domingo, 22 de agosto de 2010

HUARAZ - PÁGINA DOMINICAL Nº 319 DE OLIMPIO COTILLO CABALLERO - PRENSA REGIONAL - 22 AGO 2010

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PRENSA REGIONAL

Página Dominical 319

22 AGO 2010

Por Olimpio Cotillo Caballero


Comentario


PENA DE MUERTE


La pena de muerte es un tema controversial y suscita polémica.


Los unos sostienen que Dios da la vida y como tal, sólo Él puede quitarla. Invocan el amor al prójimo y al perdón por las faltas cometidas.


Los otros demandan la pena capital como último recurso ante crímenes horrendos, violación de niñas y niños; asesinatos, secuestros y muchos reincidentes.


Pero, quienes practicaban la pena capital para mantener una sociedad sana de cuerpo y alma, eran los griegos, quienes arrojaban a los defectuosos desde el monte Olimpo. Así preservaron la raza y la belleza humana en su más pura excepción.


Y sin ir muy lejos, la casa también se limpia para vivir sanamente y se hace extensivo a nivel de ciudad. Una casa sucia, es sinónimo de dejadez y mal gusto. Igual sucede con una ciudad. Los visitantes nunca más vuelven al haber encontrado ese timbre de asquerosidad y basura.


Por deducción lógica, se tiene que “limpiar” la sociedad de sus lacras y delincuentes. Se tiene que cuidar al vecindario y no convivir con gente delincuente que además de delinquir, son un mal ejemplo y levadura fresca para las nuevas generaciones.


En nuestra Patria, ninguna medida disuasiva es “remedio para los males”. El delincuente se ríe y en las cárceles (que son una universidad del delito), se perfecciona y reincide con maestría y manos de seda. Y el mal avanza en una proporción geométrica y la sociedad enfermiza, languidece. Las fuerzas que combaten los males, o bien llegan al sacrificio o conviven con la delincuencia y así el mal se convierte en cáncer, incurable.


La pena de muerte es necesaria…de grado o fuerza…




BOCETO DE LA VIDA DE MI PADRE:


POETA OCTAVIO HINOSTROZA FIGUEROA (*)


Por: Rodolfo Hinostroza


Una tarde de lluvia en Huaraz, cuando yo tenía 14 años, descubrí un viejo cofre de cuero que había pertenecido a mi bisabuelo Manuel Hinostroza, pues llevaba sus iniciales, M.H. claveteadas con chinches de bronce. Lo abrí, y recordé al instante que era en ese cofre que mi padre guardaba sus libros y revistas, cuando yo era niño. Allí estaban, en efecto, “Crimen y Castigo” de Dostoievsky, “La Piel de Zapa” de Balzac, “Veinte años después” de Dumas, y “El Quijote”, entre otros, en viejas ediciones de TOR y de Sopena. Seguí hurgando entre los libros y encontré una colección de la revista “Folklore”, donde se había publicado muchos poemas de mi padre en varios números, que leí ávidamente. Era poesía indigenista de la década de los 30 y 40, pues esta revista era el órgano de difusión del indigenismo, y mi padre tenía en ella un puesto directivo, con Hildebrando Castro Pozo. Yo no sabía gran cosa de poesía en ese entonces, sólo lo que me habían enseñado de niño, Rubén Darío, Juana de Ibarborou, Amado Nervo, pero la poesía de mi padre tenía una sonoridad semejante a la de Darío, y me encantó. Leí “El Cohetero”, leí “Los Arrieros”, leí “Nocturno Lluvioso”, que eran estampas de la sierra y sus personajes, pero el que más me impactó fue su “Elegía a la muerte de la Engracia”, que hasta ahora me estremezco al leerla:


Suenan plañidos, que la Engracia ha muerto

En la alborada de su carne bronce.

