miércoles, 16 de marzo de 2011

16 MAR 2011: 119º ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DEL POETA UNIVERSAL - CÉSAR VALLEJO: ¿QUÉ ES NACER EN CHUCO? - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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INSTITUTO DEL LIBRO Y LA LECTURA, INLEC DEL PERÚ


Y CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA


16 DE MARZO


HOY DÍA NACE VALLEJO


César Vallejo - NAB
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PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA


CÉSAR VALLEJO: ¿QUÉ ES NACER EN CHUCO?



Por Danilo Sánchez Lihón


“Y olvido por mis lágrimas mis ojos”.
César Vallejo


1. Donde se extrañan los pasos de los seres amados

Emociona profundamente comprobar a César Vallejo como un poeta de hogar, de familia y de fogón y comprobar como características de su vida la ligazón que él establece con su tierra y el sentido de lo trascendente que a ello otorga, como cuando dice:

¡Sierra de mi Perú, Perú del mundo,
y Perú al pie del orbe; yo me adhiero!

Impresiona en Los heraldos negros, y esto mismo constituye también un eje fundamental que se advierte en Trilce y Poemas Humanos, la sensibilidad que él supo tener por todo lo que es –o era– su casa, su lar primordial, su muro humilde y congénito.

Es conmovedora la ternura que transparenta hacia sus padres, hermanos, parientes y vecinos del burgo. De allí que lacera su alma constatar que todo ello haya sucumbido; le embarga el sentimiento de orfandad constatar el hogar deshecho, los padres muertos, la casa deshabitada, donde se extrañan los pasos de los seres amados y que ahora le hacen tanta falta:

Murió mi tía Albina, que solía cantar tiempos y modos de heredad, en tanto cosía en los corredores, para Isidora, la criada de oficio, la honrosísima mujer…

Murió mi eternidad y estoy velándola.


2. No olvidó jamás su terruño

Un día, de regreso a Santiago de Chuco, ha transpuesto el portón e ingresa por el zaguán. Avanza hacia aquello que fuera el patio, el corredor y el cuarto. El silencio dobla su cuerpo porque le hincan el alma las voces amadas y que ahora vuelve a escuchar en el recuerdo.

Allí, en el trasfondo, está el escenario donde se dieron los juegos, allá la evocación de la madre que le acariciaba. El polvo cubre los muebles, la mesa donde se juntaron ternuras, inquietudes y ruegos. Los cuartos están vacíos. Todos se han ido.

La infancia perdida es una constante en la poesía y en los grandes poetas. Ello está de manera intensa en el sentir y pensar de César Vallejo. Lo estuvo permanentemente en su vida y hasta en el mismo momento de su muerte en que no olvidó jamás su terruño ni se apagaron en su alma los recuerdos de su infancia.

Hay soledad en el hogar sin bulla, sin
noticias, sin verde, sin niñez.
Y si hay algo quebrado en esta tarde
y que baja y que cruje
son dos viejos caminos blancos, curvos.
Por ellos va mi corazón a pie.


3. Su poesía y su prosa estremecida así lo atestiguan

La infancia perdida se la siente a gritos y de manera intensa en la poesía de César Vallejo, y lo estuvo permanentemente en su vida como una herida abierta de amor y añoranza.

Como lo señalan y refieren sus biógrafos, hasta en los días finales de su vida –y yo estoy seguro que en el mismo momento de su muerte– no olvidó jamás su casa materna ni se apagaron en su alma los recuerdos de su niñez.

Juan Espejo Asturrizaga, que fue su amigo entrañable, nos cuenta en su libro: César Vallejo: Itinerario del Hombre, que él era fácil para las lágrimas, para la confidencia y para evocar su tierra natal.

Asimismo, Juan Larrea, quien fue próximo a él en los años de su vida en París y estuvo presente en su lecho de muerte, refiere que él era muy inclinado a recordar su infancia y su pueblo de origen, Santiago de Chuco.

Por lo demás, su poesía y su prosa estremecida así lo atestiguan palmariamente, nos lo hacen sentir y nos lo ponen en evidencia.


4. Una actitud auténtica de lo más normal y sincera

Acerca de cómo César Vallejo llevó a Santiago de Chuco en el alma en todo tiempo y en todo lugar, es prueba la anécdota que refiere que en París se quedó dormido en la banca de un parque.

