lunes, 3 de enero de 2011

HOY, 6 DE ENERO ES PASCUA EN MI PUEBLO - PLAN LECTOR: Y HOY VISITAMOS NACIMIENTOS - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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INSTITUTO DEL LIBRO Y LA LECTURA, INLEC DEL PERÚ, Y

CAPULÍ, VALEJO Y SU TIERRA


HOY, 6 DE ENERO

ES PASCUA EN MI PUEBLO

Elvira Lihón, madre de Danilo Sánchez Lihón



PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA



Y HOY VISITAMOS NACIMIENTOS




Por Danilo Sánchez Lihón

1. Es día grande

– Esta primera semana de enero celebraremos Día de Pascua de Reyes, ¿di mamá?

– Sí. Es día grande de devoción, cuando los Reyes Magos que vienen de oriente guiados por una estrella refulgente adoran al Niño Dios en su pesebre, significando que las idolatrías se arrodillan ante el altar del señor.

– Ahora solo falta un día y ya mañana es 6 de enero, Pascua de los Reyes Magos. Y visitamos los nacimientos, ¿no es cierto?

– Sí, así es, e irás con tus hermanos. Saludarán primero y pedirán permiso a los señores de la casa donde se ha hecho el nacimiento.

– ¡Y vestiré mi terno azul, mi camisa de muselina, mi corbata de jaspes rojos y amarillos! Y mis zapatos nuevos que están guardados, ¿di mamá?

– Sí. Pero vamos a revisar lo que van a ponerse mañana tú y tus hermanos, para ver que todo esté bien y todo quede listo. ¿Dónde están? Llámalos para que cada uno revise su ropa y vea lo que falta. ¡Vamos!

2. Juntar las alas

– Ya todo quedó listo. Únicamente hay que rogar que mañana no llueva.

– ¡Diosito que mañana no llueva! Si llueve no se puede salir. Mucho más cuando es tempestad.

– Cuando sea grande, mamá, haré un techo como una cúpula gigantesca que cubra todo el pueblo.

– Será oscuro por las tejas.

– Será de cristal, con muchos pararrayos para que no lo tricen ni horaden las tormentas.

– Armar y desarmar el techo será muy laborioso. Todo un año en construirlo y todo un año en desmontarlo.

– Apretarás un botón y se extenderá. Volverás a apretar y se recogerá.

– ¡Que estruendo que hará!

– Ninguno. Al guardarse cada cristal quedará uno suavemente sobre el otro, como cuando una paloma después de volar y posarse en una rama junta sus alas.

3. Día intenso

– ¡Deja de soñar! Revisa más bien si te falta algún broche o cierre, si hay algo qué coser, manchas que sacar en tu saco, camisa o pantalón.

– Todo está bien, mamá.

– De ti, Rosita, ¿la altura de tu falda está bien o hay que bajarla?

– Está bien.

– ¿Ya vieron cómo están los zapatos? De todos modos hay que lustrarlos, ah.

– ¡Fíjate hijo si hay pomada marrón! Sino hay que ir corriendo a la tienda a comprarla, ahora que todavía es temprano y está abierta.

– ¡Sí hay mamá, aunque poca, pero alcanza!

– Y fíjate también si hay cautín para los zapatos blancos de tu hermana.

– También hay todavía, mamá.

Desde hace días toda la expectativa es la llegada del 6 de enero, día tan intenso como la Navidad, porque este día se reparten juguetes a los niños, se visitan las familias y se juntan para comer. Hay misa en la iglesia y se visita nacimientos de parte de los niños.

4. La lluvia en el tejado

Y mañana, que es pasada la medianoche, ya está aquí. Ya llega. Solo hoy, que es víspera, Santiago de Chuco ha anochecido con los cielos anubarrados. Turba una amenaza de aguacero.

Ya arrebujados en nuestras camas escuchamos descargase los truenos como si los cielos se quebraran o rompieran.

– ¡Dios mío! ¡Cómo ha llovido anoche! Las calles están anegadas y parecen ríos. –Dice mi madre al levantarse.

Sobreviven las casas después de esta noche de naufragio. Ya la lluvia cesó, pero gotean las tejas que han resistido la arremetida de la tempestad.

Dejan una sensación de atroz abatimiento.

Ni los gallos cantan, ni nada se anima ni despierta ni se mueve, cohibidos por los relámpagos y truenos que anoche se han descargado implacables.

De madrugada yo abrí los ojos y los volví a cerrar. Y desde mi cama aún oía el tamborileo de la lluvia en el tejado.

Pero ahora mamá ya está en pie.

5. Ya sus campanas

De la tierra se eleva un olor a arcilla atónita y desflorada, a raíces viejas y recientes, mezclada a cáscaras de árboles, a hierbas estancadas y a légamo de flores.

