miércoles, 16 de febrero de 2011

SÁBADO 19 DE FEBRERO, 7 PM - AULA CAPULÍ: COSMOVISIÓN ANDINA - CONFERENCIA Y DEBATE - PARA CAMBIAR POR LA FUERZA DE UN MITO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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INSTITUTO DEL LIBRO Y LA LECTURA,
INLEC DEL PERÚ,


Y CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA

Construcción y forja de la utopía andina


FEBRERO

MES DE NUESTRAS LENGUAS MATERNAS


HACIA UNA CULTURA
CON IDENTIDAD



SÁBADO 19 DE FEBRERO


COSMOVISIÓN ANDINA PARA EL CAMBIO SOCIAL

CONFERENCIA MAGISTRAL


PROGRAMA

1. Palabras de saludo, bienvenida y presentación: DANILO SÁNCHEZ LIHÓN, presidente de Capulí, Vallejo y su Tierra

2. Imagen del mundo en el pensamiento andino: RODOLFO SÁNCHEZ GARRAFA, educador y antropólogo

3. Primer comentario a la conferencia: ROMÁN ROBLES, educador y antropólogo. Profesor de la UNMSM

4. Segundo comentario a la conferencia: TEODOMIRO PALOMINO, educador y antropólogo. Profesor de la UNMSM

5. Comentario y debate del público asistente

6. Conclusiones para la acción: ERIBERTO GALINDO, promotor cultural

7. Relación con la vida y obra de César Vallejo: FLORENCIA ROLDÁN, educadora


SÁBADO 19 DE FEBRERO. 7 p.m.
Aula Capulí: Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 3 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República

Ingreso libre.

Se agradece su gentil asistencia

Teléfonos Capulí: 420-3343 y 420-3860

capulivallejoysutierra@hotmail.com
planlector@hotmail.com

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PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA

PARA CAMBIAR POR LA FUERZA DE UN MITO


Por Danilo Sánchez Lihón


“En el Perú se es colonial o se es incaico”
Federico More

1. De su seno, la vida

En la cosmovisión andina la tierra es madre sabia, protectora y fecunda. El hombre concibe a la tierra como mujer, reconoce en ella dones femeninos, pero además maternales y providenciales. Nosotros somos su progenie, a quienes nos ofrece las mieses, las espigas, los árboles y los frutos. Y todo brote, por pequeño que sea, es su presencia y contiene el calor, el aliento de su vientre amoroso.

A ella pertenecen los animales que nos lo ofrece compasiva, para que convivan con nosotros nos acompañen, se reproduzcan y compartan la vida y la muerte a nuestro lado. Y de su variedad y belleza se regocije nuestro espíritu.

Desprendidos de su útero también los hombres hemos nacido, hechos de sus raíces, de sus savias nutricias, de sus légamos, sus materias, fragancias y latidos. Y de su emoción y ternura abundante y generosa, que todo lo ofrece y comparte. Y como hijos leales hemos de ser siempre tal y como es ella: solidarios, protectores, telúricos en la medida en que nos identificamos con ella.

Si exploramos en la esencia de su misterio tratando de explicarla y comprenderla le encontraríamos un corazón estremecido, venas por donde circula el agua como sangre vivificante, y unas entrañas amorosas como las de todas las madres.

Y emanando de su seno, la vida. Y la muerte que es recogerse otra vez en su pollera. Quizá eso nos ayude a comprender la presencia de todo lo que de ella brota y florece conteniendo una dimensión sagrada.


2. Matiz cobrizo

La cultura andina es eminentemente espiritual, enteogénica y sagrada. Para el andino todo lo ocupa y explica la presencia de lo divino. Y es Dios todo. Lo más ínfimo e inerte: como la oruga, una piedra, el lucero, la espina de una flor. No separa lo mundano de lo hierático sino que los enlaza, los unifica y funde.

Pero, además, los antiguos peruanos en su mitología de creación del mundo, de la vida y del hombre no lo sancionaron como un proyecto acabado sino como un proceso que se va construyendo día a día mediante una estrategia de ensayo y error que se proyecta en el tiempo y el espacio, tal y como evoluciona la historia.

Por ejemplo, para la creación del hombre y a fin de adquirir su fisonomía más definida, al principio el cocimiento en el horno al cual se le introdujera dio como resultado un producto crudo, de donde salió el hombre blanco porque no había alcanzado su grado preciso y cabal. Esto no les satisfizo ni a Pachacámac ni a la Pacha Mama. Y descartaron esa creación.

Después le dieron más tiempo de cocción, que resultó excesivo, pudiendo hasta quemarse el modelo que intentaban engendrar. Y también tuvieron que descartar ese resultado.

Finalmente encontraron el término medio y justo, cuando alcanzaron el matiz cobrizo parecido al bronce que tiene el hombre de estas latitudes, apariencia que les pareció la más estupenda. Y ese arquetipo fue el que finalmente consolidaron.


