domingo, 26 de mayo de 2013

26 DE MAYO: DÍA DE LA INTEGRACIÓN ANDINA - HUELLAS DE LA UTOPÍA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2013 AÑO
EVANGELIO VALLEJO DE LA SOLIDARIDAD
Y UNIVERSALIDAD DEL MUNDO ANDINO
 
MAYO: MES DE LOS TRABAJADORES,
DEL LEGADO DE LA PAPA DEL PERÚ
AL MUNDO, Y DEL MAESTRO ENCINAS
 
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
 

LUNES 17 DE JUNIO, 2013
 
CONMEMORACIÓN DEL VIAJE
DE CÉSAR VALLEJO A PARÍS
 
MUELLE DÁRSENA
DEL CALLAO
 
DÍA DE CÉSAR VALLEJO
EN EL CALLAO
 
 
 
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CONVOCATORIA
 
XV ENCUENTRO INTERNACIONAL
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
TELÚRICA DE MAYO, 2014
 
LIMA:
MARTES 20
Y MIÉRCOLES 21
 
TRUJILLO
JUEVES 22
 
SANTIAGO DE CHUCO
VIERNES 23
SÁBADO 24
Y DOMINGO 25
DEL MES DE MAYO
 
PÁGINA WEB:
 
http://spanport.byu.edu/faculty/GarciaM/new/CapuliXV.htm
 
 
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Teléfonos Capulí:
420-3343 y 420-3860
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CALENDARIO
DE EFEMÉRIDES
 
26 DE MAYO
 
DÍA DE LA
INTEGRACIÓN
ANDINA
 
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
HUELLAS
DE LA
UTOPÍA
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Y es que
aquí
 
Lo que más impresionó a los cronistas de la conquista del Perú en su encuentro con las diversas manifestaciones culturales que veían a su paso, al ingresar al territorio del Imperio de los Incas, fueron los formidables monumentos y obras públicas que ni Roma las tenía, según sus propias palabras.
Como también otra constatación fundamental es que eran bienes y edificios que tenían un fin social, es decir para todo el pueblo, como son los tambos y los puentes, los canales de riego y los caminos; como también los terrenos de cultivo y las obras de ingeniería dedicadas al bienestar de la población, que lucía como lo más sobresaliente.
Además, el no encontrar aquí ni un solo mendigo, ni un solo desocupado, ni un solo vagabundo ni esclavo. El no encontrar en calles o paraderos, en esquinas o en cualquier lugar que fuera, ni una sola meretriz.
No hallaron aquí a nadie que se quedara un día de hambre, o que se guareciera bajo cualquier enramada por estar desprotegido o en soledad, en el sentido de abandono o desolación. Y es que aquí nadie era un desposeído o un desheredado de la tierra.
 
2. Grado
de acción
 
Todo ello fue así gracias a una avanzada concepción doctrinaria, filosófica y práctica. Pero a la vez religiosa, mística y sagrada acerca del mundo y de la vida; gracias a un hondo trabajo de reflexión y gracias a una praxis social bien concebida y mejor conducida.
Porque, ¿cuánto costó a Europa, por ejemplo, la concepción y luego la instauración como principios en la sociedad de su época de los Derechos Humanos? Costaron ríos de sangre,  pues de ese color se tiñó el río Sena en los días de la Revolución Francesa.
Aquí no ocurrieron tales desmanes y hecatombes, y se alcanzaron a instaurar varios niveles avanzados de los Derechos Humanos, como logro del pensamiento y la reflexión de los amautas
¿Qué características y claves secretas tenía entonces la educación incaica para garantizar dicho orden?
Valores como la solidaridad y el actuar de manera colectiva, entre una y otra persona, entre uno y otro grupo social, entre una y otra región, era lo que se ponía de manifiesto y alcanzaba calidad y grado de acción.
 
3. Cobren
actualidad
 
El reconocerse y ser hermanos en todo, aquí se lo practicó de manera natural y prístina, haciendo de ello el eje de la organización social.
Y por ser así esto es un prodigio cultural sin ningún parangón en la cultura universal.
Surge entonces inatajable la inquietud: ¿Cómo hacer ahora para recuperar estos hechos tan significativos y sorprendentes, como es el colectivismo andino?
¿Cómo hacer para avanzar desde el más mínimo brote e ir expandiendo esa semilla, ese don y esa heredad nuestra?
Porque dichas huellas están en nuestra propia genética, están para hacer entonces con ellas la proeza de continuarlas y darlas esplendor. ¿Cómo hacer para que dicha realidad cobre total y plena vigencia?
Para que contenidos de aquel orden social que constituyen nuestro legado cobren actualidad y nos sirvan en la actual circunstancia de nuestras vidas.
 
4. Vibra
y es latente
 
He allí el reto para nuestra generación, cual es hacer que esa cultura que se mantiene en una situación innegable de pobreza material y de riesgo incluso de supervivencia, revierta y pudiéramos manejar la situación como para que alcancemos lo que lograron los incas.
El reto de ser una alternativa original y viable en el marco de la globalización, el cómo hacer para que pese a los valores que contiene no siga el mundo andino en una situación de atraso.
Y, finalmente, el cómo hacer para que las desventajas de dicho mundo, frente al sistema imperante, se tornen en algo que pudieran ser más bien corrientes promisorias.
No olvidando, de otro lado, que el mundo andino, además de ser cuna y ámbito de valores, es espacio y tiempo donde vibra y es latente la utopía, ámbito esencial en nuestra cultura, que ella es quien la contiene, defiende y orienta.
Utopía que aquí no es gratuita, que aquí no es delirio, ni éxtasis, ni alucinación evanescente o etérea.
 
