lunes, 10 de mayo de 2010

EL CULTO ANDINO AL SEÑOR DE LA SOLEDAD - POR JOSÉ ANTONIO SALAZAR MEJÍA

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EL CULTO ANDINO AL SEÑOR DE LA SOLEDAD
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Por: José Antonio Salazar Mejía

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El culto al Señor de la Soledad de Huarás es un culto eminentemente andino. No sólo la presencia de danzas autóctonas nos señala que su culto es andino. Tenemos la dualidad en el culto al Señor de la Soledad, dualidad andina expresada en la existencia de su doble, su “paso”, la imagen idéntica del Señor de Mayo.
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UN POCO DE HISTORIA
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En el templo de Pumacayán, ubicado precisamente en el barrio de La Soledad, se veneraba al gran Dios Guari de Chavín y al Lucero del Amanecer, o Waraq Koyllur, que era un dios local. Un pueblo agrícola como era el nuestro, se preciaba de tener como dios a un ser civilizador. Se decía que el Dios Guari había enseñado a los hombres los secretos de cómo enamorar a la Madre Tierra o Pacha Mama y conseguir de ella sus más preciados frutos. Este antiguo dios andino solía presentarse en la figura de un puma, o en la forma del rayo.
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Cuando en 1533 llegan al Callejón de Huaylas las tropas españolas, traen consigo al padre Valverde, quien fue el primer evangelizador de estas tierras. Con el correr del tiempo se instauran los primeros curatos y a fines de ese siglo, se realizan las dos visitas pastorales del santo arzobispo Toribio de Mogrovejo.
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En 1574 se ordena agrupar a los dispersos ayllus de Huarás en un nuevo pueblo, creado bajo la advocación de San Sebastián y se obligó a los “indios” o naturales a trabajar en un obraje (lugar donde hacían toscas prendas de vestir, bajo un régimen de semi esclavitud). Este obraje perteneció a Garci Barba Cabeza de Vaca, hijastro del primer encomendero de Huarás y quedaba en la parte este de la ciudad. Se llamó con el tiempo, obraje de Santo Toribio. El obraje llegó a tener una pequeña capilla dedica a Nuestra Señora de La Soledad, ésta sería la que con el tiempo cobijaría la imagen del Cristo de La Soledad.
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Es recién en 1669 que los españoles avecindados en nuestra ciudad, fundan la Cofradía del Santo Cristo de La Soledad. Las cofradías eran, como ahora, asociaciones religiosas dedicadas a venerar a determinada imagen. Los naturales, viendo en las cofradías cierto parecido a la antigua organización de sus ayllus, se inscribieron en ellas.
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No existen datos de la llegada a nuestra ciudad de la imagen del Señor de La Soledad. Se comenta que llegaron de España cuatro imágenes muy parecidas, una vino a Huarás y sus “hermanos” pasaron a Pomallucay, a Cochas y a Chaucayán. Otra versión señala que en 1692, de Huari llegó la imagen del Cristo crucificado que luego se conoció como el Señor de La Soledad.
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Tampoco se sabe con certeza cómo es que el patrón de Huarás dejó de ser San Sebastián y ese honor se le adjudicó al Cristo de La Soledad. Estudios actuales han demostrado que los españoles no enviaban imágenes completas, sólo los rostros de las imágenes. Esto explica por qué el cuerpo del Señor de La soledad está hecho de maguey, madera que no existe en la península ibérica.
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Después de 1700, se inicia la construcción del templo de La Soledad. Marcos Yauri asegura haber escuchado la narración de que los indios que levantaron el altar mayor de este templo, pusieron en él a escondidas, la piedra o “illa” que representaba al Dios Guari; así explica la gran veneración que con el tiempo los campesinos de Huarás llegaron a tenerle a la imagen del Señor de La Soledad.
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En 1725 un terremoto destruyó Huarás, lo que obligó a reconstruir el templo de La Soledad. 50 años después, el español Francisco Vásquez donó su hacienda de Huapra par el cuidado del templo, con lo que creció la devoción a la imagen.
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Los huarasinos, orgullosos de su patrón realizaban grandes fiestas para venerarlo cada 3 de mayo, fecha de “la invención de la Cruz”, con bailes ancestrales acompañados con la música nativa.
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Antes de la Independencia, en 1815 se suscitó un tumulto que se tranquilizó cuando sacaron en procesión al Señor de La Soledad para solucionar un conflicto social. Desde entonces, cuando había necesidad, en época de sequía y hambruna, se realizaba la procesión al patrón de la ciudad y se acababan las angustias.
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UN CRISTO DUAL
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En el Perú sólo existen dos Cristos que mantienen vigente la dualidad andina. Uno de ellos es el Señor de Los Milagros de Lima, o “Cristo de Pachacamilla”, que se venera en la zona a dónde fueron trasladados los antiguos guardianes del dios Pachacámac. El otro es el Señor de la Soledad de Huarás.
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Ambas imágenes no se mueven de su sitio, uno está pintado en la pared del templo y otro entronizado en su altar mayor; quienes salen en procesión son sus dobles, en Lima, la imagen pintada en un lienzo, y en Huarás, el Señor de Mayo.
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Otra prueba de la profunda andinidad del culto al Señor de la Soledad de Huarás, es que en su altar mayor se representa por el sistema de espejos (se ve al revés), la chakana, o Cruz del Sur. Las cuatro estrellas de la chakana son simétricamente representadas en las diademas del Señor, de la Virgen Dolorosa, de San Juan y María Magdalena.
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LA FIESTA DE LA OCTAVA EL SEÑOR DE MAYO
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En Huarás, la Octava de la fiesta (ocho días después) se celebra con mayor solemnidad que el Día Central. Es para la Octava de la fiesta que aparecen los grupos de danzantes.
