viernes, 23 de septiembre de 2011

23 DE SEPTIEMBRE EN TRUJILLO: PRESENTACIÓN DEL LIBRO "MACHU PICCHU" DE INTI LLAPA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA

Construcción y forja de la utopía andina


AÑO DE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS

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José María Arguedas - Imagen: Nalo A.B


SEPTIEMBRE:

MES DE LA PRIMAVERA, DE LOS DERECHOS CÍVICOS

DE LA MUJER, EL NIÑO Y LA FAMILIA


SÁBADOS 7 PM. AULA CAPULÍ:

Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 3 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República

CONFERENCIAS Y SIMPOSIOS SOBRE CULTURA ANDINA


PRÓXIMAS ACTIVIDADES:


SÁBADO 24 DE SEPTIEMBRE


HOMENAJE A: GONZALO BULNES. Semblanza a cargo de CÉSAR ÁNGELES CABALLERO. Conferencia de Gonzalo Bulnes: “PERFILES DE MANUEL GONZÁLEZ PRADA”.

VIERNES 30 DE SEPTIEMBRE


VIERNES LITERARIOS DISTINGUE CON LAUREL CULTURAL A: DANILO SÁNCHEZ LIHÓN. Recital de poesía del autor. Casa José Carlos Mariátegui. Jr. Washington 1946. Lima. 7 pm.

SÁBADO 15 DE OCTUBRE

CONFERENCIA “ETNOCIENCIA CAMPESINA”: Por ROMÁN ROBLES MENDOZA


Ingreso libre.

Se agradece su gentil asistencia


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ADHESIÓN A LA PRESENTACIÓN DE LA OBRA



"MACHU PICCHU" DE INTI ILLAPA

VIERNES 23 DE SEPTIEMBRE
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EN TRUJILLO


PROGRAMA


1. Presentación del programa a cargo del poeta ÁNGEL GAVIDIA RUIZ

2. Semblanza del escritor INTI ILLAPA por el poeta TEOBALDO SÁNCHEZ VÁSQUEZ

3. Saludo del Frente de Escritores de La Libertad, a cargo del poeta BETHOVEN MEDINA SÁNCHEZ

4. Intervención musical del conjunto CHUCOLLACTA

5. Presentación del poemario MACHU PICCHU por el escritor DANILO SÁNCHEZ LINÓN

6. Intervención musical del conjunto CHUCO LLACTA

7. Palabras de agradecimiento a cargo del Doctor FIRDUSI PEREDA VÁSQUEZ

8. Brindis de Honor

Viernes 23 de setiembre a las 7.30 p.m.

Auditorio de la Dirección Regional de Cultura

Jr. Independencia 572. Trujillo

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PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA

INMENSA POESÍA QUE ESTUVO OCULTA

COMO LA CIUDADELA DE MACHU PICCHU



Por Danilo Sánchez Lihón

1.

Mi padre nos había instruido en la mesa, a la hora de comer, que cuando aquel señor pasara por delante de nuestra casa, fuéramos muy respetuosos, atentos y corteses con nuestro saludo.

– ¿Por qué? –Es siempre la pregunta que hace un niño.

– Porque es uno de los mejores hombres que ha dado nuestra tierra, Santiago de Chuco. –Fue su respuesta lacónica, aunque preñada de misterios.

De niño no supe cuál era la proeza de aquel hombre, porque uno de niño se cansa de preguntar acerca de tantas cosas.

Pero eso sí, cumplía fielmente en saludar a aquel señor, diciendo de manera muy clara cuando pasaba:

– ¡Buenos días, señor! –O, buenas tardes, si era el caso.

Así lo hacía, y lo observaba atentamente. Entonces él, al escuchar mi saludo, volteaba hacia mí y hacía una atenta reverencia. Y con voz bien modulada y semblante amable me decía:

– ¡Buenos días, niño! –Y luego, de un modo enfático, continuaba–. ¡El bien sea con usted!

Fue el primer “Usted” que yo recogí en mi vida. Y proseguía su marcha preclara.

Era don Santiago Pereda Hidalgo, normalista, poeta, escritor y un fervoroso epígono del Imperio de los Incas.


2.

Vestía un poncho albo, con un fino bordado en la orilla. Y cosa rara: un chaleco impecable que se dejaba ver. ¡Y corbata debajo del poncho!

Usaba un enorme sombrero blanco, de alas que daban la vuelta hacia arriba. Y, alrededor de la copa, una cinta negra, ancha, que hacía un lazo que caía hacia el borde.

Era de mediana estatura, de rostro sonrojado, imponente talante y gallardía. De nariz aguileña y ojos caprinos, muy atildado en el vestir y prosopopeya en el caminar.