Era en los trigos que a dorarse empiezan,

roja amapola de cimbreante tallo,

y en fuente y cántaro de inicial frescura

y ya en sus senos floreció temblores

y ya en sus labios anidó torcazas

y en sus zarcillos rutiló promesas

y en sus pupilas apresó distancias

y los rediles de sus brazos dieron

calor al huacho del vellón primero…


Seguí registrando el cofre, y en el fondo encontré un montón de páginas del diario “El Departamento”, donde había poemas de mi padre, pero también informaciones sobre él, muy elogiosas. Dobles páginas centrales celebraban el estreno de sus piezas “La flor en la roca”, y “Los caballeros del poncho de vicuña”, que él mismo había dirigido, y así mismo rendían cuenta de los banquetes con que lo agasajaban, con fotos y discursos incluidos, pues mi padre era, visiblemente, una celebridad en la provincia. Había sido libretista de una de las primeras películas peruanas, “El Guapo del Pueblo” en 1938 y conservaba amistad con Ima Súmac y Moisés Vivanco, Jesús Vásquez y Alicia Lizárraga, que habían pertenecido al alenco del film.


Esto se sumaba al hecho de que en aquel año, 1956, Radio Nacional trasmitía una radionovela escrita por mi padre, “La Conquista”, de corte y dimensiones épicas, con las grandes figuras de aquella gesta guerrera como protagonistas: Atahualpa, Pizarro, Callcuchima, Almagro, Manco Inca, etc. Durante todo ese año se trasmitieron sus 52 capítulos, y a no dudarlo esa fue la obra de mayor envergadura que mi padre jamás escribió, aunque fueron muy pocos capítulos los que pude escuchar en la vieja radio de la casa, que no siempre funcionaba…


Ese hallazgo me cambió la vida. Después de la traumática separación de mis padres, cuando yo tenía 8 años, la figura de mi padre había sido tremendamente vapuleada, ridiculizada, vejada por la feroz familia de mi madre, unos bajopontinos callejoneros, ignorantes y misios.


“El viejo vago de su padre”, “El viejo inútil de tu padre”, “El viejo de porquería de tu padre”, es así como me lo designaban mi abuela y mi tía, con quienes por desgracia fuimos a vivir. No perdían ocasión de denigrarlo a sus espaldas, de rebajarlo ante nuestros ojos, de ponerlo como ejemplo de lo que no se debía hacer, de modo que esa avalancha de basura que esas arpías eran expertas en regar, terminó por mellar mi estima por él, a quien ya no veía como un ejemplo a seguir, y más bien me avergonzaba cuando venía a visitarme con su terno raído, sus zapatos polvorientos. Cuando yo fuera grande quería ser ingeniero, o químico, pero nunca poeta como mi infeliz padre, no faltaba más.

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Entonces cursaba el tercero de media en el colegio “La Libertad”, donde mi padre también había estudiado en su juventud, y algunos de los profesores eran sus amigos, y aún se acordaban de él. Es más, yo me había traído a Huaraz mi laboratorio de química, a la que era precozmente aficionado, y asombraba a mis amigos con mis experimentos. Pero el encuentro con ese baúl fue mi camino de Damasco, que habría de cambiar la orientación de mi vida para siempre.


En el colectivo que me llevó de regreso a Lima, cumplido mi tercer año de media, se me ocurrió la idea de un cuento. A poco de haber llegado lo escribí y le puse “La Montaña”, y luego siguieron otro, y otro y otro…Un amigo de la casa, elm poeta Demetrio Quiroz-Malca, un día los leyó, con asombro, y me hizo publicar “El Noveno Tranvía” en el suplemento cultural de “La Crónica” del domingo 29 de junio de 1958, día de San Pedro y San Pablo.