He aquí cómo el mundo tirita y se estremece cavilante. Y renace. El patio luce translúcido.

Todo tiene brillo, luz, aureola. En la lejanía, se dibujan las cadenas de montañas verdecidas. Y aquí, delante de mis ojos, la neblina ya se eleva.

Ha llovido y hay voces que se escuchan y voces que se pierden, que de seguro se esconden y se olvidan. Muchas que se deja que se vayan y desaparezcan.

Pero hoy es Pascua de Reyes. Y es visita a los nacimientos que las familias con ilusión han preparado.

Y hay misa en la iglesia matriz que ya sus campanas convocan cristalinas y humedecidas.

El desayuno es leche espumosa y fresca.

6. Tierra prometida

Mamá sabe que hoy es fiesta importante y ha descolgado relleno, salchicha, jamón que al freírlo hace un chasquido que nos llena de algazara y nos abriga.

No todo entonces está perdido.

Las lenguas de fuego lamen las ollas y la cazuela. Papá siempre luce tierno y confiado. Mira el patio y los tejados, embelesado como si así le gustaran más.

Cortamos y abrimos el pan, allí introducimos salchicha, cerramos y mordemos un bocado. Combinamos con la leche fresca endulzada.

Y ya sea la hora matinal, ya sea las campanas que vuelven a sonar con sus repiques, ya sea la mesa servida, sentimos que el espíritu de los Reyes Magos está aquí, que han llegado y están con nosotros. Y sonreímos.

– Papá, ¿cómo era la tierra prometida, que nos leíste una vez?

– El país del pan, la leche y la miel.

Justo lo que ahora saboreamos.

7. De azafrán y retama

Repentinamente llega como un soplo, un golpe sin ruido, un aliento que se exhala y se propaga.

Y todo de repente se aclara. Y una lámina espléndida de sol ingresa por la ventana y prende su luz radiante de azafrán y retama en la pared, dorando los objetos que están colgados y otros sin colgar, y la mesa donde nos servimos.

– ¡Llegó el sol! –Es el grito unánime.

Mamá sale a la puerta:

– ¡El sol! ¡Salió el sol! –Exclama–. ¡Va a ser buen día!

– ¡El sol! –Es el griterío de todos.

– ¡Este sol evapora el agua que ha caído y deja la tierra justo para transitar! ¡Y así hará un día espléndido!

– ¡Vamos para alcanzar a llegar a misa!

– ¿Qué hora es?

– Aún falta veinte minutos para las ocho.

– ¡Vamos!

– Enciendan la plancha para darle la última desajada a la ropa.

8. Todo brilla alrededor

El sol luminoso, y ya cálido, se hace sentir atravesando el tejado. Y todos los sonidos del mundo ahora se expanden: el piar de las aves, el ladrido de los perros, el rumor de las acequias, el cacareo de las gallinas, las voces de la gente que pasa por la calle.

– Son los Reyes Magos, que han llegado con el sol de la mañana.

El sol es el oro. El incienso es la leña que arde en el fogón y el aroma de los árboles que desprende.

– ¿Y la mirra?

– ¿Qué es la mirra, papá?

– La mirra la llevaron los Reyes Magos en ofrenda a Jesús como un bálsamo. Se extrae también de un árbol pero significa la gracia de la vida como si fuera una bendición.

– Y aquí en la casa, ¿dónde puede estar?

– En nuestros corazones, si es que están contentos.

Todo brilla alrededor. Y todo tiene fulgor. Y de las quebradas empieza a levantarse un vaho de neblina blanca.

9. El suelo lagrimeante

Ya la banda de músicos de don Luis Valderrama interpreta compases de fiesta en el atrio de entrada de la iglesia, húmeda pero airosa y abierta de par en par.

Todos los tronos de los santos están adornados de clavelinas, margaritas, rosas y nardos de nuestros campos.

En el altar mayor, a base de rastrojos e ichu de las tierras altas de jalca, se levanta el nacimiento con todos sus misterios puestos.

En medio del oficio religioso de hoy, que es la misa de aguinaldo con tocar de pífanos, panderetas y cascabeles, han llegado en caballos enjaezados los Reyes Magos.

Apeándose a la entrada del templo han ingresado lujosamente ataviados al estilo de los árabes de aquella época, mientras la banda atruena con sus clarinetes, trompetas, bajos y trombones; son jóvenes de la ciudad a quienes apenas reconocemos detrás de sus atuendos.

Después de los cánticos de acción de gracias, salimos a visitar nacimientos, esparciéndonos por los cuatro barrios del pueblo.