Porque su andar era solemne, hierático, erguido; investido de una gran dignidad. Verlo pasar era como ver avanzar una procesión, por la apostura, elegancia y garbo.

Y lo hacía viniendo de su casa, en el barrio de Santa Mónica, en la parte alta del pueblo, en donde vivía, camino a su escuela o a su pequeña imprenta, cuyo local quedaba en la parte baja del pueblo o barrio de San José.

Su nombre familiar era Santiago Pereda Hidalgo, pero su nombre literario y artístico con el cual produjo más de media docena de libros importantes, y que constituye su legado más preciado para las nuevas generaciones, es Inti Illapa, que significa en lengua quechua: “Rayo de sol”.


3.

Se hacía llamar así, porque hundía su ancestro, por línea materna y basado en los Comentarios Reales de los Incas, la crónica del Inca Garcilaso de la Vega, en el linaje de Huamán Túpac, de la más rancia nobleza incaica cuzqueña.

Por eso cuando pasaba, aunque no lo acompañaran físicamente, había de imaginar que alrededor suyo iban danzando las ñustas, los guerreros con sus lanzas y escudos, los capitanes de los ejércitos imperiales con sus bastones de mando y toda la corte fastuosa que rodeaba a un Inca, plena de atavíos.

Vivía de modo auténtico y fecundo esa encarnación soberana que le inculcaran sus padres, y especialmente su madre, quien le reiteraba que su ancestro incaico tenía su asidero y cogollo en la progenie y estirpe de los orejones del Cuzco.

Lo importante de todo esto es que él, en conjunción con su hermano menor, de nombre Julio, produjeron una de las literaturas más asombrosas y diversas del otro lado del canon oficial vigente. Y distintas, uno del otro. Siendo la de don Santiago, épica y guerrera. Y la de don Julio lírica, traslúcida y pedagógica.

Este binomio de mutuo apoyo resulta proverbial. Porque ambos hermanos cultivaban la poesía y el amor entrañable por el mundo indígena, trabajando juntos en todo, formando así una fraternidad enternecedora, una dupla gemela de unión, de tesón y vínculo de ideales y de voluntades.


4.

Eran ambos hombres cultos, sabios y acrisolados. De enorme sensibilidad, de sabia inteligencia, afanados en hacer cultura y difundir conocimientos y conciencia acerca de la realidad.

Cultos no para ostentar sino para ser creadores de una literatura temblorosa, entusiasta y ferviente. Y, en el caso de Julio, sencilla y transparente.

Eran personajes distinguidos, esmerados, luz y ejemplo, pero apartados, solitarios, llenos de profunda majestad.

Tenían la única imprenta que había en Santiago de Chuco, la misma que funcionaba en la casa de los padres de ambos, que estaba ubicada detrás de la Iglesia Matriz, en la calle Colón, ahora calle César Vallejo, al pie de la casa de don Modesto Caballero.

Allí funcionaba la imprenta y allí vivía el conjunto de los hermanos, exceptuando a don Santiago que tenía su casa en la parte alta del pueblo, en la calle San Martín, y que él bautizó como calle Tahuantinsuyo, a donde a veces hacían subir a su padre, que alcanzó la edad provecta de 105 años, en una litera, cargado como a un inca redivivo, que era la ocasión en que yo los veía pasar.

Pero, con frecuencia, subía don Julio, el hermano con el que hicieron vínculo gemelar. Con quien fueron grandes maestros y a la vez entrañables poetas. Y se parecían en casi todo.


5.

Era un clan, el de los Pereda Hidalgo, principalmente compuesto por Santiago, Inti Illapa, y don Julio, Inti Túpac, quienes reverenciaban al sol, lo saludaban cada mañana en el patio de su casa, hacían el ritual sagrado de venerar a la Pacha Mama, a la vida, a la luz, a la energía viviente del cosmos.

Les emocionaba todo lo que tuviera que ver con los valores del Incario. Y no es que esperaran ver algún día resurgir ese mundo, sino que ellos como familias, lo hicieron vivo y actual para sus existencias.

No es que preconizaran o trataran de convencer a los demás proponiendo hacerlo algún día. No; ellos cumplían con ser, practicar y actuar a cabalidad de ese modo, pero en el presente, aquí y ahora.

Y era una familia absolutamente convencida de su elección, una cofradía o clan que mantenía inhiesta esa flama con absoluta identidad y compromiso en función de esa evidencia y convicción rotunda.

No es que ellos pensaran que hay que revivir el incanato para un futuro posible. ¡No! Ellos lo vivían, como si prolongaran el Tahuantinsuyo de manera real, tangible e inminente.

