domingo, 20 de noviembre de 2011

EUCALIPTO DE PISCOBAMBA – ÁNCASH: Suma de señorío e historia - POR ELMER NEYRA VALVERDE

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Con fondo del mercadillo sabatino



EUCALIPTO DE PISCOBAMBA – ÁNCASH:

Suma de señorío e historia

Por Elmer Félix Neyra Valverde


Ubicación

Posiblemente en uno de los años 80 del siglo XIX, fue plantado este magnífico ejemplar de eucalipto en la parte central de la inmensa y amplia plaza de Piscobamba. Actualmente, por contar más de 130 años de existencia ha perdido algo de su majestuosa coposidad; pero sigue manteniendo su calidad de monumento ecológico y emblema natural que distingue a la ciudad de Piscobamba. Ninguno de los famosos visitantes, ya sea Antonio Raimondi o Charles Wiener, hacen referencia de este grandioso obelisco de ramas. Aceptando que la plaza de Piscobamba se caracterizaba por su humedad, se deduce que este árbol ha extendido sus raíces por todas las direcciones y que le ha permitido una presencia lozana por muchas décadas.

Anteriormente, en torno del árbol se hizo un cerco de piedras que ocasionalmente servía para el posicionamiento de las vendedoras lugareñas. Después de la remodelación de la plaza ejecutada en el 2006, se ha levantado rodeando el eucalipto un cerco circular de por lo menos 1,80 metros de altura y de 5 metros de radio y que parece una piscina; con el agravante de que contiene, permanentemente, agua que puede estar haciendo daño a la más que centenaria base de este gigantesco madero verde.

Según la tradición oral, Juan Bautista Rodríguez plantó el eucalipto de la Plaza de Armas, en Piscobamba. La fecha la dedujimos basándonos en la información que proporcionó el maestro Julio A. Villanueva Delgado. Al hacer un comentario en una clase (1950), en la ya histórica escuela 304 en la localidad altoandina, dijo: "El coposo, hermoso y añejo eucalipto, que se yergue lozano en la plaza de un verde esmeraldino, cuenta 80 años de existencia".

D. Regis Neyra Malpartida, mi abuelo paterno, tan piscobambino como el rayán, tenía su casa que daba frente a la Plaza de Armas. Esta fue delineada, posiblemente, en 1574 por el capitán Alonso Santoyo de Valverde, quien recorrió el Oriente de Áncash.

D. Regis, mientras sus dedos manejaban con una destreza envidiable su máquina de coser Singer, además con la simpática presencia de su tijera de acero Solingen y de una pesada plancha de asentar ropas a carbón, fue atraído por algo inusual. Crujía el enorme árbol emplazado en la inmensa explanada colonial. Un fuerte viento de agosto sacudió sus sólidas y divergentes ramas, las cuales en un momento parecían prestas a desprenderse. Felizmente, la calma retornó endulzando las horas lentas de esa tarde, encajada en el desván del recuerdo.

En la conversación surgió el tema del origen del eucalipto, respecto a lo cual, el ya viejo Regís dijo en forma segura y sobria: “Tiene muchos años de vida, lo plantó Juan Rodríguez, había otro eucalipto, eran dos. Pero en una fecha tormentosa cuando cayó una intensa mangada, un rayo quemó a una de las plantas. Quedó solo, que hasta ahora sigue; posiblemente, sus raíces se han extendido por toda la superficie debajo de la plaza, que más antes era muy húmeda”.

No olvidemos que Soukop Jaroslav (SDB), en su libro Vocabulario de nombres vulgares de la flora peruana y catálogo de géneros, expresa que: “... los primeros eucaliptos aparecieron en Huancayo, donde las familias Ráez y Gómez en 1865, y trajo las semillas un ciudadano francés M. Lapier, desde Lima, importadas de Australia durante el gobierno de Manuel Pardo... En 1872 en Concepción, y de allí se propagaron al convento de Ocopa en 1880”.

Ernst W. Middendorf escribe sobre las minas de Tarica por los años 1870, pero no dice nada de eucaliptos. Sin embargo, hay una tradición de que en Ancash, primero, se usó madera de eucalipto en las minas de Tarica, provincia de Corongo. Se empleó para armazón, puntales y arcos de socavón. Continúa la versión oral que desde aquí, los hacendados los llevaron a Andaymayo (actual provincia de Sihuas), luego, en un proceso expansivo, los interesados, ya en almácigo o ya en semillas conducen a Pomabamba y simultáneamente a Piscobamba.