Por aquellos años mi padre aún trabajaba en “Radio Nacional”, pero ya no como libretista sino como glosador de un programa dominical de música criolla. Se cachuelaza también escribiendo memorias y discursos para terceros, como una especie de escritor fantasma, y soñaba con publicar sus obras algún día. Seguía escribiendo incansablemente, teatro y poesía que a nadie le importaban en la inhóspita Lima. Siempre nos leía sus poemas, a mí y a sus sobrinos, los que habitaban una vieja casona en Barranco, donde yo solía pasar algunos fines de semana. Un día me preguntó: “¿Cuál de mis poemas te gusta más?” y yo respondí sin vacilar “Elegía a la muerte de la Engracia”. Se me quedó mirando, dubitativo, y al fin de animó a hablar, y me dijo: ¿Sabes cómo escribí ese poema?, y me contó que una mañana soleada, sentado en el corredor de la casa de Huaraz, él estaba resolviendo un crucigrama cuando lo llamaron del otro lado del patio para preguntarle algo. Se incorporó pues y cuando estaba en el centro del patio, la inspiración poética lo fulminó como un rayo, y allí mismo se puso a escribir el poema, pues felizmente llevaba lápiz y papel. Es un poema relativamente largo, pero los versos se venían como dictados, redondos y perfectos, el aliento dramático se desplegaba sólo y el poema volaba…Cuando hubo terminado guardó el lápiz, cerró el cuaderno y terminó de cruzar el patio, para responder al llamado…y el poema quedó, mágicamente perfecto: corrigió dos palabras, cambió una línea y eso fue todo.


Voces que llegan de ancestrales llantos,

llantos que fluyen de palabras últimas,

quejas que cobran diapasones fúnebres,

toda una gama de plañidos, llora,

canta y se queja con palabras llenas

de lo instintivo que se aferra a tierra,

cobra los ecos que los campos surcan,

muge en vacadas y en ovejas bala,

se acorta en ayes y se alarga en sílabas…


No supe si creerlo. No es que dudase de su palabra, pero me parecía imposible que se pudiera escribir así, de un solo tirón, y con tal perfección, pero es que mi padre me estaba hablando de los misterios de la inspiración, que sólo los verdaderos poetas conocen…hasta que muchos años más tarde me ocurrió exactamente lo mismo, y escribí uno de mis poemas más largos “Imitación de Propercio”, en dos sentadas, arrebatado por la inspiración, entre París y Normandía. Le cambié solamente dos versos, y allí quedó, tal cual está.


Su muerte me sorprendió en París. Yo estaba saliendo de mi trabajo, temprano por la mañana, cuando me llegó la fatídica carta, que leí en la escalera. Esa misma noche, cuando yo estaba con mi primera mujer, Nadine, en el bar “Le Select” del que era habitué, en Montparnasse, de pronto me asaltó una enorme crisis de llanto ante los ojos espantados de Nadine y de la concurrencia, No podía parar, y comencé a hablarle a ella de mi padre sin cesar de llorar, sin ocuparme de la gente, y así estuve durante interminables minutos, tal vez una media hora, como no he vuelto a llorar por nadie.


Pincullo y tinya de elegiacos sones

Concierten aires y en rituales danzas,

penas remotas y presentes llantos

ritmen los ponchos y las sayas giren.

Dancen distancias, que la Engracia ha muerto.

Silben los ichus que la Engracia ha muerto.

Giman las tórtolas, que la Engracia ha muerto.

Ya la amapola de los trigos de oro

Yace truncada, con la frente pálida

Llegue el aroma de las mentas, y unja.

El joven cuerpo que reposa en tierra.

Suenan plañidos, que la Engracia ha muerto

en la alborada de su carne bronce.


Años más tarde, yo, a mi vez, escribí una elegía a la muerte del poeta. Se llama “Los huesos de mi padre”.


(*) El título es de la redacción




Crónicas de la vida real:


RODOLFO HINOSTROZA


“EL MÁS GRANDE POETA DE AMÉRICA LATINA”


ESTUVO EN HUARÁS


Estudiaba el tercer año de secundaria en el colegio de La Libertad en 1956. Allí tuve como condiscípulo a Rodolfo Hinostroza, un gordito querendón que llamó la atención del salón por su pícara mirada y sus dotes de químico, pues tenía un laboratorio donde hacía experimentos que para nosotros eran desconocidos en la práctica, aunque teníamos nociones teóricas.


Pero además, porque nos hicimos muy amigos proclives al cultivo de las bellas letras. En noches de luna, cotidianamente nos reuníamos en la plaza de armas y paseábamos nuestras inquietudes poéticas en las pistas concéntricas. Recuerdo como si fuera ayer, Hinostroza recitaba de “pe” a “pa” las 40 “Coplas a la Muerte del Maestre de Santiago, Don Rodrigo Manrique, su Padre”.