3. Tres dimensiones

No hay pues una acción inicial certera, infalible y providencial, mediante la cual todo sale ya concluido, sino que los dioses como los hombres tienen que ahondar en un proceso en base a distintos ritmos, materiales, condiciones hasta llegar a un nivel preciso que será a su vez el punto de partida para una nueva realización.

¿No es acaso extraordinario y significativo reconocer que en la cosmovisión del mundo andino se incorpora este elemento fundamental? ¿Cuál es? Que en el proceso creador se aprende. Hay inmersa en dicha cosmovisión principios pedagógicos que hicieron de nuestra cultura el paradigma que fue y que es.

Y así como en lo anterior se aprende, hay otra dimensión cual es que en el pensamiento andino se propugna a ser organizador, líder y conductor. Se incentiva a ser Pachacútec, magnánimo y grandioso, reformador del imperio, remodelador del Cuzco y constructor de Machu Picchu.

Las siguientes nociones son categorías básicas del pensamiento andino en relación a una estratificación de la realidad:

El Kay Pacha, mundo de la superficie;
El Uku Pacha, mundo de abajo o del subsuelo;
El Hanan Pacha, mundo de arriba.

Y supieron que la vida es un soplo de energía que se renueva en la medida en que la absorbamos de esas tres dimensiones, sea de los abismos y pacarinas, de las montañas, los ríos, los manantiales o del cosmos en donde bogan serenos la luna, el sol y las estrellas del firmamento.


4. Fuego o ceniza

Ahora bien, la cosmovisión andina como sistema de pensamiento, emoción y de legítima y coherente imaginación, puede ser fuego o puede ser ceniza.

Será fuego en la medida en que a partir de ella podamos construir la realidad con los valores que sustentan al mundo andino, porque son justos y cabales a nuestro medio y plasman y concretan los anhelos más sentidos de la sociedad.

Serán fuego en la medida en que nos alcancen y provean de verdades con poder transformador, capaces de cambiar el actual estado de cosas porque son indignas a la condición del hombre.

Porque no podemos convivir con el atraso y la miseria, con la inopia y el desencanto, con la frustración y la amargura, con la pérdida gradual de valores y de nuestra verdadera condición humana.

Serán fuego en la medida en que nos subleven, rebelen y solivianten a fin de superar la situación que vivimos, porque sus estamentos son inconformes con la verdadera naturaleza y dimensión del hombre.

Será ceniza si es que no rescatamos las ideas fuerza que hay en ellas, si las ubicamos en el nivel de la especulación teórica y no en la perspectiva de ideas fuerza, con poder transformador, aquellas que no entran en contubernio con la crisis que vivimos.


5. Mundo de la armonía

Nuestros antepasados andinos tenían una filosofía de la armonía del hombre; primero, de una feliz relación con el mundo de abajo, es decir con aquello que nos prodiga la tierra.

En segundo lugar, con el mundo de aquí, del presente y de la superficie, donde convivimos seres vivos y seres inanimados, pero formando parte del cuerpo cósmico, que es base y soporte de la vida.

En tercer lugar, con el mundo de arriba, de la divinidad y lo sagrado, donde continúan como energía los seres que existieron y formaron parte importante de nuestra vida. Y que si bien ahora no son visibles a nuestra vista, están a nuestro lado y nos protegen, velando por nuestra existencia desde una dimensión esencial de la vida, donde ahora moran y desde donde nos envían sus preses y sus dones.

Mundo de la armonía y del sosiego, del amor al trabajo que nos hace seres edificantes, francos, sencillos; con frescura, transparencia y vitalidad.

Porque: ¿ha habido en el mundo una cultura que haya tenido cinco mil años de paz? Desde Caral en el Perú eso se demuestra. En el mundo andino se vivía pacíficamente mientras otras culturas se debatían y desangraban en guerras fratricidas. Aquí no. Y esto está en nuestros genes. El Perú es un país de paz, aunque profundamente guerrero cuando se lo ofende y solivianta.


6. Lámpara votiva

Pero estos resultados se deben también a otra razón fundamental:

En la concepción del mundo y la vida andinos, el pasado no era inmóvil ni rígido: “Ya sucedió y nadie lo puede cambiar”. Como se piensa, conceptúa y cree en la tradición occidental.

Sino que, al contrario, el pasado es una realidad dinámica, que muestra sus aristas a veces nuevas, originales, inéditas, hacia el presente.

Lo que llamamos pasado es un magma hirviente y fecundo, convulso y actuante, para ser transformado de acuerdo a las exigencias del hoy, del aquí y de lo urgente.

Que no lo hemos agotado, sino que apenas con la experiencia hemos entresacado una de sus hebras o fibras, pero que está ahí, en toda su riqueza y potencialidad para ofrecernos su inspiración y su sabiduría.