Allí vamos, los varones apenas asentando los pies en el suelo lagrimeante, intentando que nuestros zapatos nuevos no entren a un charco.

10. Mira José

Y las mujercitas, siempre primorosas, con sus vestidos domingueros, llevando en sus hombros abrigos de paño y hasta chales multicolores, yendo de la mano con nosotros por las calles empedradas.

Las señoras o señores que tienen nacimiento esperan sentadas en sus sillas delante de sus puertas.

Lo primero es saludarlas, tal y cómo nos han enseñado en nuestras casas; lo segundo es pedirlas comedidamente su permiso para visitar el nacimiento que tienen:

– Buenos días señora, buenos días señor. ¡Felices Pascuas de Reyes! ¿Serían tan amables de permitirnos visitar su nacimiento?

– ¿Ustedes son hijos de Danilo y Elvira, no? ¡Miren, qué preciosos están! ¡Ustedes son mi familia! ¡Ustedes son mis sobrinos!

– ¡Buenos días, tía! ¡Buenos días, tío!

– ¡Mira José, qué grandes y guapos están los hijos de Danilo y Elvira! Y bien educaditos, como tenía que ser. De tal tronco tal rama. ¡Somos sus tíos, hijitos! Familia muy cercana somos.

11. Ahora pienso

– ¿Tú eres...?

– Juvenal.

– Y tú Fredy. Hasta ustedes me acuerdo.

– ¿Y tú...?

– Rosita.

– ¿Y tú?

– Jaime.

– ¡Cuánto han crecido! Saluden a sus papacitos. Pasen, hijitos, pasen.

– Gracias tíos, gracias.

– Al salir le dicen a Mercedes que les de una bolsa llena de pasteles. O mejor yo misma voy a prepararles. Pasen hijitos, pasen.

Ahora pienso que estas costumbres de mi pueblo eran una manera de educarnos, porque íbamos solos a cada casa y teníamos que desenvolvernos.

Y nos enseñaban a ver y apreciar todo lo que teníamos que ver y apreciar en cada nacimiento.

12. Le brindan su aliento

Así por ejemplo, en este de la familia Miñano, ya del barrio Santa Mónica, en donde ahora estamos.

Tiene el cielo que cubre la bóveda de vigas torcidas. Pero, qué hermoso el color tachonado de luceros.

Y una estrella inmensa y esplendente que extiende su estela de hilos de oro y plata hasta la cuna del Niño Dios.

Muy cerca del niño María, su madre y José, su padre adoptivo, contemplan arrebolados. Y el buey y el asno le brindan su aliento, porque dice la profecía:

“El buey reconoció a su dueño

y el asno el pesebre de su amo”

Hacia un costado ¡observen! la ciudad de Belén, soberbia, ufana y cerrada, porque no tuvo sitio para dar techo ni alero a María ni a Jesús aún en su vientre, quien nació en el establo.

¡Y cómo este niño, que no tuvo abrigo, salvo el aliento del buey y del asno, es el Dios verdadero!

Hemos salido y hemos cruzado la plaza porque la alegría es encontrarnos también con otros grupos de niños e intercambiar referencias y pareceres.

13. La Buena Nueva

Y ahora estamos visitando el nacimiento de la familia Ruiz en el barrio Santa Rosa, en la colina de Andamarca.

En este destaca la escena de la adoración de los pastores. ¡Qué ágil y dinámica la representan!

Algunos pastores ya están inclinados delante del Redentor del Mundo, que es un niño, el Niño Dios. ¿Puede haber algo más sutil? Otros bajan con todas sus ovejas corriendo por los apriscos.

Otros se demoran en cruzar un riachuelo. Se escucha el rumor del agua y el balido de las ovejas.

Cada rebaño o hato con sus pastores, que llevan a un carnerito o a una oveja tierna en sus brazos o en la espalda. Todos convocados por la Buena Nueva del Reino de los Cielos y de la salvación.

Hay pastores convocando a todos los hombres de buena voluntad, con sus cuernos en lo alto de cada montaña, debajo de la cual hay cuevas esparcidas, Y en una de ellas ha nacido Dios. ¡Qué historia más admirable y legendaria!

14. Con las alas abiertas

Hemos visitado ya varios nacimientos que tienen cada uno un detalle que resalta.

Este otro ocupa la mitad de la sala, de pared a pared. Y destaca el rito de la Anunciación de la Virgen María por el Ángel San Gabriel.

Yace ella inclinada y bendecida entre todas las mujeres de la tierra, con su belleza sencilla, con su pureza y virtud que conmueven y nos hacen sollozar.

Elegida para ser madre dolorida de un ser que la llenó de inmensa grandeza y eternidad, pero a costa de dolores y quebrantos sin límites.