5. Un mundo
mejor
 
Utopía que aquí no es materia o sustancia que flota dislocada en el aire, sin ninguna relación con la realidad, sino al contrario.
Utopía que aquí es consustancial al hombre, que es de vida o muerte; materia telúrica, terrígena e inherente a las relaciones efectivas de trabajo, de conciencia y relaciones coherentes y cotidianas de hombre y naturaleza.
Incluso –como la papa– este es un aporte que le hemos dado a Europa, en la metáfora del mundo nuevo que nació aquí, entre nosotros, de fundar algo distinto.
Diferente a las calamidades, persecuciones y pestes que era lo más frecuente que ocurriera en el viejo continente, incluyendo el oscurantismo, la nigromancia, la hechicería y la guerra que ahora han tratado –y lo han logrado– de trasladárnosla a nosotros.
Porque el nuestro ha sido siempre un mundo de alborada, de saludo matinal al sol, de ofrenda a los apus. Los nativos eran seres sin taras ni dobleces, tanto que al ver esto el europeo vuelve a soñar aquí en un mundo nuevo.
Nos toca entonces reivindicar la utopía y luchar porque sus valores sean vigentes y se forje con ella un mundo mejor.
 
6. Orla
en la frente
 
Como cultura estamos signados por el compromiso de idear siempre un orden distinto, elemento que está inserto en nuestra genética histórica y biológica; e implícito en nuestro ser cultural.
Somos un sueño de nosotros mismos que abarca a todos los demás, en donde incluimos a los europeos, escépticos y decepcionados de ellos mismos, que aquí volvieron a soñar en un mundo redimido.
El nuestro es, por lo menos, el ámbito de la ilusión y tierra del anhelo, impulso y acción por forjar un mundo nuevo.
Fuimos un suelo de promisión que ahora parece un sueño, pero las huellas han quedado, están en nosotros mismos, se trata de hacerlas evidentes, ostensibles y seguirlas.
Tenemos esa orla en la frente de lo que fuimos, en contraste a este mundo protervo que se ha instalado ahora pero que es un deber cambiarlo y ojalá que de raíz volverlo a construir.
El nombre del Perú por lo menos eso significa: utopía, tierra prometida, ámbito de lo ideal y lo soñado.
 
7. Lúcida
y renovada
 
Por eso, es válido recordar aquella esencia, el de la utopía, como comparación y reto frente a ese orden actual inicuo y nefasto.
Sistema que ha instaurado el imperio de la usura, la usurpación y el despojo, representado en la corrupción generalizada que brota por doquier.
Emerge como un hongo o una pus no de un país determinado, sino como característica general del sistema y del modelo de sociedad, economía y de vida capitalista.
¿Y desde la literatura, o más concretamente desde la poesía, qué podríamos hacer? En primer término, lograr que nuestra voz sea coherente con ese horizonte y esa perspectiva.
Que, además de poder interpretar mejor esa realidad, se concrete en plasmar obras que se inspiren en ellas, y que tengan buena y ojalá que excepcional calidad.
Y muchas otras alternativas se podrían avizorar desde la poesía o desde el trabajo literario a fin de poder contribuir a la forja de una lúcida y renovada utopía andina.
 
7. Tallar
y forjar
 
Luis E. Valcárcel fue el anunciador de una tempestad en los andes, que podría graficarse como una invasión, un arrasamiento, una especie de descuelgue de piedra y lodo.
Pero aquella avalancha andina, que algunos están tentados de identificar como una revolución violenta, se la puede concebir como un despertar cultural, como un camino de liberación por el ámbito de la cultura.
Y no como una corriente devoradora de avasallamiento de huestes en lo político, militar o económico; ni como fuerzas destructoras en lo material.
¿Cómo entonces orientar un magisterio, una prédica y una acción concreta en este campo en donde el centro y la esencia sea la cultura?
Hay una imagen que me gusta apreciarla, cual es la del viento que limpia, que sana y que purifica.
Y que además bate las espigas, las ondula, las serena y no las dispersa.
Es el viento la imagen que elegimos dentro de esta perspectiva de tallar y forjar la utopía andina.
 
9. Solidaridad
y ternura
 
Porque el viento nos relaciona también al cóndor, con una fuerza y una energía que podría ser esa integración y esa especie de expansión o vibración.
El vuelo del cóndor es un símbolo que dejó perfilado el hombre andino, en donde se resumen algunas cualidades que podría tener esta opción de nuestro destino.
Y, por ahora, de nuestro trabajo cultural en el presente y el futuro, a fin de apuntalar en la consecución y concreción de aquella utopía andina.
Mucho más podríamos decir del cóndor en relación a su vuelo, a su mirada, y a su capacidad de abarcar mundos diversos.
Pero todo ello con una armonía y un temperamento de solidaridad y ternura, en el marco de esa especie de haber insumido el dolor más hondo y haberlo acrisolado.
Y haberlo vuelto sabiduría, fraternidad y solidaridad humanas que es el legado más preciado que tenemos hacia la vida y al mundo.
 
 
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