sábado, 24 de diciembre de 2011

ESTA NOCHE ES NOCHE BUENA: ESTAMPAS DE MI TIERRA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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Construcción y forja de la utopía andina


2011, AÑO DE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS


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DICIEMBRE

MES DE LAS MONTAÑAS

DE LOS DERECHOS DE LOS ANIMALES;

DE LOS MIGRANTES Y DEL NACIMIENTO

DEL DIOS NIÑO EN LA NAVIDAD


CONFERENCIAS Y SIMPOSIOS SOBRE CULTURA ANDINA

AULA CAPULÍ:

Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 3 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República


Planta de capulí, florece a la entrada del Aula Capulí


PRÓXIMAS ACTIVIDADES:

CAPULÍ 13, VALLEJO Y SU TIERA DEL 18 AL 20 DE MAYO



PEREGRINACIÓN A SANTIAGO DE CHUCO TIERRA DE VALLEJO

FESTIVAL TRILCE DE LA CANCIÓN, LA POESÍA Y DANZA ANDINAS


ACTUALIDAD


HA NACIDO EL NIÑO DIOS


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PLAN LECTOR,
PLIEGOS DE LECTURA

HOY DÍA ES 24 DE DICIEMBRE



Por Danilo Sánchez Lihón

1. Cantando hacia lo alto

Hoy es 24 de diciembre y ya las sombras de la noche vencieron a la luz amarilla y azulada de la tarde.

Pese a la oscuridad y a la brisa que ulula en los carrizos, por la calle se oye de rato en rato un tropel de pasos de gente que se apremia.

A intervalos llega por retazos la melodía aguda y tierna de "Las pastoras" que han dado la vuelta por la esquina y ya pasan delante de nuestra casa y se filtra por las rendijas de la vieja puerta desportillada.

Bajan entonando coplas y tonadillas que a la luz de las lámparas, se escuchan más hondas y nítidas:

Venimos desde lejos
oyendo una sola voz
anunciando el ángel bueno
que ha nacido el Niño Dios.

Y repiten letra y música otra vez en coro, cantando hacia lo alto de los tejados y el cielo despejado de diciembre.


2. Lo pronuncian tiritando

Bajan en comparsas desde los caseríos altos a adorar al Niño, cantando a viva voz y con toda el alma estos y otros villancicos de las serranías.

Con ilusión pero también con escondida melancolía, dicen.

Pajas y pañales
traemos para él
¡porque en el pesebre
desnudo se le ve!

¡Pobrecito el niño!

La última línea la dicen hablando, y quebrándosele la voz, haciendo un puchero con sus bocas y con las pupilas enternecidas.

Y esto lo pronuncian tiritando, como si el niño tuviera frío, y en otro esto como si ellos fueran fuertes y protectores, pese a sus atuendos desvencijados y a sus ropas pobres, toscas y raídas.


3. Su propio manantial


Cantan con júbilo que disimula un oculto sufrimiento. Cantan para ocultar sus heridas, para disculpar a quienes tanto los han ofendido.

Las mujeres lucen unos vestidos blancos festonados de grecas y blondas.

Con trenzas ataviadas de flores.

Otro grupo, con un atuendo diferente, que viene seguro desde otra cuenca o vertiente que tiene su propia cumbre, abajo su cañada y muy en lo hondo su propio manantial, canta de otro modo:

San Pedro se ha dormido
en las faldas del cerro,
ya le cantaron los gallos
ya le ladraron los perros.

¡Por eso,
vamos corriendo!


4. Hierba buena o albahaca

Y corren. Como si representaran en la calle el drama que cantan.

Detrás se apuran los niños con pequeños atados en sus espaldas, incansables de enrumbar por atajos empinados y otros caminos.

Unos llanos, otros de tierra anegada o humedecida, otros hoscos y pedregosos senderos.

Detrás, cerrando el grupo, siguen los ancianos, algunos temblequeantes, otros haciéndose los fuertes y valientes.

Unos con la mirada asombrada, otros con los ojos ilusos o lagrimeantes, sea de pena o de contento.