En esta última localidad, capital del distrito más extenso de Áncash por entonces, en el paraje de Huallhuá (Casca), parte de la hacienda de los herederos de Alonso Valverde, empiezan a hacer bosques pequeños, un tanto apretados. Tal es así que en los años 1950 había una hermosa avenida contorneada a ambos lados por eucaliptos en el camino hacia Pomabamba. De tal lugar llevaron unas cuantas matas a Pomachupa, fundo de largos y oscuros litigios, pero en tal sitio hasta la fecha sobreviven altos y robustos eucaliptos, que intentan emular al altivo eucalipto de la Plaza de Piscobamba. No es de más decir que Pomachupa, hasta inicios del s. XX, era propiedad de los Valverde de Casca.

Fluye la tradición oral en el sentido de que Manuel Espíritu Rodríguez, notable de Piscobamba y amigo de los terratenientes de Andaymayo, consiguió aquí semillas de eucalipto. Hizo su semillero, las matitas las plantó en la falda occidental de Molinojirca (Piscobamba) en una extensión de un cuarto de hectárea.

Posiblemente, coincidiendo con esa oportunidad, además aprovechándola como hermano de Manuel, Juan Bautista de una manera acertada, feliz y oportuna hincó dos matitas, no muy alejadas una de la otra, en el centro de la Plaza de Armas. Lo último es una conjetura plausible, algo más, es una afirmación tradicional; que ocurrió con toda seguridad después de la visita de Antonio Raimondi en 1862 y la de Charles Wiener, en 1876, quienes no mencionan respecto de eucaliptos en la grandiosa ágora de Piscobamba. Además, conciliando los testimonios de Regis con los de una hija de J. Rodríguez, podemos arriesgarnos a emitir una opinión, en el sentido de que el trasplante se realizó en una fecha de la década posterior a la visita del estudioso francés Charles Wiener.

Respecto a las fechas de la plantación, leemos en la página 95 del libro Misceláneas andinas de Julio A. Villanueva, lo siguiente: “En medio de la plaza hay un viejo, hermoso y frondoso eucalipto plantado en el año 1889 por Juan Rodríguez”, (fecha reajustada por el articulista).

Por su parte, A. Portella, en ‘Piscobamba y Fidel Olivas’, escribe: “Habían sido dos... Fueron sembrados en Noviembre 1874 por el señor Juan Rodríguez”. Por todo lo hurgado y confrontado no hay fecha precisa, que nos diga con claridad, pero la autoría del plantado corresponde, sin lugar a dudas, al reconocido ciudadano hijo de Piscobamba, Juan Bautista Rodríguez. Sólo podemos decir que el majestuoso árbol se va acercando al sesquicentenario de su existencia. Constituye un digno símbolo de una digna ciudad.

En 1966 participó de una actuación cívica, escuchó decir al profesor Fernando Gross Ramos, director del colegio Luzuriaga de la localidad, “Piscobamba es la novia de los andes, coronada de azahares por la Cordillera Blanca”, tal como cita César Huerta en un artículo del LOL.

La conjura de un arboricidio

Pero algo fatídico se produjo el 8 de mayo de 1973, cuando el subprefecto de Mariscal Luzuriaga, Luis Alberto Ortiz de la Rosa, intrigado por algunos vecinos y por empleados nacidos en otras provincias, tuvo el desatino de contratar a varios carpinteros con sierras trozadoras, para tumbar el gigantesco árbol. La decisión descabellada fue parada en seco por el pueblo indignado, que contaba como sus líderes de esta protesta a Ulises Valverde y Dalmira Caldas. El descomedido funcionario ante la furia popular se apartó del pueblo. Según testimonio del carpintero Demetrio Espíritu, el subprefecto había convocado a 40 participantes entre carpinteros que manejaban sierra corvina, y jornaleros con hachas, machetes y sogas; los notificadores fueron Alejandro Caldas y Osvaldo Vargas, bajo pena de arresto por 24 horas en caso de no asistir. La gran mayoría de los carpinteros que ofrecieron su ocupación durante los años 60 y 70 del siglo XX, bajo presión del autoritario Ortiz, intentaron participar en la posible desaparición de nuestro señorial y emblemático madero, parte de nuestra inconfundible identidad regional.

Cálculo de la altura

El 14 de octubre de 2011, aplicando una proposición del matemático griego, Thales de Mileto, se ha medido la altura del eucalipto obteniéndose una altura de 65 metros. En esta tarea intervinieron además del autor: el poeta Máximo Egúsquiza Cueva y el ciudadano Edgard Caldas Roca. Como herramienta de medición se usaron una huincha, una varilla de madera.

Sombra aumentada del eucalipto: 29 metros = s

Altura de la varilla: 1,3 = h

Sombra de la varilla: 0,58 metros = t

Altura del eucalipto: desconocida = x

Se plantea la proporción

Reemplazando los datos

Por lo tanto, la altura del Eucalipto: 65 metros

Grosor del diámetro en el encuentro del cogollo basal con el tallo del eucalipto es de 8, 80 metros; por lo que:

El diámetro es de .

