viernes, 12 de marzo de 2010

LA COMPLICIDAD DEL SILENCIO o una forma de reflexionar sobre nuestra condición de peruanos - POR RICARDO AYLLÓN

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LA COMPLICIDAD DEL SILENCIO

o una forma de reflexionar sobre nuestra condición de peruanos

Por: Ricardo Ayllón

Son pocas las veces que, en común acuerdo con éste, aprovecho la tribuna que me brinda el director de una publicación para referirme personalmente a alguno de los libros que edito con mi sello, Ornitorrinco. Esta vez agradezco la oportunidad que me brinda la directora de Librosperuanos.com para escribir sobre una producción literaria que considero importante, digo esto porque siento que de algún modo, con la lectura de este libro, puede lograrse una favorable sintonía entre lector y autor, o porque quizá existe ya un vínculo previo que, de estrecharse más, resultará saludable para ambos.

El autor: Luis Fares Yunis

Me estoy refiriendo a La complicidad del silencio, obra testimonial de Luis Fares Yunis Herrera, un oficial de policía en condición de retiro que se puso en contacto con mi editorial tras haber oído con persistencia la voz de su conciencia, tras sentir que era casi un asunto de vida o muerte satisfacer su necesidad de publicación. Lo digo no solo por lo que percibí en su autor, sino también porque tras la lectura de su contenido temático ocurre algo que puede parecer contraproducente pero sin duda resulta sensato: porque nos trae simple y llanamente la voz de un peruano de a pie, el testimonio de un compatriota con unas ganas viscerales de gritar su verdad, de confiar su versión (y visión) de lo que ha representado vivir en este país durante los últimos cuarenta años, y porque cualquiera que lo lea dentro de los límites del territorio patrio o entre quienes eligieron vivir fuera del país, se sentirá identificado.

Obviamente, el primero que lo leyó fue este editor. Y esto fue lo que percibió: se trata de la autobiografía de un peruano común y corriente, sí, pero que en el ánimo de transparentar sus sentimientos, experiencias y ganas de ser sincero, convierte a los lectores en verdaderos confidentes, en interlocutores instalados en un lugar preferencial. Y como trata sucesos que más de una vez nos atañen colectivamente, se siente la hermandad, la identidad coterránea, con mayor firmeza. El estilo de Yunis Herrera es fluido, directo y sin rodeos, aunque de un cariño y respeto por la palabra bastante reconocibles. El tener origen provinciano, ser hijo de padres separados, con el evidente sentimiento de ser alguien especial, lo cual lo ayudó a adaptarse a una realidad tan dura como la de Lima, es lo primero que hace despertar el interés por las doscientas páginas de este libro escrito con las únicas motivaciones de la confidencia y la denuncia social, tarea moral que, en un país como el nuestro, resulta riesgosa pero liberadora.

El contenido de La complicidad del silencio va desde el candor de sus primeros recuerdos infantiles en Chiclayo hasta sus últimos años de servicio en la Policía Nacional, institución donde dedicó más de veinte años a la investigación criminal, lo cual lo hizo percibir de forma excepcional importantes episodios del manejo político, y sufrir en carne propia la encrucijada de continuar obedeciendo o no disposiciones contrarias a la salud ciudadana o a su propia conciencia. Hay que tener en cuenta, para ello, que prestó servicios en nuestra costa, sierra y selva, y durante los años de la dictadura fujimorista cumplió funciones en el tenebroso Servicio de Inteligencia Nacional.

Pero una de las actitudes personales a la que busca otorgar especial realce (y sin ningún temor), es que en el año 2006 presentó su solicitud de retiro de la Policía Nacional debido a que, como oficial del Estado peruano, rechazaba el prestar servicio al gobierno de Alan García. Yunis actualmente ya no está en el Perú sino que reside en Los Ángeles (EEUU), pero su proceder narrativo tan fiel a los recuerdos y tan sincero consigo mismo permite que no notemos su alejamiento físico.

La complicidad del silencio resulta, sin duda, un libro de actualidad y un importante instrumento para la reflexión pues, una vez que desemboca en los difíciles tiempos que vive ahora el país, nos envía un mensaje de alerta. Y tal característica en un momento decisivo de nuestra convivencia civil y política, cuando la corrupción campea casi a su regalado gusto, resulta de una necesidad irreductible, pues también nos anima a los lectores a creer que el Perú puede salvarse de sus propias tragedias, no obstante la pobre calidad de sus gobernantes y su indigna clase política.