martes, 30 de marzo de 2010

SEMANA SANTA EN SANTIAGO DE CHUCO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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SEMANA SANTA EN SANTIAGO DE CHUCO


PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA

EL NIÑO Y LA SEMANA SANTA



Por: Danilo Sánchez Lihón
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"Son las caídas hondas de los Cristos del alma." César Vallejo
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1. Ramos de olivos
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Abril es el mes más hondo y conmovedor en mi pueblo, Santiago de Chuco.

Y lo es porque en él se conmemora la Semana Santa que es hierática, solemne y estremecida.

Y todo esto en contraste con los campos que después de las lluvias de marzo lucen rozagantes y coloridos por las flores que cubren las colinas, las cercas y los huertos.

Se inicia la Semana Santa subiendo a los terrados y buscando las hojas de palma o de olivo del año pasado, que otra vez las cubrimos de cintas y flores de colores estallantes que cortamos de los jardines callados y humedecidos.

Vamos con ellas y con algún ramo de flores para rociarla de agua bendita en la procesión del Domingo de Ramos, luciendo nuestros vestidos nuevos y pasando los dedos, mojados con nuestro aliento, por el cuero de nuestros zapatos recién comprados que se pelan con cualquier tropezón que damos en las piedras de la calle palpitante.
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2. ¿Qué traen esas viandas?
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Pero, en realidad la Semana Santa comienza antes, cuando los "repartidores" con sus largos atuendos se colocan al centro de las esquinas con sus grandes canastotes de paja o carrizo tejido y van leyendo en silencio una lista misteriosa en donde figuran algunos nombres de las familias aledañas.

Hacia sus puertas van esos varones elegantes y ecuánimes, todo vestido de blanco, que no hablan con nadie y desde cuyos hombros cuelgan unos manteles albos que relumbran a la luz del sol y en cuyas puntas sujetan los platos que cogen seguros uno en cada mano y que entregan solemnes a las personas que han salido a recibirlos.

¿Qué traen esas viandas? Cuatro alfajores rellenos con un manjar oscuro, hecho de camote; cuatro roscas blanqueadas en miel; cuatro basitas o tortitas de maíz que tienen forma de corazón, de trébol y otras como un as de copas.
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3. Pisando los retazos de luz de los candiles
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Así, y de ese modo, los estandarteros nos invitan a alumbrar con nuestras velas en la procesión que sale por las calles empedradas y húmedas.

Y que pese a ser ya de noche lucen tibias y fragantes.

– Esta noche alumbraré acompañando el anda de San Juan, –le digo a mi prima.

– Yo con mi mamá iremos alumbrando a la Virgen María.

Al inicio de la procesión de cada noche bajamos rumbo a la iglesia cogidos de la mano de nuestros padres, pisando los retazos de luz de los candiles y de las lámparas a kerosén que se arrastran desde el fondo de las tiendas mortecinas.

– ¡Pascual! ¡Elvira! ¡Cómo están!

– ¡Carmen! ¡Hermanita! ¡Perdónanos que no te hayamos visto!
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4. Sus sombreros mojados por la lluvia
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– A mí también me perdonan, porque dije: ¿Serán o no serán?

– Es tan oscuro que a dos pasos aún no les reconocía.

– ¿Ya estás de vuelta?

– Ya vi y recé delante de la Virgen. Tranquila y linda está su carita.

– Entonces, ¡buen año será éste!

– ¡Que así sea Dios bendito!

En la Semana Santa de mi pueblo desde el Domingo de Ramos todos los días hay procesiones hasta el Viernes Santo. Y cada día salen cuatro andas: de Jesús, de la Virgen María, de San Juan y de María Magdalena.

Para ello, la iglesia se ilumina de cirios y de flores. En la plaza hay puestos de venta y en la calle sombras y ruidos de pasos de gente que va y que viene.

Por nuestra calle bajan de los caseríos hombres emponchados y mujeres envueltas con sus mantas negras. Ambos con sus sombreros mojados por la lluvia.
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5. De pecados, resonaros y castigos
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El miércoles santo es día de venias.

¿Qué es eso? Son saludos que se hacen las andas cuando se encuentran en la Plaza de Armas.

Para ver esas inclinaciones la multitud se aglomera candorosamente, extasiada hasta las lágrimas en la explanada de la plaza en donde los vendedores de velas y de cirios, de confites y turrones, se alumbran con un cucurucho que se aúna a las lámparas y candiles de las tiendas para iluminar en algo el mundo.