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Si bien la fiesta del Día Central es menos solemne, convoca al elemento citadino de la ciudad. El 01 de mayo, la imagen del Paso del Señor, o Señor de Mayo, recorre las calles de la ciudad de Huarás en una visita al barrio del Centenario, en el distrito de Independencia; y en la víspera, el día 02, retorna a su templo en procesión, derramando sus bendiciones a sus hijos huarasinos.
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El Día Central. 03 de mayo luego de una solemne Misa de fiesta, sale la imagen del Señor de Mayo alrededor de la Plazuela de la Soledad y luego vuelve en espera de la gran fiesta de la octava EL DÍA 10.
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LOS SHACSHAS, DANZANTES DEL SEÑOR
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La danza de los Shacshas es la más típica de la Fiesta del Señor de la Soledad. Otras danzas son: los Huanquillas, Anti Huanquillas, los Atahuallpas, Yurigua, Cusqueñitos y pallas. Los Shacshas son los danzantes más característicos de la fiesta del Señor de la Soledad y quienes encabezan las celebraciones de la octava.
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Todo el pueblo se vuelca a las calles a ver a los Shacshas, de una u otra manera colabora con ellos porque se identifican y así se sienten parte de la fiesta.
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Los shacshas, unos veinte danzantes, visten montera de plumas cortas, mascarilla de alambre y peluca en la cabeza. Cubren su torso con un monillo de mujer (por eso se le llamaba “china danza”) blanco o celeste, y llevan cintas peruanas cruzando el pecho. Portan pantalones blancos a media pierna, medias de mujer y las clásicas “shacapas”, semillas que colocadas sobre la pantorrilla producen el sonido onomatopéyico que da nombre a la danza. Completan su vestuario con un chicote de cuero que nace de una pata de venado; es una reminiscencia al dios Illapa, dios del rayo. El jefe de la cuadrilla de Shacshas es el “campero” quien indica los cambios de paso o mudanzas.
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Esta es una danza ritual que tiene origen agrario según María Amez, y entre sus mudanzas o pasos se representan escenas agrícolas llenas de atavismo.
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Acompañan la danza una pareja de chiskas y un par de cajas; completa el elenco un violín.
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Los shacshas hacen la promesa de bailar durante siete años. A cambio piden al Señor una gracia especial. El pueblo ve en los shacshas a sus intermediarios ante el Señor de la Soledad; por eso les apoyan ofreciéndoles comida, nueva vestimenta, licor, entre otras ofrendas. Los danzantes fungen durante cinco días en una especie de sacerdotes que con su sacrificado danzar, canalizan los anhelos del pueblo huarasino ante su patrón jurado, el Señor de la Soledad.
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LA OCTAVA, CINCO DÍAS DE FIESTA
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a. EL ROMPE
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El 08 de mayo es el tradicional “rompecalle” o simplemente “rompe”. Es el inicio de la Octava. Los Shacshas, que han ensayado en forma interdiaria y se han preparado con un mes de anticipación, se reúnen en la casa de “la caporala”, la persona que asume la responsabilidad del grupo, y de allí se dirigen al templo del Señor de la Soledad.
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En el templo, los danzantes y los músicos saludan a la imagen del Señor de Soledad, y le piden autorización para bailar en su nombre.
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Recorren algunas calles iniciando su largo danzar que concluirá sólo cinco días después.
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b. LA VÍSPERA
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El 09 de mayo es el día del encuentro con otros grupos de danzantes. Luego de recorrer los barrios de la ciudad, todos se concentran en la Plazuela de la Soledad al caer la tarde.
La población se acerca a saludar al Señor, a su patrón jurado. En el templo, han sido retiradas las bancas para dar mayor espacio a los danzantes que ingresan reverentes a interpretar “la adoración”.
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Luego, los Shacshas amanecen bailando en la Plazuela.
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c. EL DÍA
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Los Shacshas estrenan vestimenta nueva, pues es el 10 de mayo, la gran octava de la fiesta del Señor de la Soledad. Se dirigen al templo a escuchar la solemne Misa de octava y luego acompañan a la procesión del Señor de Mayo que recorre las principales calles del barrio, llegando hasta la Plazuela de la FAP.
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Los grupos de Shacshas compiten en destreza. Acompañan la procesión bailando para el Señor. Luego de depositar a la imagen en su templo, recorren las calles de la ciudad en señal de júbilo y devoción.
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d. FINADO
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Es el 11 de mayo, penúltimo día de la fiesta. Los Shacshas recorren la ciudad visitando a los devotos que se comprometieron a apoyarles con alimento y algunas prendas.
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e. LA COLOCACIÓN
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El último día de la fiesta es el 12 de mayo. Los Shacshas se concentran en casa de la “caporala” y de allí van al templo a la Santa Misa. Acompañan luego al Señor de Mayo en su último recorrido por la Plazuela del barrio y renuevan su promesa de seguir bailando el próximo año.
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El momento culminante es cuando la imagen del Señor es descendida de la Cruz y llevada por los danzantes a su urna.
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Entre lágrimas los Shacshas se despiden de su venerado Señor, le piden por su salud y la de su familia, por su trabajo y por sus necesidades. Ya volverán el próximo año a renovar el ciclo ritual de los festejos al Señor de la Soledad, para que Él siga manteniendo la pax andina, siga velando por su amado pueblo huarasino.
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