jueves, 25 de marzo de 2010

BELLEZAS QUE MATAN - POR ADDHEMAR H.M SIERRALTA NÚÑEZ - MIAMI

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BELLEZAS QUE MATAN


(Cuento)


Este cuento, de Addhemar H.M. Sierralta, nos alerta de las conquistas durante los viajes. No todo lo que brilla es oro.

La cabeza le daba vueltas. Enrique aún no recordaba dónde estaba. Su viaje a Santiago le parecía interminable y solo tenía en mente el rostro de Lily a quien conoció en el vuelo desde Miami. Pero en qué lugar permanecía esa mañana o tarde –porque no precisaba la hora- apenas se acercó a la mesa de noche cuando tocaban la puerta.

El hotelucho muy cerca de la plaza principal de Cali, muy concurrido al mediodía, por la entrada y salida de pasajeros fue el lugar donde pasaron la noche nuestro amigo y la tal Lily.

- Señor se quedará otro día – preguntó la mujer de la limpieza al ingresar a la habitación.

- No, tengo que irme ahora –contestó.

- Tendrá que avisar a recepción para que le guarden sus maletas, a qué hora se retirará.

Despejándose un poco de la sensación pesada de la cabeza se dirigió al baño, se lavó la cara y fue a buscar sus maletas. Encontró solo una de las dos valijas, se acercó a la mesa de noche … su billetera estaba sin dinero, sin reloj y sin tarjetas de crédito. Solo el pasaje de Cali a Santiago, vía Bogotá y Lima, lo sostenía en la mano. La señora limpiaba el cuarto y empezó a acordarse de lo ocurrido.

Marchó, Enrique, en busca de una comisaría para denunciar el robo de la tal Lily, que le dijo era casada , vivía en la ciudad y había desaparecido. Allí hizo un “identy kit” para que pudieran reconocerla pero le urgía viajar y no tenía ni para el taxi al aeropuerto y menos para pagar el hotel.

A duras penas logró vender alguna ropa que tenía y pudo agenciarse el dinero. Por lo menos había arreglado lo más importante para poder salir del hotel, ir al aeropuerto, tomar el avión y emprender el retorno a casa. En Bogotá solo bajó un instante al aeropuerto mientras recargaban de combustible la nave. Cerca de las 11 de la noche llegó a Lima y felizmente su conexión para Santiago salía en poco más de una hora. Al fin en la última parte de este largo y accidentado viaje se acomodó cerró los ojos y se propuso dormir algo, pues en pocas horas llegaría a casa.

Ya con más tranquilidad hacía memoria. La chica lo había convencido de quedarse en Cali para pasar una noche con él. Estuvieron en un bar a las afueras de la ciudad tomando unos tragos, regresaron al hotel y de allí sus recuerdos eran borrosos. Un ir y venir de gente, voces y luego la mujer de la limpieza que lo despertó.

La aeromoza le hizo retornar a la realidad ofreciéndole algo de tomar. Fue en ese instante que al volver el rostro hacia la chica pudo observar en un asiento de su misma fila, pero separado por el pasillo, a Lily. Como un resorte se puso de pie y se le acercó y dijo :

- Qué pasó con mi dinero, mi reloj y tarjetas de crédito, eres una ladrona.

- Tranquilo bebé, le contestó ella con una sonrisa, y haciéndole una seña para que sentara a su lado … ven mi amor, tranquilo que te explicaré todo.

Enrique tomó asiento en el lugar desocupado y con sorpresa escuchó lo siguiente: “ Aquí tengo un maletín que deseo lo lleves a la hora de bajar del avión y me lo entregues al llegar a este hotel –y sacando una tarjeta le dio una dirección- entonces te devolveré tu dinero, reloj y tarjetas de crédito” … pero por qué haces esto si nada te hice … no es por mi, tu me gustas mucho, es porque me obligaron … qué contiene ese maletín … dinero, mucho dinero … para qué es … no preguntes y todo saldrá mejor, dijo coquetamente la chica.

Faltaban pocos minutos para aterrizar y Enrique estaba muy confundido … Lily tenía una belleza muy peculiar, le gustaba más de normal, y aún estaba con las ganas de terminar lo que no pudo hacer con ella la noche anterior. La tranquilidad de llegar a su país lo hacía sentir más confiado. En esos años no existían los controles que hoy se hacen y pasar un maletín no ofrecería dificultades … pensaba con más serenidad, Enrique.

Arribaron sin novedad, se dirigieron juntos al hotel y a los pocos minutos estaban instalados en una habitación del segundo piso. Bueno, esta noche Lily será mía, se decía Enrique. Pidieron un par de tragos y el le solicitó lo prometido. La joven accedió y le hizo entrega de su dinero, reloj y tarjetas de crédito. Después del primer whisky todo se repitió como la noche anterior … se sentía mareado … escuchaba voces y de pronto nada. Silencio y oscuridad.

Ese lunes temprano Lily estaba abordando un avión para Bogotá. Llevaba el maletín con otra valiosa carga … cocaína de la mejor … junto a ella viajaba un muchacho muy entusiasmado con la chica … la había conocido en el salón “vip” del aeropuerto … mientras el avión decolaba rumbo a Colombia, en el hotel, los encargados de limpieza, descubrían a un hombre muerto con la cabeza sobre la mesa central de la habitación. Al frente del cuerpo había un vaso de whisky a medio consumir y a su costado otro vaso totalmente limpio.

Los diarios , del martes, dieron cuenta del suceso que pasó desapercibido entre las noticias. Al día siguiente, miércoles, en “El Tiempo” de Bogotá, se informaba que un joven fue encontrado muerto sobre la cama de su habitación en un hotel de lujo. Nota de página de policiales sin mayor relevancia.

Lily, esa noche, se deleitaba viendo una película en el vuelo de Bogotá a México. Junto a ella, un bien parecido francés le acompañaba. Entre las cosas del europeo estaba un conocido maletín.

Hoy es más problemático hacer la tarea de Lily, pero siempre que uno viaje hay que tener mucho cuidado … hay muchas bellezas que matan.




Fuente:

TIEMPO NUEVO

Addhemar Sierralta

Año 2 No. 67

Miami, 22 MAR 2010