De un lado del pueblo viene la Virgen María y María Magdalena, que han subido por el barrio alto.

Del otro lado avanzan Jesús y San Juan que han ido y dado la vuelta por el barrio bajo; trayecto que es cuando el anda de Jesús hace siete caídas, en siete esquinas.

Pero yo recuerdo ese día porque también nos enfurruñamos siete veces, idéntico a los padecimientos de quien padeció por nosotros y fue clavado en la cruz.
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6. Primera caída
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La primera vez es camino a la iglesia.

Y ocurre por el delito de confundir un charco de agua que dejan las lluvias de marzo como si fuera una piedra blanca y que al pisarla se ha hundido mi pie hasta el tobillo en el agua helada.

Todo quedaría bien, salvo que a los padres se les antoja que hay que regresar a casa para cambiarnos las medias. Y dejar estos zapatos nuevos por los zapatos viejos. De lo contrario me voy a enfermar. A lo cual con toda mi humanidad en ristre me niego rotundo.

Hacemos la paz. Tengo que sentarme allí mismo, en cualquier sitio, desamarrar los pasadores, escurrir el zapato y torcer la media para que chorree toda el agua del mundo.

Eso sí, no acepto poner como plantilla entre el pie y el cuero el papel doblado que nos alcanzan.

Por no querer hacerlo e ir chapoteando el agua dentro de la suela, primera regañada y el anuncio de que con este modo de proceder Dios nos condena desde ahorita, severo e implacable, felizmente a expiar en el purgatorio:
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7. Segunda caída
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La segunda regañada, con rezongo y estrujada del brazo, es cuando descubren que hemos roto la vela para alumbrar al taitito. Pese a que nos han advertido cien veces –creo que más– que debemos llevarla con cuidado.

Como siempre, en mi caso, son más de tres las quebraduras y entonces la vela ha quedado como "moco de pavo".

Ahí viene la razón de tanta maldad que hay en el mundo:

Es tan fuerte el jalón que me dan, que prefiero volverme a mi casa.

Intento, pero me acuerdo que ahí están los gangosos de los muertos, aparecidos y fantasmas.

Felizmente me alcanzan y para mi bien es invencible el garfio que nos aprisiona la mano y nos arrastran siempre con disimulo para que no se entere la gente.

¡Ingenuos!, que son siempre los mayores.

Nos demoramos en la tienda porque hay que comprar necesariamente otra vela.
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8. Tercera caída
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La tercera caída es cuando nos empacamos ante la mesa del dulcero, que lucha en plena alameda porque el viento no le apague su cucurucho de luz, plantado al borde del tablero lleno de golosinas que apoya sobre un trípode.

Allí no hay santo que haga el milagro de hacernos entrar en razón. Salvo después de que nos compran todo lo que es importante para ser fuertes y sanos.

Ahora pienso que abusábamos un poquito:

Un gallito de caramelo, que es como un vidrio de colores sujeto a un palo de carrizo y envuelto en papel celofán que sabe a almíbar.

Media docena de chancaquitas con maní, envueltas primorosamente en un atado de suncho.

Un turrón amarillo y otro rosado, como a mí me gusta y que va ensuciando con sus migajas y su miel nuestro abrigo azul y por lo cual esta vez a las que apuntan son las pobres orejas. Pero me mantengo lejos.
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9. Cuarta caída
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La cuarta caída es ignominiosa, y es cuando lloramos desconsolados por recibir en plena cabeza el "Pan de Boda".

Me la ha asestado un malcriado, con buena carrera aunque con pésima puntería –aunque esto nunca lo sabrá el tonto– quien creyendo dar en el cráneo de nuestra hermanita, ha ido a caer el golpe del cartucho en mi pobre cabecita.

Pero esta vez nos consuelan y con la mirada persiguen y con ella matan al malhechor.

Aunque sé que en sus adentros –¡hipócritas!– agradecen al santo que va a salir en la procesión que el golpe mejor haya caído donde cayó.

Y no en la mollera de nuestra hermanita, delicada y consentida, como era la intención del agresor, porque a ella con ese golpe la hubieran partido en dos.

Costumbre nefasta, ésta del "Pan de Boda", que nada tiene que ver con la Semana Santa y que los maestros debieran combatirla.

Salvo que así se quiera reproducir el martirio que padeció nuestro Señor en el camino al Gólgota.
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10. Quinta caída
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La quinta caída es por dar alaridos y salir en estampida cuando entramos a la iglesia iluminada de cirios y murmurante de oraciones.

