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Por: Javier Garvich Rebatta
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Éste es el año del Centenario del nacimiento de Ciro Alegría en el Perú y es el año del Bicentenario del nacimiento de Nicolás Gógol en Rusia. Hablamos de pesos pesados: Ciro Alegría es todo un referente en la literatura peruana del siglo XX, a Gógol se le considera uno de los fundadores de la narrativa rusa. El mundo es ancho y ajeno y Almas Muertas son dos clásicos de la literatura universal.
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Y sin embargo, a ambos se les rinde homenaje de forma distinta.
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Para empezar, a Gógol no solamente lo conmemoran los rusos. Ucrania (Gógol nació en la aldea ucraniana de Soróchintsi) le disputa a Rusia el patrimonio del escritor y ambos países se han enzarzado en una curiosa competencia a ver quien lo festeja mejor.
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En Rusia los actos del Bicentenario incluyen múltiples interpretaciones y adaptaciones en teatro, radio y televisión de sus célebres cuentos La Nariz, El Capote y la aún vigente sátira teatral El Inspector. Se ha exhibido una carísima versión cinematográfica de Taras Bulba. El canal Kultura está emitiendo toda una batería de documentales sobre la biografía de Gógol (a cargo del gran gogólogo por excelencia Igor Zolotusski) y se han tirado ediciones especiales de sus obras (abundan las ilustradas). Además, el Museo de Historia de Moscú inauguró una exposición temporal con objetos personales del autor y numerosos escritos y originales. No falta la inevitable estatua (levantada en el bulevar Nikitski, junto a la casa donde murió Gógol) ni las monedas conmemorativas. Claro, esto no es nada comprarado con lo que hicieron en 1999 para celebrar el Bicentenario de Pushkin, donde tiraron la casa por la ventana, casi literalmente.
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Mientras tanto, en Ucrania, no se ahorran conferencias con numerosos escritores e intelectuales, se les ha dado lustre a los tres museos dedicados a Gógol y se ha editado en Kiev la primera edición en ruso y en ucraniano de sus obras completas. Allí hay todo un movimiento reivindicador de Gógol como escitor ucraniano.
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¿Y en el Perú? En marzo, la viuda de Ciro Alegría comunicó a los medios que el gobierno, el Estado y la Municipalidad de Lima se iban a comprometer en el año del Centenario del escritor: actividades conmemorativas durante todo el 2009, la creación de una Casa de la Cultura Ciro Alegría, de una Fundación, de la posibilidad que una editorial española reimprimiera sus obras, hasta una placita en Surco con su busto.... Que yo sepa, lo único que hemos visto ha sido un acto celebratorio del malhadado Congreso de la República (sí, el mismo que hizo también esto) y nada más. En San Marcos, como mucho, un coloquio internacional de crítica literaria le dedicó una de sus mesas.
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Luego nada. Ni Fundación, ni Casa de la Cultura, ni reimpresiones especiales de sus obras, ni documentales, ni museos, ni una miserable estampilla ni nada. El gobierno está muy ocupado en coimear y esconder sus matanzas, la Municipalidad solo piensa en cemento y en la próxima coyuntura electoral. Ni el Ministerio de Educación ni mucho menos el INC han hecho algo para que nos enteremos que este es el Año del Centenario de Ciro Alegría.
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Odiosas comparaciones: mientras que en Rusia y Ucrania homenajean a su Gógol hasta el cansancio, en el Perú tratamos a nuestro Ciro Alegría como un escritor de segunda categoría.
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Y no solamente es asunto del Estado. Muchas instituciones y personalidades del mundo de la cultura no han dicho esta boca es mía. Ciro Alegría ha pasado de puntillas por la última Feria del Libro (¡QUE DEBIERA HABER LLEVADO SU NOMBRE, QUE SON CIEN AÑOS, CARACHO!). Las universidades tampoco se han movido lo suficiente (y la mayoría, ni se ha movido). Ni siquiera las promociones de los colegios, asociaciones, institutos y tantas organizaciones de la sociedad civil que llevan el nombre del escritor, han asumido la seriedad que significa celebrar un centenario.
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A ver, yo no soy de los que endiosan escritores y mucho menos voy a poner al autor de Los perros hambrientos en un sanctosantórum. Pero, oigan, es bien triste ver como otras sociedades quieren a sus escritores, los leen y mantienen vivo su legado y testimonio; mientras que nosotros estamos volviéndonos desmemoriados, casi amnésicos, pusilánimes y triviales ¿Cien años de Ciro Alegría? Ah, bonito, sí ¿y? ¿Pasa algo?
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Es signo de los tiempos. Como lo señalé hace unos meses, las élites limeñas están volviendo a rediseñar nuestra imagen de país, están volviendo a escribir nuestra historia y están reconstruyendo nuestro canon literario. En esa empresa de apropiación y reconfiguración de lo que supuestamente fuimos y supuestamente somos, Ciro Alegría no tiene mucho sitio, como tampoco lo parece tener el arcaico Arguedas (ojo, en diciembre se cumplen 40 años de su muerte) ni mucho menos la profusa literatura amazónica del último cuarto de siglo. A Vallejo se le tolera por su "experimentalismo poético" y su gancho internacional, aunque se le ha cercenado cualquier alusión a su ideología o a su praxis política. Vargas Vicuña no existe, Scorza es bizarrito, el Grupo Narración es sólo intrusismo político en la literatura, los narradores de los ochenta fueron unos fracasados y la actual literatura andina sólo es un invento más del resentimiento nacional. Eso es, más o menos, lo que se les van a enseñar a los adolescentes y jóvenes peruanos dentro de muy poco, si es que no cambian las cosas.
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La manera vergonzosa como malcelebramos el Centenario de Ciro Alegría es un ejemplo de los nuevos y tristes derroteros hacia donde va nuestra cultura. Ahora que nos regodeamos de las victorias del pisco peruano sobre el chileno, valdría la pena saber cómo ellos celebraron en el 2004 el Centenario de Pablo Neruda.
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Otra odiosa comparación.
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P.D. Todavía estamos a tiempo, el VIII Encuentro Nacional de Escritores Jesús Manuel Baquerizo va a homenajear como se debe a Ciro Alegría en Huamachuco. Y, al parecer, se realizarán sendos encuentros de narradores con su nombre en Trujillo y Cajamarca. Aún así, creo que no es suficiente. Perdonen mi pesimismo.
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El lápiz y el martillo
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