Llevando en sus alforjas igual, las más humildes pero significativas ofrendas.

A veces solo ataditos de hierba buena o albahaca reciente.


5. Llueve a cántaros

También van con ellos ancianas con las miradas ilusas repitiendo con voz fina solo la estrofa final, y como si fuera una fatalidad, que dice:

ya le cantaron los gallos
ya le ladraron los perros.

El resto de letras solo las escuchan moviendo los labios. O las musitan con los ojos llorosos y los pasos temblequeantes.

Pero ya la lluvia desatada arrecia, incluso chorreando por las veredas empedradas, ya convertida en tempestad.

Pero esto no los arredra ni detiene. Siguen por en medio de la calle.

Y más todavía, los motiva a cantar con voz muy alta, apagar el rumor de las gotas de agua que caen sobre la tierra anhelante.

Y así caminan, chorreando el agua por el borde de sus sombreros. Porque ahora llueve a cántaros y se desata una andanada de truenos y relámpagos.


6. Estando la virgen bella

Como si el aguacero se conmoviera de tanta devoción y de tanto cariño. Y como si él quisiera ir con ellos poniendo igual mirada de ternura y de pasión que llevan sus pupilas.

Estando la virgen bella
los santos en un rincón
el niño se ha ido trotando
de Santiago hasta Porcón.

¡Por eso,
vamos corriendo!

Se detienen en la esquina, pasando ya nuestra puerta, mirando por qué calle avanzar.

Mientras tanto repiten en su canto:

el niño se ha ido trotando
de Santiago hasta Porcón.


7. Los ángeles que han llegado

Y echan a correr no por la vereda sino por el centro de la calle con sus voces atipladas e inocentes.

Otros vienen después, a paso ligero porque piensan que se les hizo tarde.

Pasan sin dejar de tocar panderetas, pífanos y flautines; entonando con voz aguda las mujeres y grave los varones, una letra que dice así:

Los ángeles que han llegado
se han ido entusiasmando,
ya tomaron sus traguitos
y se han quedado bailando.

¡Por eso,
vamos corriendo!

Nosotros nos reímos, cuando alguien comenta:

– ¡Y estos pobres ya no van a hallar sitio en la iglesia!


8. Desde la amanecida

Pero papá corrige:

– ¿Por qué decimos pobres? ¡Tienen fe, que es lo más importante! En cambio, ¿cuántos de nosotros la hemos perdido? Y, ¿desde dónde creen que vienen, para que hagamos un comentario de que llegan tarde? ¡Vienen desde la Cuchilla! ¿A cuántas horas queda? Queda en las alturas, a seis horas sin descanso y hasta ahorita siguen avanzando, sin detenerse. Nosotros estamos a unos cuantos pasos de la iglesia, pero ¿ya hemos salido?

– Papá, ¿y cómo sabes que son de La Cuchilla si ni siquiera has salido a verlos por la ventana?

– Lo sé, por la letra del villancico que cantan.

Ellos, ancianos y niños han caminado todo el día, desde la amanecida. ¡Y están llegando a la hora! Más bien, apurémonos nosotros.


9. Un coro de niños

– ¡Ya van a ser las doce y ustedes ni se lavan ni se peinan!

– Yo sí ya me lavé, mamá.

– ¿Cuándo? ¿A qué hora que no te he visto?

– Temprano, en la mañana, tan pronto me levanté.

– ¿Qué? ¿Y crees que desde esa hora no hay que volverse a lavar? ¿Y vas a ir con esa cara?

– ¿Qué tiene mi cara?

– Está sudorosa. Has jugado todo el día.

– ¿Y con este frío, mamá, he de volver a lavarme? ¿Y todavía con agua helada?

– ¡Sí! Porque al Niño Dios no le gustan muchachos desaseados.

– Si ni siquiera nace todavía.

– Dios nos está mirando siempre.


10. Rezos y oraciones

– ¡Ya, ves! ¡Qué buen mozo se te ve! ¡Ya vamos! Tenemos que estar desde el principio de la misa, porque es falta de respeto a Dios llegar a su templo en punto.