Y es que nuestros ojos desprevenidos han chocado con la imagen del Señor de la Piedra Verde

En realidad es el buen Jesús, pero maniatado y exangüe, coronado de espinas y manando sangre por la frente, la barbilla, los dedos tumefactos y las rodillas doloridas.

Tiene ambas manos clavadas a una columna gótica, relievada con racimos de uvas, ¡maldad de los hombres que hacen las estatuas!

Pero es tan real la imagen que no sé cómo la mayoría cree que no está viva.

Yo, que he mirado siempre de improviso su rostro, sé que sus ojos se mueven.

Por saber eso nos quieren obligar a que entremos y nos sentemos impasibles en una banca mientras él agoniza. Eso no lo van a lograr ni hoy, ni mañana ni hasta el fin del mundo.
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11. Sexta caída
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La sexta caída es simple y escueta:

Querer llevar la borla del estandarte que avanza luciente e impertérrito por mitad de la calle.

¿Por qué solo ha se ser mi hermano Juvenal? ¿Por qué no lo reemplazo yo un ratito?

O, ¿por qué el niño del otro lado no descansa y yo voy atildado y compuesto llevando la borla, que algo se debe sentir cuando ponen tanto empeño en hacerlo?

Por insistir, jalonear y hacer chorrear la vela encendida en el terno de papá y casi incendiar el abrigo de mamá, presión en los huesos de la mano.

Cristo fue horadado, pero igual: a mí me apretaron tanto y disimuladamente para que no supiera la gente, que creo que este hecho repite exactamente que traspasaron las manos de Cristo en la cruz.

– ¡Pero este niño es caprichoso y no entiende! –Regaña una tía entrometida.
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12. Séptima caída
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La séptima caída es la peor.

Porque se produce a través de pellizcos en brazos y costillas. ¡Y hasta en la cara!, tal y como sufrió Jesús.

Claro que va acompañada, a la par de nuestros chillidos, de rabietas y reclamos enfurruñados.

Esto sin importarnos que estemos delante de las imágenes benditas de los santos en sus andas.

Y todo ¿por qué? Por el delito imperdonable de ¡tener sueño!

Por recostarnos a las faldas de mamá y querer que nos cargue –¡el colmo, si ya tenemos seis años!

Y por cerrar los ojos, entre el rechinar de la banda de músicos y el rezo de mujeres alharaqueras.

Pellizcos por todo el cuerpo –¡cuándo no!– los mismos que hasta ahora me duelen.

Con lo que se entiende que los inocentes siguen padeciendo y continúan la senda de Jesús por el monte Calvario.
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13. Aromas de alcanfor y manzanilla
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Pero así como abril es el mes más hondo, porque el alma se estruja y se conmueve, es a la vez el mes en que todo renace.

Los campos se cubren del manto de las mieses recientes. En los troncos de los árboles estallan los nuevos retoños. Y en las ramas ondulan flamantes los pimpollos.

Se elevan desde lo más profundo de las cañadas los copos de neblina blanca que se demoran en desenredar sus ajuares en las cercas cubiertas de margaritas y que dividen las chacras en mil tonalidades de verdes.

Y hasta en los muros de las casas las malvas y mostazas lucen sus amarillos, magentas y fucsias, como los cactus en las tejas se empinan aspirando a ser santos y desaparecer en el cielo azulino.

De las colinas cercanas en abril el viento trae aromas de alcanfor y manzanilla para calmar nuestras heridas y aliviar nuestros corazones.


AGUACERO EN SANTIAGO DE CHUCO
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1 AL 4 DE ABRIL, 2010
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PROGRAMA
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1. Apertura del Aula Capulí en la Plaza de Armas
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2. Presentación del video: Julio Humala en Santiago de Chuco
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3. Presentación del tríptico de Capulí: Semana Santa en Santiago de Chuco
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4. Presentación del libro: “El Buen Pastor Fernando Rojas Morey”
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5. Inauguración de "La Calle de las Artes y la Cultura” en la sedede Capulí, Vallejo y su Tierra”
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6. Campaña “Telúrica del Alba” a realizarse del 21 al 23 de mayodel año 2010 en Santiago de Chuco
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7. Impulso al programa: “Las 7 Maravillas Culturales y 7 Naturales de la Provincia de Santiago de Chuco"
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8. Oficialización del “2010: Centenario del Nacimiento de Felipe Arias Larreta”
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9. Reunión de coordinación con el colectivo“Amigos en Acción” en Santiago de Chuco

10. Reunión de coordinación con representantes del Gobierno Municipal de Santiago de Chuco.
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PLAN LECTOR PLIEGOS DE LECTURA
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ABRIL CON SUS MANTOS DE FLORES


1. Abril
en Santiago de Chuco
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En abril, en Santiago de Chuco, cesan las lluvias intensas de enero, febrero y marzo; y se suspira de alivio porque han calmado las inclementes tempestades del mes de marzo.