El radio es de 1,40 metros.

Sombra usada en cálculo: ; donde es la medida empírica de la sombra desde la base del árbol.

La altura que enuncia Timoteo Guijarro, en el libro “Cápac Ñan” es de 67 metros.

La admiración de un visitante extraño

El 30 de diciembre de 1999, junto con mi hijo Jharni y dos colegas de trabajo, bajamos en la agencia de transportes Los Andes, ubicada en una casa aledaña a la esquina sur de la plaza, en viaje desde Lima. Nuestro amigo, Benito Asencios Aguirre, natural de Huari, quien viajó a estudiar la flora de Piscobamba, en un gesto inolvidable... serenamente, pero conmovido, después de mirar la plaza grande y apresar con su vista la majestuosidad, la imponencia del heráldico árbol dijo:

“¡Qué formidable!, es el único eucalipto que he visto de este tamaño, con razón impresionó a muchos de mis paisanos”.

Simbolismo y nota histórica

Este formidable árbol es uno de los símbolos que identifica a Piscobamba tan igual que los cerros Apus, Huáncash y Chontajirca, la Iglesia matriz que mantiene la reminiscencia de la Catedral colonial, abatida en los años 30 del s. XX.

Actualmente, que hay todo un movimiento mundial de preservar el Medio Ambiente y de cuidar la naturaleza, se impone una obligación cívica de custodiar este magnífico árbol, que por una situación peculiar se ha erigido en un monumento natural de Piscobamba. Su simbolismo y trascendencia puede parangonarse con la higuera de Buda, (Ficus religiosa) llamada Bo (La India). El legendario Iluminado bajo la sombra de dicho árbol encontró el camino de vida; había comprendido no la naturaleza de Dios ni la causa del Universo sino la naturaleza del dolor, sus causas y su remedio. Traemos para el caso, el Árbol de Guernica, símbolo de las libertades vascas, juraban los reyes respetar los fueros, a la sombra del viejo roble de Guernica y Luno (España) y subsiste después de mil años. Viene al caso la higuera del Palacio de Gobierno de Lima, plantada por el marqués de Atabillos Francisco Pizarro, símbolo del poder que ciertamente no alcanza aún al pueblo.

Mencionamos también los Cedros de Pomabamba, ya mencionadas por Raimondi. Las superviventes palmeras de Yungay que resistieron el embate del terremoto del 31 de mayo de 1970. Las palmeras de Sihuas que se yerguen en la plaza del barrio de Pingullo; la flor de mora de Llumpa y el árbol de Warawya en Sicsibamba y tantos otros que significan cariño y respeto a la naturaleza viviente.

Desde 1960 a la fecha, en los alrededores de la ciudad de Piscobamba se han sembrado muchos bosques de eucalipto, cuya presencia ha alterado el clima y el ambiente de la zona. Se usa como leña, en la construcción de casas y fabricación de muebles de carpintería.

Falta iniciar audazmente su empleo en la farmacopea, fabricación de papeles y el fomento de la apicultura. Pensemos que de esa manera nuestros eucaliptos, con valor agregado, formarían un elemento de desarrollo industrial, en la provincia.

Bibliografía

* Alma libertana Nro. 3, (2008).

* Mariscal Luzuriaga – Piscobamba y distritos, (2011).

* Libro de Oro Luzuriaguino, (2007).

* Áncachs [2006] de Antonio Raimondi.

* Peru y Bolivia [1995] de Charles Wiener.

* Misceláneas andinas (1991) de Julio A. Villanueva Delgado.

* Vocabulario de los nombres vulgares de la Flora peruana […] de Soukop Jaroslav.

* Piscobamba / Fidel Olivas Escudero (1977) de Américo Portella.

* Perú. Observaciones y estudio del país y su gente (1973, 1974) de Ernest W. Middendorf


Una parte de la plaza, la Iglesia matriz y el Eucalipto


UN VERDE ESPIGON

Por Elmer Neyra Valverde



y
un día
la luz vio,
emergiendo solo,
un tierno eucalipto
violentando con sus ojos,
el aire sereno sobre el tapiz
verde. El tallo, cual honda,
lanzaba el plumaje liso,
como saetas afiladas.
cantaban dulzuras
de vocecillas,
los pájaros.
algunos
maduros,
algunos
posando
amantes.
El azul
sonreía
mirando
el asta.
Ya enorme
elevadísimo,
derramabas, ya
gran majestad. ¡Oh!
heraldo de mi tierruca.


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Piscobamba


MAJESTUOSO ARBOL INSIGNIA


Por Juan Rodríguez Jara



Gran eucalipto de la plaza de Piscobamba,
tú que tienes perfume de esa lejana Australia,
supiste adueñarte de la Novia de los Andes
plantado por las manos de Juan B. Rodríguez.