Supieron crear sobre esta tierra un mundo propio y aparte del mundo quebrado en que se debatían todos los otros. Tampoco eran impertinentes en tratar de convencer a los demás imponiendo su elección y su parecer. No. Ellos eran y punto. Nunca los vi o escuché preconizando de manera forzosa algo.

Eran cautos y prudentes. O más bien retirados, hasta quizá sumidos en un mundo encantado que les prodigaba suficiente sentido a sus vidas como para ser casi autónomos frente el devenir ordinario de los acontecimientos por el rumbo consabido, habitual y rutinario que tienen los días.


6.

Don Santiago aprendió a hablar el quechua y lo practicaba en la intimidad, porque en Santiago de Chuco lamentablemente no se habla el quechua de manera corriente.

De él son los siguientes párrafos, donde escribe estas confesiones que consigna en uno de sus primeros libros:

Ser amauta, pero no ya tan sólo para la nobleza: abrirse el corazón y acurrucar en él a todos los humanos, ¡sin distinción de secta ni color!

Mi alma de indio recorre silenciosa las edades y vuelve enloquecida hasta el pasado; quiere gritar desde allí a los indios del presente; acallar su dolor con la visión de sus propios heroísmos; secar sus lágrimas con la contemplación de aquella vida que ignoró el hambre y la miseria; y luego, volcando en su cultura la civilización presente, formar la nueva humanidad que, orgullosa de pesar los átomos y los soles y aprisionar los rayos cósmicos, sienta la fruición de ser divina por la dulzura de su corazón.

Y no sólo contemplar a Kosko como la ciudad eterna, pero muerta; crecerse en el orgullo de mil ruinas juzgadas ya inútiles; hacer lirismo en torno de un pasado que jamás será presente; sino apoyar los pies allí, y ser raíz para extraer la savia que ha de nutrir de nuevo a la raza gigantesca que después de asombrar al mundo con la pureza de su moral, la grandeza de sus instituciones y la desmesurada enormidad de sus acciones, se acurrucó en los rincones de los antis, como una vizcacha herida por el arcabuz de la Incomprensión y la avaricia.


7.

Se propuso ser Estado Inca, ser poder incásico, ser gobierno del Cuzco en una utopía presente que sólo él sabía imponer alrededor suyo, por lo menos para sí mismo. Y vivir de acuerdo a los cánones, normas y preceptos de aquella época de esplendor.

Y eso constituye un valor y un ejemplo. Esa devoción, admiración e identificación por lo incaico.

Fue capaz de recrear la vida del incario con absoluta fidelidad, incluso en las actividades cotidianas y en las costumbres más usuales y sutiles.

Siendo así realizó la proeza de un enclave tan legítimo en el tiempo que en nada se diferenciaba de lo que fue el Tahuantinsuyo en su época de mayor gloria y suntuosidad. En esa práctica su aprecio y adhesión al quechua hizo que algunos de sus hijos tuvieran nombres inspirados en esa lengua, hecho que resultaba exótico.

Su proeza fue la defensa de nuestra raíz cultural e indígena. El vivir como si no hubiera habido nunca la interrupción de aquel devenir de fábula, forzando a la época y al tiempo a vivir un mundo utópico, la utopía de lo que fue o había sido aquí magnificencia y excelsitud.

Tuvo pues el valor y el coraje para asumir su identidad, pero ello a costa también de marginación, maledicencia y hasta desprecio.


8.

Lo curioso es que nadie podía ni siquiera hacerle reparos, dado que su conducta era irreprochable y su cultura inmensa. Además, su figura transmitía majestad y su personalidad irradiaba excelsitud. Su ser y hasta su vestimenta relumbraban por lo límpida. Más, he aquí lo que él nos cuenta:

Pero al cerrar la última página del libro, cierro los ojos conmovidos.

¡Oh raza, te aprisioné en sus páginas, enamorado, loco de tus glorias!

De ellas renacerás un día, para decirle al mundo, en la lengua balbuciente de tu hijo, que eres digna de la eternidad.

De tu seno saldrá el rayo que rompa la sordera de sus tímpanos. Entonces tú misma emprenderás la obra de tu redención.

Pocos como yo saben de tus pesares y tus amarguras; juntos hemos saboreado la desgracia, y el odio de los presumidos; pero nosotros encenderemos la lumbre para el hombre y desde el anti le seremos luz; con nuestras linfas aplacaremos su sed y suscitaremos la fecundidad para sus hambres; y nuestro grito formidable será el rugido del dolor de tantos siglos, que preludie la aurora de un nuevo sol que alumbre el imperio de la libertad, la fraternidad y la justicia.

Chuca, setiembre 15 de 1944.

