jueves, 22 de enero de 2009

LA CARAPULCRA QUEMADA



Por Víctor Raúl Huamán

El joven inquieto y amiguero, compañero Julio Sepúlveda, había recibido el encargo del propio Víctor Raúl para realizar una actividad económica que permita reunir el dinero suficiente para cambiar muchas de las calaminas deterioradas del techo del Aula Magna del local Central del Partido. Era la época de la dictadura del Gral. Velasco Alvarado y en el local no había una concurrencia masiva de simpatizantes o militantes. Esta actividad era un reto para la capacidad de convocatoria del joven comisionado para esa labor. Entonces lo primero que hizo fue organizar a un grupo de compañeras para que elaboraran una deliciosa carapulcra, que aún sigue siendo un plato delicioso cuando es bien preparado y económico. La presencia de los líderes del partido estaba descontada, además su presencia obligatoria ya lo había ordenado el Jefe.

Como era natural, al llegar la fecha central, invitan al Jefe para que presida la ceremonia. Empezaron a llegar las más altas autoridades históricas del partido al Comedor Popular de Alfonso Ugarte, que era donde se realizaba la reunión y todo se realizaba normalmente, hasta que se le acercaron al joven Julio Sepúlveda las compañeras encargadas de preparar la carapulcra, informando que "se había quemado".

Había que decirle al Jefe lo que había sucedido y el más indicado era el joven Julio Sepúlveda. Entonces, con el rostro avergonzado, decide informarle al Jefe lo sucedido, quién ya estaba sentado en la mesa con lo más distinguido del aprismo. Haya de la Torre, luego de escucharlo, se puso de pie y se dirigió hasta la cocina. Allí todos estaban tristes y esperando un reproche, pero Víctor Raúl saludó a las jóvenes encargadas de la cocina y agradeció a cada una por su dedicación en la tarea de arreglar el techo de calaminas del Aula Magna. Luego, sorpresivamente, le dijo a Julio Sepúlveda, que se sirva la carapulcra como estaba. Los jóvenes habían hecho todos los esfuerzos por salvar la carapulcra, agregándole una serie de condimentos y trucos culinarios, pero era imposible quitarle el sabor a quemado. Recuerda Julio que "realmente no se podía hacer mucho", pero la orden del Jefe estaba dada y había que cumplirla.

Luego de servirse los platos, nadie de los presentes comía. Al lado izquierdo del Jefe estaba sentado Armando Villanueva. Víctor Raúl al notar esa actitud de todos, le dice a Armando: "Come que está rica". Entonces Armando comenzó a comer a regañadientes. Luego, el Jefe orientó su mirada fijamente a todos los presentes que no comían. Solo entonces empezaron a comer silenciosamente y con cierta "disciplinada resignación". El evento resultó todo un éxito, tanto que hasta ahora, ninguno de los presentes lo olvida.
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