domingo, 11 de enero de 2009

UN VIAJECITO A QUERO





Por Olinda Carolina Ramírez Soto

Con la carretera inaugurada en junio del 2004, los pobladores de Quero cuentan con un medio fácil y rápido para trasladarse y llevar sus productos a Chiquián y enrumbar a otros lugares. Mi deseo inicial fue viajar a Pacllón donde mi mami trabajó como docente y la acompañé de pequeña; de ahí que, quise volver a ver aquellos bellos parajes, tal vez entrar a mi saloncito y quien sabe, algunos pobladores nos recordarían, porque guardo hermosos recuerdos de las personas, del lugar y su deliciosa comida. También quiero mencionar a Canis y Carhuajara, donde vivimos algunos años, y por supuesto, otros poblados que cruzábamos en el trayecto, cultivando buenas amistades.
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Al llegar a la agencia, el único carro con destino a Pacllón ya había salido, me apené; entonces, un señor me dijo:'vayan a Quero, este carro sale ahorita'. Pregunté a mi tío Julián Soto y a mi hijita Lourdes, que les parecía la idea, pues recordé que mi mami mencionó a Quero, como el primer lugar donde trabajó y nos decía que era lejos... muy lejos. Mi tío dijo haber viajado a caballo y corroboró lo dicho por mi mami; pero hizo hincapié: 'con carro será diferente', entonces interviene el indicado señor: “señora, ustedes podrán ver el nevado y si desean pueden ir a la parte alta para tomar fotos'. Aceptando la invitación subimos a la combi, con mucha alegría, pues iba a conocer el lugar donde mi mamá fue a caballo para desempeñarse por primera vez como maestra.
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La ruta se inicia en la antigua carretera que pasa por la gruta de la Virgencita, sobre el cementerio de Chiquián. Esta vía nos lleva a Pacllón, Llamac, Quero y otros poblados. Cruzamos río abajo entre eucaliptos, chacras con pasto verde, humo saliendo de alguna cocinita de leña, los animales que dibujan la vida campestre donde se toma leche tibia con canchita, queso sobadito, me pareció sentir el olor del papa cashqui o de un cuy asadito al carbón. Fue sin duda la invasión de los gratos recuerdos. Atravesando el río empezó una subida, dejando atrás el pueblo para ingresar al corazón de la naturaleza. A los lejos se veía el nevado majestuoso, con sus picachos y su blancura, como guardianes de este bello paraíso terrenal que entre cerros esconde la nobleza y la fuerza de nuestra gente.
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El sonido del motor que rueda los neumáticos por esta carretera pedregosa nos mece de una lado a otro como despertándonos. Miré de un lado a otro y estábamos subiendo un cerro y otro más... Este cambio nos presentó un terreno agreste, rudo, de clima airoso y seco, pero lleno de vegetación silvestre, plantas de tallos gruesos muy erguidos y caprichosamente torcidos por el viento y el frío, dramáticos por la soledad en que se encuentran, sujetas una a otras como un abrazo entre hermanos, con flores amarillas pálidas y otras no, mirando al cielo como gritando su existencia a Dios. Fue muy conmovedor ver un lugar que carece de agua de riego, pero que la humedad del clima y las lluvias favorecen su hermosa naturaleza.
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Reflexionando sobre el paisaje vinieron preguntas y respuestas. Pensé en la vegetación que se veía brusca a primera vista y luego suave, pero fuerte a la vez y capaz de sentir los embates del clima y tener raíces, tallos, hojas y flores sujetas a la vida, para besar al sol y acariciarse con las lluvias, sonriendo así a los cerros y nevados, dándonos con su existencia lecciones de fortaleza para hacerle frente a los problemas y aprender a comprender las debilidades de los demás, sin dejar de ser personas dignas, tomando los hechos con entereza, sin permitir que nos lastimen y por ende no lastimar a los demás.
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Realmente es fantástico contemplar el cielo y las nubes y no pensar en lo pequeñitos que somos ante la maravilla de la Creación; pues, mientras los cerros permanecerán por muchos siglos más o tal vez una eternidad, nosotros somos pasajeros del tiempo y después nos convertimos en nada o quizá en otra vida seamos energía pura; pero aquí y ahora, es cuando debemos construir buenos sentimientos de amistad, amor y respeto, así como valorar lo que nos brinda diariamente la naturaleza.
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Bueno, continuando la ruta pasamos “Río Seco” junto a una casita, con algunos burros y un chorrito de agua que fluía de los rincones. Pasé admirando la quietud, solo hacía ruido el motor del carro que cuesta arriba iba gritando: “allá voy... abran paso ... ” y después una curva, y otras más, no sé cuántas, de sólo mirar el precipicio sentí el poder de los cerros. Abajo se veía como una línea de espejo el río, discurriendo en el paisaje pintado de color pastel mate. De pronto se abrió ante mis ojos una vegetación de verde intenso, increíble...
