Danilo Sánchez Lihón
1. Dulce
y tierna
Alentar la alegría natural, espontánea y sencilla que
es gratitud y es canto a la vida.
Alegría plena, incólume e irrebatible. Porque es
rendir culto y celebrar la vida.
Es el verdadero sentido de homenaje a la existencia,
alegría que es el contento y la dicha en el alma.
Por la puntualidad del sol cada día sin demoras ni
distingos ni rencillas.
Alegría que disuelve los enconos y rencores como el
sol deshace las tinieblas tupidas de la noche.
Alegría sin cargos de conciencia, con la mente despejada
y las manos limpias de no haberlas mancillado con nada que sea turbio, dañino
ni haber delinquido.
Alegría de hacerle frente a la muerte y a las
adversidades con la actitud límpida, dulce y tierna que tiene la vida.
2. Del vigor
y el esfuerzo
La alegría simple de tener qué hacer y emprender la
jornada cotidiana, confiados e ilusos.
Reconociendo los dones de la creación presentes en
nuestro contorno y en nuestro destino.
Porque la alegría es valerosa, es una decisión que
supone coraje. Porque se propone vencer y triunfar pese a los obstáculos y las
dificultades.
Alegría es la voluntad de cumplir y realizar los
sueños e ideales inaplazables tanto individuales como colectivos.
Es todo lo que supone esmero, como el protegemos y
amparamos de todo lo que asola y atenta contra lo noble.
Alegría del esfuerzo y el trabajo. De la frente
sudorosa y los brazos tensos en su máximo impulso, vigor y esfuerzo.
Alegría por las proezas que hace el ser humano sobre
la faz de la tierra. Alegría de haber sufrido.
3. De la crisálida
que se despierta
Alegría de que mucho en la naturaleza tenga raíz,
tallos, flores y de ellos broten espigas y frutos.
De que exista lluvia que fecunda la tierra, de granice
y se desaten las tempestades para saber defendernos y acurrucarnos.
Del canto de las aves; y de la variedad de árboles,
plantas y yerbas en los campos.
Alegría de las montañas empinadas y del reflejo de su
fronda y sus siluetas en los lagos tranquilos y en los ríos que corren
apacibles.
Alegría de los bosques, de los mares, de las cascadas.
Y de los ríos turbulentos que hacen chorreras encima de los pedruzcos.
Alegría de la oruga, de la crisálida que se despierta
y despliega sus alas. De un corpúsculo y de las estrellas en el firmamento.
Del estallar del crepúsculo delante de nuestra ventana.
4. Alegría
de las celosías
Alegría de que amanezca y haya caminos y haya posadas.
Alegría de las torres, de las iglesias que se elevan
hacia el cielo sereno.
De que existen casas y ellas tengan miradores,
barandales y alrededor se extiendan los prados.
De los barandales. De que existan barcos, trenes y
aviones.
De los tejados, de los muelles y de los mercados
ululantes.
De los muelles y los puentes y de sus cimientos que se
hunden en el agua.
De los frisos, del artesonado en que rematan los muros
y fachadas de los edificios.
De las barcas amarradas a la orilla. Y de las otras
que se alejan en lontananza.
Alegría de las celosías detrás de las cuales unos ojos
no han dejado de mirarte.
5. ¡Niña mía
del alma!
De reconocer que nos hemos encontrado y que no estamos
perdidos.
Del júbilo de amar y de sentirnos amados. De sentir
que nos queremos, principalmente y en primer lugar por nosotros mismos.
Alegría de tus ojos, del consuelo que se prodiga entre
tanta pena.
Alegría, para mí, de ser andino, de tener el pueblo
que me cupo en suerte, de la casa, los padres y los hermanos que tengo.
Porque alegría es explosión de luz por todo lo que nos
pertenece. Y porque todo es milagro. ¿De qué depende? ¡De ser agradecidos!
Depende de que miremos todo a nuestro alrededor y
reconozcamos la bendición que nos rodea.
Alegría de tus ojos, alegría de haberte conocido, ¡niña
mía del alma!
6. Más
cada día
De la vida simple y sencilla. De haber encontrado todo
lo que encontré en la vida.
Los amigos, los vecinos y la grey humana tan amplia y
tan cálida.
Y porque no te he fallado, ¡Oh vida! Y mis manos están
puras y mi conciencia intachable.
Siendo así, donde estemos y si queremos hemos de
encontrar cordial y sincera acogida a la alegría radiante.
Mira a tu alrededor y estate alegre. Porque alegría es
valorar lo que somos y tenemos, así sea escaso y efímero.
Alegría del país que tengo. De todo aquello que me ha
cupido en la vida.
Alegría de haberte querido y de quererte más cada día.
7. Justifica
la vida
La alegría depende de ti. Nace de ti. No tiene que
recurrir a nada externo ni mirar para ser feliz a otra orilla.
Hunde su raíz en tu hontanar más profundo, La alegría
es la savia que brota de ti mismo.
Desecha el temor y florecerá la alegría.. La alegría
verdadera exorciza la muerte y justifica la vida.
La alegría es el verdadero compromiso con la vida. Es
la forma de adherirse a todo niño que nace y que crece.
Es la mejor forma de agradecer la vida. ¡Saltar entonces
de alegría! Porque ser feliz es la máxima sabiduría.
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