Él y su hermano Julio formaban así un mundo aparte. En un pueblo como Santiago de Chuco era entender, aunque no aceptar, que al lado de todo lo común, que al lado del mundo oficial, había un arco iris permanente que relumbraba de otro modo, que tenía otra luz y distinta trama, textura y una moral más prístina y acrisolada.


9.

Nació don Santiago Pereda Hidalgo el 10 de Agosto del año 1900 en el lugar denominado Punchaypampa, arriendo ubicado en una zona aledaña a Calipuy, en la provincia de Santiago de Chuco.

Su padre fue don Santiago Pereda Monteverde, administrador de la hacienda Calipuy; y su madre fue doña Eloísa Hidalgo Oliveros. Según las indagaciones propias de esta señora descendía del noble cuzqueño Huamán Túpac, perteneciente a la corte imperial incaica.

La madre cuidó de su hijo inculcándole el amor por este linaje ancestral y presente en el borbotón de su sangre. Hermanos de Santiago Pereda Hidalgo son: Julio, Víctor, Máximo, Eloísa, Mercedes, Carlos.

En la parte alta de aquel paraje de Punchaypampa hay unas lomas y en ellas unas cuevas que son cementerios de los antiguos gentiles que habitaban estos dominios, de donde los pobladores además de extraer momias encontraban tesoros.

Esto animaba a que la conversación cotidiana en su casa y en las otras cabañas de vecinos del lugar, fuera sobre la grandeza del imperio incaico.

A todo esto contribuyó también las enseñanzas de su padre para quien no había preceptos morales más egregios que los valores que rigieron en el Tahuantinsuyo: Ama sua, ama quella y ama llulla. No seas ladrón, no seas ocioso, no seas mentiroso. Al recalcar en ellos enfatizaba sobre todo en la importancia básica de la honradez.


10.

De él se cuenta que el dueño de la hacienda le indicó que él mismo se asigne su sueldo de administrador. Después de estar trabajando ya mucho tiempo y al ser muy exitosas las utilidades del fundo, el dueño de Calipuy al echar un vistazo sobre las cuentas reparó muy sorprendido que la rentabilidad era muy grande, pero el sueldo que estaba percibiendo su administrador era ínfimo. Y se quedó pasmado ante tal evidencia. Era tan insignificante lo que percibía su administrador que parecía el jornal de un peón:

– Usted es el segundo hombre en importancia en esta hacienda, después del dueño. En consecuencia no puede usted ponerse como asignación un sueldo que parece una limosna. Multiplíquelo por cuarenta y cobre esa cantidad y desde que asumió su labor. –Le ordenó.

El hijo de aquel señor es el maestro y poeta que ahora nos ocupa y quien a los 4 años ya sabía leer y escribir. Sus estudios primarios los realizó en Santiago de Chuco, y los secundarios en el Instituto Moderno de Trujillo, dirigido por los hermanos Carlos y Santiago Uceda, notables maestros nacidos y criados en Santiago de Chuco.

Ya en esa institución educativa fue un alumno brillante desde el primer día de clases. Obtuvo calificaciones de excelencia y participó encabezando los actos cívicos.

E inmediatamente después de graduarse, con las más altas notas y diplomas de honor, ingresó a trabajar como profesor en ese mismo centro de estudios.


11.

Integró la banda y el coro, aprendió a tocar la guitarra y el violín. Y pronto se le confió la dirección del nivel de la educación primaria de esa institución educativa.

En la revista quincenal “Ensayo” del Instituto Moderno hizo su primera publicación literaria, dando a luz el poema “El Peregrino”, en el año de 1919.

Pero el llamado de la tierra y el sintonizar con el mundo andino no se hicieron esperar y un día se hizo una fuerza irresistible.

Y regresó a ejercer su profesión en Santiago de Chuco, en el distrito de Santa Cruz de Chuca, en donde fundó y dirigió su propia escuela educativa.

A esta denominó Yachay Huasi, la “escuela del amor”, proyecto educativo de una educación con identidad, desarrollado en conjunción con su hermano Julio, cuyo seudónimo literario es Inti Túpac, quien editó para este proyecto bellos y primorosos libros para niños.

A la mano tengo el Primer Libro de Lectura de Inti Túpac, titulado “Canta, pajarillo...”.

Ambos crearon asimismo, y junto con sus demás hermanos, la Editorial Inti, donde se publicaron algunas obras, se editó el periódico “Huanacaure” y se prestó diversos servicios gráficos en la ciudad de Santiago de Chuco.

Posteriormente Santiago Pereda Hidalgo, por sus propios méritos profesionales, ocupó el cargo de Inspector de Educación, equivalente al cargo actual de supervisor de educación, gestión en la cual puso en ejecución su tan acariciado proyecto de las escuelas comunales.


