Danilo Sánchez Lihón
1. Y el cielo
impredecible
De la planta del agave, noble, augusta y admirable, en
el mundo andino llamamos maguey al árbol que se erige desde el centro de su
roseta.
Y llamamos penca al conjunto de hojas gruesas,
carnosas y maternales que se ubican a ambos flancos de los senderos.
Son plantas originarias de nuestro suelo y cumplen,
magueyes y pencas, la alta misión de ser vigías, centinelas y guardianes
adustos y compasivos en nuestros caminos en la serranía:
El maguey custodia hacia el horizonte para lo cual se
eleva hacia lo alto del cielo y en lontananza. Y hacia el interior del sendero
velan las pencas.
Del maguey su mirada es hacia arriba, vasta y
planetaria; bien apoyado como está en su tallo y en su tronco que emerge de la
entraña de la penca
Y ya en lo alto abre sus brazos implorantes como
pidiendo auxilio, piedad y clemencia. Y no lo hace solo bajo el cielo
anubarrado y las tempestades sino en pleno cielo despejado y cristalino.
Es el sacerdote que levanta sus brazos implorantes al
cielo impredecible.
2. Signo
de interrogación
Pero, ¿por qué? ¡Cuándo todo es tan bello, tan límpido
y diáfano en el firmamento!
¿Por qué él sufre tanto, cuando el paisaje es tan
puro, calmo y apacible? ¿Qué lo agobia y atormenta?
Y, ¿por qué ese desgarro en sus ramas, ese retorcerse
de su tallo como presintiendo inadvertidos presagios? ¡Y ese rictus de dolor en
su semblante!
¿Por qué en él todo es tan tembloroso y aparentemente
sufrido? ¡Esto nos turba!
¡Por eso lo adoramos y alrededor de él hacemos sonar
nuestras tinyas, pincullos, cascabeles y sonajas!
¿Será porque el maguey es testigo de lo que acontece
lejos, más allá, en las estrellas? ¿Y hasta quizá por eso su corteza se hace
hilachas y su médula termine siendo suave yesca?
Será por eso también que el maguey se tuerce en su
tallo haciendo un signo de interrogación con su propio cuerpo,
3. El maguey
es tótem
Y con su propia sangre, que es la savia que lo recorre
por dentro y luego golpea en sus sienes.
Pero luego se endereza al cielo y crece lo más alto
que puede
Se hace esbelto y sus flores son escarlatas del color
de las grandes emociones y hasta de la pasión.
¡Pero en su cáscara sus fibras se comportan como
lanzas! y en cualquier momento penetran horadando nuestra piel e
introduciéndose en nuestro cuerpo.
Pero el maguey es el que antes y después nos acompaña
en todo. Es el amigo más cercano que tenemos.
Está en la tarima en donde nacemos y en el estrado
donde morimos. Y en el techo que nos cobija y defiende de las tormentas y
tempestades. Y es por eso que lo adoramos.
Y es que el maguey es tótem, es divinidad. Y encarna
un prodigio, porque en todo y para todo se comunica con Dios.
4. Qué
no habrán visto
En cambio las pencas son más simples, horizontales y
confidentes.
No se elevan y están más a ras de tierra. Más bien se
extienden hacia adentro con los brazos abiertos dispuesta a escucharnos.
¿Qué porqué sus hojas terminan en punta, y esta punta
sea una espina?
Un penacho es legítima defensa de alguien o de algo
por lo mucho que acontece en los caminos.
Como todas las madres defienden su hogar, el centro
inalienable de lo que han creado. Y en ello se parecen todas las madres del
mundo.
Que por querer y amar, y porque es sagrado lo mucho
que atesoran, lucen en sus bordes púas y aguijones.
Y es que: ¡qué no habrán visto y escuchado las pobres
al borde de estos senderos!
Principalmente de boca de las mujeres como ellas que
pasan llorando y son las que más cuentan sus quebrantos, sus caídas y sus
penas.
5. En algún
recodo
Y lo hacen con lágrimas que ruedan por sus mejillas y
los barrancos. ¡Y sus secretos que son dolores que los hacen suspirar tanto!
¿Quiénes son? Y, ¿será que los engañan o será que se
dejan engañar porque esa es su naturaleza y es su esencia?
¿No será que se predisponen a ser cazadas como
perdices en la enramada? ¡Y después proseguir con el rito de quejarse! Y justo,
¿ante quién? ¡Ante las pencas!
Porque las pencas son madres que lloran junto a ellas,
las mujeres, que sufren por un hijo que se va y por otro que hasta ahora nunca
ha vuelto.
Otras que pasan y dejan sus lloros son adolescentes
embarazadas por algún azar del destino en algún recodo subrepticio.
O lloran por el maltrato de algún marido celoso,
intolerante o simplemente despiadado.
El maguey y la penca son padre y madre juntos, que
noche y día conversan de lo que nos pasa en nuestras vidas afligidas. Y su
puesto es de vigías, y ser guardianes de los caminos.
6. Padres
que oran
Quizá, para quienes deambulamos a su vera, sintiendo
que pasamos de un agobio a otro agobio, de una pena a otra pena.
De allí que en los primeros amores venimos y grabamos
en la hoja de la penca el nombre mío y el nombre de la amada. ¡Yo así lo he
hecho!
Tal y cómo es nuestra madre real la primera que
presiente que nos hemos enamorado. O es la primera a quien la contamos. ¡Yo así
lo he hecho!
Pero es a las pencas empenachadas a quienes también
cortamos y nos sirven de cerco en los corrales. O de tejas canales en las
techumbres. Y hasta en eso son madres.
Aun estando allí viejas y resecas, juntan un poco de
agua de lluvia. Y se deleitan en ofrecérsela a zorzales y picaflores.
¡Y a toda criatura que se acerque! A donde vienen
hasta musarañas y las lagartijas asustadizas buscando calmar su sed en sus
entrañas compasivas.
Maguey y penca son padres que oran, que suplican en
representación nuestra y de todo el mundo, mostrando como testimonio sus
espinas por lo mucho que han sufrido.
7. Solos
en esta vida
Los magueyes al implorar con sus brazos hacia lo alto,
se hunden en el cielo azulino o anubarrado.
Y las pencas acumulando el agua en sus copas para que
en ellos los picaflores abreven su sed y renueven sus vuelos y sus cantos.
¡Ah! Es en los caminos donde se han hecho sabios; y por
eso son divinidades que adoramos los andinos.
Porque leen el alma de la gente, que registran cada
paso nuestro, ¡sea nuestro dolor o sea nuestra alegría!
Y en ellos el maguey y la penca son nobles y
persuasivos. Por eso son agave.
Porque ¿a quién de nosotros que hemos pasado llorando
no nos han arrullado con una palabra de consuelo y de cariño?
Que es bueno que existan, porque lo peor es no
tener a nadie que siquiera nos escuche.
Y estar solos en esta vida.
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