¡Cómo duele reconocerla así, señalada por un destino de sacrificio y holocausto!

Ahí está el ángel con las alas abiertas y ella recibiendo ese destino singular y ese cáliz de dolor en sus entrañas:

Dar cobija al ser más excelso que ha existido sobre la faz de la tierra, ¿no es un sublime un misterio? Aquel niño que le brotó en su vientre, un ser puro que por las verdades que encarna ha de morir en la cruz.

15. Se baten al viento

Nos abruma tanta razón y sinrazón. Este otro nacimiento es del Club Progreso en el barrio San Cristóbal. Destaca en él la representación de los Reyes Magos que vienen galopando por la aridez de un desierto interminable. Hacia el fondo están las cuevas en una de las cuales ha nacido Jesús.

Las esculturas son admirables. Cada pliegue de los atuendos pareciera que flamean o se mueven con la agitación de las cabalgaduras, apurados en llegar a tiempo, con el semblante extasiado en cada Rey Mago.

Subidos en sus camellos trotan por el arenal con sus vestimentas que relumbran: verdes, rojos, amarillos, azules, dorados y con insignias de realeza. Nos pareciera escuchar el redoble de los cascos de los camélidos al galope.

Y sus luengas barbas se baten al viento. Uno de ellos negro, Baltazar, quemado por los soles del desierto, lleva oro. El otro cobrizo, Gaspar, lleva incienso. Y el otro blanco y rubio, Melchor, lleva mirra.

Hacia una colina y al fondo se perfila el palacio de Herodes el infame que mandó degollar inocentes por el temor a que el Rey de Reyes lo destrone.

16. Un camino

Al salir, encontramos en la calle grupos de niños que ya retornan a sus casas. Entramos a ver este último belén, el más humilde de los que hemos visitado. Pero, en él nos lo han alzado al Niño para que lo adoremos en su túnica. Pido si puede ser en sus pies desnudos. Y me dicen que sí.

Me ha dado ganas también de alzarlo, de acurrucarlo en mis brazos, de rozar mis labios en su piel de lirio de sus brazos y sus hombros, hechos de arcilla.

Total, todos somos de arcilla, de barro y hasta de lodo. No sé cómo la familia ha adivinado y lo ha puesto entre mis brazos para que yo lo sostenga. Y eso me ha llenado de una sensación muy honda y de un gozo supremo. Después, ya caminando de subida me he preguntado: ¿qué es lo opuesto a llorar, como sensación de alegría? ¿Reír?, no.

Porque no me produce ganas de reír esta emoción, sino un gozo infinito. Y pienso que no hay una expresión cabal y espontánea para la alegría como es llorar para la tristeza. Reír no es estar alegre.

Como si hubiera nacido algo en mi vida, algo maravilloso, una sensación de dicha, que justifica todo lo duro que pueda ser una misión y un camino.

17. Es verdad

Al voltear la esquina, está ahí. Es ella. Viene con sus hermanos, también de visitar nacimientos.

Con su falda de niña, pero también de madre profunda. Todo en ella es candor. Todo en ella es arrobamiento y pudor.

¿Es el ángel que anuncia a la virgen transida? ¿Toda timidez, toda recato? No, el ángel es resuelto, confiado y vivaz en anunciar el prodigio.

¡Es la virgen misma!, su vestido de falda blanca combinada al celeste, su rostro armonioso y sus trenzas indefensas.

Yo volteo y ella está allí. En la calle, translúcida. Una espiga donde se resumiera el sol, la luna, las estrellas. Límpida y sensitiva.

Así debió ser la virgen bella. Y la escogió entre todas las mujeres de la tierra para ser madre de su hijo, que había de ser luz del mundo.

¿Por qué la escogió? Por lo que está aquí: su lealtad, su virtud, su ternura.

Qué bella es, cada gesto, cada pliegue de su traje es verdad. Y yo tiemblo.

18. Todas sus lámparas

Subimos la cuesta de nuestra calle. Agobiados de tanto misterio Y de tanta gravedad en el alma.

Hemos vuelto, cuando el sol ya desaparece en el cielo de la tarde.

Es el mundo que ha rodado. Es la vida que ha cobrado el máximo sentido.

Y lo he tenido entre mis brazos. Y me he enternecido con él. Lo he tenido cerca de mis labios. Y lo he besado.

Tal y como cuando nos nace un hermanito en nuestra casa. ¿Qué más pedir? ¿qué más extrañar en la vida?

Ya nos recogemos bajo los aleros de la casa y también bajo el misterio de la noche con la luz extinta en el firmamento que se llena de luceros.

Anoche hubo tempestad y ahora el infinito luce tachonando la bóveda sideral con todas sus lámparas y teas encendidas.


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