12.

Llegó a crear varias de ellas en el ámbito rural, dotadas de sus respectivas planas docentes, locales escolares, material educativo, recursos didácticos pertinentes y, sobre todo, con una visión propia de la escuela en función de su entorno vital.

Primero esta gestión la hizo en Santiago de Chuco, experiencia que resultó tan exitosa que el Ministerio de Educación quiso que se replique y extienda hacia el sur, por lo que fue nombrado autoridad educativa en Acobamba, en Huancavelica.

La obra de los hermanos Santiago y Julio más que valiosa es sobresaliente. Y más que sobresaliente es extraordinaria. Cada uno de ellos con valiosas experiencias en innovación educativa y diversos libros publicados en su haber.

A mis ojos tengo varios de ellos. Es increíble imaginar que todo este portento lo realizaron en los pueblos entrañables por los cuales pasaron alentando sus inquietudes y anhelos. No sucumbieron a la inercia, ni al apartamiento ni a la marginación.

Escriben estando en cada pueblo pequeño, perfilan materiales desde cada aldea, innovan concepciones desde cada paraje o rincón, sea hacienda, caserío, poblado o aledaño.

Cabe imaginarlos escribiendo incluso a campo traviesa, en plena jalca, como si se reportaran a Dios.


13.

Eran tercos, recios y férreos en sus convicciones y, sobre todo, en sus decisiones. Tajantes y absolutos. Tuvieron que serlo así para enfrentarse a un Santiago de Chuco hostil, por ser castizo, hispano y occidental por antonomasia, en el cual su filiación y su obra tenían que ser incomprendidas, negadas y hasta vilipendiadas. Y ellos hasta objeto de escarnio y vituperio.

Porque, ¿quien defiende lo indígena? ¿Quién se atreve a dar su brazo y exponer su pecho por lo andino, más aún en aquel tiempo?

¿Quién defiende lo nativo sin que le quemen la casa? ¿Quién pone todo su honor, integridad y felicidad por defender lo originario nuestro? Nadie, salvo unos locos perdidos. Y eso eran estos dos hermanos en la sangre y en el soplo del espíritu.

Son obras publicadas por don Santiago Pereda Hidalgo: Koricancha, poemas, de 1948. Aklla, poemas, s/f. Imanacha Tukukun. El fin del Tahuantinsuyo, Tomo I, 1946, reconstrucción histórica novelada del Imperio de los Incas, su grandeza, sus glorias y su fin. La revolución peruana y la libertad del pueblo de los Incas, 1969, escrito en defensa de la Revolución de las Fuerzas Armadas del Perú, en homenaje a la destrucción de la oligarquía y poner en vigencia la doctrina del humanismo.

Machu Picchu, publicada en 1974. Luego escribió Canto a la Revolución de Túpac Amaru, historia del alzamiento, la visión del Tahuantinsuyo, la fugaz victoria, la derrota y el sangriento martirio de la gesta tupamarista. Y Paz o Destrucción, novela acerca del indio peruano.

Él mismo consigna en uno de sus apuntes que muchas de sus obras inéditas y borradores se quemaron en un incendio ocurrido en una de las habitaciones de su domicilio.


14.

El libro Machu Picchu, que motiva esta aproximación, fue editado en Lima el año 1974, y lo componen 998 pies de versos. El texto está dedicado a Inti Túpac, su hermano entrañable, a quien saluda entre otros atributos como educador y poeta.

Son estos versos de ritmo acompasado, febriles, de gran aliento; de tono inflamado, exaltado y de epopeya, como conviene por el referente que desarrolla, en donde el lenguaje fluye con armonía y solemnidad:

Cimentada con las moles de todos los Torbellinos,
encuadrada por definidos e indefinidos caminos,
levantada con la Arcilla de todas las Canteras
cuyo nombre es Nada, sin Tiempo, sin Eras;
de cuyo Barro y Lodo,
jugando como un Niño diste vida al Todo.

¿Cómo puede haber permanecido un libro así oculto y sin referencias en las antologías dedicadas a Machu Picchu y sin menciones ni en los panoramas de literatura nacional y ni siquiera regional?

Su grandeza, ¿cómo es que tanto tiempo estuvo guardada? Quizá un consuelo es que ha ocurrido tal y como estuvo vedado y sumido en el arcano la propia ciudadela de Machu Picchu.

Esto prueba una coherencia más entre esta obra y el tema que lo inspira. Lo que prueba a la vez que el Perú es grandioso hacia adentro. Demuestra que lo que está al fondo, debajo o al pie de nosotros mismos es inconmensurable, inmenso y eterno.


15.

