martes, 20 de julio de 2010

22 DE JULIO, DÍA DEL FLAUTISTA DE HAMELIN - PLAN LECTOR - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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INSTITUTO DEL LIBRO Y LA LECTURA,


INLEC DEL PERÚ, Y CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA

22 DE JULIO

DÍA DEL FLAUTISTA DE HAMELIN

EL MUNDO MÁGICO

PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA

PROCLAMA Y HECHIZO A FAVOR DEL MUNDO MÁGICO


Por Danilo Sánchez Lihón



DÍA DEL FLAUTISTA DE HAMELIN

1.

El día 22 de julio para unos y el 26 de junio, para otros, es el Día del Flautista de Hamelin, nombre del pueblo alemán en donde ocurrieron lo sucesos que narra la leyenda y que, en el fondo, pone de relieve el mundo encantado y mágico de que estamos hechos. El texto que sustenta este argumento tiene el carácter de leyenda pero también de crónica histórica, puesto que el pueblo es real, el tiempo en que ocurrieran los hechos está puntualizado y existen registros históricos que dan cuenta de este suceso, que incluye la desaparición de 130 niños, vértice en que mundo mágico y objetivo se juntan.

Narra aquella historia de El Flautista de Hamelin que en el año 1284 invadieron aquel pueblo tantos ratones que las calles era un oleaje de color parduzco de roedores que devoraban todo a su paso no dejando sitio para el tránsito de los habitantes de ese apacible lugar. ¿Qué hacer? ¡Nadie sabía cómo solucionar tremendo problema!


2.

Pero apareció providencialmente, ¡no se sabe cómo!, un flautista de aire distraído, de ropa estrafalaria y esmirriado de contextura, que interpretaba tonadas en su precario instrumento y que por la suma de 100 monedas de oro prometió que solucionaría este inconveniente.

Le aseguraron que le pagarían la cantidad solicitada sin demora. Y empezó entonces a interpretar una música mágica y a caminar tranquilamente. Detrás los ratones lo seguían como halados por una fuerza invisible, extasiados e inatajables. Cruzó el río y los ratones por seguirlo se arrojaban subyugados a las aguas no quedando ni uno solo vivo.

Pero los habitantes de Hamelin dijeron: “¿Sólo por tocar una tonada 100 monedas de oro?” “¡No!, de ninguna manera. ¡Imposible!” “¿Qué se ha creído este? ¡Que se largue! ¡Fuera! ¡Vete!”, vociferaban.


3.

El flautista regresó otro día y empezó a entonar otra melodía mágica que despertó solo a los niños de los lechos donde dormían y todos hechizados lo siguieron. Solo uno, que era ciego y otro lisiado de una pierna, se quedaron rezagados y no pudieron alcanzarlo, sin saber tampoco el sitio por el cual desapareciendo hasta el día de hoy en que se los busca sin poder encontrarlos.

De esto hace 726 años, hecho que ocurrió un 22 de julio, dicen unos y, otros, el 26 de junio, fechas que la historia ha registrado, vértice además en que mundo objetivo y fantástico se unen, se confunden y traban, juntos, un enigma irresoluto.

El Perú, tanto como realidad concreta y objetiva, que a menudo es hiriente y duele tanto, es mucho más realidad incluso en su dimensión mágica, ¡mundo arrobado, abrupto e intempestivo! Es en conmemoración a estos hechos y contenidos, que, como reflexión y homenaje, van las páginas que a continuación, gentil lector, escribo para ti:


LOS ANDES Y EL MUNDO MÁGICO


Por Danilo Sánchez Lihón


1. El destino inhallable que somos

Mundo mágico es esencialmente lo que somos los hombres. Y más aún si hemos nacido en el ámbito de los andes, o somos andinos.

De allí que estos renglones sea en defensa de nuestros apus, puquiales y pacarinas. Una confidencia de adhesión a nuestros duendes, endriagos y sirenas. Una proclama a favor del espíritu de los cerros, de las almas en pena; de los espantos y aparecidos entrevistos en el alba o de anochecida.

