jueves, 23 de septiembre de 2010

23 DE SEPTIEMBRE: DÍA DE LA AVIACIÓN CIVIL - PLAN LECTOR: NO SON DE ESTE MUNDO LOS AVIONES - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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INSTITUTO DEL LIBRO Y LA LECTURA,
INLEC DEL PERÚ,

Y
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA


23 DE SEPTIEMBRE


DÍA DE LA AVIACIÓN CIVIL


PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA


NO SON DE ESTE MUNDO LOS AVIONES


Por Danilo Sánchez Lihón



1

Seres
fabulosos y raros son los aviones. ¡Puro
enigma!
Con las colas elevadas al cielo, se posan
suavemente
en tierra. Y ya estacionados en las radas
de los aeropuertos
bajo la lluvia que arrecia, vigilan insomnes
con un ojo
muy abierto el hondo espacio inacabable.
Entonces
abren lentamente sus entrañas de animales
antediluvianos
en la noche ineluctable, mientras traspasan
y arrojan
maletas, degluten y tiran por sus gargantas
presurizadas
a niños somnolientos, muchachas sonoras
como campanas,
ejecutivos obesos y abuelas, a quienes
los nietos
esperan ansiosos y tensos al otro lado
del océano.


2

Ingente
es el enjambre de hombres y máquinas
que los atienden,
abriendo sus vísceras e introduciéndoles
mangueras
y tubos. Vigilados por carritos que hacen
parpadear
señales y luces de peligro, con bomberos
anhelantes
que aguardan alertas al final de la pista.
Luciendo
en sus trompas insignias y estandartes,
con nombres
que evocan campos de batallas, mujeres
idealizadas,
dársenas. ¡Navegantes obsesos o ilusos!
Con banderas
que atraen o esfuman quimeras y utopías.
Una escotilla
pequeña por donde el capitán vislumbra
y otea las estrellas.
Con niñas irreales que atienden asuntos
muy reales
y cuyos rostros son amparo para no caer
en pavor, ni al vacío.


3

No son
de este mundo los aviones! Son enseña
y avanzada
del más allá en el más acá de nuestras
vidas.
Se elevan en la noche sideral haciendo
signos
extraños. Solos en el universo. Más altos
y desamparados
que ninguno de los seres de este mundo.
Se hablan
todas las lenguas al pie de sus ventanillas
pálidas,
donde aletean fragancias lejanas y todos
los adioses.
Los asuntos efímeros como las verdades
totales.
Ellos velan con sus motores encendidos
y se elevan
horadando la eternidad con un zumbido
excelso y lastimado.


4

Seres
mitológicos, legendarios, escapados
de libros
de quimeras, sobrevuelan el espacio
en la luz
crepuscular; llevando en la nervadura
de sus alas
el cierzo; y para siempre inconsolables
unas lágrimas.
Pero dentro el hombre vigila o duerme
doblegado. Más
frágil e indefenso que nunca, envuelto
en un capullo,
abandonado a sus cálculos pequeños,
a su hora
de partida y a la otra petulante de llegada.
En cambio
el piloto siempre es lacónico, observando
sus mapas
se pierde o encuentra asimismo en el aire:
ahíto
de preguntas y lo mismo de hoyos negros,
apoyado
a tientas en esquemas y planos, pero igual
en misterios
que nadie comprende. Y sintiendo el filo
de un puñal
lastimándole la espalda. Y yendo justo
al centro de su alma.


5

Mientras
todos duermen hay alguien que vela
con el foquito
de luz encendido, releyendo un pasaje
bíblico,
orando y encargando su espíritu a Dios
a diez mil pies
sobre el nivel del mar. Pero despiertos
o dormidos
todos van pensando en la casa lejana
y no en el mundo
que rueda abajo, tal una nuez a punto
de caer
y reventar. Es raro que a estas alturas
en el viaje
nadie sienta ni queje ni sangre la úlcera
que hora tras hora
le oprime en el suelo. O de los cálculos
renales.
Es porque no se vive ni muere estando
en los aviones
que son tábanos y abejorros escapados
de lo etéreo.


6

Asido
a la nervadura de sus paletas y élitros,
¡desorbitados
los ojos en sus escudillas!, ¡qué honda
emoción
es divisar una ciudad a lo lejos, y desde
aquí arriba!
Cuando el conjunto de luces encendidas
en la vasta llanura
se ofrecen como una mujer en la actitud
vehemente
de la entrega, ¡y la imagen de una sola
de ellas
subsiste y estremece a lo largo y ancho
de la travesía
por más que los aviones se alejen o se
eleven!
En ese tinglado de luces que parpadean
se inserta toda
la trascendencia. Sea el amor o la honda
pena. Sea
la ilusión como el despecho, la vida vana
como la otra
plena en significado, esplendor y denuedo.
Pero
más se oculta en ellas la muerte, ¡segura
e ingrávida!


7

¿Quién
hizo las naves, las probó y las seguirá
construyendo, tanto
hoy como mañana? Muchos en realidad.
Toda la cultura
humana ha aportado con sus sueños y
sus manos.
El anhelo siempre estuvo presente aquí
y en otros
lugares, cual es volar por los aires. Y es
que los hombres
llevamos las alas inmersas en el alma
y escondidas
bajo los brazos. Desde el pensamiento
atávico
volar fue nostalgia, ya que antes fuimos
aves y peces.
Antarqui como Ayar Ucho con sus alas
se lanzaron
cañada abajo por la hondonada. Como
hacia arriba hasta
desaparecer tras los picachos nevados.
Santiago Cárdenas
pidió permiso al Virrey del Perú, en 1750,
para volar
del San Cristóbal a la Plaza de Armas.
escribiendo
un tratado: “Nuevo sistema de navegar
por los aires
sacado de la naturaleza volátil”. Negado
así: “¡No ha lugar!”.


8

Cinco horas
para una conexión en el aeropuerto
de Manchen, es
mirar por el ventanal, es ver y saber
que el tiempo
y espacio están adentro como afuera
de la creación
del universo. También es dar vueltas
por los escaparates,
lo suficiente para saber que las naves
no son únicamente
los aviones que vuelan en el firmamento
sino el mundo
que rueda, el planeta sobre el cual hoy
te apoyas,
el tiempo y espacio que parece apoyarse
sobre roca.
¡Todo son naves inauditas suspendidas
sobre el vacío!
El aliento de nuestras bocas, el golpeteo
de nuestra sangre
en las sienes, el pulso que se aloca y luego
aquieta
en un alvéolo del corazón o el alma. ¡Todo
son naves!,
como también los pasos con que vivimos
y trotamos
por la vida, arañándonos y jalándonos
los pelos.


9

Así
como también, nave es cada
casa
los salones, la cocina, la habitación
y la cama
donde duermes. Y hasta tus zapatos
son aviones.
Nave es en este instante la estación
del aeropuerto
que parece firme y segura porque yace
en el suelo
y que es desde donde te escribo, amor
mío.
Nave o avión es esta tierra, este mundo
redondo
que rueda sin punto de llegada ni otro
de partida.
Nave es este punto de encuentro y nudo
de caminos:
los aeropuertos que son raras cometas
suspendidas
por millares de destinos que se cruzan
y descruzan.
Y de pasos con diferente tino y desatino;
cada quien
con sus puntos de partida intransferibles
y sus puntos
de llegada incognoscibles.


Texto que puede ser reproducido
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