Lo que también nos indica que como este libro, todo el Perú es recóndito, escondido y secreto. Y que valemos mucho más de lo que aparentemente somos.

Poesía en donde no importan ya tanto los lectores, ni los comentarios de la prensa, ni el éxito y publicidad que alcance el discurso, sino donde se escribe cara a lo eterno.

Porque este libro su primera edición data de 1974, fecha de su entrega a la imprenta, y se reedita ahora, cerca de cuarenta años después, pero posiblemente estaba escrito mucho antes:

Y la Sombra, la Oscuridad, tenebrosas,
engendraron el Terror, el Horror, la Agonía,
en lo Existente y lo Inexistente de todas las cosas
y en la Quietud y la Inquietud en que todo se estremecía
en el Vientre fatal del Abismo insondable.

Poesía cosmogónica, telúrica, donde actúan las fuerzas de la naturaleza: los vientos, las tempestades, el cierzo, que resultan siendo personajes como aquellos otros relacionados y emblemáticos de la cultura incaica.

Poesía sideral, cósmica, de una concepción estelar y galáctica. Donde se juntan lo telúrico y astral:


16.

Tú encendiste entonces tus Galaxias y tus Quásares;
¡hiciste la Luz con todos sus avatares,
para que sean hechos los ojos
para alegría de tu Ciudad,
y te conozcamos por Ella,
¡Señor del Instante y de la Eternidad!

Poesía a la vez somática y conceptual, a la vez terrena y metafísica, a la vez íntima y espectral.

Poesía retada con lo divino y sagrado, donde se siente el aliento devoto y religioso.

Donde la proeza es situar los cimientos de Machu Picchu, como corresponde reconocerlo, en el infinito, porque lo hizo una cultura sublime.

Qué rumor infinito, hasta cuajarse en sordera!
¡Qué Actividad tan tremante, hasta llegar a Inercia!
Qué Luz tan intensa, hasta hacerse Ceguera!

Poema compulsivo, de aquellos que se imponen que se escriban. Que son providenciales, que se desbocan y allanan. Que se escriben porque es imposible ocultarlos ni poder quedarse callados.

Poesía donde es ineludible que las palabras afloren y se impongan. Que obligan al poeta a decidirse a escribirlas.

Y es que Machu Picchu predispone a la inspiración poética, por su altivez y por su carácter impoluto y etéreo. Por su índole inmarcesible, en donde se acumula y luego estalla el relámpago:


17.

Ciudad tuya, y también mía y de todo lo Inmenso
y de todo lo ínfimo;
del hombre y la hormiga, y de lo Inextenso;
de las Estrellas y las Nebulosas;
de los Soles y de los virus;
de las algas y de las rosas ...

Versos en donde se reúne y concentra toda la cosmovisión del mundo andino, la mitología incaica, como la concepción religiosa del Tahuantinsuyo.

Ciudad Eterna donde palpita todo:
la Línea Recta, lo Sinuoso, el Recodo:
el ser y el Noser;
el No Querer y el Querer;
el No Sufrir y el Sufrir;
el No Amar, el No Luchar, el No Procrear;
el Vivir y el Morir.

Poesía que abarca y se sumerge en la creación del cosmos como también cuando el mundo se acabe y desaparezca.

Y ya solo floten, en algún océano impávido, algunas imágenes rotas y algunas voces ya a la deriva.

Poesía que abraza el antes, el ahora y el después de nuestra historia:

Pero al lado de todo lo Mudo, de todo lo Estático,
las Fuerzas, la Lucha, la Actividad Infinita,
el Amar;
el multiplicar las estrellas del Cielo
como las piedras del Río y como las aguas del Mar.


18.

Poemario donde es increíble el vuelo y la sustentación de que se insufla la palabra.

El apoyarse, engarzarse y rutilar entre los quásares, como si la fundación de Machu Picchu no fuera sideral sino la más ardua de las utopías en el universo posible e imposible.

Y es porque Machu Picchu sencillamente es la más increíble de las estrellas.

y en sus Misteriosas Raíces, la Velocidad, la Energía;
los Protones y los Neutrones;
el Antiprotón, el Deuteriun; los Electrones;
el Átomo, imagen del Universo, el Principio;
el Dinamismo y lo Inerte;
la Materia y la Antimateria;
y la Vida y la Muerte!

Poesía elevada, de exaltación y de júbilo. Poesía absolutamente mística.

Donde en el texto ya no hay el problema del tiempo, donde el tiempo es uno solo, donde se vuelve unidad el devenir de los días, pasado, presente y futuro.

Poesía que nos muestra que antes de César Vallejo hay alguien, que al lado de César Vallejo hay alguien, que después de César Vallejo hay alguien, bien sea individuo, generación, colectividad o multitud.


