sábado, 18 de enero de 2020

18 DE ENERO: NACE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS - FOLIOS DE LA UTOPÍA: ARGUEDAS ES ESE HERMOSO DÍA QUE VENDRÁ - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
 

ENERO, MES DE LA DEFENSA DE LIMA
DEL NACIMIENTO DE ARGUEDAS, HERAUD
Y LOS PARADIGMAS DE MACHUPICCHU
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO


 
SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL
 
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PUERTAS OJEROSAS


Me preguntas por teléfono por qué se dice “Puertas ojerosas”. Y yo te respondo de improviso. Que no solo es porque las puertas tienen algunos huecos en su madera, por los nudos que hacen las ramas de los árboles en los troncos de donde extraen las tablas con las cuales las puertas han sido hechas.
O que es por los huecos producidos en ellas por el comején y la polilla, aunque son orificios minúsculos pero abundantes. Y tanto que la puerta parece picada de viruela o jaspeada por alguna tinta que hubiera caído pareja y desde arriba.
O se dice así, “ojerosas”, porque algunos de esos moscardones negros que cargan su miel amarilla en sus patas traseras han cavado allí sus nidos, en las jabas o travesaños, con riesgo de que el dueño algún día los expulse introduciendo algún alambre y las repare con masilla por la vergüenza de estar horadada la entrada a su morada ejecutando alguna acción punitiva contra los abejorros.
No solo es por eso, que se dice “Puertas ojerosas”, sino por el desvelo que ellas tienen de quienes se han ido y hasta ahora no regresan. Son las ojeras de la espera lo que las atormenta, insomnio por el regreso de quienes aquí nacieron y un día se fueron.
Ojeras por el llanto que las acobarda después de tantos años; y sentir que ya pierden las esperanzas. Paciencia e ilusión que ya dura tantos lustros, tiempo en que las casas yacen derruidas, aunque las puertas resistan y se sostengan; aunque se tambaleen trémulas y vacilantes.
Como también son “ojerosas” por la pena en que las sume ver pasar tanto dolor delante de ellas; tanta mendicidad en las necesidades de la gente; la orfandad de los niños que aun así juegan en sus cimientos y resquicios. Tribulación y abatimiento de que otras puertas permanezcan tanto tiempo igual de cerradas, como de los entierros que por aquí pasan.
Son “puertas ojerosas” por su vigilia fin de ser guardianas y confidentes de todo lo que aquí se ha vivido y permanece, aunque yazga abandonado. “Puertas ojerosas” porque no duermen. Porque no tienen ni descanso, ni contento, ni sosiego.
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


 
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18 DE ENERO


 
NACE
JOSÉ MARÍA
ARGUEDAS


 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA


 
 
ARGUEDAS ES
ESE HERMOSO DÍA
QUE VENDRÁ


 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Ser
colectivo
 
Tan pronto ocurrió el trance de la conquista española y el avasallamiento de los antiguos conglomerados de pueblos y al expolio de los territorios fértiles del Tahuantinsuyo, empezó la añoranza entre nosotros del paraíso perdido.
Y se empezó casi de inmediato a soñar en la reivindicación de aquel mundo primigenio, raíz andina fuerte e intensa de nuestra identidad.
Y se volvió a insistir en la capacidad que tenemos de recrear la utopía que habíamos sido, y somos siempre.
No utopía como mundo irrealizable, sino como universo que aquí ha existido, que ha funcionado y ha florecido.
Que alcanzó a desarrollarse en paz, y concretado en obras de magnificente esplendor.
Hablar de utopía entonces entre nosotros no es divagación ni delirio, ni tampoco es sueño onírico.
Hablar de utopía entre nosotros no es flotar en el vacío sino restituir lo que hemos sido y somos en el fondo de nuestro ser colectivo.
 
2. Junto
con Vallejo
 
El Perú mismo como nombre significa utopía y anhelo de una realidad de esplendor.
Por eso, entre nosotros al decir utopía no es referimos al peregrino ejercicio de perder la mente en una dimensión ociosa o en una actitud cómoda y escapista de la realidad.
Nos referimos más bien a la inquietud porque la herencia genética que como pueblos tenemos, nuevamente se plasme, concrete y florezca.
Por eso, utopía entre nosotros la entendemos no como aquello irrealizable. Tampoco como un devaneo gratuito e inconsistente, y descalificable por gaseoso e inaplicable.
Más bien es un aferrarse a lo moral que somos y a los ideales, a la intensidad y virtud puesta en los sueños, y a la fuerza de creer en algo o en todo, pero que sea mejor.
Es por eso que José María Arguedas junto con César Vallejo se ha constituido para nosotros en la utopía moral de nuestro pueblo para alcanzar su plena realización.
 