– Mamá: y es falta de cariño al Niño estar tan regañona, justo el día en que él nace.

Felizmente ya llegamos a la iglesia y hemos pasado adelante, no sabemos cómo. Y es más, detrás ha llegado una silleta para que mamá se siente.

La iglesia es una algarabía de voces, ruegos y alabanzas que se elevan.

Rezos y oraciones que se confunden con el balido de corderos y chivillos, graznido de patos, aleteo de perdices, cacareo de gallinas y silbidos de vizcachas.

Y que no apagan los ronquidos de un berraco que se ha quedado dormido en los brazos de un chiquillo.


11. Indesmayable esperanza

Ahora rompen a cantar ya no las pastoras y labriegos, que entonan sus coplas desde atrás, sino un coro de niños que junto al pesebre elevan sus voces a los altares:

Esta noche nació el niño
entre las pajas y el heno
quién pudiera niño mío
vestirte de terciopelo...

La iglesia es un estallido de luces, cantares, tonadas de conjuntos de las hermandades y de los barrios del pueblo. Y de cientos de pastores y pastoras que han bajado, subido o llegado de los caseríos y poblados.

Todos expresan con sus voces, miradas y gestos, y hasta con el modo de estar se pie o sentados, su cariño profundo a una ilusión, a una fe y a una utopías.


12. Una mantita morada

También fervores, ensueños y anhelos de vida nueva; de indesmayable esperanza que no se dice, si no que se da a entender en el brillo de luz de tantos ojos ingenuos y amorosos.

De allí que por lo alto y desde el fondo lleguen hasta el altar del Niño Dios –que es un pesebre hecho de gavillas de cebada y trigo reales–, canastas con manzanas, petacas repletas de huevos.

Otros son azafates con humitas y tamales, vasijas bordeando leche de cabra y hasta porongos de chicha.

Todo es una algarabía de voces y cantares:

Aquí te traigo María
esta ovejita lanada
para que le tejas al niño
una mantita morada...


13. El camino de regreso

¡Y todo lo ofrecen al Niño Dios con manos generosas, anhelando el bien de todos y paz sobre la tierra a los hombres de buena voluntad.

Yo me voy quedando dormido.

Y lo hago justo cuando está terminando la ceremonia y se dará inicio del camino de regreso a casa, que son varias cuadras de calles empinadas.

Si no fuera La Noche Buena y víspera de Navidad me pellizcarían despiadados para que despierte y camine.

Pero esta vez, mis primas jóvenes y casaderas les ruegan a mis padres:

¡Que ellas me van a cargar!


14. Van poniendo sobre la mesa

¡Que pobrecito, no me despierten!

¡Que tanto he correteado!

Que no me sigan jalonándome las mangas o sacudiéndome de los hombros.

Y siento que sus brazos, y la agitación de sus pechos en flor, se turnan para hacerme llegar hasta mi cama.

Ya en la casa, al sentir que se enciende la candela y se alegra la cocina, repentinamente me sacudo y despabilo.

Porque hay ponche de chocolate con tajadas.

Porque siento el olor de los bizcochos de Chancay y del pan de yema que van poniendo sobre la mesa.

De las basitas y de las roscas nevadas de espuma blanca.


15. En el año venidero

Además, temprano vi que mamá hervía jamón y hacía mazamorra de chiclayo que a mí me gusta tanto.

Y, sobre todo, siento que habrá relatos de apariciones del Niño Dios en los caminos.

De milagros que hace desde su pesebre.

De hallazgos y visiones que hacen “Las pastoras” ya de regreso a sus pueblos.

De cómo lo encuentran convertido en luces cercanas o estrellas en lontananza, en aromas inusitados o en susurros imprevisibles.

Y lo encuentran en las risas de contento porque lo han adorado este año.

Y que ojalá la vida alcance para poder hacerlo en el año venidero.


Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente

Teléfonos: 420-3343 y 420-3860

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