19.

Oh Infinitesimal; Oh Inmensidad!...
Oh Vacío lleno, rebosante de Algo, hasta la Ubicuidad,
donde el Alma puede vagar y vaga
por las Vías Lácteas y por los Quásares;
por las enormes Calles Interestelares;
por todo lo Finito y por todo lo Infinito;
sin hallarte nunca!, sin volver jamás!...

Donde a propósito de Machu Picchu, y sin dejar de referirse a él, a grandes trazos, se pintan los factores esenciales de lo que fue la cultura incaica, de sorprendentes y grandiosas realizaciones a nivel de la civilización universal. Y que gracias a Dios permanecen vivos en la cultura andina que forma parte del borbotar y emocionante fluir de nuestra sangre.

Mil veces arrollaron a los escuadrones imperiales,
más que los conquistadores, sus caballos;
y asimismo los blancos, en nada superiores sino iguales,
mil veces fueron arrollados por los Incas;
regando con su sangre y con su vida,
la tierra, en busca de colmarse, los unos de oro y plata,
y los otros
en busca de una libertad perdida.


20.

Sin embargo, pese a la variedad de obras y a su alta calidad estética, ni Santiago Pereda Hidalgo ni su hermano Julio, aparecen en ningún registro poético a nivel nacional y ni siquiera regional.

Pero lo increíble es que no aparezcan referidos ni siquiera en la Monografía de la Provincia de Santiago de Chuco, escrita por Samuel R. Mendoza V. y editada al conmemorarse el 50 aniversario de la fundación de la provincia y recién aparecida un año después, en el año 1951.

Pero sí aparecen en cambio allí, como intelectuales notables, personas que ni siquiera publicaron una sola hoja suelta de papel. Esta falta de ponderación es injusta, porque varios años antes, tanto Santiago como Julio Pereda Hidalgo, ya habían publicado sus libros fundamentales.

En el caso de Santiago su novela más elaborada es del año 1946. Su libro Korincancha de poesía data del año 1948.

Como también el libro Inti Raymi de Julio, o Inti Túpac, corresponde su edición al año de 1949.

Es imposible que se pudiera aducir no estar informados. Lo estaban. Entonces, ¿cómo calificar esta actitud? ¿Inquina, ojeriza, animadversión?

Con este panorama y ante esta situación, pareciera como si los hermanos Hidalgo nunca hubieran existido.


21.

Sin embargo, eran los únicos que tenían imprenta, alentaban un periódico en el pueblo y editaban constantemente libros.

Nada de esto se dice en la Monografía. ¿Qué es esto? Mezquindad, cicatería e ingratitud. Don Santiago, además, era persona de acción, y en su pueblo para nadie podía pasar por ser un desconocido.

Y la Monografía, pese a tener autor individual, se editó con dinero de toda la provincia. Es decir tenía carácter oficial e institucional, pues su impresión se hizo como acto central de homenaje por el 50 aniversario de la fundación política de Santiago de Chuco.

Consecuentemente, tenía la exigencia y obligación de ser ponderada y ecuánime y contener una visión global, y no como en este caso al ser parcial cubrirse de ignominia, vileza y segregación. Este episodio que sirva para aprender a ser probos y personas justas y honradas, porque la historia es implacable en su juicio, también de condenación.

A los hermanos Pereda Hidalgo vemos cómo en el momento en que aparecían sus libros se los margina y silencia.

Pero no solo es este un alejamiento y discriminación que se blande hacia sus personas, sino que es una expulsión y un atentado a toda una cultura, a un universo y a un espíritu primoroso, como es el mundo andino.

Es el desdén, el vejamen y el menosprecio a un sentir, pensar y actuar que consuetudinariamente se lo ha relegado en nuestro país, como es el legado de nuestros antepasados y que sin embargo es lo más sublime y mejor que tenemos.


22.

Eso es lo que se niega y desestima. Y ese es el retraso y la rémora del Perú, el desprecio a lo mejor que tenemos.

Y es porque no se comprende y se es ignorante respecto a ese valioso legado.

La marginación a los hermanos Pereda Hidalgo es parte del desprecio a lo indígena, muestra de ese desconocimiento deplorable que aún subsiste en relación al mundo andino.

Es por eso que hicieron una vida aparte. Es por eso que eran solitarios, aunque en sus interiores se sabían y reconocían pletóricos y vibrantes. Porque vivían prendados de la gloria del incario, orgullosos de dicho ancestro y de pertenecer a esa estirpe señera.

Por eso el resto de la sociedad los desconocía, y hasta los evitaba; no alcanzando a comprenderlos ni saber cómo vincularse con ellos.

