mi hermanita Rosa ya no está con mi madre. Le pregunto con los ojos y me dice que está adentro, detrás del escenario. Y hace un gesto de resignación.


14. Como si fuese una soga

Y es que aquella música, que se escucha detrás del telón y que acompaña cada número que se presenta, es de la orquesta de don Danilo Sánchez Gamboa, mi padre.

Tanto es así que en algún momento la orquesta sale muy atildada al escenario a interpretar una y otra pieza musical.

Y aquí quiero contar una anécdota que hizo desternillarse de risa a los asistentes, ocurrida en una de aquellas actuaciones.

Ya se ha abierto el telón, y en los segundos iniciales en que tienen que presentarse los actores, he aquí que vemos que aparece una criatura de más o menos unos tres años, jalando hacia adentro del escenario a alguien que se esconde en el telón que pende al costado, a fin de no ser visto.

Vemos una mano estirada que aparece y le pide desesperado a la niñita que regrese. ¿De qué está cogida la niña? Del arco de un violín que alguien sujeta de la otra punta.

Pero pronto la bebita coge con la otra mano la corbata del señor que se esconde y lo jalonea, estirándole la con todas sus fuerzas, como si fuese una soga.


15. El mejor número

Cuando ya no puede más, sale el personaje al escenario y es conducido sumiso de uno a otro extremo del tablado. ¿Quién creen que era ese señor? ¡Mi padre!, quien avanza cogiendo la otra punta del arco, y con el cuerpo agachado que porta a su violín bajo el otro brazo.

La chiquilla ¡es Rosita, mi hermana!, a quien se le había antojado cruzar de uno a otro lado el escenario justo cuando el telón ya estaba abierto. Y mi padre no tuvo más remedio que seguir, atravesando el proscenio delante de todo el público.

La escena produjo una carcajada general, por lo natural y espontánea, pero en el trance don Danilo no fue capaz de mirar al público por lo avergonzado que estaba.

Pero, eso sí, pero tenía una dulce sonrisa al ser jalado por esa criatura temperamental, dando el espectáculo de un cuerpecito chiquitito que arrastraba a un cuerpo alto, completamente bajo su dominio.

Fue considerado el mejor número del año en el recuento de las veladas artístico-musicales de mi pueblo.


16. El arte de lo entrañable

Y es que mi hermana Rosa desde que nació se volvió la engreída de mi padre, capaz de irse hasta donde él estuviera, sea el sitio que fuera.

Tan es así que era la única mujercita que iba a las excursiones de la Escuela 271 y que eran arduas y hacia sitios lejanos. Esta vez seguro que ella estaba detrás de los telones, e incluso sentada en sus rodillas mientras él tocaba el violín; o a un costado de la orquesta, y se le ocurrió pasar al otro lado, delante de toda la gente, o sin prever que el telón que se iba a abrir en ese instante.

Cuando ya desaparecían de escena, el público, después de tanta risa, prorrumpió en sonoros aplausos, quedándole a mi padre esa noche una especie de "chucaque"; pero a todos los asistentes nos quedó la convicción de haber sido el número más aplaudido de aquella velada, además de literaria y musical, también con este número imprevisto, legítimamente "casual".

¡Ah veladas de mi tierra!

Y rememoro todo esto no por la nostalgia sino porque postulo un arte ligado a la vida, cual es el arte de lo entrañable.


17. Somos herederos

Un arte de quienes buscan nuestra identidad osada y jubilosamente, amando al niño imperecedero que somos.

Un arte con el cual nos abracémonos a nuestro pueblo que lo reconocemos sencillo y en lucha ardorosa. Y no, como a veces y frecuentemente lo pintan, urdidores de desgracias, desalientos, dudas y mentiras.

Sintámonos orgullosos de lo que es el Perú íntimamente, reconociendo que el hambre y la pobreza que sufre nuestro pueblo son realidades indignas y debemos, con nuestro trabajo y esfuerzo, ayudar a superarlas prontamente.

Propongámonos hacer un arte con la cual regresen los hermanos que se han ido lejos, proclamando y alentando desde aquí una nueva, fresca y pura corriente artística: de lo entrañable, en oposición a aquel arte “light” y de la globalización.

Ahondemos más en la búsqueda de lo que somos, en nuestros orígenes, en nuestros antepasados, en el ancestro lleno de esplendor del cual somos herederos.


18. Quienes ungen sus sienes

Un arte con el cual arraiguemos más en lo propio, afincando en lo que nos es genuino y particular, porque si hiciéramos lo contrario y rompiéramos con nuestras raíces seremos una pobre brizna despreciada hasta por el cieno.

Por eso mismo, obliguémonos a afirmar la vida, a rescatar el valor de lo cotidiano, porque es hermoso y porque el hombre deposita lo mejor de sí en esos actos simples, modestos y callados; pero, al mismo tiempo, magníficos, bellos y extraordinarios.

Por eso mismo, defendamos que el hombre nunca deje de ser único, individual e intransferible: frente a un mundo que intenta hacernos homogeneizados, convirtiéndonos en una masa de consumo sin lo auténtico, lo complejo y lo íntimo.

Por eso mismo, aspiremos ¡artistas del Perú del presente! a ser parte entre quienes ungen sus sienes en los arroyos nativos, en las rocas de nuestras quebradas y abismos, en el amanecer de nuestras montañas tutelares, y en el Perú, como símbolo de poesía y de trascendencia en el universo.

Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente

Teléfonos: 420-3343 y 420-3860

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Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:

Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe
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