El pasado entonces, de acuerdo a la concepción andina es transformable.

Y más que una línea de tiempo es un capital, un depósito pleno de virtudes y prodigios que debemos rescatar, moldear y hacer desprender de él la luz que queramos, como desde una lámpara votiva.


7. Para consejo y gobierno

Y el pasado está hacia delante. No es que se sitúe detrás y vamos con la frente descubierta hacia el futuro. No. Miramos nuestra vida. Cada acción realizada la vemos hacia el frente y podemos convertirla en sabiduría.

Eso es lo que está delante de nosotros. Porque, ¿acaso no es así? Nos obsesionan los hechos realizados y ellos constituyen nuestro patrimonio. El futuro estás atrás, en la espalda o en la nuca, como algo ignoto, obscuro, que se va haciendo; pero no estamos nosotros de frente a él, sino de espaldas, puesto que se va haciendo en base a los flujos que vienen del antes y del ayer.

El hombre no avanza entonces hacia el futuro sino hacia el pasado a fin de rehacerlo y trasformarlo en base a la experiencia de un tiempo que acumula para convertirse en sapiencia e ideal.

No se vive pues ni para el olvido ni para concluir que lo vivido es inmutable y fijo, sino para seguir configurando el rostro y la imagen que queremos obtener.

Para constatarlo es muy simple, el hombre se vuelve viejo y adquiere experiencia de los hechos que se proyectan desde el pasado como una fuente de referencia y hasta de inspiración.

De allí que el mundo andino aprecia mucho a los abuelos y entra en contacto con las personas mayores para consejo y gobierno.


8. Claves del mundo

El pasado entonces es pozo de sabiduría, es arcano y cofre de tesoros. Y debemos saber apreciarlo así.

Lo futuro es volátil e irreal. Se lucha, se afana, se gana terreno hacia la identidad, que es rehacer el pasado. Y esto es la clave y el secreto de todo. Aquí radica la llave y vector del mundo andino, cual es el cultivo de la identidad y que resulta fundamental en esta época de globalización.

Avanzamos al arcano que es el pasado, porque el sentido es que todos los hombres vuelvan al origen primigenio que es Tierra sagrada, y es Tierra del origen y es Tierra del anhelo.

Porque de lo contrario, si la frente y los ojos los tenemos puestos en el futuro nuestra mira y horizonte recaerán en un tiempo indeciso, etéreo. En la casi nada y en el casi olvido de todo, cual es el futuro.

Allí construir nuestra casa o nuestra morada sería absurdo, locura y desatino, iremos encaminados a algo que es inseguro, hueco e inexistente.

El futuro está en nuestro pasado, en nuestro ancestro y en nuestras raíces. Tenemos que buscar nuestro futuro promisorio y dichoso en nuestro pasado. Eso une y liga la utopía con el milenarismo y lo sagrado, claves del mundo andino.


9. Y el folclore

Este pensamiento es fundamental en lo que se propone conseguir Capulí, Vallejo y su Tierra, cual es la construcción y forja de la utopía andina.

De allí que los andinos con dicho pensamiento doblegaron los obstáculos que se les presentaban.

Por la tríada, además, del pensamiento andino que ellos pusieron en práctica y que preconiza el maestro Ramón Noriega Torero, Director de la Cátedra de Sabiduría Andina del movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra, y cual es:

“Munay”, alienta a tu corazón, ama y quiere sin reticencias.

“Yachay”, cultiva tu mente y encuentra soluciones inteligentes.

“Llancay”, da fuerza y ejercita tu brazo construyendo de manera mancomunada.

Es, en este sentido, que tenemos que reivindicar la educación, y tenemos que repensar y practicar de manera distinta y original el arte. Y como manifestación primigenia de este campo, el folclore.


10. En lo más hondo de nuestro ser

De allí que la mejor forma de hacerlo, o conseguirlo, es mirando hacia el pasado, viendo, sintiéndonos y conectándonos con nuestras raíces. Y la mejor manera de mirar nuestra identidad es en el folclore. Entonces beber de esa savia.

Desarrollar el folclore en la educación es seguir la ruta de avanzar en la construcción del conocimiento en la perspectiva de las potencialidades que nos ofrece el pasado.

Porque el cambio definitivo en el Perú ocurrirá por la acción de un mito, por un texto mágico, por unas cuantas palabras que han de desencadenar una revolución.

Ha de ser por un texto que tenga cosmovisión y poder movilizador, que desencadene una revolución. Y traerá las insignias de lo sagrado.

Él hará que se produzca un cambio revolucionario de extraordinarias consecuencias para el bien del Perú.

Es un texto literario, un anuncio preciso y cabal, con poder transformador.

Busquémoslo y encontrémoslo en lo más hondo de nuestro ser. ¡Causachun Perú!



Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente

Teléfonos:

420-3343 y 420-3860


Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:

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Editorial Bruño, Perú:

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