martes, 24 de agosto de 2010

UNA NOVELA SORPRENDENTE DE GLORIA DÁVILA ESPINOZA - POR MARIO A. MALPARTIDA BESADA

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UNA NOVELA SORPRENDENTE DE GLORIA DÁVILA ESPINOZA

Por Mario A. Malpartida Besada

Gloria Dávila Espinoza (Huánuco, 1961), más conocida como poeta, promotora cultural e impenitente viajera de la blogtósfera, en esta oportunidad nos entrega una obra verdaderamente sorprendente, en la que novela aspectos escalofriantes de la época del terror, en el oriente peruano. La Firma (Lima, arteidea, grupo editorial, 2010), es una nouvelle sobre el mundo de violencia con sus tres aristas confluyendo en las dos últimas décadas del siglo XX: la subversión, el narcotráfico y los mecanismos de la represión. Una trilogía de terror incrustada en la selva peruana y que causara gravísimas heridas en la población, con miles de víctimas, de todos los lados.

En este sentido, La Firma se adscribe a ese conjunto de obras que recoge historias sobre la irracional violencia habida en el país, a través de una perspectiva en la que se funden el trabajo de ficción con el de no ficción, debido a que, muchas veces, lo vivido en aquella temporada, rebasaba los límites de la realidad, al punto de convertirse en verdadera pesadilla para el país, a la que ya no era necesario agregarle mayor dosis de fantasía: la sola realidad era increíble.

En un trabajo de investigación, el peruanista Mark Cox señala que ha detectado a más de sesenta escritores que han publicado unos cien cuentos y treinta novelas sobre el tema. Sin embargo, cabe anotar que ese corpus de obras sobre la violencia política, prácticamente se focalizó en el mundo andino. El trabajo de Dávila Espinoza ausculta la realidad histórica literaturizada, en la zona del oriente peruano, donde ella radica por lo que, en no pocas veces, su trabajo literario adquiere ribetes testimoniales, igualmente desgarradores.

Así, pues, la literatura asumió una postura crítica y muestra la atmósfera general del contexto, sin abstenerse de particularizar algunos hechos investidos de cruda realidad. Por eso describe, en vívidas escenas, la tragedia de una población y sus protagonistas, atrapados muchas veces por el sistema, de manera descarnada y lapidaria, como ocurre en esta obra.

Sobre estas premisas se levanta La Firma, con un verbo valiente y audaz, sin concesiones y con el aval que otorga la perspectiva histórica del tiempo y el saber irrebatible del vox populi, vox Dei. La trama, sin embargo, privilegia el tema del tráfico ilícito que, desde tiempos inmemoriales, aqueja a la zona. Asimismo, desde las primeras páginas, precisa que hay todo un engranaje internacional dentro del cual regiones como Uchiza, Monzón, Cachicoto, Aucayacu y otros lugares citados en el libro, son sólo mínimas partes frente a enormes organizaciones que tienen sus sedes en México y Colombia.

Y precisamente, la trama argumental y el manejo del suspenso, tienen que ver con un esperado viaje a Colombia en donde se debe realizar una transacción de enorme magnitud, referida al comercio de la mercancía ilícita. Durante esa espera, el hilo de las historias va insinuando que allá se cierne un grave problema para los subalternos del jefe de la firma, sinónimo de mafia o banda de traficantes. Este mecanismo funciona como elemento de enganche con el lector, pues éste se siente atrapado por la curiosidad de saber qué es exactamente lo que va a ocurrir en Colombia. En el ínterin, contemplamos pasmados una sucesión de episodios, confundidos en el tiempo y en el espacio, narrados en tercera persona, en primera, o combinadas, exigiendo, para cada caso, nuestra mayor concentración intelectual, a fin de no perder de vista la identidad del protagonista de turno. Inclusive, en determinadas circunstancias, se tiene que apelar al sentido intuitivo para no perder el hilo de los acontecimientos y engarzar la secuencia correcta de la narración.