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Escondido entre los cerros estaba un lindo poblado, y ¡qué creen!, era QUERO, rodeado de verdor, con un río limpio, cuyo sonido endulzó mi espíritu y mi sed. Toqué el agua fría con mucho respeto y dije: 'eres hermoso”. El pueblo con pocas casas, todas con tejitas rojas y paredes blancas. Sinceramente quedé fascinada. Era pintura viva, como un cuadro del mejor pintor, entonces aseveré: 'valió la pena venir”. Un buen hombre me dijo: “señora, porqué ha venido aquí”, le contesté: “por esas cosas que son inexplicables y nos hacen realizar algo que nos vincula, como en este caso, conocer el primer lugar donde trabajó mi dulce mamá sin habérmelo propuesto, es Dios que está siempre con nosotros guiándonos, cuando le ponemos corazón a nuestras acciones, Él está siempre'.
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Retornamos después de una hora con el mismo carro. En la actualidad es el único vehículo que transporta pasajeros. Con el tiempo habrán otros y llegarán turistas a estos lindos lugares, solamente espero que no pierdan su autenticidad, que se desarrollen y progresen con sus vivencias.
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Gracias Quero por haber cobijado a mi mamá en sus años de profesora, Sra. Albina Soto Valverde y gracias por conocerte. Con mucho cariño a nuestra gente bolognesina y gracias a Dios por darnos tanta maravilla.
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Comentario:
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Hace tanto tiempo que no te veo, que ni siquiera viene al caso que te diga de quién es este saludo, pero sí lo hago con mucho cariño, deseando que la vida te siga proveyendo de satisfacciones y dichas. Te cuento que fui compañero de estudios de tu hermano Carlos, hace muy poco que frecuento estas páginas, me carcome la curiosidad de saber qué es de él, pero volviendo a ti y tu cumpleaños, me sentí muy contento al leer tu nota sobre Quero, reeditada por Nalo Alvarado, realmente contaste con lujo de detalles su colorido y sobre todo su esencia, muchas gracias por eso, también quiero agradecer a través de esta nota todo el afán y trabajos que se toma Nalo Alvarado para entregarnos este pequeño remanso de 'Chiquiandad' a los que no tenemos la dicha de poder compartirlo personalmente, Olinda te mando unos párrafos de un libro que estoy escribiendo y da la casualidad que esta parte habla de un bello lugar, ¿De dónde? de Quero:
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'Realmente era un paisaje de postal, al entrar a Punco el pecho se me dilataba más que de costumbre, como si respirar su aire fuera un privilegio único, y así no más era, el río, en esa época del año, dejaba de ser solo un riachuelo que se extendía lánguidamente sobre la planicie del pequeño y estrecho valle, arrullándonos con su cantar, para convertirse en un bramante, temible y algunas veces desbastador curso de agua, los alisos, nuestros compañeros de ruta en las húmedas quebradas andinas, contrastaban su fuerte contextura y su tupido ramaje de oscuro verdor contra los cerros -que al generar el valle también lo encajonaban- siempre al canto de los cursos de agua, agregaban el verde fuerte de sus hojas y su aroma inconfundible; al extender la mirada (Últimamente desde el recuerdo)sobre este pequeño paraíso siempre siento un desahogo, que remato con un suspiro, sin importar las veces que lo haga, más aún, cuando tengo la suerte de soñar con él, sucede lo mismo, mi alma se reconforta y mi espíritu cuando a necesitado sosiego siempre a revoloteado en ese recuerdo, con seguridad el día que me vaya él buscará ese cobijo.
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Nuestros ancestros, (Los gentiles, según mis paisanos) amaron estas tierras con tanta pasión y vehemencia, que sus sentidos se obnubilaron hasta el punto de invertir esfuerzos enormes y prodigiosos en dominarlas, pero ella, siempre tan desafiante y dura a entregarse; cuando tratando de entender, razonamos, preguntándonos el porqué de tanto amor, solo nos contestan nuestros cerros, nuestros Apus, en un lenguaje seguramente solo conocido por los iniciados. Alma mía, ¿Qué preguntas? Si en el fondo sabes la respuesta, creo que nuestros genes también llevan esa información para que nuestros hijos sepan donde están sus raíces, y si no lo saben con seguridad lo intuirán al influjo de su magia.'