En realidad no sabía cómo tratarlos. Es el drama del Perú y sus culturas, en donde no existen todavía los puentes para la interculturalidad entre nosotros.

Es el drama de las culturas en pugna. El conflicto entre el mundo hispano y el mundo indígena, sin vínculo posible, salvo el conturbado de la humillación y el ultraje.

Y esto sucedía, pese a que ellos tenían la majestad, la altivez y el respeto inherentes. Pero, lamentablemente estas son torrentes de sangre, venas y latidos opuestos y enfrentados.

Son hasta ahora vetas soterradas y mundos en conflicto.


23.

Por eso, formaban parte de un clan aislado, pero extraordinariamente distinguido, elevado y superior. Eran una isla, un enclave, un relicto. A quienes distinguía llamarse herederos del Tahuantinsuyo. Sorprendentemente cultos, a quienes nunca se los vio en reyertas, desatinos e inconductas.

Llevaban una vida apartada y abstraída. Vivificando el reino perdido de los Hijos del Sol. Jamás se les vio en las cantinas y chinganas. Jamás en un escándalo. Eran personas muy dignas.

Su relegación y confinamiento se explica también, y en parte, debido a que Santiago de Chuco era una ciudad castiza, con mucho ancestro hispánico. Baste como referencia aludir a que la ascendencia del poeta César Vallejo fue visiblemente peninsular, al ser sus dos abuelos ciudadanos españoles; tanto por la línea paterna como por la línea materna.

Personas, además, muy cultas, de mucho predicamento y arraigo popular, como son los sacerdotes cuya influencia es decisiva en la concepción del mundo y en la valoración de los elementos de la realidad para los moradores de nuestros pueblos recónditos.

Sin embargo, César Vallejo mental y anímicamente se adscribió al mundo indígena, para que se note también la fuerza de la otra vertiente, que atrae, compromete y reclama la vida. Y de la cual son egregios representantes Santiago como Julio Pereda Hidalgo.


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Ellos pudieron alentar una fe adorable en un medio completamente hostil; pudieron cultivar una sensibilidad, una visión y una acción entre pobladores obnubilados por su filiación occidental y cristiana, que no podían entender ni comprender que hubiera personas y espacios consagrados a la admiración y devoción profunda por lo incaico.

Este era un orbe dentro de otro orbe. O eran dos mundos aparte. Y esto agrega aún un más valor a la proeza de los hermanos que firmaron sus obras con los seudónimos Inti Illapa e Inti Túpac, gloria y prez de Santiago de Chuco y planeta Tierra.

Santiago Pereda Hidalgo, autor del poemario Machu Picchu, al jubilarse se trasladó a la capital y se adhirió a la revolución de las Fuerzas Armadas, que se iniciara en el año 1968 encabezada por el Gral. Juan Velazco Alvarado.

Como vecino en el distrito de Zárate puso nombres quechuas e indígenas a las calles céntricas de dicha localidad, los que permanecen hasta ahora.

Fue gestor del asentamiento humano de San Juan de Lurigancho y lideró el movimiento para que esta población fuera elevada a la categoría de distrito.

La muerte lo sorprendió en su residencia de Lima el 10 de Noviembre del año 1988.


25.

De él nos conmueve su filiación a nuestra identidad. Y a ello nos adherimos con total y plena lealtad e identificación.

El significado mayor de su vida, entre los muchos que ella tiene, es que fue el defensor y delegado histórico del Perú milenario y de las grandezas del Tahuantinsuyo.

Es, asimismo, el fervoroso propulsor del idioma quechua y de los valores morales de los incas.

Es, asimismo, el portaestandarte de la identidad de Santiago de Chuco y su patrimonio, en donde florecieron culturas de asombro como La Galgada, los mochica-chimús y finalmente los chucos.

Por eso nuestro homenaje a él y a Julio, los dos hermanos legendarios.

Porque con sus vidas y sus actos encarnan lo mejor de nosotros mismos y que lamentablemente es aún sistemáticamente negado.

Porque se lo marginó y desconoció hasta ahora, vaya todo nuestra deferencia y reconocimiento.

A lo que somos de mundo nativo, de indígena y de trascendencia. A lo que tenemos de ancestral. A nuestra cultura cimera.

Y que las mejores rosas de nuestras cumbres y manantiales trencen sus hojas y sus flores, escancien sus aromas y expriman sus zumos sagrados y unjan perennemente sus sienes venerables.

Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente

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IMÁGENES DE LA PLAZA DE ARMAS DE TRUJILLO
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21 MAY 2010
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Por Armando Alvarado Balarezo
(Nalo)
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PLAZA DE ARMAS DE TRUJILLO

Imágenes: Armando Alvarado Balarezo (Nalo)