Forjaste tu frondosidad y verdor permanente,
dando sombra a tantos viajeros hoy ausentes;
fuiste testigo de generaciones que ya viajaron,
el caminante peregrino consiguió tu sombra.

Sobre tus ramas el aguacero plácido se detuvo.
Debajo de tu follaje, lloró el abandonado;
Has sido confidente de una declaración
de amor eterno y perfumaste el primer beso.

Eres testigo de las fiestas chicas y grandes,
donde gozaste del relinchar de lindos caballos,
en busca de la cinta de la soltera codiciada,
colocada en la cuerda de la carrera a las cintas.

Sufriste por la sangre de muchos gallos
que en un atardecer perdían la vida entera
bajo el filo de una navaja encorvada,
amarrada por los galleros de experiencia.
Disfrutaste del paso de bailes costumbristas
como las pallas, inkas, pizarros, huanquillas,
huankas, turkos, negritos, huaridanzas, marchas
y otras tantas que aun vivirán para siempre.
Escuchaste los violines del maestro PREMIO.

Te cautivaste con las melodías del arpa de Tauma,
en las serenatas dedicadas a solteras lindas,
y el baile guerrero del Corpus Cristi, limitaste.

De tu tribuna aplaudiste en muchas tardes
los grandes encuentros futbolísticos,
porque en tu plaza estaba el estadio olímpico
con su gran verde y siempre verde gramado.

Ese verde hechicero en los meses de verano,
con su profundo mensaje de verde esperanza
hizo que un Llumpino justamente lo bautizara
“Piscobamba paloma blanca de pecho verde”.

Por tu alrededor los gallardos escolares
desfilaron con su uniforme kaqui comando
de ese gran centro escolar 304 de varones,
y de azul marino del CE. 309 de mujeres.

Tras los años todos nos fuimos sin adioses.
Majestuoso, frondoso centenario eucalipto mío,
siempre has disfrutado de las alegrías miles,
has sentido también las lagrimas de las penas.

Ahora sigues gallarda, con tu vaivén alegre
ante el tiempo que quiere robarte la vida,
cada movimiento tuyo es como elevar al cielo
una oración, ofrecida por el guardián Chontajírca.

Testigo de tantos años, eres un paradigma.
Sin embargo existen entre tus poblanos
hijos sin corazón, sin tradición, sin amor,
que quieren mancillar tu larga existencia.

Frente a la mirada de los santos Pedro y Pablo
Patrones de la ciudad te mantienes verde,
porque tus raíces son mas profundas y largas
que matan a las ingratitudes tan mezquinas.

Por eso tu corteza vierte incesantes lágrimas
como muda expresión de tu dolor silencioso.
Eres tú, majestuoso árbol insignia del Perú.
eres con tu frondosidad eterna como el tiempo.

Admirado al igual que el cercano Huascarán,
noche y día te refresca y tus hojas verdean,
y el recuerdo de Juan B. Rodríguez, seguirá.


http://piscobamba.blogdiario.com/img/arcoiris.jpg

Plaza de Armas de Piscobamba - Blog LA NOVIA DE LOS ANDES


VOLVERÉ


Por Danilo Barrón Pastor




Volveré Piscobamba, a caminar
por tus calles en la quietud de la noche.
Quizá una mañana de invierno cuando la
niebla se aleja en el alba o una noche de lluvia.
El palpitar de mi corazón estarán contigo.
Atravesaré tus cumbres y ríos.

Retornaré para ver tu plaza cubierta
de flores, en una mañana de primavera.
Tus montañas y llanuras son mi cuna.
Muchos han venido por doradas promesas
más que un compromiso, regresaré
a verte más grande y hermosa aún.
Encontraré el agua para calmar mi sed y
comida para endulzar mi boca, me embriagaré
con tu chicha en un día de fiesta.

Nunca seré un forastero en tus tierras.
Amaré a tus cumbres inalcanzables.
Ante tus tormentas me cubrirás con tu calor.
Si mis palabras son vagas no busquéis
comprenderlas.
El día que regrese con el viento
que sopla a mi favor, entraré despeinado
con un saco a la espalda y una
maleta en el mano.

Yo volveré, quizá por un momento,
retornaré por un tiempo
a descansar en el viento.
Si al medio día me recuerdas nos
encontraremos y platicaremos juntos.

Viajaré como un trotamundo
buscando siempre tu ruta.
Andaré aún cuando los caminos duermen,
pero más tarde o temprano VOLVERÉ.

A cobijarme bajo tu árbol, VOLVERÉ!


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PISCOBAMBA " LA NOVIA DE LOS ANDES"

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