 3. Estigma
del dolor
 
Tenemos así también que el Inca Garcilaso de la Vega es el primer utópico en el verbo, la palabra y la visión, fue el primer fruto mestizo de estas tierras.
Asimismo, Manco Inca, tan pronto se dio cuenta del engaño sufrido por los invasores europeos, él mismo en el terreno de la praxis, de la acción y hasta en el campo de batalla, reivindica el Tahuantinsuyo y lo hace bajo el emblema de la utopía que somos intrínsecamente.
Utopía es entonces la búsqueda ardorosa del hombre cabal, íntegro y pleno de virtudes, y de la patria soñada que habíamos sido.
Dimensión que para José María Arguedas permanece inmarcesible en el mundo indígena que él reconoce pleno de dones y sabiduría.
Más aún en cuanto al fervor que nos compromete, marcado por el estigma del dolor y la esperanza que en él se vive, actuando con identidad de país de honda cultura.
 
4. y
siendo así
 
Llamamos utopía moral a ese anhelo de buscar ubicación histórica para las personas en quienes vio que se descargaba la peor de las miserias y desprecios.
Y que sin embargo han sido capaces de acumular tanto afecto a todo, tanta ternura con sus semejantes, generosidad, belleza del alma, entereza, vivacidad, y todos los valores que el sufrimiento ayuda a decantar.
Utopía moral, porque no se puede dejar de soñar desde el arte en ese mundo y en otros mundos.
¿Podrán ser erradas estas aspiraciones por el hecho de no haber sido vueltas a aplicarse hasta ahora?
Que la realidad, el devenir del Perú lo desmientan no indican que dejen de ser válidas.
Utopía moral en quien defiende a su pueblo, y a su cultura. En ese sentido José María Arguedas es un revelador de un mundo humano enterrado y sumergido, y siendo así es un redentor.
 
5. Grande
y hermoso
 
A eso llamamos utopía moral en José María Arguedas.
A su afán y ahínco por buscar a toda costa una luz, un pálpito, un temblor para hacer que el Perú sea una sociedad mejor.
A que alcancemos a ser una sociedad feliz aquí y ahora basados en nuestra identidad y en una integración armoniosa de nuestras culturas.
Porque se elige ser poeta o escritor, para aspirar a un mundo mejor que en el momento que se lo formula parece imposible de cumplir
Esta aparente vulnerabilidad es la mejor coherencia entre el oficio de poeta, artista o escritor para abrazar una utopía moral, de un mundo mejor, aunque parezca imposible de realizar.
La literatura es un reino espléndido, pero a la vez una atalaya moral, en donde lo que más cabe es aspirar a toda utopía posible.
Por eso Arguedas será un referente inalienable, por el ejemplo que representa en relación a lo que es moral.
Por el hecho de haber nacido en un pueblo como es el Perú, grande y hermoso y no haber renunciado a sentir y a pensar con total y plena identidad.
 
6. Todas
las sangres
 
Llamamos utopía moral a que los pobres dejemos de serlo, a buscar el bien, a anhelar la justicia y buscar con arrojo y estremecimiento toda esperanza.
A concebir y dirigirnos allí, a un mundo de dignidad, de valores, y de vivir de acuerdo al bien.
Todo esto le ha acarreado incomprensiones y los perores denuestos, como aquellos proveniente de los científicos sociales que desmenuzaron y desaprobaron su novela “Todas las sangres”.
Como si el arte necesitase y debiera someterse a la aprobación de la endeble razón y de una función subsidiaria de la realidad.
Pero también soportó aleves ataques del lado de la literatura. Ha habido y hay saña de parte de escritores que finalmente no pudieron escribir ellos nada significativo o que por lo menos se equiparable al portento que es “Todas las sangres”.
Y de otros que más bien escriben farsas y a partir de las cuales han obtenido los premios más relevantes del mundo occidental.
 
7. Por
eso
 
Llamamos utopía moral en José María Arguedas a este compromiso y a este deber de no solamente haber sentido y bebido de la fuente inagotable de amor del mundo andino sino querer compartirlo, instaurándolo para todos los hombres.
El haber sufrido el odio más acervo de madrastra y hermanastro, alguaciles y mayordomos, y convertir aquello en mundo redimido.
Para eso se aplica ceñidamente a develar las claves en que están fundados, organizados y se sostienen los hechos sociales, indagando en el arte, en las ciencias y en la política.
Alguien llama a esta actitud de Arguedas como utopía arcaica. No es que yo la llame, sino que su verdadero nombre es utopía moral.
Porque humanamente moral es el mundo al cual se aspira llegar. Y Arguedas es moral siempre en la forma de trabajar la literatura.
Lo que sobrevivirá en el mundo es la verdad y la belleza auténtica del alma. Ser como él lo fue es tener impronta moral, que a quienes no la pueden tener siempre les motiva su inquina.
Por eso, José María Arguedas es ese hermoso día que vendrá.


 
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