Y pasó por allí muy de noche una patrulla de gendarmes que al verlo en esa actitud de abandono le solicitaron sus documentos.

Al mismo tiempo que miraban los papeles le preguntaron:

-¿Quién es Ud?
- César Vallejo-, les contestó apaciblemente.
-¿Y de dónde es Ud?
- De Santiago de Chuco.

Respondió con la mayor naturalidad.

Esto sin querer burlarse de los custodios sino mas bien como una actitud auténtica de lo más normal y sincera, pero mencionando para ellos un nombre incomprensible, que a los gendarmes debió saberles como una tomadura de pelo.


5. Volveré alguna tarde de enero

Pero en todos sus libros, tanto de poesía como de narrativa y teatro, hay evocaciones y recuerdos imborrables de cuando él era niño y en ellos aparece nuestro pueblo siempre de manera intensa, honda y trémula:

"Las pallas aquenando hondos suspiros,
como en raras estampas seculares,
enrosarian un símbolo en sus giros.

Luce el apóstol en su trono, luego;
y es, entre inciensos, cirios y cantares
el moderno dios-sol para el labriego".

En una carta dirigida a su hermano Manuel, el 2 de mayo de 1915, escrita en Trujillo, que queda a una distancia relativamente cercana, veamos cómo es tan honda y lacerante su nostalgia:

"Y bajo la frente pensando que si es cierto que ya no estoy en mi Santiago, en el seno de los míos.... volveré alguna tarde de enero, caminito a mi tierra, mi querida tierra".

Este modo de ser de César Vallejo era aquello que nos hacía tenerlo, a quienes nacimos y estudiamos la educación primaria y secundaria en nuestro pueblo, tan presente en nuestros gozos y penas de muchachos.


6. Jamás dejaría de ser peruano

Entusiasma y emociona comprobar cómo un hombre de la dimensión de César Vallejo estuvo constantemente trasladándose con la evocación y el cariño a las calles y a los campos, a las paredes y techumbres, como al poyo y hasta al sillón familiar de su infancia:

"Madre, me voy mañana a Santiago
a mojarme en tu bendición y en tu llanto.
Acomodando estoy mis desengaños y el rosado
de llaga de mis falsos trajines.
Me esperará tu arco de asombro,
las tonsuradas columnas de tus ansias
que se acaban la vida Me esperará el patio,
el corredor de abajo con sus tondos y repulgos
de fiesta…"

Alguna vez a César Vallejo se le propuso, a fin de solucionarle algunos problemas, nacionalizarse francés. La respuesta de él fue enfática, contundente y sin lugar a las ambigüedades:

"En ese caso, prefiero regresar al Perú, aunque apenas llegue me encarcelen, (pues la causa por la cual sufrió prisión había sido reabierta y permanecía latente la amenaza de su captura y penalidad posterior). Sí algo tengo de ser humano y vuelo de cóndor, es porque nací en la sierra del Perú y aunque no tuviera pasaporte o me lo quitaran jamás dejaría de ser peruano", repuso.


7. El orgullo era por su raza, por su origen y por su ancestro

Y aquella es también la razón por la cual la gente de nuestro pueblo siente a César Vallejo tan cercano e íntimo, que por más encumbrado y famoso que ahora sea, en verdad lo queremos como a un paisano.

Y todo reconocimiento que le brindamos no se debe tanto a que él sea un hombre célebre en las letras universales, sino a que lo sentimos como a un hermano, como a un miembro de familia y hasta como a nosotros mismos aunque en una dimensión y hondura inalcanzables:

Había en él, por ejemplo, aquel amalgamiento de modestia y pudor, que se traducía en renuncia, pero también había en su personalidad un inmenso orgullo que se expresaba apartándose y escondiéndose en el fondo de sí mismo.

Y el orgullo era por su raza, por su origen y por su ancestro.


8. Llevo sombrero entero de plumas...

A este respecto, hay un hecho que refiere Armando Bazán y que ilustra este modo de ser que frecuentemente vemos en la gente de nuestro pueblo.

En cierta oportunidad, Vallejo se negó rotundamente a ser presentado a Don Miguel de Unamuno, circunstancia que ocurrió en la Rotonde de París, causando gran sorpresa en sus amigos a quienes dio esta explicación:

"Respeto al maestro en todo lo que representa para España y en todo lo que merece su sabiduría... Pero si desdeñaba a Rubén (Darío) porque le veía la pluma india debajo del sombrero, ya es fácil deducir lo que sentiría por mí que llevo sombrero entero de plumas...