Porque de tres hilos está tejido el ser de los hombres: Del hilo blanco de la razón, cálculo, lógica y conocimientos. Del hilo rojo de la pasión, afectos, emociones y sentimientos. Y del hilo negro de la magia, subjetividad y encantamiento; y del destino inhallable que somos o tenemos los hombres.

Sólo que este último hilo es el más tupido, intrincado y recóndito. Y es en ese orden, de adentro hacia fuera, que están alineados esos tres horizontes. Al fondo es el contenido mágico de los sueños, después vienen los afectos y finalmente la fría y endeble lógica y raciocinio.


2. Un país de alborada

El Perú, en el supramundo que reivindicamos, es un país rico, extraordinario y prodigioso, sembrado de tesoros y tejido de sueños.

Más que el oro de nuestras minas nos puebla y define el oro de nuestros sentimientos y el palpitar de nuestros corazones. Y, más adentro, el sortilegio de nuestras fantasmagorías. La fantástica de nuestros impulsos, sensaciones e impresiones.

Y esto se vincula con la esperanza y las quimeras que nos habitan, porque somos un país de ilusión, de sugestiones y utopías.

Que estas claves e imágenes sean nuestras anclas y secreta pervinca. Que sepamos cada vez más cómo entrar y habitar esos recintos. Y hacer que pervivan acompañándonos siempre a tomar mejores decisiones.

Y que sobrevivan por los siglos de los siglos los fantasmas, las almas y las voces cuya boca no se encuentra, porque no solo nos alivian y consuelan sino que nos representan, nos ayudan a conocernos y finalmente nos salvan.

Porque somos nosotros mismos enigmas y delirio. Y sombras deambulantes en la dimensión de los mitos, las idealizaciones y el ensueño, que es lo mismo a ser un país de alborada.


3. Infinita geografía interior

Hay que reconocernos en todos los personajes de asombro, en lo hondo de amuletos y talismanes, porque somos misterio y nuestro origen es un país de fábula.

Hay que aprender a mimetizarnos en duendes, demonios y apariciones.

A hacerlos más vigentes en nuestras vidas, a reverenciarlos más al borde de los caminos y cuando atravesamos las hondonadas ensombrecidas y los puentes.

Compartir con ellos más secretos y arrobamientos en los recodos y quebradas. ¡Y conjuros y hechizos en las arboledas y colinas!

A esperar la aurora con esos hálitos, espíritus y alientos. ¡Y llamas vivas! Acostumbrémonos a estar con ellos en las cumbres de los cerros para llenarnos de sabiduría. A consustanciarnos con sus fortalezas e ingenios. A reconocerlos como amigos, guardianes y protectores de nuestras vidas.

Invocamos a sintonizar más con el mundo andino mágico, prodigioso, que configura una geografía interior infinita, que es de lo que verdaderamente, se trata de reconocer y posicionarse en esta vida para transitar ungidos hacia las otras moradas que el destino nos tiene deparadas.


4. La luna y las parvas

Porque en realidad, los seres humanos en general, pero más quienes hemos nacido en la atalaya del mundo andino, nacemos embrujados. Y aparecemos aquí como arcanos y claves de enigmas indescifrables.

Y somos milagros, abalorios y talismanes. Somos seres encantados a diario y cotidianamente. Siento que aquí, por ejemplo, al lado mío está un tótem que ha venido a visitarme.

Siento que ha venido a visitarme esta mañana un tótem y querido paisano mío. Es Felipe Arias Larreta, quien escribió sobre la luna y las espigas, sobre el mes de agosto y las parvas de trigo de mi tierra.

Ha venido a hablarme de un amor imposible que tuvo, por una muchacha aldeana por quien suspiró hasta morir, sin que jamás pudiera hablarla él que era un prodigio de la palabra.

Quizá porque ella era muy humilde y él no tenía ya la pureza para osar alcanzarla unos retazos de voces. Y murió transido de amor sin que ella se entere y ni siquiera se de cuenta.

Pero da igual, es el amor sublime el que alza y erige sus propias barreras. ¿Qué sería de ella?


5. Estamos hechos de abismos

Siento los fantasmas que pueblan mi casa.

Porque hay un plano en donde ellos moran, pero que está aquí entre nosotros. Comparten nuestras sillas y nuestras mesas. En este mundo, donde están todos los otros mundos.