Bueno Oli, renovando mis saludos me despido con un, hasta pronto amiga.
PUNCUPA SURIN





Comentario:

Estimada Oli:
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Al leer tu crónica recordé mi tercer viaje por los mismos parajes. El primero fue a mediados de 1,967. Los compañeros del 5to. Año de Secundaria del 'Coronel Bolognesi', decidimos realizar una corrida de toros para solventar los gastos de nuestro viaje de promoción al Cusco. Unos visitarían la hacienda Pache, camino a Aquia, donde coordinarían la entrega de tres toros donados por el profesor Manuel Roque. Nuestro grupo haría lo propio en las estribaciones del Jirishanca. En dicho lugar alquilaríamos tres toros y una 'vaca loca' de la ganadería de porpiedad de la familia Gamarra. El entusiasmo embargó nuestros corazones desde el primer día que organizamos la odisea hasta el día señalado para la partida. Aquella última noche no pude conciliar el sueño, sino todavía entrada la madrugada. Al cabo de unos minutos empecé a soñar con los paisajes pocpinos:
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Eran las cinco de la tarde, en mi sueño caía una fina llovizna ondeando entre el viento y los rayos del sol. De un momento a otro tres toros bravos saltaron de las nubes y cayeron cerca de una laguna, en cuya superficie acerada se reflejaban los picachos del Huayhuash. Los miré a la distancia con cierta inquietud, pero al verlos correr, caminé rápido atravesando terreno resbaladizo hasta unas rocas. Con ese amparo continúe andando de puntillas, lleno de miedo. Mis pasos se hacían cada vez más pesados; hasta parecía ondular el camino a mis pies que se arrastraban. En eso, de nuevo oí el retumbar de sus pisadas. La angustia crecía conforme pasaban los segundos. Al bordear el roquedal atravesé un arco iris y frente a mí apareció la llanura. En la línea del horizonte se hundía el sol con su rosado resplandor, mientras a mi paso una bandada de torcazas se dispersó en el aire dejándome una sensación de vacío en el estómago. Según mis malos cálculos, estaba a salvo, pero seguía caminando empujado por el viento. De pronto di un traspié en una piedra y caí rodando. Me levanté y caminé dando trancos sin volver la mirada. Sentía que los tres toros, uno negro y los otros dos barrosos, avanzaban. Yo seguía apretando el paso con el corazón golpeando mi pecho, la sangre bullía en mis arterias y la respiración se acortaba por la angustia. No pensaba en nada sino en ganar distancia; mas como mis pies ya no respondían por el cansancio, me dejé caer sobre el pasto; entonces los tres toros se aproximaron, deteniéndose en seco faltándo diez metros para embestirme y comenzaron a rascar sus pezuñas en el suelo mojado. Cuando los miraba con espanto, escuché un silbido, luego otro seguido de mi nombre que me despertó. Era un compañero que me estaba pasando la voz para el viaje, mientras los otros dos, esperaban en el estadio de Jircán con los caballos. Me levanté empapado de sudor y les di el encuentro, con mi alforja en la mano.


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Oli, al igual que la experiencia que te tocó vivir, siempre que visito aquellos cautivadores parajes bolognesinos, la admiración hace presa fácil de mis sentidos, pues es imposible imaginar tanta belleza natural reunida en un mismo escenario circundante, donde el tiempo pasa sin sentir. Nadie se anima a mirar el reloj, todos miran el abrupto sendero y solo nos damos cuenta que las manecillas han avanzado sobremanera, cuando el sol se pierde en el Huayhuash y las estrellas se encienden. Es una aventura increíble en las faldas de una grandiosa cordillera, catalogada por los andinistas como la mejor ruta de trecking en el mundo.

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Un fuerte abrazo y continúa deleitándonos con tus crónicas, aunque se nos parta el alma de felicidad.
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Nalo
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FOTOGRAFÍAS DE QUERO : Manuel Calderón Vicuña

FUENTE : Página electrónica del Club Chiquián
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