Rodolfo, tenía una memoria de elefante. Fantástica. Envidiable.


También tiraba para polémico cuando un día ante la enseñanza doctrinaria de la religión, Rodolfo se paró e hizo una pregunta que nuestro profesor no supo cómo responder. Él de dijo: Profesor…si Dios es el creador del universo ¿quién creo a Dios? ¿Quiénes fueron sus padres?...


El sacerdote quiso salir del apuro con respuestas dogmáticas, pero ante la insistencia de Rodolfo, acudió a lo más fácil, a que abandonara la sala.


Al año siguiente, Rodolfo desapareció y nunca más lo volví a ver…hasta que después 52 años, el domingo pasado, nuestro profesor Marcos Yauri Montero adelantó la presencia de Rodolfo en la presentación del libro: “Retamas de serranía y otros poemas” cuyo autor es su padre, que hoy (19:08:10) ha tenido lugar en el auditorio “Mariscal Toribio de Luzuriaga” de la comuna huarasina auspiciada por el INC, la Municipalidad Provincial de Huarás, Antamina y la Asociación Ancash con gran concurrencia de intelectuales que se ha percatado de la valía de Octavio Hinostroza Figueroa que firmaba con el seudónimo de “Gabriel Delande”, uno de los mayores poetas indigenistas de todos los tiempos.


Rodolfo, actualmente es considerado por la crítica especializada como uno de los más grandes poetas de América Latina, lo que para la promoción 1958 del Colegio de La Libertad es un honor.





Columna del lector


HUARÁS PARAISO NATURAL


Por: Mag. Walter A. Vidal Tarazona


V Parte final


ALGUNAS RESPUESTAS A MODO DE CONCLUSIONES


Dejemos, también, para finalizar, opinar a los expertos con mayor conocimiento del asunto. María Elizabeth Morales, investigadora graduada en la UNI, en un excelente artículo (“Cambios Climáticos…,en Actualidad Universitaria-UNAC), donde sostiene que las actividades económicas cambiaron el equilibrio de los gases que forman la atmósfera ocasionando el aumento de la temperatura promedio de la superficie de la Tierra, fenómeno que causa la fusión de porciones del hielo polar, por consiguiente –dice- el nivel del mar sufrió un aumento de 4 a 8 pulgadas en el siglo pasado, y se estima que seguirá aumentando; añade que la magnitud y frecuencia de las lluvias también han aumentado debido a un incremento en la evaporación de los cuerpos de aguas superficiales ocasionado por el aumentote la temperatura para América Latina y el Caribe del Banco Mundial (Entrevista: El Comercio, 31 de Enero del 2009), sostiene que el ecosistema de montaña se calentará mucho más rápido que como se está calentando el planeta en promedio; que “La Cordillera Blanca en algún momento no será blanca y posiblemente el proceso sea irreversible, quedarán remanentes pequeños de glaciares cuando se estabilice la temperatura”. Añade el especialista del BM, que el agua para las ciudades de altura será difícil de obtener.


Leíamos en la clásica revista “Atalaya” que llega gratis siempre y cuando acudimos a la puerta y mostramos algún gesto de asentimiento a lo que nos “predican” las damas de los Testigos de Jehová- una gran verdad archiconocida: Nuestro planeta tiene “fiebre” ¿será posible detenerla?.


Sí pues, la revolución industrial modificó la relación entre el Hombre y la Tierra, la cultura empezó a desarrollarse en base a la ciencia, tecnología, mercado, valor del dinero y fue perdiendo ética como “brújula” de sus actos, mientras que la naturaleza empieza a sufrir los embates de esta moral de la libertad económica. Esta interrelación, cultura-naturaleza, de continuar sin modificarse, nos dice mucho de lo que sucederá con nuestro planeta y en particular con nuestro “paraíso natural”.-



Aprendiendo a vivir mejor:


LA GRATITUD


Por: Tommy’s Window – Shideshow


Cortesía: Alexandra N. Cotillo H.


