jueves, 7 de abril de 2011

7 DE ABRIL: DÍA MUNDIAL DE LA SALUD - PLAN LECTOR: EL CANTO DEL GALLO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA

Construcción y forja de la utopía andina


ABRIL:

MES DE LA PALABRA,
LA CREATIVIDAD LITERARIA E

INMORTALIDAD DE CÉSAR VALLEJO


PEREGRINACIÓN
A LA TIERRA DE VALLEJO


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ENTRE EL 27 Y 29 DE MAYO EN SANTIAGO DE CHUCO


ACTIVIDADES:


1.

El Aula Capulí del día sábado 9 de abril, 2011, se realizará en La Molina y no en nuestro local institucional de Miraflores. Una comisión especial tiene a su cargo la organización del Ágape Vallejo, para ese día.

2.

El viernes 15 de abril a las 11 AM, Día de la Inmortalidad de César Vallejo, convocamos al homenaje que le rendiremos en el monumento a su memoria, en Lima: Jr. Huancavelica, 3ªcuadra, frente al Teatro Segura.



Teléfonos Capulí:

420-3343 y 420-3860

planlector@hotmail.com


CALENDARIO DE EFEMÉRIDES

7 DE ABRIL

DÍA MUNDIAL DE LA SALUD


PLAN LECTOR,
PLIEGOS DE LECTURA


EL CANTO
DEL GALLO




Por Danilo Sánchez Lihón

1. Se extraña

¿Cómo se curó mi hermano Mauro Guillermo del susto, la angustia y la depresión?

Él me llama desde Estados Unidos y hablamos el domingo por la noche de muchos temas y asuntos de la familia.

– Ojalá se arreglen mis papeles y pueda regresar siquiera de aquí a dos años, –sueña.

Él quisiera venirse. Si por él fuera mañana mismo, porque no todo es ganar dinero.

La vida también está hecha de otras esencias, contenidos y presencias del alma.

Se extraña a la gente, el habla, las calles. Se extraña la comida, hasta el bullicio del tráfico de Lima, tan lleno de voces y de vida.

Y aquí, sin embargo, todo lo vemos con ojos malévolos y torcidos.

Después lo extrañas, por una razón muy simple: es tu tierra.


2. Aquí es producción efectiva

Es una calamidad de los pueblos el que su gente tenga que salir a insertarse en otras culturas, dejando su origen y arrastrándolo como trastos viejos por los caminos.

Y mira pues, tengo un amigo que ahora aquí está sufriendo desmayos.

Y ya felizmente un neurólogo argentino lo está curando mediante pastillas.

Siente ansiedad y pánico. Se despierta en las noches aterrorizado. Y ya no puede dormir.

Y le asalta el temor a la muerte. Siente que personas que han muerto lo jalan de los pies y lo arrebatan de esta vida.

Del buen trabajo que tenía lo han cambiado. De aquí a dos meses lo evalúan.

A los gringos aquí si no les sirves bien y los ayudas a ganar plata, te botan de inmediato, sin miramientos, misericordias ni lamentaciones.

Aquí es producción efectiva o nada.


3. Cuando dobló el anda del Apóstol

¿Qué cómo se le presentó ese mal?

Creo que es algo que se acumula, que se va sumando una pajita tras de otra pajita. Y un día ese castillo de pajitas acumuladas se derrumba. O viene una chispa y lo incendia.

Como dice el refrán: “Es una pajita la que quiebra el espinazo de la acémila”. Es siempre algo mínimo pero sobre algo que se ha ido acrecentando. Y a lo cual la pajita final únicamente agrega un grumo que el cuerpo no lo puede soportar, produciéndose el desastre.

Este amigo hace poco regresó de Santiago de Chuco. Y dice que ahí se le presentó la enfermedad. ¡Qué raro, no! En nuestro pueblo, adonde precisamente llegamos para curarnos el alma. Pero esta vez lloró tres veces en un solo día:

Primero fue cuando dobló el anda del Apóstol para ingresar en su iglesia. Dice que le dio tanta pena que fue como si alguien le estrujara el alma. Felizmente estaba solo y se puso a llorar desconsolado.

La segunda vez fue cuando Teresa Vejarano recibió la Mayordomía y evocó la figura del Shongo Alcántara, quien recién había muerto y sintió tanto miedo y tanta pena por ese amigo que ahí mismo buscó un lugar apartado y se puso a llorar. Y la tercera no quiso contarme.


4. La falta de trabajo

Pero yo le digo a él que he padecido lo mismo, igualito. Ni más ni menos.

Cuando me cuenta es como si yo lo debería contar aunque variando solo unos detalles.

Solo que a mí me pasó en Lima, no aquí en Estados Unidos. Y, de eso hace unos diez años, cuando no tenía trabajo y mi vida era una incertidumbre.