Técnicamente, se utiliza la perspectiva múltiple y la narración quebrada que alterna los tiempos, igualmente el racconto y el flash back. En esa multiplicidad de voces y juegos en el tiempo, asumen roles especiales Filomeno Narciso, un maestro de escuela con destino incierto, moviéndose entre la subversión y el narcotráfico; su esposa Gregoria, la gran sacrificada desde que Esparquín se lleva a Filomeno en plena fiesta por el advenimiento de su hijo; soldados identificados con sobrenombres, tales como Chacal, Piraña, Esparquín, Caimán; narcotraficantes, igualmente citados con sobrenombres: Gorila, Molleja, Cuchipanga, Argentino, Lagartija. Por el lado de los terroristas, se menciona a Chicle y a dos mujeres, Úrsula y Rosa, sobre las que se afianza aquel mito de que las mujeres habían desarrollado un instinto más salvaje que el los hombres: “Eran más fieras que un puma en época de celo” (:27). Casi entre líneas, se refiere que Úrsula fue pupila de Filomeno y que debido a su recomendación se hizo subversiva, dato que agrega rasgos de misterio sobre el pasado de Filomeno y su verdadero papel dentro de la trilogía del terror.

El eje de la narración lo sostiene la tortura persistente a Filomeno y, a través de este hecho, se describe la constante del modus operandi que se aplicó en la lucha contra la subversión. Aquí entran en juego las tres clases del poder: los que torturan y las dos formas del delito, la subversión y el narcotráfico. Y en esta última disyuntiva, los torturados no tienen el menor empacho en elegir la posibilidad más viable para entenderse con su verdugo. “Jefe, yo soy empresario de la droga, ya le dije, soy narco y no comunista, no tengo nada que ver con estos” (:45). Para balancear la fiereza de este grupo con la del otro, hay varias circunstancias que se narran, como las emboscadas en Puente Pucayacu o de Puente Pacae, en las que se pone de manifiesto la crueldad de los violentistas: “Al parecer, casi todos los militares habían perecido junto a una veintena de civiles” (:38). En este sentido, la obra expone el lado salvaje del hombre atrapado en ese tiempo y en ese espacio, absorbido inevitablemente por la irracionalidad, como tragado por la brutalidad de la jungla. Esa es la visión que ofrece la novela de Gloria Dávila Espinoza, sin tapujos.

La dimensión humana de alguno de sus personajes queda rescatada en los episodios de carácter sentimental, llámense recuerdos de amores furtivos, sublimes o prohibidos, así como el relato excelso de encuentros pasionales, aderezados por la presión del peligro inminente o el presagio de un final incierto. En este sentido, las secuencias de picardía, amor y apasionamiento entre Lagartija y Mary, proporcionan el distanciamiento emocional respecto de lo trágico, que es lo medular de la obra. De igual manera, lo hacen el amor infausto, signado por la presencia de Lorena en medio de dos hombres; la pasión irresistible que desata Úrsula en el ánimo de Caimán; los vericuetos oscuros del pasado amoroso del mismo Filomeno; etc.

El lenguaje coprolálico empleado por torturadores y torturados en sus respectivos parlamentos, contrasta con el alto nivel de la sintaxis, casi perfecta del discurso narrativo, cuando alguno de esos mismos personajes asume la narración de los hechos. En este sentido, el narrador en tercera persona, exhibe un lenguaje extremadamente cuidadoso que, en el caso de Filomeno, responde a su formación académica ya que él es profesor, pero que nos deja en duda frente a otros personajes. Sobre el particular, decíamos al comienzo, que nos ha causado gran sorpresa leer esta obra en prosa, porque conocemos el alto grado del lenguaje metafórico de Gloria Dávila, expuesto en su arte poética anterior. En este libro, el lenguaje incide en lo denotativo con toda su crudeza. Para ello ha apelado a un enunciado serio de carácter académico, con ligeros saltos de habla popular y grotesco para sus personajes.

Al margen de ello, La Firma es una novela que nos conmoverá, por su contenido dramático y por su estructura experimental.




Mario A. Malpartida Besada

Fuente:

Web hoy.pe

http://hoy.pe/columnistas/mario-a-malpartida-besada-un-novela-sorprendente-de-gloria-davila-espinoza


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