Quien no se siente agradecido por las cosas buenas que tiene, tampoco se sentirá satisfecho con las cosas que desearía tener.


El que no aprende el idioma de la gratitud no podrá dialogar con la felicidad.

La felicidad empieza cuando uno deja de lamentarse por los problemas que tiene, y agradece por los problemas que no tiene.


El Dr. Alexander Whyte, de Edimburgo, era famoso por sus oraciones en el púlpito. Siempre encontraba algo por lo cual agradecer a Dios, aún en las épocas más difíciles.


Un día tormentoso, un feligrés se puso a pensar: “No creo que el pastor tenga nada que agradecer a Dios en un día como éste”.


Pero Whyte empezó su oración de la siguiente manera:


“Te damos gracias, Señor, que no todos los días son como éste”.


Cierto día, Mattew Henry, el conocido hombre de letras, fue asaltado por unos ladrones que se llevaron la cartera. Ese día escribió en sudiario:


“Estoy muy agradecido porque, primero, nunca me habían robado antes; segundo, porque a pesar de que se llevaron mi cartera, me dejaron con vida; tercero, porque aún cuando se lo llevaron todo, no tenía mucho; y cuarto, porque me robaron a mí y no fui yo quien robó”.


Las bendiciones más hermosas son las que se obtienen con oración y se lucen con gratitud.

“He aprendido a contarme cualquiera sea mi situación”.


Esta frase no significaría tanto si no hubiese sido dicha por un hombre que fue tratado injustamente, encarcelado sin razón y que finalmente, murió a manos del verdugo: ¡El apóstol San Pablo!.


Nuestros ancestros se las arreglaron:


Sin azúcar hasta el siglo XIII,

Sin carbón hasta el siglo XIV,

Sin papas hasta el siglo XVI

Sin pudín hasta el siglo XVIII

Sin huevos, fósforo ni electricidad hasta el siglo XIX

Y sin productos enlatados hasta el siglo XX


Entonces ¿de qué nos quejamos?


A veces cuando uno se siente cansado o aburrido le es posible recobrar su capacidad de asombro diciéndose estas preguntas:


*Imagina que sólo contaras con este momento presente.


*Imagina que esta puesta de sol, que ésta salida de luna, que ésta tostada con mantequilla, que este niño durmiendo o que esa bandera proyectada contra el firmamento…


Muy pocas cosas son aburridas en sí mismas.


Somos nosotros que, con el correr de los años, dejamos de apreciarlas como se debe.


Aunque la higuera no florezca , ni en las vides haya fruto, aunque falte el producto del olivo, y los labradores no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en el Señor, y me gozaré en el Dios de la salvación”.

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Remedio para el hígado:


LA “RIINCARNACIÓN”


Cortesía: Walter Vidal T.


Dos campesinos, Juan y María se preparan para ir al campo a realizar sus tareas. En eso comienza la siguiente conversación:


-Oye, Juan, ¿Cómo es eso de la riincarnación????


-Ay, María, súbite a la burra, aquí junto a mí y en camino ti ixplico…pue.


Una vez en el camino y ambos cabalgando la burra, Juan le dice:


-Mira, María ¿Ves aquella vaca? Esa puede ser tu tía Gertrudis en ésta su nueva vida.


Y a continuación le dice:


-Mira ¿ves esos cuchis que están allí in il lodoooo? Pueden ser tu tío José y tu hermano Remigio, los que se ahogaron en el río, pue.


Y María va enfureciéndose porque Juan solo le hace referencia a sus familiares.


-Mira María ¿ves aquel perro roñoso? Ese puede ser tu primo Cipriano.


De repente, la María comienza a sollozar y Juan sorprendido le pregunta ¿Por quí lloras?


Y ella contesta:


-Ay Juan, me siento muy triste!!!


-Pero…¿Por qué María???


-Porque, a lo mijor vinimos sentados en tu madre¡¡¡.


CONTINUARÁ EL DOMINGO 29 DE AGOSTO...


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