Eso sí, te digo que es horrible, sientes vacío, sientes ansiedad, desgano. Te deprimes por entero. Solo se siente ganas de dormir. Es la depresión.

Y le asaltan a uno ideas en la mente que son terribles y desesperadas.

Y tú luchas, pero te sientes caer.

Y solo quieres que pasen veloces las horas. Y cuando te despiertas todo es enojoso: líos, pleitos, peleas con los hijos.

Y sobre todo la falta de trabajo que te socava, deteriora y destruye.

Yo me sentía morir, estaba desesperado. Y fui a la posta médica.


5. Solo para que nos vean llorar

El doctor me dijo:

– Tiene que verlo el psicólogo, pero él atiende los lunes, miércoles y viernes, solo de once de la mañana a una de la tarde.

No importa, dije.

Pero solo había citas de aquí a un mes. Y había que venir a las cuatro de la mañana a hacer cola para ver si alcanzabas a obtener cita.

Mi mamá no estaba. Ya estaba aquí en los Estados Unidos.

¡Para lo que vale tanto una madre!

¡Siquiera de paño de lágrimas!

Porque: ¿qué más pueden hacer las viejitas en una ciudad tan indiferente que ni siquiera ellas lo conocen, donde ellas están a su vez tan indefensas?

Solo para que nos vean llorar, siendo que nosotros debiéramos darles seguridad, confianza y protección.

Me sentía morir y me acordé de mi tía Carmen.


6. Y yo tan ufano

Ella vivía en Cantogrande, al fondo, pero en Lima felizmente. Y aunque estaba lejos sí lo podía ir a ver.

Ya estaba muy viejita, pero me reconoció. Y qué agobiado estaría yo, que mudo y sin poder hablar, me tendí a sus pies. Y mi cabeza lo recosté en su falda. Y lloré.

Y ella me sobaba. Y me acariciaba. Seguro que lloré mucho, me abandoné en su regazo, completamente vencido, derrotado.

Y yo que en la vida fui tan ufano a veces. ¡Cuando regresaba a la fiesta lo hacía siempre con aire de triunfador! Creo que lloré amargamente en su falda.

Porque ¿a qué hora habré llegado hasta su casa? No recuerdo, quizá a mediodía y ya eran como las seis de la tarde cuando me sentí un poco aliviado.

Ella me consolaba y acariciaba, diciéndome nada más:

– ¡Ay hijito! ¡Ay hijito! –Eso nomás me decía.


7. Se ahogó

Cuando ella se durmió cansada también de tanta aflicción, de tanta angustia y de tanta pena mía, yo estuve todavía dos horas juntada mi espalda con su espalda de esa viejecita amorosa.

Ella entonces me dijo, como si hubiera estado atenta todo el tiempo y no dormida:

– Hijito, vas a hacer que el gallo te cante.

– ¡Ya tiíta! –Le contesté.

Yo tenía un gallo chiquito que quise que me cante. Pero era tan grande mi miedo que el gallo no pudo cantar.

Se ahogó.

Cuando quiso cantar le salió un ronquido de agonía. Lo vi que trastrabillaba. Y se cayó, temblando, ¡muerto! Cayó como exterminado por un rayo.


8. Cayó fulminado

Entonces le pedí a Carmela que me traiga un gallo grande, fuerte, joven. Y lo trajo en una bolsa de mercado.

Era un gallo imponente, orgulloso. Con una gran estampa. Le corté la cresta como me había dicho mi tía. Y en una bolsita con un limón y ajo lo colgué a mi pecho.

El gallo me cantó a las cinco de la mañana. Me cantó fuerte y cristalino.

Instantes después todo se me despejó. Me sentí hombre nuevo, jovial, animoso.

Pero el gallo imponente, orgulloso y con una estampa de gladiador cayó temblando, fulminado. Quedó yerto como un cascajo. O un guiñapo. ¡Muerto, como atravesado por una bala!

¿Cómo será nuestro miedo o nuestro dolor?, digo yo, para que una naturaleza tan indómita caiga vencida de ese modo.


9. Esos gallos ni cantan

Por eso, yo le insisto a mi amigo que haga lo mismo. ¡Y que le cante el gallo!

Pero no quiere, se burla de esas cosas. Me dice que él no cree en esas patrañas.

Pero, yo le digo: ¿qué pierdes probando? ¡Prueba y si no te resulta, ahí queda!

Peor es que estés padeciendo de ese modo, arriesgando tu empleo y creando en tu casa una angustia sin límites, principalmente en tus hijos.

Pero no quiere. Además, ¿aquí dónde conseguir un gallo de esos? Hay, pero son de las avícolas. Esos gallos ni siquiera cantan.