Tienen los espíritus una manera de ser cual es no alterar nuestro orden, pero sin apartarse. Porque son suaves y discretos, pero comparten nuestras cosas. Se sientan en nuestras sillas, al lado nuestro. Y hasta duermen con nosotros.

Están aquí, que es importante saberlo. Ellos son guardianes, protectores y mensajeros. Es cuestión de saberlos apreciar, mirar, ser gentiles con ellos. Y tener soledad para escucharlos y sentirlos.

Está aquí conmigo otro viejo amigo díscolo y severo, pero sufrido y como tal entrañable: Es Felipe Huamán Poma de Ayala. Lo veo decir algo con la boca amoratada, sin poder escucharle porque hay mucho ruido afuera.

Quiere decirme algo por lo cual después yo me preguntaré, yendo por todos los caminos y por el paisaje increíble de un abismo: ¿Qué es lo que quiso decirme? ¡Porque estamos hechos de abismos los que hemos alcanzado a estar por breve tiempo en la vida!


6. Mundo trémulo

En mi pueblo, que es Santiago de Chuco, todo está encantado. Y hecho signos de poesía.

Está encantada la casa que yo tuve de niño y la cargo conmigo por donde vaya. Sueño dentro de ella esté donde esté. Y subo despierto por sus escaleras, aunque ella ya no esté.

O el pozo y la buganvilla que nunca estuvo sobre el pozo pero que allí la recuerdo bien. Está sumido en un exorcismo el balcón que da a la calle. Y yo en él fijo para siempre, mirando a la gente que pasa.

Cada rama, hoja y flor del huerto están quietas, porque tienen a su vera a las almas de los muertos que se pasean en la arboleda.

Es el mundo andino sumido en su carácter mítico y legendario.

Yo habité de niño este mundo encantado. Mi infancia más estuvo poblada de fantasmas, donde todo era latente, estremecedor y vibrante.

El mío fue mundo trémulo, donde los cerros que nos rodean, como el Campana y el Huacapongo están sobre poblados hacia adentro de demonios.


7. Trinos de las mandolinas

Nací en el barrio de Santa Mónica a las faldas del volcán que es el cerro Quillahirca, consagrado a la luna. Y es un espíritu mujer, es Quilla. Es un personaje estricto en sus pactos. Sin engaños, eso sí, pero con inmensas pasiones. He entonado canciones en su falda sin saber que eso para ella ponía un estigma en mi frente.

En la tienda de mi casa, que así llamamos a la habitación de entrada o sala de los domicilios, se hizo música siempre. Y quienes subían de noche a dormir en sus lechos, porque sus casas quedaban en la parte alta y a las faldas de Quilla, se quedaron arracimados en la puerta.

Y escucharon los bordones de las guitarras y los trinos de las mandolinas. Y la voz desgarrada de los cantantes que dejaban el alma en cada inflexión y quejido. ¡Todos ellos cómo estarán padeciendo! En eso Quilla es que se ha posado en el fondo de su alma como una luna estática. Que es lo que a mí me tiene hechizado.

Yo habité en esa casa como también en todo ese universo que es mi pueblo y, en general, en el mundo andino. Donde a veces un árbol, una peña e incluso una piedra nos detienen para contarnos una historia, o simplemente lo que les ocurre y sucede.


8. Mi secreto y confidencia

En mi pueblo, las orillas del río, o un recodo, tienen una vida interior mágica, hecha de maravilla, siempre dolida y asombrada.

Pueblo en donde toda piedra es bruja. Y toda piedra es el mundo. De allí que mi infancia estuvo poblada de fantasmas, donde todo eran luces y sombras, reflejos e iridiscencias, suspiros y quejas, ahogos y alientos de gente que se despedía o que hace tiempo ya había muerto.

Que exhalaba su lamento en el umbral de la puerta. O en la escalera, donde los rayos del sol y la luna son presencias sublimes.

Esos referentes constituyen mis secretos, los muchos fantasmas que pueblan el universo.

Los duendes de las cercas, con sus pócimas finalmente terminaron por embrujarme.

Y yo me dejé llevar con la condición de que ese mundo fuera sagrado. Y se tornara poesía. Es ese es mi secreto y confidencia.


Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente

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