CAMPOS DE TRIGO Y AZUCENAS FRAGANTES
Danilo Sánchez Lihón
No es sabio el que sabe
dónde está el tesoro,
sino el que trabaja y lo saca.
Francisco Quevedo Villegas
1. Faro que guía
De
joven soñaste, como todos soñamos, en ¡cómo alguien te amaría! Tu
ilusión era ser tan genial, bello y valeroso, tanto que sería natural
conquistar el corazón de la más bella y virtuosa muchacha de tu pueblo.
Al
ver los sufrimientos de cada día descubriste que la verdad estaba más
próxima e inmediata de nuestros ojos, y lo que hay que hacer dista lo
más cerca todavía de nuestras manos.
¡Y que amar es el secreto!
Que
no importa tanto que te amen, sino tú amar. Que tú ames, esa sí es
verdad. Y ames sin exigir nada. Sin pensar en la posesión ni siquiera en
el acercamiento.
Que
no tanto es importante que el amor te rodee y te prodigue sus dones,
delicias y encantos, sino que tú seas capaz de dar comprensión, cariño y
abrigo.
Como amor legítimo, no capricho ni desvarío, ni pasión, y lo cual al final será faro que guía.
2. A todo lo creado
Que
no importa que encima y en torno tuyo se deshojen las más hermosas
flores, sino que lo fundamental es que tú sientas amor desde dentro y al
fondo de ti mismo.
Porque que te amen es ajeno. Será la emoción, el deliquio y la pasión de la otra persona.
Que
eso nunca será verdaderamente tuyo. Que eso no te pertenece. Que esa
persona, así como amarte, podría ser indiferente, desamar y cambiar de
rumbo eligiendo un sendero distinto.
Afanarte
en que te amen sería preocuparte por algo ajeno. Que ese sentimiento en
todo caso enriquecería a esa persona, pero no a ti, ya que no te
pertenece.
Lo
que es tuyo, propio y legítimo es el amor que tú puedas sentir. Y no
solamente hacia una persona sino a todo lo creado, y ser la nave y ser
el puerto.
3. Hacer brotar lo genuino
De
joven elucubraste día tras día: ¿Existe Dios? ¿Qué es la vida? ¿Con la
muerte acaba todo? ¿Cuál es el centro y el punto originario? ¿Cuál la
fuente? ¿De dónde mana la realidad? ¿En dónde radica el punto clave y
central de todo? ¿Dónde brota el manantial y cuál es el punto de
llegada?
Concluiste en que todo es simple. Que en lo simple está lo complejo y no en lo complejo lo simple.
Que
las preguntas quedan en el arco que tiempla la flecha y que no van en
la flecha misma, que es aguda y tiene punta, pero la verdad es vasta,
amplia y abierta al universo.
Que todo se tamiza y se decanta en verdades sencillas y amigables. Que las respuestas nos la dan los campos sembrados.
Descubriste
que la vida nace y brota donde quiera. Que la vida nos prodiga a cada
paso su cariño y su canto de amor y de esperanza. Que a cada instante
nos prodiga lo nuevo.
Que a cada instante podemos hacer brotar lo genuino y vivir la maravilla y lo extraordinario.
4. De viento y agua
Te preguntaste entonces, hasta deshacerte y llorar lágrimas vivas: ¿Por qué el dolor? ¿Por qué el sufrimiento y la injusticia?
¿Por qué nació un niño sin brazos y sin piernas?
Y,
¿por qué murió una madre al momento de nacer su hijo, para no tenerlo
en brazos jamás? ¡Y ese niño no saber lo que es tener cariño de madre!
Y descubriste que lo importante no es la pregunta sino las respuestas que nosotros mismos podamos dar. Y no tanto las elucubraciones verbales o las argumentaciones elaboradas intelectualmente.
Que
lo importante son las soluciones simples, elaboradas con nuestros actos
ante las más radicales preguntas y adversidades. Que lo importante es
la gratitud.
Que es el molino que aprovecha el viento y el agua para mover sus aspas y moler el trigo
5. Una hilacha
Quisiste
escoger la más importante vía, medio y herramienta para luchar y
vencer. ¿Era acaso la razón? ¿Era la ufana inteligencia? ¿Se trataba de
la explicación más contundente e infalible científicamente elaborada?
¡No!
Descubriste
que lo más importante es aquello que no ostenta, que no relumbra ni
tiene fulgor, sino que, al contrario: es humilde y devoto, cuál es la
fe, el creer en algo; la esperanza, el bien y la verdad.
Anhelaste
en el alma haber podido conocer en vida a Jesús. Tener en las pupilas
la sensación de haberlo mirado a los ojos, de haberte arriesgado junto a
él a cargar su cruz; siquiera por un breve instante coger una hilacha
de su túnica ensangrentada.
Descubriste
que a Jesús puedes verlo todos los días de la vida, en la gente pobre
del mundo, en los seres atormentados en quienes se cierne toda la
adversidad y pena. Que a Jesús lo vemos en los niños y en las mujeres
que sufren, como en los seres auténticos y valerosos.
6. Claro y cristalino
Te preguntaste finalmente cuál es el centro, dónde y de qué modo coger la cabeza de la hidra o del dragón.
O qué hacer para abrazar al ángel. Te cuestionaste acerca de cómo hacer para no perder tiempo, ni divagar por las ramas.
En,
¡cómo acertar! Y descubriste que el centro es lo marginal, los
basurales de donde recoger enfermos, deshechos humanos, sangrantes y
doloridos.
Seres desgreñados y putrefactos, pero en donde está Dios. Y traerlos a casa, lavarlos, curarlos y servirlos.
Descubriste
que la respuesta no está en las palabras sino en el canto del mirlo que
trina en la enramada, que horada el día y su trino es fuente, cascada
blanca y verdad suprema.
Que su canto es claro y cristalino, simple, natural y sencillo. Que sintetiza y tamiza todo.
7. De trigo y azucenas fragantes
Descubriste
que el centro es servir. Y así se te reveló definitivamente la
naturaleza divina de todo lo creado. Que no tiene genes sino como eje la
bondad, lo moral, el espíritu.
Mundo
donde todo es sagrado. Y descubriste que en el fondo de todo hay una
misión para cada uno de nosotros y un destino qué cumplir.
Y
así, sobre los hondos y tajantes abismos, sobre las caídas supremas del
alma y del cuerpo has tendido puentes que parecen imposibles de cruzar.
Y peor aún de que algún día pudieran tenderse barandas sobre los
precipicios.
Y
así tus lágrimas del inicio de tus dudas se transformaron en virtudes. Y
tu dolor en campos sembrados de lirios, de trigo y de azucenas
fragantes no solo como alivio sino como himnos para nuestras vidas.
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