Le han hecho más de cien tomografías, estudios de la irrigación de la sangre, de su cerebro. De la química de los elementos de su linfa raquídea. Y de las sustancias que irrigan hasta su corteza cerebral.

¡Porque aquí dicen que la depresión es de química del cerebro!


10. Me curó llorar

Así, de ese modo curan aquí.

Así de ese modo la han curado también a la esposa de otro amigo, con puras pastillas.

Y con las pastillas que la han dado ahora está sana.

Aquella señora ya está trabajando y ha vuelto a ser el ama de casa que era. Pero las pastillas las sigue tomando. Le han dicho que es de por vida, hasta que muera.

Pero yo puedo dar fe y testimonio de que mejor es el canto del gallo. A mí me hizo un hombre nuevo. Se me despejó todo.

Eso me curó a mí.

Y también me curó llorar en las faldas de mi tía Carmen.

Felizmente la encontré. Y estaba sola en Cantogrande. De lo contrario hasta hubiera tenido vergüenza de que me vean allí sus nietos llorando.


11. El soplo vital

Porque esa mañana cuando me vio llegar Carmela aprovechó para salir y me dejó solo con mi tía.

Si no hubiera tenido vergüenza de recostarme en su regazo. Y de llorar como un niño, siendo un hombre viejo.

Y que ella durmiera espalda con espalda conmigo.

Porque yo me salvé, haciendo lo que esa viejita adorable me dijo que hiciera.

De lo contrario, ¿cuánto hubiera gastado en psiquiatra? No hubiera podido.

Y de repente mi vida hubiera sido irrecuperable. De repente ya me habrían enterrado.

Pero mi amigo ni me escucha cuando le hablo del canto del gallo.

Ojalá que él se cure de la ansiedad y el pánico de vivir en este mundo tan cruel y amargo.

Yo tuve suerte, me curé de un día para el otro. En realidad, al instante, con el soplo vital del canto del gallo.


12. De vuelta a mi tierra

Pero me curé también con el consuelo de esa viejita. Ancianos a quienes a veces ya ni les damos cabida en nuestras vidas.

Porque estamos en un orden en que si no producimos como fuerza laboral no valemos para nada.

Donde el alma, el sentimiento y el espíritu no cuentan.

Pero el caso es que no desaparecen sino que se ocultan y de un momento a otro afloran como un volcán o un turbión las grandes faltas, ausencias o sombras del alma.

Y todo parte de que tengamos o no trabajo en nuestros países. Por eso debemos luchar porque haya buenos gobiernos. Y de que sepamos elegir.

Y todo parte desde mucho antes incluso, desde que nosotros dejamos nuestros pueblos de origen.

Cuando es allí donde debemos forjar el progreso, tal y como lo hicieron nuestros antepasados.

Por eso yo, si Dios quiere, regresaré para quedarme definitivamente allí, ojalá siquiera de aquí a dos años.


13. Voluntarios del alba

Pero he querido contarte todo esto porque siempre vuelvo a ese hecho y pienso en lo que es y significa el canto del gallo, que a mí me curó, porque en eso está la clave para que podamos tener salud y salir adelante.

Porque quiero que ese canto del gallo no solo me haya sanado a mí, sino sane a mi querido Perú. Quiero que le cante al Perú. Entonces pienso: ¿Qué es?

Y concluyo: ¡Es soplo vital! A eso se reduce. Porque, ¿qué hace el gallo? Cantar, pero esta vez asumiendo y desde el interior de un mundo dolido, sufrido, que padece.

Ahí está la fórmula. Asumir nuestra realidad, pero cantar fuerte, alentar de manera total. Y volver a creer en nosotros mismos y en lo que somos.

El canto del gallo es el ánimo con que asumamos las cosas. Es sacudirnos de tanto miedo. Es confiar, en creer que lo podemos hacer.

Es ser voluntarios del alba como lo quería César Vallejo. Por eso la cruzada de Capulí, Vallejo y su Tierra que tú haces me parece bien.


14. Un nuevo amanecer

El canto del gallo es valorar lo nuestro, es auto valorarnos. Es decisión, coraje, arrojo.

Es la lucha con el mal, con aquello que quiere atacarnos desde dentro.

Es tener la suficiente felicidad que nos haga fuertes, dulces y clementes.

Es tener las suficientes pruebas en la vida que nos hagan cada vez más humanos y fuertes.

Es tener suficientes penas que nos mantengan sensibles y generosos.

Es saber que en cada impedimento, fracaso y desastre hay en el fondo la gran oportunidad para afirmar la vida.

Es tener suficientes esperanzas que nos mantengan alertas acerca de qué es lo que se anuncia.

Es confiar en base a lo que somos que vamos a vencer y a triunfar. Que siempre después de una tenebrosa oscuridad estalla el sol.

El canto del gallo es saber que detrás de cada noche oscura hay un nuevo amanecer.


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