UN INTENTO DE JUZGAR AL HOMBRE
Sí, pues, César Vallejo recurre a un lenguaje jurídico. El clásico “considerando” de los papeles judiciales. Trata de ponerse a buen recaudo de las subjetividades. Ha de juzgar “frío, imparcialmente”. Y comienza, para esto, a enumerar las características y acontecimientos que pueblan la pobre vida humana. Recalca, por si acaso, que este Homo sapiens pertenece al reino animal y que defeca. Pero también que tiene jefes, que trabaja, que tose, en fin, como digo, repasa su mediocre rutina que incluye una buena parte de tristeza. Sigue, sin embargo, haciendo acopio de una imparcialidad que en las dos últimas estrofas se hace trizas. Entonces expresa su cariño por el hombre y termina dándole un abrazo emocionado. Y, me digo, quien no, con este pobre animal que sabe su destino, que vive cruzado de injusticias, que camina a la extinción inevitable del planeta, quien no. Pero, claro, hay que ser un Vallejo para mirarlo con tanta lucidez. Para decirlo como él lo dice. Para lograr emocionarnos tanto en un poema que se inicia considerando en frío, imparcialmente y repito, que termina solidario, fraterno, tremendamente empático con esa criatura a la que pretendió juzgar imparcialmente. Y quizás, a pesar de su declarado cariño , lo logró.
Ángel Gavidia Ruiz
Trujillo, 21 de noviembre del 2020