El sol luce esplendoroso en los tejados. Las vigas y los aleros de las casas empiezan a crujir estirándose después de los largos meses de somnolencia y de temblar acurrucados bajo los aguaceros.

Abril es el mes de la fecundidad, cuando sobre los campos aparecen mantos de flores silvestres y todo renace como brote, planta o mies.

En abril, en Santiago de Chuco, se recogen frutos de las primeras cosechas: choclos, chungares, habas verdes.

En abril murió César Vallejo, el poeta más hondo del género humano en todas las latitudes del planeta; y de todos los tiempos de la marcha de la civilización, hasta ahora, sobre la faz de la tierra.
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O, si no, díganme: ¿quién?
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2. Verdad, por ser insospechadas
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Por eso, comparo la muerte de César Vallejo en abril al acto de la maduración que hace el labriego, el campesino y el peón –con quien él se abrazó solidariamente en vida.

De inclinarse y consustanciarse a la tierra madre; para ser grano, semilla y mies; peón con quien Vallejo vuelve a abrazarse en el acto ineluctable de su muerte y resurrección.

Camino a Urupamba, pasando por el Agua del Oro y ya en el sitio que llamamos las Tierras Amarillas –que de niños subíamos corriendo y gateando–, crecen unas flores infinitas, ora azuladas, ora amarillas, de una belleza sin par, intensa por su luminosidad y ternura.

– Mira..., –dicen mis primas, cogiéndolas–. Éstas son más hermosas que las rosas porque crecen entre las piedras.
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3. En plena soledad, cara a lo eterno
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Y ciertamente, nos conmueven además por su gratuidad, por ser verdad al ser insospechadas. Y sin la obligación de crecer, lejos de los jardines de las casas presuntuosas y solariegas.

Brotan silenciosas y ensimismadas entre los abrojos y el cascajo del camino, sin ser vistas por jumentos y mulos que las pisen.

Y de más valor aún: en plena soledad, cara a lo eterno, a la luna o al sol implacables, sin nadie que las riegue, afloran con una dulzura y delicadeza inexplicables.

Son flores que ni siquiera tienen nombre, que son masa, anónima y hermanada en grandes anhelos e ideales.

Y “masa” es la bandera del credo que alentó a los hombres que lucharon con intensidad de vida y muerte para legarnos la herencia que nos engrandece y nos dignifica.
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4. Flor del dolor y el sufrimiento
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Es la bandera del ideario que alentó al contingente de hombres que reunidos en la Plaza de Armas pasaron por estos lares para unirse a los batallones de patriotas que lucharon en la batalla de Huamachuco, con intensidad de vida y muerte; para legarnos la herencia que nos engrandece y nos dignifica.

Aquella referencia de las flores del camino que serpentean entre peñas, cascajos y espinas la evoco también en relación a esos hombres que levantaron el estandarte de la patria, en su consagración al Perú.

Son esas flores que brotan frecuentemente del dolor y el sufrimiento.

Son las mismas que las sentimos, olemos y sabemos al leer a quien de lo más acerbo y atroz de la aflicción y la pena hizo brotar una luz primigenia, fresca y candorosa:
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5. Centenario del nacimiento de Felipe Arias Larreta
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Ellas están en la poesía más honda, bella y trascendente que hayamos podido conocer y principalmente sentir y vivir, como es la del autor de “Los heraldos negros”, “Trilce”, “Los poemas humanos” y “España, aparta de mí este cáliz”.

Pero César Vallejo con ser un poeta grandioso, no es la única voz poética de Santiago de Chuco, pueblo que cuenta con una vasta pléyade de aedas y trovadores.

Incluso ligados a la vida rural y campestre desde tiempos remotos. Y de quienes el autor de los Poemas Humanos es un epígono.

Por eso, este año celebramos el centenario del nacimiento del poeta Felipe Arias Larreta en Santiago de Chuco, poeta esencial, entrañable y voz lírica imperecedera.

Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente
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CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA

Construcción y forja de la utopía andina

TELÚRICA DEL ALBA

ENTRE EL 21 Y 23 DE MAYO

EN SANTIAGO DE CHUCO