Además, esa avaricia de Don Miguel, eso de que no quiera aceptar de nadie un café... es algo que hiere a mi temperamento. Y lo principal es que nada pierde el maestro con no conocerme..."


9. Ni aún incluyendo el clamor de los profetas bíblicos

En César Vallejo los santiagochuquinos hablamos. Con él nos expresamos, él es nuestra lengua y nuestra sangre y más que admiración por el poeta genial lo que sentimos es adhesión al hombre cabal que fue en su vida y en su muerte, en su pasión y en su consagración.

Y nadie mejor para asumir también lo que somos como paisaje, como geografía y hasta como lenguaje natural. Nuestra impresión de admiración en este aspecto podría parecer parcial por la emoción que nos embarga al leer cada uno de sus textos, pero escuchemos lo que dice de él el español Juan Larrea:

“Vallejo ha vertido al lenguaje hispano el extracto planetario de la cordillera andina, sus derrumbes, angosturas y pedregosidades, sus arideces y altas tensiones, sus libertades sísmicas, su oasis de infinita ternura y, sobre todo, esa vertical soledad suspendida como una plomada del hilo de luz delgado y pleno que pone allí el sentido de comunicación con el todo creador más puro. Nunca, nunca, en lo que va de mundo, ni aún incluyendo el clamor de los profetas bíblicos, se ha oído un acento más embargado por la materia exclusiva del hombre,…”


10. La misma campana rajada y el mismo badajo

Los santiagochuquinos en César Vallejo nos vemos y sentimos retratados, no externamente sino íntimamente. Y al leerlo sentimos que así somos, que eso pensamos y eso percibimos. Que así nos indignamos o nos enternecemos; que de ese modo queremos y de ese modo también nos dejamos querer...

En mi caso casi puedo decir que nací con César Vallejo: somos del mismo pueblo. Vine al mundo y me crié en la misma calle donde él nació y se crió. Jugué en el poyo, en el cuarto y en el zaguán de su casa.

Estudié toda mi primaria en la escuela donde él estudió toda su primaria. Bajo el mismo blasón de la escuela donde él aprendió las letras yo también las aprendí.
Probablemente marcaron sus horas la misma campana rajada y el mismo badajo de bronce. Correteé con mi bolso de útiles escolares pisando las mismas piedras que él pisó.


11. Amor intenso y profundo por lluvia y los caminos

La educación secundaria la estudié en el colegio "César Vallejo" que se fundó -suerte del destino- casi en el mismo tiempo en que yo tenía que ingresar a ese nivel educativo, aunque en los años iniciales de su fundación el nombre de dicho centro de estudios era "Santiago el Mayor".

Mis profesores Carlos Barbarán y Mauro Benites eran devotos del poeta de Los Heraldos Negros; y con mis compañeros caminábamos de tarde por los campos recitando los poemas de ese libro como los de Trilce y Poemas Humanos.

Cuando mi abuela Sofía se encontraba don doña Aguedita o doña María Jesús, hermanas de César Vallejo, se abrazaban y se llamaban de primas.

Nos unen muchos hechos, ese amor intenso y profundo por la lluvia y los caminos. Termina diciendo en Fabla Salvaje:

"Era el mes de marzo y empezó a llover".

***

Fuente:

Danilo Sánchez Lihón

Teléfonos:


420-3343 y 420-3860


capulivallejoysutierra@hotmail.com

http://capuli-vallejoysutierra.blogspot.com/



ASOCIACIÓN CULTURAL "CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA"


IMÁGENES DEL RECUERDO

Homenaje: 118º Aniversario del Natalicio de César Vallejo (2010)


Ofrenda Floral



PALABRAS DE HOMENAJE


Florencia Jesús Roldán Liñán



César Vallejo Ynfantes




José Cruzado Gamboa




Carlos León Morillo




Luis Ángel Santa María



Oscar Aguirre Méndiz



Armando Alvarado Balarezo




Danilo Sánchez Lihón

Presidente de Capulí Vallejo y su Tierra



IMÁGENES PARA EL RECUERDO



VISITA A LA CASONA DE SAN MARCOS

(PARQUE UNIVERSITARIO)




Edición y fotografías. Armando Alvarado Balarezo (Nalo)

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